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lunes, 22 de febrero de 2021

Osmia cornuta, la abeja albañila.

Es una de las abejas más frecuentes en los agujeros de mis refugios de insectos y la que más temprano aparece en primavera. Ahora mismo, a mediados de febrero, en cuanto hace un poco de sol, pueden verse los machos recién emergidos del nido en que nacieron. Permanecen alrededor de los nidos y se pelean o intentan copular con otros machos, que la cosa no está del todo clara, mientras esperan a que salgan las hembras. Ellas lo harán unos días después, pues los nidos donde se desarrollaron como larvas están más profundos en los agujeros.

Cópula de Osmia cornuta. Pueden verse los cuernecillos de la hembra en la parte baja de la cabeza y los pelos blancos en la cara característicos de los machos.

Como en otras especies de himenópteros, de los huevos no fecundados salen ejemplares macho, haploides (un solo juego de cromosomas), mientras que de los fecundados, que son diploides, salen las hembras. Ellos son de talla bastante menor, tienen unos característicos pelos blancos en la frente y las antenas más largas. El nombre cornuta, se debe a que las hembras tienen un par de cuernecillos frontales, más abajo que las antenas.

Dos machos intentando copular o peleándose, no está claro en asunto.

Fueron unas de las abejas que primero observé en mi jardín, pues anidaron en los canales del policarbonato que había puesto a modo de doble ventana aislante en un balcón y que, a ser transparente, pude observar su comportamiento con comodidad. Hice estas entradas en 2009 donde se ve lo que hoy explico en fotos y vídeos.

Nidos hechos en el policarbonato.

Más tarde lo intenté en el refugio de insectos que hice, con unos surcos en madera y una cubierta de cristal para que se viesen mejor pero, si bien los exploraron y usaron como refugio, no llegaron a criar en ellos. Debo advertir que sobre el cristal había una placa de plástico opaca para evitar el exceso de luz, que solo retiraba para observar y hacer las fotos, aunque en el policarbonato no pareció importarles la luz.

Al empezar su actividad de recogida de polen en fechas muy tempranas, son excelentes polinizadoras de los árboles frutales que florecen en esas mismas fechas, como ciruelos, cerezos, almendros y otros, especialmente rosáceas. Así, lo de facilitar su cría en refugios de insectos no es sólo una buena idea educativa en parques y jardines, sino también económicamente rentable para huertos y grandes cultivos.

Las hembras utilizan agujeros ya existentes en troncos de árbol, madera de construcciones e incluso en muros de ladrillo si encuentran orificios de unos 8 a 10 mm de diámetro.

Celdillas con el "pan de abeja" y los huevos. Abajo en detalle.

La hembra va rellenando el fondo del agujero con polen y néctar que amasa juntos para formar lo que se ha llamado “pan de abeja”. El néctar lo transporta en el buche y el polen en la escopa, cepillo para recolectar que en esta familia (Megalichilidae) está debajo del abdomen y no en las patas traseras como en las abejas de la miel y otros Apidae. Para dejar el polen tiene que salir y volver a entrar en el nido marcha atrás, si el agujero es tan estrecho que no puede darse la vuelta en su interior. En el metacrilato no era necesario. Una vez que ha hecho suficiente acopio de alimento pone un huevo encima y cierra la celdilla con barro, para empezar una nueva. Pude ver que completaba dos al día.

Otras especies del mismo género, Osmia, tienen un comportamiento y biología muy similar, variando apenas el tamaño de los orificios, la preferencia de los materiales donde buscan anidar y lo que utilizan para hacer los tabiques y tapón final del agujero.

Osmia tricornis, otra de las especies que anida en el jardín. Más tardía, en el mes de mayo, libando y recogiendo polen en una flor de jaguarzo, Cistus albidus. Se aprecia muy bien el polen en la escopa ventral.

