lunes, 27 de enero de 2025

La información científica que nos llega desde algunos medios de comunicación.

Uno de los problemas que se atribuyen a las redes sociales es que sus usuarios llegan a considerar las opiniones de "influencers" no especialistas (o "influyente" que aconseja la RAE, en una batalla de antemano perdida) tienen el mismo o superior valor que la información de científicos profesionales en ese tema concreto. Es realmente preocupante la falta de criterio de quien escribe y de quien lee determinadas informaciones sin contrastar pero, en mi opinión, ese tema es más grave cuando procede de los que deberían ser profesionales de la comunicación.

En la información sobre temas relacionados con las Ciencias Naturales, es tan frecuente que se cuelen errores tan flagrantes, que uno se pregunta qué tipo de profesionales están detrás. Para mí la respuesta no es nada agradable y por eso prefiero no escribirla aquí, pero está claro que quienes escriben noticias como las que pongo a continuación, de profesionales de la información tienen muy poco. 
En el caso de las noticias sobre fauna, que es lo que voy a mostrar en esta entrada, esos errores pueden ser simples faltas de ortografía (imperdonables en un medio de comunicación), identificaciones erróneas de especies o nombres mal puestos generalmente por traducirlos de otros idiomas sin ningún criterio, hasta verdaderas atrocidades de corta y pega para formar un artículo que no tiene ni pies ni cabeza y que demuestran que sus autores no saben, ni les importa, de lo que están hablando. Esos errores se suelen dar especialmente en las fotografías y en los títulos, salvándose, a veces, el artículo en cuestión.
Dejo a un lado los artículos totalmente tendenciosos debidos a ideas políticas o del mundo cinegético claramente intencionados, que no obedecen a la ignorancia sino a los intereses de determinados sectores, la mayoría de las veces económicos y en contra de la conservación.
Esos artículos suelen aparecer, como puede verse, en medios de internet, pero también en papel o en versiones digitales de periódicos impresos.
Una de las cosas que más me molestan es que parece ser que la finalidad es asustar a los lectores, por lo menos lo suficiente para que pinchen en el enlace. Lo de leer el texto completo es opcional. En ellos se hace cierto aquello de "no dejes que la realidad te estropee una buena noticia" o, al menos, un buen titular.
Después de este largo preámbulo paso a los ejemplos que he recopilado estos últimos tres meses que son, lamentablemente, una muy pequeña muestra.

Los ordeno por orden cronológico:

Empiezo por un anuncio de un curso sobre identificación de fringílidos disfrazado de artículo. Malo debe ser el curso cuando la foto del anuncio pertenece a un córvido, arrendajo concretamente, y no a un fringílido. ¿Se imaginan un anuncio de Cocacola con la foto de una lata de Pepsi? ¿O un artículo sobre el club de fútbol Barcelona que empiece con la foto de un jugador del Real Madrid? Pues eso...

Oye ¿Qué es un Kakapo que tengo que poner una foto? Pues un loro ¿no? Pon una foto del archivo, que todos son iguales.
Parece ser que hay especies que se convierten, no evolucionan. 
Los de la foto, por cierto, son guacamayos verdes, Ara militaris.


Tres pobres bichos para salvar un desierto, como no obedezcan las órdenes...
Este caso es un ejemplo de título rematadamente malo. ¿Tres animales? ¿Marruecos ordena? ¿No serán tres especies animales? Además el artículo trata de arruis, que es lo que se ha introducido en Marruecos, no de muflones. Ciertamente, en ocasiones a los arruis se les llama muflón del Atlas, pero muflón a secas es la especie Ovis orientalis musimon, mientras que el arrui es Ammotragus lervia. Creo que en un artículo de este tipo no es nada malo utilizar nombres científicos para aclarar las cosas. 

