martes, 30 de agosto de 2011

El pájaro ratón africano, Colius striatus.


Solo tengo unas pocas entradas sobre animales africanos, pero se llevan una buena proporción de las visitas al blog, así que después de una nueva y rápida visita a Mozambique y Sudáfrica irán apareciendo algunos de los animales que he podido ver y fotografiar estos días.
Entre los que más me han llamado la atención se encuentra el pájaro ratón. Pertenece a una pequeña familia endémica de África, llamada Coliidae, que solo cuenta con dos géneros y seis especies, aunque de esta especie, Colius striatus, hay nada menos que diecisete subespecies descritas, repartidas por el África Subsahariana, especialmente en el Este y Sur.
Son de pequeño tamaño, apenas 35 cm contando su larga cola, es decir, que de cuerpo resultan menores que un mirlo. Son ruidosos y se mueven por las ramas en pequeños grupos, llamándose entre sí y trepando por ellas de manera parecida a los loros y periquitos. De hecho, los dedos exteriores de sus patas los pueden colocar hacia delante, como la mayoría de las aves o hacia atrás, como las psitácidas (loros). Su forma de trepar y moverse, tanto hacia arriba como cabeza abajo, y el color pardo y grisáceo, es lo que le da el aspecto de roedor arborícola y lo que le ha valido el nombre de pájaro ratón. Tienen las alas cortas y redondeadas. Una pequeña cresta de plumas les termina de dar su gracioso aspecto.
Se alimentan de todo tipo de productos vegetales, especialmente blandos, como frutas, hojas y néctar. En algunos lugares puede constituir una plaga para los árboles frutales, jardines y otros cultivos. Una lástima en un ave tan bonita.
Al amanecer me sorprendió un grupito que se debía haber tomado un baño y exponía su pecho y vientre empapados a los primeros rayos del sol en lo alto de un frondoso árbol.
Su aspecto era de lo más desaliñado, pero poco a poco fue mejorando. En esa postura, además, me mostró su capacidad acrobática con una postura de patas de lo más curioso.
Pueden verse otras entradas dedicadas a aves del Sur de África pinchando en los siguientes enlaces:





Las fotografías 1, 2, 4 y 5 están tomadas junto a la playa de Bilene, cerca de Xai-Xai, Mozambique. La 3 en el Parque Kruger, Sudáfrica.

miércoles, 17 de agosto de 2011

La hormiga que no lo es y el escarabajo que se le quiere parecer


Los mutílidos y sus escarabajos miméticos.

No son frecuentes ni fáciles de encontrar. Tienen el aspecto de hormigas un poco peludas y caminan solas por el suelo, por esta razón se les ha llamado "hormigas solitarias", también por su aspecto, "hormigas aterciopeladas". Ni son formícidos, que es la familia de las hormigas, ni tienen vida colonial, pues llevan vida solitaria desde el momento de su nacimiento.
Pero ¿qué son?

Pues son himenópteros como las hormigas, pero de la familia Mutillidae, parientes cercanos de las avispas y, como ellas, no solo pueden picar sino que además al hacerlo no pierden el aguijón y por lo tanto no mueren al clavarlo y pueden picar más de una vez. Su picadura, por cierto, es muy dolorosa y no se corresponde con lo esperado de un animalito de apenas un centímetro de longitud. Solo las hembras tienen aguijón.
Cuando se sienten amenazadas se encogen entre los granos de arena escondiendo la cabeza, como si estuviesen muertas, y si se mueven lo harán para salir corriendo. Y otra característica de esta familia es el chirrido que emiten cuando son capturadas entre los dedos (quien se atreva), con unas pinzas o en un cazamariposas. Lo hacen al frotar dos segmentos del abdomen entre sí, que son muy duros.
Los mutílidos son escasos en Europa, pero bastante numerosos en el continente americano, especialmente en áreas tropicales donde hay gran variedad de tamaños y colores.

En casi todas las especies europeas solo las hembras carecen de alas (son ápteras). Los machos sí que las tienen y, cosa rara entre los himenópteros, suelen ser más grandes que las hembras. En alguna especie son alados los dos sexos.
Por esta vez, en esta ligera entrada de verano, no voy a dar nombres científicos, esta familia es muy complicada de trabajar. De muchas especies se conoce solo la hembra o solo el macho y no se sabe si no se estará considerando especies distintas machos y hembras de la misma. Y es que el macho es completamente diferente. No solo por el tamaño y la posesión de alas, sino también por tener otro diseño y colorido. Los machos, además, no son tan "peludos" como las hembras.

Solamente se sabe a ciencia cierta que son parejas de la misma especie cuando se han encontrado copulando o, alguna vez, cuando se han utilizado hembras en pequeñas jaulas para atraer a los machos de su especie.
Los machos, por si fuera poco, se encuentran en microambientes completamente distintos. Así, se les puede buscar entre flores, alimentándose de polen y néctar o entre las ramas de diversos árboles.
Supongo que en cuanto los entomólogos especialistas empiecen a aplicar análisis de ADN con estos animales asistiremos a una verdadera revolución en su clasificación y denominación de las especies. Así se podrá, por fin, emparejar a machos y hembras que quizás ahora estén considerados especies diferentes.
Decíamos que los mutílidos son solitarios desde el momento de nacer. En efecto, como especies parásitas de otras avispas, no conocen a su familia. Meterse en un nido de avispas o de abejorros del género Bombus para poner los huevos en las celdillas de las larvas y parasitarlas no debe ser tarea sencilla para una hembra de mutílido y se dice que para eso le ayuda su cubierta peluda, ya que los aguijones de sus huéspedes resbalan sobre su muy endurecido cuerpo.
Quien haya leído mi anterior entrada sobre mimetismo ya no se sorprenderá de que estos animales, con su dolorosa picadura, tengan sus propios imitadores entre la fauna inofensiva, así ocurre con alguna especie de escarabajos Trichodes (especialistas en mimetismos), arañas saltícidas (especialistas en imitar a las hormigas) y el escarabajo cerambícido, Chlorophorus trifasciatus, que encontré no muy lejos del mutílido de la primera fotografía.


El dibujo que aparece en esta entrada está tomado del libro "Himenópteros de España Fams. Apterogynidae y Mutillidae" de J. Giner Marí, publicado en 1944 por el Instituto Español de Entomología en Madrid.

jueves, 4 de agosto de 2011

La mosca de la lluvia y el mascaflor mesetario

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Anthomyia pluvialis & Mylabris hieracii

Era a principios del pasado junio cuando estaba buscando a los mascaflores y Trichodes que formaron parte de mi anterior entrada sobre mimetismo, me encontré con este escarabajo completamente acosado por más de media docena de pequeñas moscas.
Se trataba de un mascaflor mesetario, Mylabris hieracii, que, como ya vimos es un insecto venenoso. Pero no venenoso porque tenga una picadura dañina, sino porque su cuerpo está impregnado de cantaridina, una sustancia tóxica e irritante, que hace que sea incomestible para las aves y pequeños reptiles. Es más, si uno de estos insectos se nos posa en la piel y lo aplastamos como si fuese un moscardón, podemos tener la desagradable sorpresa de que nos produzca un fuerte irritación de piel en la zona del "impacto".

Sin embargo, estas pequeñas moscas parece que no temían a la cantaridina, sino que más bien la buscaban. En un primer momento pensé que como la cantaridina es también un potente afrodisíaco, la versión cutre y descontrolada de la Viagra en la antigüedad, quizás esta mosca aprovechase su secreción como sé que lo hacen otros insectos.

Pero no era este el caso, la búsqueda de información me llevó a conocer que las moscas de la lluvia y otras especies de la familia Anthomyidae son chupadoras de la "sangre" de otros insectos y a ello se dedican las hembras, mientras que los machos se ocupan de los jugos vegetales.
Las larvas de estas moscas se alimentan de plantas marchitas, hongos y también se han encontrado en nidos de aves, posiblemente llevadas con el material que compone el nido, o quizás las hembras pusieron allí los huevos sobre la materia vegetal.

En honor a la verdad debo advertir que no estoy seguro de que la determinación de la mosca sea correcta al cien por cien, ya que hay otra especie muy parecida, A. procellaris, que solo se puede diferenciar con seguridad estudiando la genitalia. Sin embargo, no me he podido resistir a utilizar el bonito nombre de "mosca de la lluvia" porque ese día mi excursión entomológica se vió interrumpida por un pequeño chubasco. Bueno, puesto a hacer confesiones, también por el inquietante comportamiento de un "pedazo de toro" de raza avileña al que no parecía hacer mucha gracia que yo anduviese por los alrededores de sus vacas.
En efecto el nombre de pluvialis le viene de que estas moscas se observan principalmente en primavera, aunque a veces se encuentren en pleno verano, pero generalmente durante el tiempo lluvioso.
Y ya metidos con la etimología, el nombre del género, Anthomyia, quiere decir mosca de las flores.

Todas las moscas que rodeaban al escarabajo eran hembras ¿Qué cómo lo distingo en un insecto tan pequeño? pues porque los machos tienen un buen par de "ojones", quiero decir que sus ojos son mucho más grandes, de manera que casi se juntan en la zona de arriba de la cabeza. En cambio las hembras, como se puede ver en las fotos, los tienen claramente separados... Por cierto, los que hayan pensado mal están castigados media hora de cara a la pared. Y los que se hayan reído, además, con los brazos en cruz. Esto es un blog casi serio, no se crean ustedes.


Más información: El comentario de Pedro L. Méndez y mi respuesta me da pie a añadir una información sobre lo que observé, que se me había olvidado decirlo pero que es patente en las fotos que he puesto. Las moscas, al subirse al escarabajo, buscaban las zonas de articulación, tanto entre las patas como entre el tórax y los élitros. Es lógico ya que atravesar las placas de quitina del Mylabris debe ser poco menos que imposible para el díptero.