En los refugios de insectos grandes es más probable que acudan también especies parásitas que ataquen los nidos. Eso puede ser interesante de observar y para la biodiversidad, pero quizás sea mejor y más natural si en lugar de un solo refugio grande hacemos varios pequeños en diferentes lugares. Eso lo estoy practicando en la actualidad, jugando también con distintas orientaciones, lo que contaré en otras entradas.


martes, 29 de diciembre de 2020

Las hormigas de mi jardín (4). Aphaenogaster iberica.

¿Una hormiga cortadora de hojas en el jardín de casa? No, pero lo parecen por su aprovechamiento de los pétalos de flores caídos. Más adelante lo explico.

Habitan dos especies de Aphaenogaster, género perteneciente a la subfamilia Myrmicinae, en mi jardín, A. gibbosa y A. iberica. Son hormigas esbeltas, de color negro mate y fáciles de reconocer a simple vista, aunque distinguir las especies es más complicado. Como casi siempre, lo he conseguido gracias a los amigos de la Asociación Ibérica de Mirmecología.

Obrera de Aphaenogater iberica transportando una hoja.

Empezaré con Aphaenogaster iberica. La diferenciamos por sus pelos largos y relativamente abundantes, lo que le da un aspecto más mate que su congénere, y por tener las espinas del propodeo más largas. Las obreras son de tamaño muy similar entre sí, entre 4 y 5 mm. No se diferencian mayor ni soldados.

Respecto a su comportamiento, lo que más me ha llamado la atención en esta especie es el acarreo de pétalos de flores, su individualidad en el momento de buscar el alimento y su agresividad con los miembros de su misma especie. 

Flores de Halimium atriplicifolium en el jardín. Pueden verse los pétalos caídos en el suelo, que son aprovechados por las hormigas.
 
En el jardín tenemos varias plantas de una especie emparentada con las jaras: Halimium atriplicifolium, que se pasan la primavera y el verano ofreciéndonos sus bonitas flores amarillas. Poco duran, cuando hace calor se abren a primera hora de la mañana y son visitadas por numerosas especies polinizadoras, pero hacia el medio día los pétalos comienzan a caer creando en su entorno un pequeño manto amarillo.
Transporte de pétalo de Halimium.
Pues bien, al inicio de la tarde, cuando eso ocurre, las A. iberica salen de su hormiguero a recogerlos. En sus caminos de vuelta a la colonia, aunque sean más o menos coincidentes, no forman una fila como vemos en las Messor, cada una va por su lado. Y tampoco se ayudan en el trasporte, cada cual lleva su pétalo y si otra intenta cogerlo por el otro extremo, pronto desiste. 
Introducción del pétalo en el hormiguero. Parece ser el único momento en que colaboran varias obreras.

El buche de las obreras es pequeño, con poca capacidad para el almacenamiento de alimento y por lo tanto tienen que alimentar a las larvas directamente con la comida acarreada.

Esta especie es bastante carnívora, pero los pétalos son el alimento de las larvas. Cuando los pétalos se secan son desechados y bien arrugados los sacan para dejarlos alrededor de las salidas del hormiguero, junto con un variado muestrario de trozos de invertebrados de todo tipo: chinches, escarabajos, hormigas de otras especies, cochinillas…

Dos zonas del entorno del hormiguero mostrando la abundancia de pétalos secos y también insectos y otro tipo de restos. Las pequeñas hormigas rojizas muertas son Pheidole pallidula procedentes de un hormiguero cercano.

En varias ocasiones las he visto acarrear en solitario, o al menos intentarlo, insectos mucho más grandes que ellas mismas, como por ejemplo abejas. Pero también lombrices de las que al amanecer quedan expuestas al sol y comienzan a deshidratarse. 

Solitaria obrera de  Aphaenogater iberica intentando arrastrar una abeja muerta. Impresiona su fuerza.