Otra vez confunden la especie de la foto, paloma doméstica (Columba livia), por ir a lo más fácil, aunque una foto de paloma torcaz (Columba palumbus) no es tan difícil de conseguir. Además el título es totalmente tendencioso y da una imagen de invasión (aunque no sea un acontecimiento bélico) que no es real. De hecho, las palomas torcaces cada vez se están haciendo más sedentarias y migran menos. Los antes populares pasos de palomas, que se usaban para masacrarlas cazarlas en sus migraciones, han dejado de ser rentables en algunos lugares. También se han hecho más urbanas, es una evolución lógica, las migrantes se matan y las que viven en las ciudades, donde no se pueden cazar, sobreviven.
De nuevo dan un nombre erróneo aplicado a una especie. A un uapiti (Cervus canadensis) le llaman alce (Alces alces). Este es un error que se suele repetir en algunas películas estadounidenses e incluso en documentales, debido a una mala traducción, pues en Norteamérica le pueden llamar elk, nombre que en el norte de Europa se aplica también a los alces. Los uapitis son ciervos y durante mucho tiempo se consideraron una subespecie del ciervo que hay en Europa (Cervus elaphus) con el que puede hibridar. Así se ha hecho, introduciendo uapitis en algún coto de caza, con la intención de aumentar el valor de los trofeos, lo malo es que ha sido un fracaso porque el monte ibérico no da de sí para alimentar a estos enormes ciervos.


Gracioso vídeo, casi tanto como que pongan urraca con hache en el título.

La criatura marina que muestran en la foto, producto de la edición por ordenador, parece realmente preocupante, pero lo que preocupa a los científicos no es que se trate de un monstruo de las profundidades. De hecho, la protagonista real de la noticia, había pasado desapercibida porque es muy parecida a otra especie bien  conocida.
Tres meses antes RTVE había dado la misma noticia con más seriedad. Por cierto, el "monstruo" mide apenas 13 cm de longitud y no tiene nada que ver con la imagen del titular anterior.
La preocupación de los científicos está basada en que la extracción abusiva de krill en la Antártida, así como otras actuaciones en ese entorno, pueda extinguir a esta especie que tiene una tasa de reproducción baja y a otras aún por conocer, alterando el ecosistema. Nada que ver con lo que parece mostrar el artículo de Huffpost para incitar a pinchar el enlace.

Ejemplo clarísimo de artículo con ganas de asustar. El autor del estudio original, Jordi Serra-Cobo, del que han sacado los datos, no se merece una noticia así redactada, ni mucho menos. En otras noticias mejor hechas y publicadas sobre el mismo estudio, se destacan los problemas que pueden dar los jabalíes en las ciudades por la transmisión de enfermedades, en concreto la hepatitis E, principalmente a través de las heces puestas en contacto con perros y gatos, animales que luego conviven con humanos y, lo más importante que no se hace en este artículo, las medidas que se pueden tomar para evitarlo: higiene general, lavarse las manos, no alimentar a los jabalíes ni acercarse... 
La parte divertida es que confunden el dato de kilometro cuadrado por metro cuadrado, tanto en el subtítulo como en el texto. Realmente con 15 jabalíes por metro cuadrado en Barcelona no hay quien pueda vivir, más que nada por falta de espacio.


¿Qué decir de este titular? Que se llame colmillos a las defensas de los elefantes tiene un pase aunque sean incisivos, pero llamarles cuernos no lo hace ni un niño de primara en un trabajo del colegio. ¡Pobre elefante cornudo! ¡Dios mío! 
Aquí no tenían fotos del elefante con cuernos y han colocado un pasillo del juzgado.

Un artículo que trata de nuestro pinzón europeo (Fringilla coelebs), con fotos de camachuelo carminoso (Carpodacus erythrinus). El error comienza en el subtítulo o entradilla, porque el pinzón vulgar no es endémico de Europa, sino que tiene una de las distribuciones más amplias entre las aves. Da la impresión de que confunden lo endémico con lo autóctono. Pero las fotos son bonitas, aunque no sean de pinzones.


Del anterior elefante cornudo al que muere por el mordisco de una rata. En este artículo no estoy seguro de si su autor no se ha leído el artículo original que ha copiado, si no lo ha entendido o si toma a sus lectores por tontos. En efecto trata de un roedor venenoso, pero no es venenosa su mordedura sino su pelaje. 
Lo interesante de la rata crestada (Lophiomys imausi), es que asimila las sustancias tóxicas de las plantas de las que se alimenta y las concentra en su piel. Así, si un depredador intenta cazarla (zorro, felino, mustélido...) se intoxicará e incluso puede llegar a morir si la ingiere. Es decir, el mordisco lo recibe la rata crestada y no es ella la que muerde. Y, por supuesto, no muerde a los elefantes, el veneno acumulado en su pelaje sería tóxico si se suministrase a un elefante, pero es bastante poco probable que un elefante la llegue a morder, mucho menos comersela.
Otra cosa: no es de la familia de las ratas (Muridae), sino de los hamster (Cricetidae), pero ciertamente ese es su nombre común.
Ese animal tiene un diseño contrastado con líneas blancas, negras y marrones, como ocurre con los puercoespines también en África o las mofetas en América, para llamar la atención y que el depredador que haya tenido la mala idea de intentar cazarlo se lleve un mal recuerdo, pero no para matarlo sino para que no lo vuelva a intentar. 
Desde luego, podemos estar seguros de que esta bonita rata, no va por las llanuras africanas mordiendo a los elefantes. 


