martes, 20 de enero de 2009

Reflexión por una lagartija muerta.

Hoy he visto que en un acuario completamente vacío que tengo en el jardín, había una lagartija muerta que, sin lugar a dudas, no estaba la semana pasada. Lo más probable es que haya caído en el acuario el domingo, pues se habrá activado al salir el sol y luego no ha podido salir y ha muerto de frío.
Es curioso que estos animales sean capaces de estar activos con temperaturas del aire inferiores a los 10ºC, claro que la superficie de roca donde habitan se calienta más y ellos tienen mecanismos para captar ese calor. Otro cantar será encontrar alimento antes de volver a aletargarse, pues si no es así, el despertar en medio del invierno habrá sido una pérdida de energía. No obstante lo mismo les ocurre a sus presas, insectos, arañas y otros invertebrados que yo mismo pude ver activos este domingo. Más de una vez he visto lagartijas e insectos activos en los roquedos soleados, aunque estén rodeados de nieve.
Un dato interesante, cuanto más pequeño es el animal más fácil es que consiga calentarse. Los "grandes reptiles" como los galápagos, los lagartos y las serpientes de mayor tamaño difícilmente llegan a la temperatura adecuada con unos pocos rayos de sol. Su turno llega bien entrada la primavera y muchos encontrarán la muerte porque ¿cual es la superficie que más rápidamente se calienta?: El negro asfalto.
Por cierto la especie es Lagartija ibérica, Podarcis hipanica.

2 comentarios:

  1. Hola Jesús,
    Tengo entendido que las lagartijas están protegidas. ¿Se trata de una de esas medidas legales poco comprensibles que se adoptan en este país o tiene algún sentido protegerlas a pesar que están por todas partes?

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  2. Hola Héctor,
    Siempre sacas a la palestra temas interesantes. Es verdad que hay lagartijas ibéricas por todas partes, ¿pero se diferencian de Podarcis bocagei o de P. muralis, que son cada vez más escasas?
    En efecto, el célebre Real Decreto que protege a casi todas las especies españolas y las normas y convenios posteriores, son quizás muy restrictivos pero intentan conservar las especies.
    Lo malo no es la norma, sino la forma de aplicarla. Igual puede meterse en un lío un chavalín que caza lagartijas para tenerlas en un terrario y resulta que a un constructor que destruye una población completa en una zona de campo no le pasa nada. O la propia Administración (sea la que sea) que hace una obra pública y se carga toda una población de una especie en peligro.
    Estamos asistiendo a la desaparición de poblaciones de especies muy comunes debido a la transformación del medio. Las nuevas construcciones, por ejemplo, no dejan muchos resquicios para hábitat de las lagartijas o, lo que comentaba en otra entrada, las bañeras puestas como bebederos impiden la reproducción de anfibios. Así, se van haciendo cada vez más raras las poblaciones y terminan por desaparecer aisladas unas de otras.
    ¿Impide que eso ocurra el ponerlo en una lista de especies protegidas? Desgraciadamente no.
    De ahí el interés de hacer espacios protegidos, pero si los espacios están aislados llegamos casi a lo mismo. Por eso muchos naturalistas insisten en el desarrollo sostenible y en la creación de pasillos verdes.
    ¿Qué más común que los gorriones? Pues en Londres y alguna otra ciudad europea están casi extinguidos.

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