Aunque si encuentran el insecto ya fragmentado no tienen inconveniente en llevárselo a trozos.
Fragmento de lo que parece ser una porción de antena de algún insecto, quizás una avispa.
Igualmente las he visto merodear y entrar en los nidos de las abejas Osmia del refugio de insectos antes de que estas lleguen a cerrarlos. No sé, pues en las fotos no se distingue bien, si atacan a las puestas, creo que no, que más bien se llevan parte del polen y néctar que tienen almacenado. 
Obrera saliendo de un nido aún abierto de abeja Osmia en el refugio de insectos.
Varias veces he visto peleas cerca de uno de los hormigueros, uno que tiene muy pocos ejemplares. Supongo que eran de diferentes hormigueros, pero realmente no me atrevería a asegurarlo, creo que es algo a estudiar. En cambio, en otra zona del jardín, hay un hormiguero muy próximo a uno de la otra especie y nunca las he visto luchar entre ellas, más bien se evitan. Es curioso, porque más cerca aún está el hormiguero de Messor bouvieri y tampoco he visto que tengan problemas con ellas. Pero a juzgar por los ejemplares muertos de Pheidole pallidula, que sacan del hormiguero junto a otros restos, parece que sí que atacan a  esa otra especie.

Peleas intraespecíficas de Aphaenogaster iberica. Pueden pasarse horas así, sujetando a su presa por el cuello o del peciolo, sin apenas moverse.

Aún no he visto aladas de esta especie en el jardín. Supongo que porque no es un fenómeno llamativo ya que no hay un verdadero vuelo nupcial, la hembra es fecundada en los alrededores del nido y vuelve al hormiguero de donde saldrá acompañada de un grupo de obreras para formar una nueva colonia. Las colonias son monoginas, no pueden convivir varias reinas en un mismo hormiguero.

Una aclaración antes de terminar: Las verdaderas hormigas cortadoras de hojas, que son sudamericanas, no se alimentan de las propias hojas, sino de los hongos que crecen sobre una masa que hacen con ellas en verdaderas cámaras de cultivo. 

En la próxima entrada sí mostraré aladas de la otra especie: Aphaenogaster gibbosa.


viernes, 4 de enero de 2019

El hinojo y sus insectos (y 3): Miscelánea

Cierro con esta entrada las dedicadas a la fauna de las plantas de hinojo durante en año 2018. Espero tener la suerte de verme obligado a una nueva etapa este año, bien porque nuevas especies lleguen a esa parte del jardín o porque pueda hacer nuevas e interesantes observaciones que merezcan la pena ser contadas. Vamos a ello:

Sin duda, aparte de las mariposas machaon y la superpoblación de chinches rayadas que mostré en las anteriores entradas, los insectos que más visitaron las flores de hinojo fueron los himenópteros. Pero digo visitaron, con toda propiedad, ya que acudieron a libar el néctar, pero no a desarrollar su ciclo biológico en la planta.
Entre mis favoritas fueron habituales unas avispas cuco, de la familia Chrysididae. Esta familia se caracteriza por parasitar los nidos de otras abejas y avispas. Tengo dudas, pero creo que la de mi jardín es Chrysis ignita, que es depredadora y cleptoparásita, pues se come la larva o el huevo y el alimento almacenado por la madre de su parasitada. La avispa cuco dispuesta a hacer la puesta espera en los alrededores del nido de una abeja solitaria, generalmente Osmia (que cría habitualmente en mi refugio de insectos) u otras Megalichilidae, de las que hacen sus nidos en agujeros de la madera y más raramente a las que anidan en el suelo. Cuando éstas salen de sus nidos, es cuando aprovecha para entrar a poner su propio huevo.
Preciosa avispa cuco Chrysis ignita en el momento de libar de las flores del hinojo.
Entre las fascinantes adaptaciones anatómicas de estas preciosas avispas se encuentran el haber adaptado su aguijón en una herramienta capaz de perforar las paredes de los nidos ya cerrados de sus hospedadoras, para introducir su huevo. También un cuerpo duro capaz de resistir los aguijonazos y mordiscos de otras especies de abejas y avispas que las puedan encontrar en su nido. Esto, ayudado de su capacidad para replegarse haciéndose una bola y protegiendo sus patas y antenas, las convierte en invulnerables a los ataques cuando las encuentran en plena faena. Pero es que además, pueden segregar olores muy parecidos a las de sus víctimas que les permiten salir airosas de sus lances.
Con esas armas hay especies en la familia que son capaces de entrar en nidos de avispas sociales. Toda una proeza si consideramos, además, que tiene un tamaño tres o cuatro veces menor que ellas.