He dejado para el final este artículo porque no tiene desperdicio, es un despropósito de cabo a rabo. Y como el de las lagartijas se podría autotomizar para no meter tanto la pata. Voy a incluir trozos escogidos de texto y juzguen ustedes mismos:

"Para entender mejor estas diferencias, es esencial primero definir qué se entiende por lagarto y lagartija. Los lagartos pertenecen a la suborden Lacertilia, que incluye una amplia variedad de especies con características diversas. Por otro lado, las lagartijas son un grupo específico dentro de los lagartos, generalmente más pequeñas y con ciertas adaptaciones particulares."

Es una gran diferencia las unas están incluidas en los otros, eso sí, son más pequeñas.

"Los lagartos y las lagartijas también difieren en sus preferencias de hábitat. Los lagartos se encuentran en una variedad de entornos, desde desiertos hasta selvas tropicales. Algunas especies, como los geckos, han desarrollado adaptaciones para vivir en entornos urbanos. Las lagartijas, por su parte, prefieren hábitats más específicos, como áreas rocosas y soleadas donde pueden calentarse rápidamente. Esta diferencia en la elección de hábitat influye en su distribución geográfica, con lagartos presentes en casi todos los continentes, mientras que las lagartijas tienen una distribución más limitada."

Si empezamos llamando lagartos a los geckos, lo de elucubrar de esa manera sobre la distribución geográfica y de hábitat ya no tienen importancia. ¿No hay lagartijas en selvas ni desiertos? ¡Lo que hay que leer!

"Algunas especies, como los camaleones, son especialistas en cazar insectos con sus lenguas largas y pegajosas. Las lagartijas, en cambio, son principalmente insectívoras, alimentándose de pequeños invertebrados."

Es evidente, aparte de que los camaleones son lagartos y no lagartijas, que unos cazan insectos y otros son insectívoros, gran diferencia.

"Los lagartos pueden ser ovíparos (ponen huevos) o vivíparos (dan a luz crías vivas), dependiendo de la especie. Las lagartijas, sin embargo, son mayoritariamente ovíparas"

Unos pueden ser y las otras lo son mayoritariamente. Bueno, para conocer una especie de lagartija vivípara no tenemos que ir muy lejos, en los Pirineos tenemos la lagartija de turbera, Zootoca vivipara.

"El número de huevos y el cuidado parental también varían; algunas especies de lagartos cuidan de sus crías, mientras que las lagartijas generalmente no muestran este comportamiento."

Aquí me han pillado, no conozco ningún lagarto que cuide de sus crías, pero todo puede ser... aunque no se haya descubierto aún.

Para finalizar: la de la foto es una lagartija, no un lagarto.

viernes, 17 de marzo de 2023

El invierno de las aves en el jardín

S
e nos ha ido el invierno casi sin enterarnos, meteorológicamente hablando apenas ha durado dos o tres semanas nada más. Pocas veces desde que vivimos en Becerril, hemos tenido un invierno tan poco frío. Las temperaturas bajo cero sólo se han dado durante 15 días y tampoco demasiado bajas. La nieve ha hecho acto de presencia un solo día y casi sin llegar a cuajar. Algún otro día volaron copos arrastrados por el viento que se fundían al tocar el suelo o las plantas. También ha sido muy escaso en lluvias.
Herrerillo capuchino fotografiado el único día que la nieve cuajó algo. Otros años se dejan ver poco, pero este invierno han sido visitantes asiduos.

Las aves no han tenido muchos problemas para su subsistencia, excepto en días muy puntuales, pero no olvido que en invierno es cuando más agradecen que les proporcionemos algo de alimento. Es la época en que vienen especies que apenas veo en otras estaciones del año debido, tanto a las migraciones de especies procedentes del norte, como a ejemplares que en periodos más cálidos habitan y se reproducen en plena sierra pero en esta época bajan a los valles, urbanizaciones y entornos rurales, donde tienen más posibilidades de conseguir alimento y son más suaves las temperaturas y los vientos. 
Zorzal común. Todos los inviernos hay alguno que se pasa por el jardín, principalmente a beber agua. Este está sobre el bebedero cubierto de nieve. En el entorno se ven en grupos poco numerosos.

