jueves, 8 de marzo de 2012

Las avefrías, el arco iris ... y los escarabajos peloteros.


El domingo pasado, el primero del mes de marzo, estaba anunciado que iban a comenzar las esperadas lluvias, que podían aliviarnos un poco esta sequía invernal que estamos padeciendo, nosotros y el campo. Ahora, casi al final de la semana, sabemos que fue una vana ilusión, pues el lunes ya estábamos con el cielo limpio. Pero esa mañana, al levantarme a dar un paseo, el día amenazaba lluvia.


Hacía poco que en casa había comentado que llevábamos años sin ver las avefrías en los prados cercanos. Al principio de vivir en esta zona, hace 14 años, las veíamos todos los inviernos. Hay que reconocer que en estos años se ha alterado mucho el paisaje y que algunos de los espacios abiertos, que les gustan a las avefrías, han desaparecido bajo las urbanizaciones, pero mucho me temo que la meteorología también ha tenido que ver.
Las avefrías no son como otra aves, fieles a un itinerario en su migración. De hecho, algunas no hacen una verdadera migración sino movimientos que los onitólogos han llamado "fugas de tempero", que son desplazamientos de bandadas de aves huyendo de condiciones meteorológicas adversas, como grandes heladas, frío siberiano o frentes polares, que dicen ahora los hombres del tiempo y que antes llamábamos, simplemente, invierno.

Pues me llevé una grata sorpresa, no solo amaneció nublado, sino que un grupo de cerca de un centenar de avefrías estaban en un prado próximo, donde ya las había visto otros años.

Las avefrías, Vanellus vanellus, son unos peculiares representantes de la familia Charadriidae. Además de ser una especie menos ligada a las zonas húmedas, son fáciles de distinguir porque no tienen coloración de camuflaje y sencillas de reconocer frente a otras más parecidas entre sí. Su contrastado diseño, parece blanco y negro de lejos, pero visto de cerca se aprecia una gran riqueza de tonalidades verdosas. Recuerda, en cierto modo, a los brillos de las urracas, aunque en los córvidos el tono es más azulado.

Por cierto, que a pocos metros del bando de avefrías había otro nutrido grupo de estas inteligentes aves. Y también unos cuantos estorninos que acompañaban a estos visitantes invernales rebuscando su alimento en el suelo.
Tengo la impresión, aunque no puedo asegurarlo porque no tuve demasiado tiempo ni me quise acercar a la zona para no asustarlas más, que unas y otras estaban aprovechando la emergencia de escarabajos coprófagos, en esos prados llenos de boñigas de vaca, pues fue otro de los animales que pude ver en un momento en que no muchos insectos están activos.

¿Y aparte de haberlos visto yo, qué otra cosa tienen en común todos estos animales que coinciden en un día en el que el arco iris adornó el cielo?
Pues precisamente el brillo de arco iris sobre su fondo oscuro. No son esos brillos producto de un curioso pigmento, sino de estructuras físicas presentes en las plumas de las aves y en la queratina de los insectos, que hacen que brillen según la luz incida sobre ellos. Es el mismo efecto que hacen las gotas de agua contra el cielo.
Y por último, al hacerle la fotografía de los brillos metálicos de la zona ventral al escarabajo, me encontré que estaba infectado de ácaros, los que he marcado en la foto de detalle dentro de los círculos. Especialmente uno de ellos, el más grande, es sin lugar a dudas una garrapata.
Vacas-boñigas-escarabajos coprófagos-ácaros parásitos-aves insectívoras- ... unos cuantos eslabones de la cadena trófica vistos en apenas unos minutos.
Y el arco iris, pero sin la lluvia que de verdad hacía falta.

De garrapatas y ácaros en general hablé en otra entrada que puede verse pinchando AQUÍ