Termino con los apuntes de un día de campo muy productivo, a mediados de agosto, entre La Najarra y el pico de los Bailanderos. Además de las arañas y mariposas, de nuevo me encontré con unas viejas conocidas, Lluciapomaresius stalii (antes llamada Steropleurus stalii), que ya vimos el año pasado y ya mostré en esta entrada "La chicharra montañera". Entonces era el momento de hacer la puesta, en pleno mes de octubre, en Siete Picos. Ahora encontré una nutrida reunión de ejemplares subidos en los piornos. Y aunque no me miraban con buenos ojos, las fotografié sin reparo.
Hembras y machos cantando, se dedicaban al cortejo y cópula. Aunque no pillé a ninguna pareja en el momento de más intimidad, por su abundancia puede fotografiar sin molestar a ejemplares de ambos sexos y las dos coloraciones principales, desde el verde hasta el pardo, casi negro.
Las hembras, como ya vimos en la otra entrada, tienen esa especie de estilete, ovopositor, para hacer un agujero en el suelo y poner en él los huevos. Los machos, en cambio, como podemos ver a continuación, carecen de él.
Ejemplar macho
Hembra verde
Hembra oscura.
Pero ¿que es lo que tiene esa hembra al final del abdomen? A primera vista nos puede parecer que son huevos, pero estando el animal en las ramas del piorno no tiene lógica, porque los ponen enterrados en el suelo. Esa extraña masa gelatinosa es un espermatóforo, es decir un paquete repleto de espermatozoides acompañado de sustancias nutritivas. La hembra irá absorbiendo su contenido para fecundar los huevos. Una vez cumplida su función, parece ser, que no es raro que la hembra consuma los restos de espermatóforo. Igualmente, muchos animales mueren tras las agotadoras sesiones reproductivas y las hembras supervivientes no desaprovechan la ocasión de consumirlos, pues son depredadores y, si se tercia, caníbales.
Hembra verde
Hembra oscura.
Pero ¿que es lo que tiene esa hembra al final del abdomen? A primera vista nos puede parecer que son huevos, pero estando el animal en las ramas del piorno no tiene lógica, porque los ponen enterrados en el suelo. Esa extraña masa gelatinosa es un espermatóforo, es decir un paquete repleto de espermatozoides acompañado de sustancias nutritivas. La hembra irá absorbiendo su contenido para fecundar los huevos. Una vez cumplida su función, parece ser, que no es raro que la hembra consuma los restos de espermatóforo. Igualmente, muchos animales mueren tras las agotadoras sesiones reproductivas y las hembras supervivientes no desaprovechan la ocasión de consumirlos, pues son depredadores y, si se tercia, caníbales.
Unos días después, con ganas de estrenar un nuevo flash, volví a recorrer los piornales en busca de las hembras fecundadas, por si ya estaban poniendo los huevos, y ... ¡absoluto fracaso! Tras dos horas dedicadas únicamente a la búsqueda en los mismos piornos donde había visto la fiesta, renuncié al intento y volví cabizbajo al coche, para encontrarme un solitario macho justamente en el borde del aparcamiento, encaramado a un senecio, y rodeado de basura. Quizás a mediados de octubre, igual que el año pasado, sea cuando vuelvan a salir. No os quepa duda de que lo voy a intentar de nuevo.
Por último, una advertencia: Hay muchas especies muy parecidas, como Ephippiger diurnus, que es también bastante abundante en la Penínsua Ibérica, pero no es tan propia de alta montaña como la protagonista de hoy. Además, Lluciapomaresius stalii es muy abundante en el Sistema Central y, casi con seguridad, las chicharras que veamos en montaña en esta zona serán de esta especie.
Para los que tengan dudas os invito a buscar las dos especies en la web de biodiversidad virtual, para intentar apreciar las diferencias de la mano de un verdadero experto.