En primavera y verano, especialmente las aves insectívoras, encuentran los variados bichos que constituyen su alimento en el campo y no necesitan tanto de los suplementos que les ponemos en el jardín. En época de cría, mirlos, petirrojos y páridos (carboneros y herrerillos) aportan a sus pollos principalmente insectos y gusanos, olvidándose por el momento de cacahuetes, tocino y semillas. De hecho, el tocino lo retiro por completo en cuanto empieza el tiempo cálido.
Lavandera blanca es un típico visitante invernal procedente de tierras más norteñas, no en vano se la ha llamado pajarita de las nieves, aunque también puede verse el resto del año e incluso se reproducen en nuestro entorno.

Muestro y comento en las propias imágenes las especies que he podido fotografiar en el jardín estos meses y lo que comen.

Este año han sido especialmente abundantes los herrerillos comunes y capuchinos, así como los carboneros garrapinos, que se ha sumado a los habituales carboneros comunes. Supongo que ha sido debido a que han tenido a su disposición un pequeño comedero con tocino casi de manera constante, como inicié el año pasado con bastante éxito. Las primeras veces colocaba el tocino directamente colgado de una rama e incluso cerca del tronco de un árbol pero en cuanto lo descubrieron las urracas y los rabilargos, se lo llevaban casi entero y tuve que tomar medidas. 

Petirrojo comiendo tocino cuando lo ponía en el tronco del taray.

La solución fue poner el trozo de tocino en la pequeña jaulita que se ve en la foto siguiente, donde los pájaros pequeños pueden alcanzar el interior pero no los córvidos. Por no querer compartir, se quedaron sin botín.

Carbonero garrapinos en el comedero de tocino

Carbonero común sobre el trozo de tocino.

Herrerillo común. Crían en una caja nido del jardín y en invierno acuden a comer, no así en primavera y verano, que se apañan con lo que cazan ellos mismos.

Agateador. Este visitante del jardín busca su alimento entre las cortezas de los árboles, pero nunca le he visto aprovechar la comida que les pongo. Es habitual todo el año.

Rabilargo. Ellos y las urracas se las apañaban para arrancar el trozo entero de tocino y llevárselo. Por esa razón decidí ponerlo en una malla de plástico.

Siempre han tenido disponibles las ristras de cacahuetes y las cuatro especies habituales de páridos los han consumido sin reparos. También los gorriones, que roban lo que pueden a los trabajadores carboneros en cuanto se descuidan, como cuento en esta otra entrada.

Carbonero garrapinos consumiendo cacahuetes. Estos deben ser sin sal, por supuesto.

Incluso un ejemplar de carbonero garrapinos, creo que siempre el mismo, no ha tenido reparos en posárseme en la mano para conseguir algún trozo de cacahuete ya pelado. Explico cómo ha ocurrido:

Llevaba un tiempo observando que cuando salía a reponer los cacahuetes de sus alambres me veía rodeado por los carboneros y herrerillos ansiosos por hincarles el pico, pero un garrapinos se colocaba en las ramas realmente bajas, casi al alcance de la mano y además sin importarle que estuviese acompañado. Así, un día se me ocurrió pelar un par de cacahuetes y ofrecérselos en la mano. Ante mi asombro, no tardó ni medio minuto en bajar por las ramas próximas y estirarse para coger un trozo de semilla. Otro día se lo puse más difícil, en lugar de acercarle la mano a las ramas le invité a posarse en mi mano, y así lo hizo sin excesivo temor. Lo he repetido algunas veces, no demasiadas, y siempre es un solo ejemplar, que vuela a una rama próxima para comérselo y vuelve a por más. Los demás no se atreven, aunque miran, supongo que con una mezcla de envidia y temor. No les hago sufrir, dejo las semillas peladas en el tocón del árbol y me alejo para que coman tranquilos. Creo que ellos ya saben que voy a terminar haciendo eso y por eso no se molestan en venir hasta mi mano.

