Es el momento, está siendo un invierno cargado de nieves, aunque no demasiado frío, y pasado por agua, muy pasado por agua. Ahora que deja de haber heladas en mi zona, es el momento en que a los anfibios anuros (sapos y ranas) les entra la locura de la reproducción.
Pero no todos cantan y crían a la vez ni en las mismas masas de agua ni en las mismas zonas dentro de las charcas y lagunas. Posiblemente ni siquiera todas las especies se comportan exactamente igual en todos los ecosistemas de nuestra Península Ibérica pues en nuestro cambiante clima mediterráneo se han tenido que adaptar al oportunismo. Por eso me voy a centrar solamente en el entorno de la Sierra de Madrid por donde yo me suelo mover.
Son muchas las variables que pueden influir en que una u otra especie se decidan a criar en un entorno concreto, por ejemplo:
- Época del año.
- Permanencia del agua frente a temporalidad.
- Corriente frente a estancada.
- Profunda frente a superficial.
Elegir una u otra conlleva diferentes estrategias reproductivas. Así, en aguas profundas y permanentes los renacuajos pueden tardar más tiempo en desarrollarse y crecen más, mientras que en aguas superficiales y temporales deberán llegar a la metamorfosis con menor tamaño y más rápidamente.
Con la densidad, relativamente baja, de las poblaciones de sapos y ranas europeas, así como con las pocas especies que coinciden en una misma masa de agua comparadas con las de selvas tropicales, quizás sea exagerado hablar de competencia, pero el hecho real es que los requerimientos de una y otra especie son sutilmente diferentes y se solapan muy poco en sus ciclos vitales.
Tampoco quiero decir que los biotopos de cada especie sean únicos y exclusivos para cada una de ellas. De hecho, en diferentes lugares los animales aprovechan lo que tienen a su disposición. Por ejemplo: los sapos de espuelas de manera idealizada podríamos decir que ponen sus huevos en charcas permanentes de orillas arenosas y fondo de limo. Sin embargo, también pueden aprovechar remansos de ríos o arroyos con suficiente profundidad de agua, aunque a finales de verano lleguen a secarse.
Sapo de espuelas, Pelobates cultripes.
Suelen ser de las primeras especies en entrar en celo, incluso en febrero, si ha llovido, con tan solo 3ºC ya se ven activos. Cantan y hacen la puesta estando debajo del agua. Es la especie cuyos renacuajos alcanzan mayor tamaño. Tardan mucho en desarrollarse por lo que necesitan aguas profundas y lo más permanentes posible, aunque hacen la metamorfosis y salen del agua en el mismo año. En zonas más cálidas entran en celo en otoño. Sin embargo, también ponen en lagunas o remansos de río que pueden quedarse sin agua en los años secos y los renacuajos llegan a perecer deshidratados antes de la metamorfosis.
Sapo común, Bufo bufo.
Es quizás la más versátil de las especies de sapos, también es de los primeros en hacer la puesta, casi a la vez que los sapos de espuelas. Pueden poner en lagunas extensas y frescas, como las de montaña y también en arroyos. Cuando coincide con el sapo corredor esta especie se coloca en zonas con más corriente y el corredor en aguas más quietas. No se suele sumergir para hacer la puesta, sino que se coloca en aguas superficiales. En lagunas, cerca de las orillas, no como los sapos de espuelas que entran más al centro de la charca y a más profundidad. Los renacuajos son muy pequeños y llegan a la metamorfosis rápido, aunque no tengan que temer que se seque su charca.
Sapo corredor, Bufo calamita.
Es el estratega de la temporalidad. Puede decidirse a poner en épocas tempranas como los dos anteriores, pero como lo hace en aguas muy superficiales y temporales, las puestas tienen muchas posibilidades de secarse o congelarse. Por eso es frecuente que si más avanzada la primavera caen lluvias abundantes, hasta en el mes de mayo, hagan nuevas puestas. Los renacuajos son muy pequeños y se desarrollan muy rápido, especialmente si la charca empieza a secarse. Son capaces de metamorfosear con un tamaño mínimo.
Rana de San Antón, Hyla arborea.
Es un poco más tardía que las especies ya vistas. En marzo pueden verse cantando, pero la mayor parte de las puestas se realizan en el mes de mayo. Ponen en aguas temporales y/o permanentes, siempre con vegetación marginal. Los renacuajos llegan a un tamaño mediano y salen del agua entre julio y agosto.
Rana común, Pelophylax perezi.
Inicia sus puestas bastante tarde casi independientemente de las lluvias, ya que vive siempre cerca del agua, generalmente permanente. Tampoco se concentran las puestas en unos pocos días sino que se prolongan bastante en el tiempo. A veces usa charcas temporales, pero cerca de ríos o lagunas permanentes. Esto es especialmente frecuente cuando la masa de agua permanente contiene peces. He visto como en jardines con estanques con peces las ranas ponen en las cubetas de los filtros, donde los peces no llegan, aunque luego las ranas canten y vivan sin problemas en el entorno del estanque. De alguna manera, detectan la presencia de depredadores. Los renacuajos se hacen muy grandes y algunos no hacen la metamorfosis hasta el año siguiente. Así, en una misma charca hay renacuajos del año, más pequeños, y del año anterior.