Interesante jornada e impresionantes imágenes. Desde luego, nos estás ofreciendo un magnífico acercamiento a la biología de estas chicharras con cara de pocos amigos.
ResponderEliminarSaludos.
Nunca había visto una chicharra, sólo la oía. Ahora ya sé cómo es esta inseparable amiga en los días de verano. Gracias, Dorda.
ResponderEliminarHola Javier. Gracias, si esta especie va a ser nuestra colega en la montaña habrá que ir siguiendo su ciclo biológico año tras año y aprender más. Me sorprenden sus aparentes desapariciones y puestas en evidencia de un día para otro. También lo difícil que es encontrar los juveniles de la especie que deberían ser abundantes en primavera.
ResponderEliminarAurora, las chicharras más comunes no son las que tienen este aspecto sino unos grandes saltamontes verdes con alas bien desarrolladas. Y las cigarras, por otra parte, son un grupo completamente distinto. Este verano las busqué repetidas veces en los pinares costeros para poderlos ftografiar, pero no fui capaz de encontrar ninguna "a tiro".
Saludos, amigos.
Estoy un poco perdida. El sábado tuve en mis manos una hembra muy parecida a éstas, lo único que el color era amarillento, ni verde ni tan oscuro, al menos las patas, el cuerpo puede que sí fuera más oscuro. Me dijeron que era un "grillo de matorral". ¿Es lo mismo? Sin buscar mucho ví dos hembras casi juntas.
ResponderEliminarAhá, acabo de leer por ahí, Ephippiger ephippiger o grillo de campo. Osea que es la otra especie. ¿Se las puede denominar "chicharras" a ambas especies?
ResponderEliminarHola Mamen, espero que tus vacaciones hayan sido magníficas y que nos regales en tu blog con maravillosas imágenes como otros años.
ResponderEliminarEn efecto, dentro de la gran variabilidad de estos animales los colores de Ephippiger suelen ser más claros y de aspecto más grácil.
Sí, chicharra no es más que un nombre común que se aplica a este tipo de animales, incluso de diferentes familias que antes se reunían en una sola: los Tetigónidos. Pero de los que hoy hablamos en esta entrada se han separado en una familia propia: Bradyporidae .
Sí, de hecho Ephippiger se llama también chicharra alicorta o grillo de matorral.
Ups! Pensaba que había comentado aquí, me he ido a otro post. Aquí en Murcia no sé si habrá chicharras, yo al menos no las he visto. Siempre he pensado que lo que aquí llaman chicharras son en realidad cigarras (no sé la especie).
ResponderEliminarSaludos
Hola Josélez.
ResponderEliminarEn efecto, en Murcia hay gran abundancia de cigarras, aunque muchas veces se les llama cicharras y a su incesante canto en los pinares costeros el chicharreo. Sin embargo, también hay verdaderas chicharras, tanto tetigónidos como, creo, que la propia chicharra alicorta de la que hablábamos en los comentarios anteriores.
Evidentemente donde pongo "cicharras" quería decir "chicharras"
ResponderEliminarLas chicharras son de los insectos más interesantes de España, en especial las que, como esta, no vuelan. Hay una cantidad tremenda de endemismos en algunos géneros (sin ir más lejos, Pycnogaster graellsii en "mi ecosistema"), ¿acaso hay tantos endemismos ibéricos porque al no volar es más fácil que estos insectos se queden aislados y originen nuevas especies? La primera fotografía es increíble. Un saludo.
ResponderEliminarA mí me parece la coloración en ambos sexos, alucinante y; por descontado, esas poblaciones isla cuya distancia y entorno van marcando ligeras diferencias morfológicas entre ellas.
ResponderEliminarFantástico el mundo de los insectos.
Saludos.
Magnífico, Jesús. Cuando suba a Abantos o Alto del León los buscaré otra vez.
ResponderEliminarMe ha encantado la entrada. He aprendido un montón.
Un abrazo