También suelo poner fruta que, sin dudarlo, todas las especies agradecen desde las más grandes a las más menudas. Si alguna pieza de las que comemos nosotros tiene un golpe o no nos gusta su aspecto, allá va cortada a la rama del árbol para que puedan catarla.

Hembra de gorrión común picando el corazón de una manzana. 

En el invierno naranjas, peras y manzanas son lo habitual. De peras y manzanas coloco el corazón tras aprovechar el resto en la mesa y o bien ha desaparecido al día siguiente o la dejan pelada hasta la cápsula de las semillas.
Así dejan los corazones de las manzanas o peras, si es que dejan algo.

La ley del más fuerte, el mirlo contra los gorriones disputando la manzana.

Hembra de curruca capirotada comiendo manzana. Machos y hembras vienen muy a menudo a beber y bañarse, pero es una especie frugívora y agradece las frutas de todo tipo, tanto del jardín (madroño, moras, acebo...) como las que les podamos poner.

No me olvido de las semillas de alpiste, mijo, negrillo, pipas y otras, que venden en las tiendas de mascotas y que varias veces por semana, no a diario, extiendo por el suelo y son consumidas principalmente por los gorriones y las tórtolas turcas, aunque hay otras especies que se suman a la fiesta, incluso petirrojos, urracas y mirlos que en pleno invierno no les hacen ascos a la alimentación granívora.
Hembra de pinzón que lleva varios años acudiendo a comer junto a los gorriones.
La pareja de tórtolas turcas dominantes no suelen soportar la presencia de sus congéneres en el momento de comer, pero cuando hay hambre y vienen unas cuantas parece que se dan cuenta de que el tiempo que pasan espantándolas es bocado que pierden y terminan por ceder, especialmente si hay comida para todas.

Otro asunto importante es el agua. El agua es fundamental en verano y vienen al jardín muchas más especies a beber que a comer. Pero en invierno también lo es. En las mañanas en que la bandeja que hace las veces de bebedero y bañera amanece congelada, observo que los pájaros meten el pico entre las piedras y el borde de hielo intentando alcanzar el agua líquida. Entonces salgo a romper y retirar algunos trozos de la placa de hielo para facilitarles el trabajo y no tardan en acudir, no solo a beber, sino también a bañarse en esa agua en el punto de congelación. 

Mirlo bebiendo entre las placas de hielo que previamente les he roto.

Ciertamente no se llegan a mojar el cuerpo, excepto las patas, pero sí se empapan las plumas, pues necesitan tenerlas limpias para extender sobre ellas la grasilla que las hace impermeables y resistentes al paso del viento frío. Aún sabiendo eso, no puedo dejar de sentir un escalofrío al verlos, tan pequeños ellos, meterse en el agua rodeados de placas de hielo.


miércoles, 27 de julio de 2022

Hierba de Santiago, su mariposa cinabrio y algunas especies más.

Este año los campos se han secado antes de tiempo, tenemos exceso de calor y una pertinaz sequía que ha cambiado mucho los ciclos de la naturaleza. A inicios de este mes de julio los campos ya están casi como a mediados o incluso a finales de agosto de otros años más normales, aunque esto ya empieza a no ser excepcional, lamentablemente.
Mariposa cinabrio, Tyria jacobaeae, principal protagonista de esta entrada