Otra, para mi muy elegante, es la avispa cazadora de arañas, Sceliphron destillatoriumEs un tipo de solitaria avispa alfarera, aunque esa "profesión" no es exclusiva de su familia, Sphecidae, estas se diferencian porque sus presas son exclusivamente arañas.
Con barro recogido de orillas de charcas o arroyos, o tras el riego en el jardín, como es este caso, estas trabajadoras avispas construyen una especie de ánfora donde se dedican a introducir las arañas a las que previamente han dormido de un aguijonazo. Una vez bien repleto el nido ponen un huevo en él y cierran la tapa con un último pegote. En un solo día son capaces de hacer ese trabajo y al siguiente hacen otro nuevo en el que repetirán el proceso. Y así hasta quince pequeñas ánforas adosadas unas a las otras o, al menos, muy cercanas.
Avispa cazadora de arañas, Sceliphron destillatorium, recuperando fuerzas a base de néctar para seguir con su actividad de captura para llenar las despensas para sus futuras larvas. 
Para tener "combustible" para tanta actividad, las avispas visitan variadas flores para libar su nutritivo néctar, especialmente las umbelíferas que con profusión florecen a principios de verano, como zanahorias silvestres y cardos corredores. No puedo asegurar si fue la responsable de la desaparición de una araña napoleón que vivía en el hinojo, a la que veremos más adelante.

Otra avispa alfarera, Delta unguiculatum, esta vez de la familia Vespidae. En algunos documentos y libros aún se puede encontrar incluida en el género Eumenes.
A diferencia de las cazadoras de arañas, las Delta capturan orugas, a las que llevan también a un nido de barro. Las orugas pueden tener un tamaño considerable. Sin embargo los nidos los hace separados unos de otros. Además, el barro, como yo mismo he podido comprobar, lo fabrican a partir de material seco, en caminos y zonas libres de vegetación, y amasándolo con su propia saliva.
Los nidos tienen un curioso remate hacia afuera, como un jarroncito. El huevo lo depositan colgando encima de sus adormecidas presas y al nacer la larva cae sobre ellas.
Avispa alfarera, Delta unguiculatum. No conseguí hacer la foto sobre el hinojo, sin embargo, también se posaba con frecuencia sobre el cercano tejo, que en esos días estaba cubierto por melaza caída de los pulgones que estaban atacando al roble americano, Muchos otros himenópetros y dípteros aprovecharon también esa oportunidad y algunos parecían preferir su melaza al polen de las flores del entorno.
Otra parásita de los nidos y larvas de abejas solitarias es la avispilla del género Gasteruption (no he podido llegar a especie a partir de las fotos). Posiblemente se haya beneficiado también del refugio de insectos donde estas crían. 
Ejemplar hembra de Gasteruption. Puede apreciarse el largo ovopositor.
Es fácil diferenciar los machos de las hembras, ya que estas tienen un largo ovopositor, como se aprecia en la primera foto, que utilizan para llegar al interior de los nidos y depositar en ellos sus huevos. No había vez que me acercase a echar un vistazo al hinojo que no hubiese uno o varios ejemplares de esta especie. Incluso los machos persiguiendo a las hembras.
Ejemplar macho de Gasteruption.
 Al hinojo llegaron unas cuantas especies más de abejas y avispas, aunque no a todas las he podido fotografiar, por no llevar la cámara en ese momento o porque se asustaron y no eran tan abundantes como las especies anteriores. Entre ellas, por supuesto, abejas de la miel, también abejorros, especialmente Bombus, aunque estos parecen preferir otras flores del jardín. También avispas del género Polistes que alternan sus viajes al estanque en busca de agua para hacer su pasta de papel con su alimentación a base del néctar de las flores. Y alguna abeja, como la de la foto siguiente, que aún no he identificado.
Abeja sin identificar.
Curiosamente, cuando las semillas de hinojo estaban maduras, las hormigas del género Messor, se dedicaron a subir a los penachos del hinojo y cortar los tallos que sujetaban las semillas para llevárselas o para dejarlas caer, pues en la parte de abajo había muchas más dispuestas a recogerlas. No creo, sin embargo, que sea un comportamiento cooperativo, sino fruto de la casualidad.