Rana patilarga, Rana iberica.
No la hay en mi zona, sino a bastante más altitud. Su periodo de celo pasa bastante desapercibido y se inicia con el deshielo en abril y mayo. Prefiere arroyos de montaña. Los renacuajos son más pequeños que los de ranas comunes y no pasan el invierno en el agua. Metamorfosean a finales de verano e inicio de otoño.
Sapillo pintojo, Discoglossus galganoi.
Se reproduce con la primavera bien avanzada en pequeñas charcas, manantiales, fuentes y arroyos temporales, generalmente con hierba y vegetación en su entorno. Los huevos no forman masas gelatinosas compactas, quedan sueltos y se pueden dispersar entre la vegetación pasando más desapercibidos. No se reproducen todos a la vez, sino que hacen varias puestas durante un par de meses. Los renacuajos son pequeños pero no tanto como los Bufo. Sufren la metamorfosis un par de meses después de la puesta. No los tengo localizados en mi entorno inmediato, aunque entra dentro de su zona de distribución y hay sitios adecuados para ellos.
Sapo partero común, Alytes obstetricans y
sapo partero ibérico, Alytes cisternasii.
Mi zona se encuentra en la frontera que separa la distribución de las dos especies y no hay ninguna de las dos, pero tampoco me resisto a ponerlo aquí por la curiosidad de su estrategia reproductiva. Hacen sus puestas estando en tierra y los machos cargan con ellas hasta que los huevos están a punto de eclosionar, momento en que los llevan al agua. Los huevos no tienen la cubierta gelatinosa típica de otras especies, son grandes y con una gran cantidad de alimento para el embrión (vitelo) por lo que, en el momento de la eclosión, salen los renacuajos grandes y muy desarrollados, sin la típica fase larvaria estática y con branquias externas. Dejan las larvas en aguas generalmente permanentes. Los renacuajos llegan a hacerse muy grandes. A. obstetricans se encuentra en la Sierra en zonas muy altas, lagunas de montaña, y sus larvas pueden pasar el invierno en las charcas, bajo el hielo y la nieve. Aunque en algunos lugares tienen claros periodos de reproducción, el sapo partero ibérico pone en casi todas las épocas excepto en las de más calor y sequía. En cambio, el sapo partero común está restringido por el frío invernal y pone en primavera.
En resumen es muy interesante ver cómo los sapos parteros, que cuidan de su descendencia más que otras especies, ponen un número bajo de huevos, aunque el esfuerzo reproductivo de las hembras sea grande para poderlos dotar de mucho vitelo. Y también los machos aportan energía en su cuidado. Sin embargo, en el otro extremo, otras especies sin cuidados parentales y alto riesgo de muerte de larvas y metamórficos, como ocurre con los Bufo, hacen puestas de miles de huevos. Los sapos de espuelas ponen también miles de huevos y los renacuajos crecen mucho antes de la metamorfosis, pero las condiciones meteorológicas cambiantes pueden llevar al desastre toda la generación anual si hay una gran sequía. En otros tiempos, como señalaba Valverde, los Pelobates tenían poblaciones explosivas que llegaban a atascar acequias y canalizaciones rurales, pero otros años, si no llueve a tiempo, ni siquiera hacen las puestas, como ocurrió el año pasado en este rincón de la sierra madrileña.
En resumen es muy interesante ver cómo los sapos parteros, que cuidan de su descendencia más que otras especies, ponen un número bajo de huevos, aunque el esfuerzo reproductivo de las hembras sea grande para poderlos dotar de mucho vitelo. Y también los machos aportan energía en su cuidado. Sin embargo, en el otro extremo, otras especies sin cuidados parentales y alto riesgo de muerte de larvas y metamórficos, como ocurre con los Bufo, hacen puestas de miles de huevos. Los sapos de espuelas ponen también miles de huevos y los renacuajos crecen mucho antes de la metamorfosis, pero las condiciones meteorológicas cambiantes pueden llevar al desastre toda la generación anual si hay una gran sequía. En otros tiempos, como señalaba Valverde, los Pelobates tenían poblaciones explosivas que llegaban a atascar acequias y canalizaciones rurales, pero otros años, si no llueve a tiempo, ni siquiera hacen las puestas, como ocurrió el año pasado en este rincón de la sierra madrileña.
Los dibujos anteriores son adaptaciones de los que puse en el libro "Los anfibios y reptiles de Madrid" de M. G. Paris, C. Martin, J. Dorda y M. Esteban. (1989).
Otras entradas del blog sobre reproducción de anuros:
Recuerdo unos sapos parteros comunes que vivían en una pila de arena que conservaba la humedad en el interior y se metían dentro con los huevos a la espalda. La arena había sobrado de una obra y a los sapos les encantaba, menudos conciertos daban sonaba algo así como hip-hip. Por cierto, excelentes dibujos.
ResponderEliminarUn saludo
Hola Pedro:
EliminarAhora que comentas lo de los sapos parteros, me he acordado de otra cosa curiosa: La mayoría de los sapos se entierran excavando con las patas traseras, en lo que el sapo de espuelas es el verdadero maestro, pero los parteros lo hacen de cabeza, con las patas delanteras, porque si no, con los huevos sería un verdadero desastre.
Saludos.
Otra gran entrada Jesus, en mis salidas por la sierra empezare a mirar las charca para intentar descubrirlos. Un saludo
ResponderEliminarGracias Luis, es el momento preciso. Lo ideal es ir por la noche y guiarse por el oído buscando los cantos, pero durante el día se pueden descubrir las puestas y algún ejemplar despistado. Sobre todo, si llueve.
EliminarHola Jesus, me podría hacer con el libro???? tengo uno de Mario que seguro que lo realizó por esas fechas (Anfibios de España). Nosotros tenemos montones de arena cerca de las charcas precisamente para que realicen sus galerías y funciona muy bien, ya que conserva mucho la humedad.
ResponderEliminarPd. estaria interesado en ver la expo del Museo sobre dinosaurios…..esta abierta los fines de semana supongo. A ver si podemos ir y nos vernos.
Un saludo
Abel
Hola Abel. No tengo ni idea de donde se puede conseguir el libro a estas alturas, pero lo investigaré. Y si no, a ver si hay quien lo escanee. Yo también tengo unos montones de arena en el jardín. También los utilizan algunas especies de abejas del suleo.
EliminarSí, el museo está abierto los fines de semana, mira la página web, porque han puesto unos horarios algo complicados:
http://www.mncn.csic.es/
La entrada vale para todo el museo, no te quedes en los dinosaurios, la de Biodiversidad merece la pena y es la más reciente.
Me estaba ahora acordando, ya que hablas de estrategias de reproducción respecto a la meteorología vigente, la mini fuente privada que tenía una rana común que fotografié con total tranquilidad entre la roca caliza. La fuente es permanente, nunca la he visto secarse, sin embargo, como todo lo aparentemente lujoso en determinados espacios de la naturaleza, tenía su inconveniente, y es que el agua estaba infestada de larvas de libélulas (Anax imperator) acechantes entre el lodo del fondo, prácticamente invisibles. La rana solitaria que fotografié llevaba mucho tiempo fuera del agua, no era muy grande desde luego.
ResponderEliminarSaludos.
Hola Javier. La relación entre ranas y libélulas es muy curiosa, quizás algún día haga una entrada sobre ello: Por un lado las larvas de libélula son terribles depredadoras de renacuajos y por otro las ranas cazan a las libélulas que acuden a poner huevos o a posarse en las orillas.
EliminarSaludos
Suelo ver larvas y metamórficos de Sapo partero, pero un macho portando los huevos, hace ya una infinidad de años que no he visto uno, a ver si consigo cambiar eso.
ResponderEliminarBuena entrada como siempre.
Un saludo.
Ese es el problema MGO que cada vez se ven menos. En mi zona se han perdido gran parte de los hábitats donde vivia el partero ibérico, en el entorno del río Guadarrama y en alta montaña, donde no se ha urbanizado, los obstetricans están esquilmados por la quitridiomicosis.
EliminarInteresante repaso y preciosos dibujos científicos, Jesús. Entre mis favoritos destaca la rana patilarga (Rana iberica) por nuestra común querencia montana, lamentablemente cada vez las veo menos, igual que me sucede con la rana bermeja del Pirineo. Tampoco ellas se libran del declive generalizado que sufren los anfibios.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Javier. La buena noticia para las ranas patilargas es que hace unos años se hizo un importante trabajo de retirada de truchas y salvelinos y ya el primer año se notaron los efectos positivos. Así como la suelta de ejemplares criados en cautividad.
EliminarUn abrazo.
Excelente repaso, Jesús. Permíteme una pregunta. Yo vivo en Valsaín, a 1200 m. en la cara norte de la Sierra. Por aquí he oído los silbidos de los parteros, sólo en primavera, pero nunca he sabido a cuál de los dos corrsponde. Supongo que estoy en el límite de ambas especies.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Carlos. Me alegro mucho de tenerte por aquí. Casi podría decir que sin duda se trata de Alytes obstetricans, tanto por la altitud como por la orientación norte.
EliminarYo soy fatal para el asunto de los sonidos, pero mi experiencia me indica que los parteros ibéricos emiten silbidos más aislados mientras que los comunes los hacen respondiéndose los unos a los otros con más rapidez.