Oruga de Tyria jacobaeae mostrando sus contrastes amarillo-negro indicadores de su toxicidad
En mi entorno, y supongo que en muchos otros lugares de clima semejante, entre las secas gramíneas que tiñen de amarillo los campos, destacan muy pocas plantas verdes, algunos cardos y, especialmente la hierba se Santiago o hierba cana, ahora llamada Jacobaea vulgaris, antes denominada Senecio jacobaea.
Hierba de Santiago, Jacobaea vulgaris (= Senecio jacobaeae)
Además de en los prados y claros de bosque, donde pueden llegar a agruparse cientos de ellas en muy poco espacio, son frecuentes en las cunetas y bordes de caminos, pues el viento, natural o producido por los vehículos, favorece la expansión de sus voladoras semillas portadoras de vilano y la acumulación de humedad en esos espacios también les viene bien. 
Prado entre pinares en Navacerrada, a finales de agosto de 2018, invadido por la hierba de Santiago.
Son bastante inconfundibles por sus flores amarillas y sus hojas finamente lobuladas. No suelen alcanzar los 80 cm de altura, pero son muy variables, las hay con un solo tallo sin ramificar, otras ramificadas y también con varios tallos desde su base. Son plantas anuales, se secan al llegar el invierno y vuelven a brotar de semilla a la siguiente primavera.
Semillas de hierba de Santiago a punto de maduración con sus vilanos para ser arrastradas por el viento.
Hay una razón importante para que las plantas que he citado anteriormente sigan permaneciendo en los campos incluso en aquellos que tienen una importante carga ganadera: Los cardos por su naturaleza espinosa y la hierba de Santiago por sus venenos.
En efecto, como explica Javier Barbadillo en una entrada de su blog [1], la hierba de Santiago es venenosa, acumula en sus tejidos alcaloides tóxicos. Supongo que además de tóxica debe tener mal sabor, porque si todos los herbívoros que la muerden muriesen ninguno aprendería la lección. En cierta ocasión escuché a un botánico decir que las cabras enseñaban a sus hijos que una planta no era comestible dándoles una patada en la cabeza cada vez que intentaban comerla. No sé si será cierto, aunque me gustaría que fuese así pues es una bonita historia, pero me inclino más por la teoría del mal sabor. 
Esos alcaloides no parecen importar a algunos insectos que sí se alimentan de ella, entre ellos la más famosa es, sin duda, la mariposa cinabrio, Tyria jacobaeae, cuyas orugas comen esta especie y otras de su mismo género. 
No es muy frecuente que las plantas atacadas por orugas de Tyria jacobaeae queden tan drásticamente consumidas y perjudicadas, pero a veces sí se da el caso. 
Bueno, digamos más bien que casi exclusivamente, pues en el Jardín de Mariposas Marcos Portolés Ajenjo de Miraflores de la Sierra descubrimos que también se pueden alimentar de otra especie, Jacobaea maritima (= Senecio cineraria). En efecto, parece ser que puede verse en otros senecios.
Es fascinante, que una planta tóxica sea sin embargo el refugio y lugar de alimentación de numerosas especies de insectos y otros pequeños invertebrados en un momento en que otras plantas tienen muy poco que ofrecer. Algunos de ellos consiguen sortear los venenos con su impresionante metabolismo y otros se dedican a partes de la planta donde no están presentes los venenos, como ocurre en las flores.
Oruga sobre Jacobaea maritima cultivada en jardín.
Las orugas de la mariposa cinabrio tienen un brillante diseño amarillo y negro que ya sabemos que suele indicar toxicidad, igual que en las salamandras, aunque yo creo que también les vale en cierto modo de camuflaje. Me explico: las barras negras y amarillas pueden pasar desapercibidas en el juego de luces que se crea a pleno sol entre las hojas de la hierba de Santiago, sobre todo si ante nuestra vista se combina con los pétalos amarillos de sus flores. Puede sonar raro, pero estoy muy acostumbrado a buscarlas entre las ramas de la planta y muchas veces, cuando me quiero dar cuenta, las tengo delante de mis narices. Algo que también me ocurre con las larvas de Papilio machaon en el hinojo, por cierto.
Orugas muy jóvenes sobre los capullos y flores de la hierba de Santiago.
Las orugas se suelen encontrar en la zona más próxima a las flores, incluso entre ellas o los capullos, alimentándose de las que aún no se han abierto. En una misma planta podemos observar diversos ejemplares y de distintos tamaños. Suele darse el caso de que amplias zonas cubiertas de hierba de Santiago no tengan ninguna larva y que cerca haya unas cuantas plantas dispersas cargadas de ellas. Como en otras orugas, he visto algunas de muy pequeño tamaño colgando de un hilo de seda casi invisible (de hecho en las fotos no se ve) y trepando por él. 
Pequeñas orugas volviendo a la planta, recuperando el hilo de seda, después de haberse dejado caer.
Suele ser una estrategia de huida, ante un posible enemigo, se dejan caer, pero agarradas a ese hilo de seguridad, como la cuerda de un escalador, para poder volver a su planta original y no perderse entre otras que no sean su planta nutricia. Otra estrategia de defensa, posiblemente ante posibles parásitos, como algunas moscas y avispillas, es sacudir el cuerpo espasmódicamente, como puede verse en el vídeo.