Y cambiando de orden de insectos nos encontramos con los abundantes coleópteros. Solo en una ocasión pude ver sobre el hinojo al cerambícido Agapanthia asphodeli, que cría en los gamones (Asphodelus) que son abundantes en los prados del entorno de mi urbanización. Son escarabajos que se encuentran muy a menudo en flores de umbelíferas y otras plantas con ramilletes de pequeñas flores.
Atractivo y fotogénico Agapanthia asphodeli.
Esta otra especie de coleóptero aún no me la han identificado en Biodiversidad Virtual, que es donde me suelen determinar la mayoría de las especies que encuentro en mis paseos fotográficos.
Coleóptero de la familia Mordellidae sin identificar
No podían faltar, como en cualquier otro rincón del jardín las llamativas mariquitas, bien de la especie más común, la de siete puntos, Coccinella setempunctata, o como la de la foto, Adonia variegata (= Hippodamia variegata). No buscan polen ni néctar, sino lugares donde sean abundantes los pulgones para comerlos y para hacer la puesta y que de ellos se alimenten sus voraces larvas.
Adonia variegata (= Hippodamia variegata).
Pero los pulgones no han sido muy abundantes en el hinojo. He visto dos especies en él. Esta primera Cavariella sp. ...
Pulgón, Cavariella sp.

... y esta otra, que es la ubicua Aphis fabae, muy abundante en mi jardín en gran variedad de plantas.

Madre alada y ninfas muy jóvenes de  Aphis fabae.
Pero claro, además de las mariquitas, en el hinojo crió uno de sus más terribles depredadores, la mosca de la familia de los sírfidos, Sphaerophoria scripta. Las larvas de estos dípteros tienen el aspecto de un gusano verdoso y recorren los tallos de las plantas con pulgones, generalmente desde arriba hacia abajo, pero a veces al revés, comiéndoselos sin que se les escape ninguno (se pueden ver en acción en otra planta en esta otra entrada). 
Larva de Sphaerophoria scripta a la caza del pulgón.
Los adultos (imagos) no son carnívoros como sus hijos, sino que liban el néctar de las flores, pues con su potente vuelo gastan mucha energía,
Sphaerophoria scripta adulta libando néctar de la flor del hinojo.
Otros dípteros muy variados acuden también a las flores, aunque no tengo fotos de todos ellos.
Moscarda verde del género Lucilia, las larvas son carroñeras y detritívoras, pero los adultos chupan el néctar y son muy eficientes polinizadores.
Otro depredador casual, que me hizo particular ilusión encontrar en el hinojo, pero que rápidamente voló a otra planta donde puede fotografiarla, fue esta pequeña mantis de la especie  Ameles spalanzania. Muchas veces he visto hembras en el jardín (imagen de hembra), que no tienen alas desarrolladas (ápteras) pero nunca había encontrado machos, que son mucho más activos y de menor tamaño.
Macho de Ameles spalanzania
Aparte de las chinches rayadas de la especie Graphosoma italicum que desarrollaron todo su ciclo biológico en el hinojo y que ahí sigue algún ejemplar adulto pasando el invierno en él, otros himenópteros pasaron por aquí, como el también colorido de rojo y negro Lygaeus equestris...
Lygaeus equestris
... y este otro,  más modesto de coloración y parecido a los Graphosoma en su diseño, Tholagmus strigatus, identificado  por Marcos Roca-Cusachs en el grupo de facebook sobre hemípteros.
Tholagmus strigatus.
Y para finalizar, saliendo del grupo de los insectos, entre las flores del hinojo han vivido varios ejemplares de araña Napoleón, Synema globosum. Es un depredador que caza al acecho a los insectos voladores que acuden a las flores. La gruesa hembra de la siguiente fotografía la pude seguir durante muchos días. A veces, mientras la observaba o fotografiaba se cambiaba de rama o se dejaba caer donde no la podía seguir entre la maraña de ramas y hojas, pero si me alejaba un poco, en menos de cinco minutos, había subido de nuevo a su lugar de caza habitual a través de un hilo de seda, a modo de la cuerda de seguridad de un escalador.
Araña Napoleón, Synema globosum hembra.
También observé un ejemplar macho, mucho más difícil de ver por su pequeño tamaño. Unos y otras puede ser de variados colores, especialmente blancos y rojos, nada tienen que ver con sean de uno u otro sexo, pero el tamaño sí.
Araña Napoleón, Synema globosum macho.

