jueves, 19 de febrero de 2015

¿No hay nada en enero?

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El frío y las nieves de febrero nos han hecho olvidar muy rápidamente que hemos tenido un mes de enero casi primaveral. Con el título de esta entrada en Biodiversidad Virtual han retado a sus colaboradores a conseguir fotografiar, entre todos, al menos 2015 especies diferentes durante ese primer mes del año. Es una típica queja de los naturalistas que en pleno invierno hay poco que ver y hay que reconocer que en ciertas zonas es complicado ver insectos o flores. Sin embargo, este mes de enero se ha portado como para ayudarnos a lograr ese reto con tiempo cálido e incluso seco.
Issoria lathonia.

La zona donde vivo no es la más adecuada porque el clima es bastante extremo, así que no puedo presumir de haber contribuido mucho a conseguir el reto de BV, pues no he llegado a las 60 especies y la mayoría son repetidas con las que han visto otros compañeros. Si embargo sí he hecho el esfuerzo de fijarme más y darle uso a la cámara del teléfono que siempre llevo encima, aunque solo fuese en mis paseos mañaneros de fin de semana para ir a comprar el pan o rebuscando en el jardín, y hasta me he llevado alguna que otra sorpresa y desde luego, he aprendido algunas cosas.
Lycaena phlaeas.

Ver mariposas en enero no es lo más normal, sin embargo, en varios paseos he podido encontrarme con estas dos especies Issoria lathonia y Lycaena phlaeas. Me he dado cuenta que los ejemplares de I. lathonia son mucho más pequeños que los que he fotografiado en otras ocasiones, en primavera o en pleno verano. Volaban incluso a bastante altitud, las he visto a casi 1.400 metros en la madrileña Sierra de los Porrones, la continuación de la Pedriza hacia la Maliciosa. Pero más impresionante que ver mariposas ha sido encontrarme en ese mismo lugar con una jara pringosa, Cystus ladanifer, florecida, nada más y nada menos que el 8 de enero, muchos meses antes de lo que le corresponde.
Jara pringosa, Cystus ladanifer.
Y muy cerca de ella, también en plena montaña, una caléndula.
Calendula arvensis

Una de las flores en las que libaban las mariposas era el romero, que igualmente estaba florecido en la cañada que discurre entre Cerceda y Colmenar Viejo. Allí también estaban buscando su comida las abejas de la miel.
Romero, Rosmarinus officinalis.


He encontrado otras flores, pero me han extrañado menos porque sé que son más oportunistas, que aprovechan el momento para reproducirse y por ello las encontramos en las cunetas de las carreteras, en cualquier rincón con tierra de pueblos y ciudades y claro, en mi propio jardín. A este grupo pertenecen los dientes de león, los geranios silvestres y las malvas, entre otras.
Erodium cicutarium.

Malva sylvestris.

Diente de león, Taraxacum sp.

Veronica sp.
Y volando entre ellas, como no, alguna es esas moscas que tan bien saben imitar a las avispas.
Sírfido o mosca de las flores, Eupeodes sp.

Típico de los días soleados de invierno es encontrar pequeños reptiles que habitan en los roquedos. Las rocas y los muros de las casas se calientan mucho más que el aire y suelo circundante y eso les permite activar su metabolismo y espabilarse lo suficiente como para salir a cazar los insectos que se encuentran en sus mismas circunstancias. Así, en los muros de mi casa he podido ver a las lagartijas ibéricas, que ahora me tengo que acostumbrar a llamar Podarcis guadarramae (antes P. hispanica).

Y bajo las piedras del campo, un ejemplar activo de culebrilla ciega, Blanus cinereus.
... A la que acompañan lombrices, litobios, escarabajos, arañas, hormigas y otros invertebrados que en lugar de profundizar su enterramiento en el suelo para alejarse del frío, se acercan a la superficie bajo las soleadas piedras para calentarse.
Tenebriónido Scaurus puncatatus, que tiene la costumbre de agruparse en sus refugios bajo troncos y rocas.
Y también las buenas madres de las tijeretas, a las que encontré en sus nidos bajo piedras con sus puestas y con las ninfas ya bastante crecidas.
Hembra de tijereta, Forficula auricularia, en su nido con dos tamaños de ninfas, posiblemente fruto de dos puestas, a los que cuida.

Pero las que nunca fallan son las moscas, cuyos ciclos no tienen tanto que ver con periodos del año concretos sino con la disponibilidad de alimento. Por muy malas que sean las condiciones, siempre saben encontrar el rincón adecuado, dentro o fuera de nuestras casas.
Calliphora vicina, una de las especies necrófagas más utilizadas por los entomólogos forenses para determinar el tiempo de la muerte de un cadáver.  


También se me antoja que he visto muy temprano a las cigüeñas preparando sus nidos, pues estaban crotoreando ya las parejas y acarreando palos a su gran construcción en los pueblos de El Boalo y Cerceda.
Cigüeñas blancas, Ciconia ciconia, crotoreando en el nido mientras otro ejemplar las estaba sobrevolando. Al hacerlo muestran las manchas negras de la parte inferior de su pico. Tejados del pueblo de El Boalo, 8 de enero.

Otras plantas y animales cumplen sus ciclos con más normalidad, como por ejemplo los enebros que estaban dispersando su polen...
Enebro de la miera, Juniperus oxycedrus, en el momento de dispersar polen por una racha de viento.

 ... mientras que en las ramas de los ejemplares hembra los frutos del año anterior maduran ...
Frutos maduros de enebro de la miera, Juniperus oxycedrus.

... tanto el enebro de la miera como el común...
Enebro común, Juniperus communis.

... y ofrecen alimento invernal a aves y mamíferos, entre ellos al señor raposo, que deja así sus restos.
Mientras, en un rincón soleado, junto a una charca creada en una cantera abandonada, se abren los frutos del problemático estramonio, que hace unos años provocó unas cuantas intoxicaciones a los que jugaba a aprendices de bruja.
Cápsula de semillas de estramonio, Datura stramonium.

Las chinches, como otros insectos voladores, se esconden en grietas de los troncos de los árboles y maderas de construcciones, así como bajo tejas y entre ladrillos pero se dejan ver los días soleados. 
Rhaphigaster nebulosa.
Y así encontré a la chinche de los piñones, Leptoglossus occidentalis, en una doble ventana de El Ventorrillo, como el año pasado, cuando lo conté en el blog AQUÍ. Igual que esta otra especie que tiene la misma costumbre de acercarse al calor de las casas metiéndose en la zona de las persianas o en las grietas de los marcos de las puertas.
Rhyparochromus pini.

En cuanto a las aves, en el jardín llegan los carboneros, que en cuanto hace frío se acuerdan de que aquí hay comida, y un solitario petirrojo, menudos son ellos como para compartir espacio con sus congéneres, acompañando a los habituales gorriones, tórtolas y urracas.
Petirrojo, Erithacus rubecula, siempre alerta, sobre uno de los comederos del jardín.
Por último, como siempre, agradecer a los expertos de Biodiversidad Virtual su ayuda en la determinación de las especies de plantas e invertebrados a las que no llegaban mis conocimientos.