La mariposa cinabrio es de color gris muy oscuro, casi negro, con llamativas manchas rojas. Su abdomen y las alas posteriores, que normalmente están ocultas, se dejan ver cuando echa a volar o se siente amenazada, ofreciendo un acusado contraste que sin duda advierte a los pájaros que quieran cazarla al vuelo. 
Imago (adulto) de Tyria jacobaea en una postura muy típica de las mariposas de su familia, Erebidae, mostrando las alas posteriores y parte del abdomen con su acusado contraste negro-rojo.
Gitanilla atigrada, Atlantarctia tigrina, típico representante de la familia Erebidae, en su postura de defensa. Con las alas cerradas solo se ven las anteriores y pasa más desapercibida.
Esta mariposa 
nos recuerda mucho a otras de parecido aspecto, las gitanillas de género Zygaena, pero no pertenecen a su misma familia. La cinabrio es una Erebidae, como otras mariposas también de llamativos diseños que igualmente señalan su toxicidad. Las Zygaena, en cambio, son de otra familia, Zygaenidae, pero a unas y otras les han dado el nombre común de gitanillas, por casos como este prefiero utilizar los nombres científicos.
Gitanilla real, Zygaena sarpedon, que como otras especies de Zygaenidae, aunque en otras plantas nutricias, puede compartir hábitat con las mariposas cinabrio y tienen los mismos colores y parecidos diseños para advertir de su toxicidad. Un caso claro de mimetismo mulleriano.
Antes de seguir señalaré que todas ellas son del grupo de las mariposas nocturnas, heteróceras, aunque las veamos volar o posadas durante el día, porque son especialmente visibles por sus colores y diseños, mientras que la mayoría de las mariposas nocturnas se camuflan en el entorno a la perfección. 
Son muchas las mariposas cuyas orugas se alimentan de una sola o de muy pocas especies de plantas, mientras que otras muestran una variedad muy amplia. La mariposa cinabrio es de ese primer grupo. Voy a mostrar a continuación otros insectos que también se alimentan y he fotografiado sobre hierba de Santiago, pueden ser comensales habituales pero hay otros cuya visita es más casual.
También hay que distinguir entre las especies de insectos que acuden a alimentarse de la planta de una u otra forma y los que además contribuyen a la polinización. Es como si la planta tuviese un pacto con los polinizadores: aquí no hay veneno y podéis comer a cambio del trasporte de polen. La realidad es que si las flores, su néctar o polen fuesen venenosas no podrían fecundarse y la planta no habría sobrevivido a las siguientes generaciones, así funciona la evolución, no por deseos sino por ensayo y error: lo que funciona se trasmite, lo que falla se extingue.
Spilostethus saxatilis, una especie que he encontrado abundantemente sobre la hierba de Santiago, pero también puede verse en otras plantas que se encuentran ahora en plena floración, como cardos corredores, gordolobos y otras.
Entre las habituales, al menos en mi entorno de Becerril de la Sierra, están las chinches de diversas especies y en especial Spilostethus saxatilis, sin duda la que he encontrado con mayor abundancia. Aunque también sobre gordolobo y cardo corredor. Su presencia en los senecios es abrumadora.
Pariente del anterior pero de tamaño mucho mayor es Spilostethus pandurus.
Spilostethus pandurus, especie anterior mucho menos abundante en la hierba de Santiago.

Algo más alejado en la clasificación taxonómica encontramos otra chinche, Melanocoryphus albomaculatus.
Melanocoryphus albomaculatus.
En todas ellas están presentes los colores rojos o anaranjados y negros, de advertencia por su toxicidad o sabor desagradable. Es el mimetismo mulleriano del que he tratado en numerosas ocasiones en este blog.
Y también he encontrado alguna chinche más, que no tienen tan llamativos colores: Carpocoris mediterraneus, Liorhyssus hyalinus, Thiomiris sulphureus,  Corizus hyosciami y Enoplops scapa, entre otras que no he fotografiado.

Carpocoris mediterraneus.

Liorhyssus hyalinus.

Thiomiris sulphureus.

Enoplops scapa.
La presencia de ninfas de algunas de esas especies sobre la hierba se Santiago nos indica que realmente es su planta nutricia, ya que las ninfas no vuelan y tienen una capacidad de desplazamiento limitado, es decir, la puesta se hizo sobre esa misma planta.
Ninfa de Corizus hyosciami que habitualmente veo en otras plantas de mi jardín, en esta ocasión sobre hierba e Santiago. 