viernes, 9 de marzo de 2018

Otros refugios de insectos

Tras haber mostrado las observaciones y experiencias en el refugio de insectos de mi jardín bueno es echar un vistazo a lo que he podido ver en otras de estas instalaciones.
La primera de ellas, en la que también participé, es la del Jardín de Mariposas de Miraflores de la Sierra. Es una actividad que está en sus inicios, con poquísimo presupuesto y mano de obra totalmente voluntaria, con lo que no ha podido desarrollarse mucho a pesar de los esfuerzos de Teresa Ajenjo de Biodiversidad Virtual. El refugio se hizo aprovechando una estantería de nuestro amigo José Pascual, también de BV. Digo era porque primero un cierto vandalismo y después una tormenta lo desmontaron. Ya estamos preparando otro para esta próxima primavera. Espero que en estos próximos años vaya creciendo.
A pesar de todo y de instalarse con la estación bastante avanzada, la verdad es que los insectos lo utilizaron:
En esta primera foto se puede ver que las abejas Osmia han sellado uno de los orificos en los troncos, luego hubo alguno más.

Y en el hueco de uno de los ladrillos una avispa alfarera ha hecho su nido de barro. No sé la especie porque nunca la llegamos a ver.
En otro de los huecos fue una Mantis religiosa la que aprovechó el refugio para depositar la ooteca con sus huevecillos.

Entre la hojarasca, palitos y cortezas también criaron las tijeretas, las vimos salir cuando estábamos  reorganizando su interior. 
En la siguiente foto muestro la estructura del próximo montaje, hecho con maderas recicladas. Le faltan las baldas, la impermeabilización del tejado y, por supuesto, todos los elementos como troncos, cañas, ladrillos, etc. que pretendemos sean aportados por voluntarios, especialmente niños, para que así sean partícipes del proyecto.


Otros refugios, que me gustó mucho ver el verano pasado, fueron los situados en el Parque Natural de las Salinas de Santa Pola. Son instalaciones robustas y muy bien protegidas, con un texto explicativo. Creo que es magnífico este tipo de instalaciones en lugares de acceso a visitantes no solo por los insectos en sí, sino por su labor educativa, aunque por experiencias propias sabemos que tienen sus riesgos.
Tiene variados tamaños de agujeros en troncos y cañas, que en ese entorno son muy abundantes.
Claramente lo han utilizado las abejas, que ya han sellado algunos orificios, También se aprecia que algunos agujeros han sido picados, no sé si por algún otro insecto, ave o incluso roedor en busca de larvas.
Y entre las cañas, bien escondido, había un gran saltamontes, no llego a más con la identificación porque no quise molestarlo y en la foto no creo que se pueda identificar.
Y aunque no tengo foto, también habitaban en el refugio un par de orondas salamanquesas, Tarentola mauritanica.

Otro de los refugios interesantes, bien instalado y grande está, en la Reserva Ornitológica de Azuqueca de Henares. Esta es su página de facebook.
Aquí una foto cedida por Mar Mayoral otra amiga de BV.

Y a continuación otras fotos de Manolo Andrés-Moreno, que se ocupa de tan magnífico lugar y ofrece unas educativas y amenas charlas a los visitantes.