viernes, 4 de enero de 2019

El hinojo y sus insectos (y 3): Miscelánea

Cierro con esta entrada las dedicadas a la fauna de las plantas de hinojo durante en año 2018. Espero tener la suerte de verme obligado a una nueva etapa este año, bien porque nuevas especies lleguen a esa parte del jardín o porque pueda hacer nuevas e interesantes observaciones que merezcan la pena ser contadas. Vamos a ello:

Sin duda, aparte de las mariposas machaon y la superpoblación de chinches rayadas que mostré en las anteriores entradas, los insectos que más visitaron las flores de hinojo fueron los himenópteros. Pero digo visitaron, con toda propiedad, ya que acudieron a libar el néctar, pero no a desarrollar su ciclo biológico en la planta.
Entre mis favoritas fueron habituales unas avispas cuco, de la familia Chrysididae. Esta familia se caracteriza por parasitar los nidos de otras abejas y avispas. Tengo dudas, pero creo que la de mi jardín es Chrysis ignita, que es depredadora y cleptoparásita, pues se come la larva o el huevo y el alimento almacenado por la madre de su parasitada. La avispa cuco dispuesta a hacer la puesta espera en los alrededores del nido de una abeja solitaria, generalmente Osmia (que cría habitualmente en mi refugio de insectos) u otras Megalichilidae, de las que hacen sus nidos en agujeros de la madera y más raramente a las que anidan en el suelo. Cuando éstas salen de sus nidos, es cuando aprovecha para entrar a poner su propio huevo.
Preciosa avispa cuco Chrysis ignita en el momento de libar de las flores del hinojo.
Entre las fascinantes adaptaciones anatómicas de estas preciosas avispas se encuentran el haber adaptado su aguijón en una herramienta capaz de perforar las paredes de los nidos ya cerrados de sus hospedadoras, para introducir su huevo. También un cuerpo duro capaz de resistir los aguijonazos y mordiscos de otras especies de abejas y avispas que las puedan encontrar en su nido. Esto, ayudado de su capacidad para replegarse haciéndose una bola y protegiendo sus patas y antenas, las convierte en invulnerables a los ataques cuando las encuentran en plena faena. Pero es que además, pueden segregar olores muy parecidos a las de sus víctimas que les permiten salir airosas de sus lances.
Con esas armas hay especies en la familia que son capaces de entrar en nidos de avispas sociales. Toda una proeza si consideramos, además, que tiene un tamaño tres o cuatro veces menor que ellas.

Otra, para mi muy elegante, es la avispa cazadora de arañas, Sceliphron destillatoriumEs un tipo de solitaria avispa alfarera, aunque esa "profesión" no es exclusiva de su familia, Sphecidae, estas se diferencian porque sus presas son exclusivamente arañas.
Con barro recogido de orillas de charcas o arroyos, o tras el riego en el jardín, como es este caso, estas trabajadoras avispas construyen una especie de ánfora donde se dedican a introducir las arañas a las que previamente han dormido de un aguijonazo. Una vez bien repleto el nido ponen un huevo en él y cierran la tapa con un último pegote. En un solo día son capaces de hacer ese trabajo y al siguiente hacen otro nuevo en el que repetirán el proceso. Y así hasta quince pequeñas ánforas adosadas unas a las otras o, al menos, muy cercanas.
Avispa cazadora de arañas, Sceliphron destillatorium, recuperando fuerzas a base de néctar para seguir con su actividad de captura para llenar las despensas para sus futuras larvas. 
Para tener "combustible" para tanta actividad, las avispas visitan variadas flores para libar su nutritivo néctar, especialmente las umbelíferas que con profusión florecen a principios de verano, como zanahorias silvestres y cardos corredores. No puedo asegurar si fue la responsable de la desaparición de una araña napoleón que vivía en el hinojo, a la que veremos más adelante.

Otra avispa alfarera, Delta unguiculatum, esta vez de la familia Vespidae. En algunos documentos y libros aún se puede encontrar incluida en el género Eumenes.
A diferencia de las cazadoras de arañas, las Delta capturan orugas, a las que llevan también a un nido de barro. Las orugas pueden tener un tamaño considerable. Sin embargo los nidos los hace separados unos de otros. Además, el barro, como yo mismo he podido comprobar, lo fabrican a partir de material seco, en caminos y zonas libres de vegetación, y amasándolo con su propia saliva.
Los nidos tienen un curioso remate hacia afuera, como un jarroncito. El huevo lo depositan colgando encima de sus adormecidas presas y al nacer la larva cae sobre ellas.
Avispa alfarera, Delta unguiculatum. No conseguí hacer la foto sobre el hinojo, sin embargo, también se posaba con frecuencia sobre el cercano tejo, que en esos días estaba cubierto por melaza caída de los pulgones que estaban atacando al roble americano, Muchos otros himenópetros y dípteros aprovecharon también esa oportunidad y algunos parecían preferir su melaza al polen de las flores del entorno.
Otra parásita de los nidos y larvas de abejas solitarias es la avispilla del género Gasteruption (no he podido llegar a especie a partir de las fotos). Posiblemente se haya beneficiado también del refugio de insectos donde estas crían. 
Ejemplar hembra de Gasteruption. Puede apreciarse el largo ovopositor.
Es fácil diferenciar los machos de las hembras, ya que estas tienen un largo ovopositor, como se aprecia en la primera foto, que utilizan para llegar al interior de los nidos y depositar en ellos sus huevos. No había vez que me acercase a echar un vistazo al hinojo que no hubiese uno o varios ejemplares de esta especie. Incluso los machos persiguiendo a las hembras.
Ejemplar macho de Gasteruption.
 Al hinojo llegaron unas cuantas especies más de abejas y avispas, aunque no a todas las he podido fotografiar, por no llevar la cámara en ese momento o porque se asustaron y no eran tan abundantes como las especies anteriores. Entre ellas, por supuesto, abejas de la miel, también abejorros, especialmente Bombus, aunque estos parecen preferir otras flores del jardín. También avispas del género Polistes que alternan sus viajes al estanque en busca de agua para hacer su pasta de papel con su alimentación a base del néctar de las flores. Y alguna abeja, como la de la foto siguiente, que aún no he identificado.
Abeja sin identificar.
Curiosamente, cuando las semillas de hinojo estaban maduras, las hormigas del género Messor, se dedicaron a subir a los penachos del hinojo y cortar los tallos que sujetaban las semillas para llevárselas o para dejarlas caer, pues en la parte de abajo había muchas más dispuestas a recogerlas. No creo, sin embargo, que sea un comportamiento cooperativo, sino fruto de la casualidad.

Y cambiando de orden de insectos nos encontramos con los abundantes coleópteros. Solo en una ocasión pude ver sobre el hinojo al cerambícido Agapanthia asphodeli, que cría en los gamones (Asphodelus) que son abundantes en los prados del entorno de mi urbanización. Son escarabajos que se encuentran muy a menudo en flores de umbelíferas y otras plantas con ramilletes de pequeñas flores.
Atractivo y fotogénico Agapanthia asphodeli.
Esta otra especie de coleóptero aún no me la han identificado en Biodiversidad Virtual, que es donde me suelen determinar la mayoría de las especies que encuentro en mis paseos fotográficos.
Coleóptero de la familia Mordellidae sin identificar
No podían faltar, como en cualquier otro rincón del jardín las llamativas mariquitas, bien de la especie más común, la de siete puntos, Coccinella setempunctata, o como la de la foto, Adonia variegata (= Hippodamia variegata). No buscan polen ni néctar, sino lugares donde sean abundantes los pulgones para comerlos y para hacer la puesta y que de ellos se alimenten sus voraces larvas.
Adonia variegata (= Hippodamia variegata).
Pero los pulgones no han sido muy abundantes en el hinojo. He visto dos especies en él. Esta primera Cavariella sp. ...
Pulgón, Cavariella sp.

... y esta otra, que es la ubicua Aphis fabae, muy abundante en mi jardín en gran variedad de plantas.

Madre alada y ninfas muy jóvenes de  Aphis fabae.
Pero claro, además de las mariquitas, en el hinojo crió uno de sus más terribles depredadores, la mosca de la familia de los sírfidos, Sphaerophoria scripta. Las larvas de estos dípteros tienen el aspecto de un gusano verdoso y recorren los tallos de las plantas con pulgones, generalmente desde arriba hacia abajo, pero a veces al revés, comiéndoselos sin que se les escape ninguno (se pueden ver en acción en otra planta en esta otra entrada). 
Larva de Sphaerophoria scripta a la caza del pulgón.
Los adultos (imagos) no son carnívoros como sus hijos, sino que liban el néctar de las flores, pues con su potente vuelo gastan mucha energía,
Sphaerophoria scripta adulta libando néctar de la flor del hinojo.
Otros dípteros muy variados acuden también a las flores, aunque no tengo fotos de todos ellos.
Moscarda verde del género Lucilia, las larvas son carroñeras y detritívoras, pero los adultos chupan el néctar y son muy eficientes polinizadores.
Otro depredador casual, que me hizo particular ilusión encontrar en el hinojo, pero que rápidamente voló a otra planta donde puede fotografiarla, fue esta pequeña mantis de la especie  Ameles spalanzania. Muchas veces he visto hembras en el jardín (imagen de hembra), que no tienen alas desarrolladas (ápteras) pero nunca había encontrado machos, que son mucho más activos y de menor tamaño.
Macho de Ameles spalanzania
Aparte de las chinches rayadas de la especie Graphosoma italicum que desarrollaron todo su ciclo biológico en el hinojo y que ahí sigue algún ejemplar adulto pasando el invierno en él, otros himenópteros pasaron por aquí, como el también colorido de rojo y negro Lygaeus equestris...
Lygaeus equestris
... y este otro,  más modesto de coloración y parecido a los Graphosoma en su diseño, Tholagmus strigatus, identificado  por Marcos Roca-Cusachs en el grupo de facebook sobre hemípteros.
Tholagmus strigatus.
Y para finalizar, saliendo del grupo de los insectos, entre las flores del hinojo han vivido varios ejemplares de araña Napoleón, Synema globosum. Es un depredador que caza al acecho a los insectos voladores que acuden a las flores. La gruesa hembra de la siguiente fotografía la pude seguir durante muchos días. A veces, mientras la observaba o fotografiaba se cambiaba de rama o se dejaba caer donde no la podía seguir entre la maraña de ramas y hojas, pero si me alejaba un poco, en menos de cinco minutos, había subido de nuevo a su lugar de caza habitual a través de un hilo de seda, a modo de la cuerda de seguridad de un escalador.
Araña Napoleón, Synema globosum hembra.
También observé un ejemplar macho, mucho más difícil de ver por su pequeño tamaño. Unos y otras puede ser de variados colores, especialmente blancos y rojos, nada tienen que ver con sean de uno u otro sexo, pero el tamaño sí.
Araña Napoleón, Synema globosum macho.