Ninfa de Spilostethus saxatilis.
También se encuentran sobre sus flores escarabajos como Mylabris, los mascaflores, con los mismos colores rojizos y negros, un típico meloideo también tóxico por su cantaridina. Y otros pequeños escarabajos florícolas, no tan llamativos y posiblemente nada tóxicos.
Mylabris.
Aún siendo venenosa para el ganado y otros mamíferos, vemos que no lo es para muchos insectos. La hierba de Santiago no se libra de los pulgones y tras ellos las hormigas que los pastorean y las mariquitas que los depredan. Este pequeño ecosistema tiene muchas interrelaciones.
Hormigas del grupo Lassius pastoreando pulgones del género Aphis.

Mariquitas de la especie Hippodamia variegata, depredadoras de pulgones y otros pequeños insectos.

Como decía más arriba, un capítulo aparte lo forman los variados polinizadores. La planta no pone tóxicos en las flores y abejas, dípteros y mariposas no dejan de aprovechar esa abundancia de flores. 
Abeja de la miel, Apis mellifera, con las cestillas de polen (escopas) de sus patas bien cargadas.

Abeja del género Lasioglossum.
Hesperia comma.


Lycaena virguareae macho.

Lycaena virgaureae hembra

Lycaena bleusi.
Pieris rapae.

Pyronia cecilia.
Y por supuesto, donde hay posibles presas no faltan los depredadores, en estos días he podido ver las llamativas arañas Napoleón, Synema globosum, que intentan camuflarse vistiéndose del mismo color que las flores donde habitan y otra especie de la misma familia, Thomisidae, 
Heriaeus sp., que se camufla gracias a su color verde y extremidades y cuerpo pilosos.
Araña Napoleón, Synema globossum de color amarillo para camuflarse mientras está al acecho.

Las arañas del género Heriaeus sp., esta es posiblemente Heriaeus oblongus, se camuflan mejor entre las ramas y hojas, sobre todo si tienen una cierta pilosidad.
Pero las interrelaciones van más allá de la típica depredador-presa, algunas son algo más complicadas. Encontrar cuatro ejemplares de Spilostethus saxatilis en el tallo ensanchado y aplanado de un pie de hierba de Santiago afectado por fasciación, me hizo pensar sin no podría ser uno de los vectores de contagio. He visto los tallos ensanchados que produce la fasciación en cardos, gordolobos, hierba viborera, retama, un tallo de taray en mi jardín  y, este año por primera vez, sobre la hierba de Santiago.
Hierba de Santiago con fasciación. Es muy frecuente que las ramas plantas afectadas por fasciación se inclinen más de lo normal en la especie, ya que el ensanchamiento del tallo les da más peso. En ocasiones se evita esa inclinación porque el tallo se retuerce y la forma helicoidal que adquiere es más resistente. Toda una lección de arquitectura vegetal.  
He observado la planta afectada, su crecimiento y cómo es habitada por algunos de los insectos que comento. Siempre había algunas de esas chinches posadas en la zona más ensanchada del tallo, hasta cuatro ejemplares a la vez.
Spilostethus saxatilis picando el tronco aplanado por fasciación.
Como describe Javier Barbadillo en otra de las magníficas entradas de su blog, sobre las hierbas viboreras [2], se atribuye la fasciación a fitoplasmas, un grupo de bacterias que no tienen pared celular y viven en el interior los tejidos vegetales produciendo esa deformación. Se sabe que unos pequeños insectos del mismo orden que las chinches, las llamadas chicharrillas, del mismo grupo que las cigarras pero de muy pequeño tamaño, son transmisoras de los fitoplasmas. Los fitoplasmas llegan incluso a reproducirse en el tubo digestivo de esos pequeños insectos. Sin embargo, tengo la impresión de que otros hemípteros, como las chinches que he ido mostrando en esta entrada, pueden ser también responsables del paso de los fitoplasmas de una a otra planta y de un año para el siguiente. 
Esas chinches pasan el invierno como adultos enterrados entre cortezas y hojarasca del suelo y, apenas llega el tiempo soleado, salen de su refugio para reproducirse, se alimentan de las plantas que empiezan a brotar y así pueden trasmitir los fitoplasmas adquiridos durante el verano anterior en plantas afectadas, inoculándolos a los tejidos de la nueva generación de plantas de la misma o de otra especie, si se trata de una chinche polífaga (que se alimenta de diferentes especies de plantas) como es el caso de las que se han visto en esta entrada.

Enlaces al blog de Javier Barbadillo citados: