CASOS DE MIMETISMO EN INSECTOS IBÉRICOS
Hace un par de semanas tuve la oportunidad de fotografiar cuatro especies de escarabajos pertenecientes a cuatro familias muy distintas. A las cuatro las encontré en un espacio de no más de 500 metros cuadrados , el mismo día y a la misma hora, entre las flores de jara en la ladera sur de la Sierra de Guadarrama. Sin embargo, su aspecto externo no puede ser más parecido: Cabeza y tórax negro y los élitros de color anaranjado con puntos negros. Es el color que rápidamente reconocemos como el de las mariquitas. Pero ¿Son las mariquitas las que imponen esa moda? ¿Han evolucionado cada especie por su cuenta con ese diseño? ¿Es fruto de la casualidad que todos tengan los mismos colores o están interrelacionados?
LAS CUATRO ESPECIES
Mariquita de siete puntos, Coccinella setempunctata. Familia Coccinellidae. Se alimenta de pulgones tanto en su fase larvaria como adulta. Cuando se le molesta segrega un líquido algo irritante y de sabor desagradable.Mascaflor mesetario, Mylabris hieracii. Familia Meloidae, como corresponde a los miembros de su familia, es un animal venenoso y por lo tanto las aves insectívoras y las lagartijas tienen que aprender a evitarlos. Curiosamente los mascaflores adultos son inofensivos para otros insectos, pues se alimentan de plantas, especialmente de flores. Sin embargo, las larvas se alimentan de las puestas de saltamontes.Trichodes octopunctatus. Familia Cleridae, teniendo un aspecto casi idéntico a los mascaflores, es comestible. Sin embargo, sus enemigos lo evitan si previamente han tenido un encuentro desagradable con un mascaflor o con una mariquita o, quizás, con la siguiente especie. Son feroces carnívoros y si se ven en las flores es porque se están comiendo a los insectos que acuden a ellas.
Lachnaia sp. Perdonad que no os sepa decir la especie, pero creo ni siquiera la foto es lo bastante buena como para determinarla. Pertenece a la familia Chrysomelidae. Muchos miembros de esta familia emiten líquidos desagradables cuando son molestados, pero son más de advertencia que con verdadera toxicidad. Son comedores de hojas de plantas.
LOS CIENTÍFICOS Y EL MIMETISMO
A mediados del siglo XIX el naturalista inglés Henry W. Bates, descubrió que ciertas mariposas que había colectado en la selva amazónica y que inicialmente había considerado como de una misma familia, no estaban realmente emparentadas entre sí, aunque en su diseño, colorido e incluso en la forma de volar eran casi idénticas.
Tanto era así, que tras la publicación de su trabajo, muchos museos y coleccionistas tuvieron que revisar sus cajas entomológicas al advertir que tenían mal clasificadas muchas de sus mariposas.
No es casualidad que especies de mariposas con idéntico color, dibujos y comportamiento, fuesen una de ellas tóxica o de desagradable sabor y la otra comestible. Los diseños de las especies tóxicas no son, además, para pasar desapercibidas, sino que tienen colores llamativos y fáciles de distinguir y recordar. De esa manera, si un pájaro se come una de esas mariposas y pasa literalmente un mal trago, recordará la amarga experiencia y procurará no repetirla. Así, la especie comestible se aprovecha de esa circunstancia, sobreviven más individuos y dejan más descendencia.
Los trabajos de Bates con diversas especies mostraron lo que más adelante se llamó mimetismo batesiano y supusieron un gran respaldo a la teoría de Darwin de la evolución por la selección natural. Naturalmente, ese apoyo a las teorías darwinistas provocó una pequeña revolución más allá del ámbito científico, granjeando a Bates encarnizados enemigos entre los religiosos creacionistas.
Entre todas las especies vistas anteriormente existe un evidente caso de mimetismo batesiano. Una especie inofensiva, Trichodes, se beneficia de la toxicidad de las demás, aunque especialmente de Mylabris que es la que más se le parece.
Aunque Bates también había encontrado entre sus colecciones especies no emparentadas, que tenían sustancias tóxicas y que coincidían en forma y color, no llegó a dar una explicación a ese fenómeno. Fue Fritz Müller, un científico alemán, en 1878 y también estudiando las mariposas de Brasil, quien llegó a la conclusión de que dos especies tóxicas que tienen el mismo aspecto, se benefician mutuamente. La explicación es que para que los depredadores aprendan que una determinada forma y color está relacionada con sabor desagradable, tienen que probar a qué saben algunos de ellos y así, cuantas más especies tengan el mismo diseño menos chivos expiatorios serán necesarios de cada una de ellas. En honor a su descubridor esa forma de mimetismo se llamó mulleriano.
Entre las tres especies con algo de sabor desagradable Coccinella y Lachnaia y la venenosa Mylabris, tenemos un caso de mimetismo mulleriano, pues las tres se benefician de las experiencias negativas que puedan tener depredadores con cualquiera de ellas.
La palabra mimetismo crea a veces confusión, porque estamos acostumbrados a utilizarla cuando nos referimos a coloraciones de camuflaje, como las de mariposas que imitan las cortezas de árboles, los insectos hoja y palo, etc. Sin embargo, mimetismo se refiere a cualquier coloración y forma que imita a otro animal, planta o al entorno. Y no solo en el aspecto, sino en los movimientos, los sonidos y, posiblemente, en los olores, aunque nosotros no seamos capaces de percibirlos. El mimetismo es un precioso ejemplo de adaptación al medio y de evolución paralela, lo que se ha llamado coevolución.
Por otro lado, no son demostrativos de mimetismo ni de Müller ni de Bates, como forma de coevolución, los casos en que se parecen entre sí especies muy emparentadas, ya que eso es debido a que tienen un antepasado común, como les ocurre a las avispas, Polistes, y a los avispones, Vespa. En cambio, sí sería mimetismo batesiano las moscas inofensivas que imitan a esos animales provistos de aguijón.
En el caso que nos ocupa quizás no sean las mariquitas las principales protagonistas y responsables de que otras especies las imiten, sino los mascaflores con sus sustancias más venenosas. Sin embargo, no podemos negar que esta especie es la más popular y uno de los insectos más respetados. Puede que sea sólo por ser inofensiva y atractiva, pero ahora sabemos que además es un gran aliado en la agricultura biológica porque consume pulgones, plaga de nuestras plantas, de manera compulsiva.
Me habría encantado usar, como aquellos grandes científicos, ejemplos procedentes de exóticas selvas, sobre todo porque habría ido a esas selvas a hacer las fotografías. Pero también me produce un cierto placer encontrar estos ejemplos casi a la puerta de casa. Y no solo aquí, sino en cualquier lugar de España.
Por cierto ¿qué hacen todas estas mariquitas juntas? ¿andarán de fiesta? Quizás la respuesta esté en el último rincón, de Javier Barbadillo. No te lo pierdas.
Y no puedo menos que agradecer a Mario García París su colaboración en la identificación de estas y otras especies que aparecen en el blog.
Un esclarecedor trabajo, Jesús. Enhorabuena.
ResponderEliminarEn cuanto a la coloración y diseño de la mariquita de 7 puntos, creo que a los humanos nos sirve para diferenciar con claridad un insecto inofensivo y muy beneficioso. Es una coloración muy fácil de recordar...y que a ellas (sin saberlo) les reporta el beneficio de nuestra simpatía (evitándoles seguramente muchas muertes).
Es raro hallar alguna persona que conozca esta especie y no le resulte tan entrañable que procure incluso no pisarla accidentalmente.
Gracias por este trabajo y por tu enlace...¿mulleriano?
Un abrazo.
Y la mariquita de 22 puntos es una mala copia de una de 7 puntos? En cualquier caso las dos especias muy bonitas.
ResponderEliminarMe paso ahora mismo por el blog de Javier.
Gracias Javier.
ResponderEliminarMás que mullerianos somos comensales (en muchos casos literalmente). Porque espero que noguno seamos demasiado tóxicos.
Goyo, cada especie tiene sus propios imitadores. Sé que la marquita de dos punto los tiene también, al menos entre los crisomélidos parientes de los Lachnaia (creo que de ese mismo género, incluso). De la de doce puntos no me suena ahora mismo, pero es cuestión de buscarlos. AL ser una especie menos frecuente es más difícil que salga rentable imitarla.
que interesante, me gustaron mucho las fotos. Es cierto que da gusto apreciar a una mariquita, son tiernas. ah tambièn me voy a pasar por el blog del Sr Javier je para saber la respuesta...gracias por aporte.
ResponderEliminarHola Jesús
ResponderEliminarEl ejemplo es buenísimo aunque no proceda de una maravillosa selva. La verdad es que en España todavía tenemos la suficiente biodiversidad como para poder sacar pecho (aunque sólo sea a nivel europeo).
Un saludo
Anonadado me dejas Jesus con tanta sapiencia y mas cuando el jueves pasado estuve en el pico la Cebosa, al lado de pico Lobos y al sentarme servi de aeropuerto a multitud de ellas (mas de 1000 en 4 m. cuadrados), y me hice la pregunta de que hacian alli, la respuesta de uno de los cuñados no la pongo, pues estuvimos riendonos de ella todo el dia. Un saludo
ResponderEliminar¡Qué pena Pedro, que digas "todavía"! Y que tengas razón al decirlo.
ResponderEliminarEs importante que apreciemos lo que tenemos cerca para que ese todavía deje de ser cierto.
Gracias Luis, no es sapiencia, es capacisdad de observación que es lo que intento trasmitir. Ya me supongo el comenterio de tu cuñado, más aún con las fiestas de estos días. No voy a decir que esta entrada (y la de Javier) en este día no tenga una intención humorística añadida, pero desde el más absoluto respeto, que conste.
¡Que buen maestro!
ResponderEliminarBuenas Jesús, no van por ahí los tiros, parece ser que por su tierra se dice que las mariquitas salen de los excrementos de las cabras y es lo que nos comento. Un saludo
ResponderEliminarNunca había escuchado ese origen de las mariquitas. ¡Hay que ver que equivocada está a veces la sabiduría popular!
ResponderEliminarEs que la otra broma la tuve que escuchar yo el último domingo de junio al subir al pico del Nevero aquí en Guadarrama.
Saludos y gracias por ese aporte.
No sé si me equivocaré pero, me da la impresión, ojala sea falsa impresión, de ver menos Trichodes octopunctatus cuando salgo al monte. Recuerdo sobre todo haberlos visto en mayor número y mas activos durante la tarde noche.
ResponderEliminarSaludos
No sé muy bien qué decirte, Javier, no hace mucho tiempo que me fijo en ellos. Lo que sí puedo asegurar es que son muy irregulares en su abundancia. Tan pronto se ven en muchas flores como no se ve ninguno. Quizás sea también cuestión de la hora del paseo, habrá que fijarse.
ResponderEliminarSaludos