En él Valverde desarrolló magistralmente los cambios ecológicos y anatómicos que tuvieron que seguir nuestros antepasados para pasar de ser simios de selva a habitantes de la sabana y espacios abiertos, sufriendo transformaciones que afectaron a la postura erguida, posición del cráneo, mandíbulas, garganta y, por supuesto, la dentición necesaria para consumir el nuevo recurso tenían ante ellos: los cereales. Como decía Valverde, incluso en la actualidad éstos son el primer recurso alimenticio de la humanidad.
Mandríl (Mandrillus sphinx), en el que se puede observar el gran desarrollo de los caninos en estos monos cinocéfalos (cabeza de perro), así como lo alargado de la cara.
Mono colobo negro (Colobus satanas), que muestra el aún respetable tamaño de los colmillos pero con una cara más achatada guardando la proporción.
Réplica de cráneo reconstruido de Australopithecus afarensis, de Sudáfrica. Se aprecia la ausencia de colmillos grandes y la cara más corta, pero no tanto como en el siguiente ...
Réplica de cráneo de Homo sapiens .Como explica Juan Luis Arsuaga la teoría del origen granívoro de la Humanidad tenía que venir de un naturalista generalista, que estudiase el asunto no con la visión de un antropólogo sino con la capacidad de síntesis del que se interesa y relaciona muy diferentes campos de la biología.
Una de las veces que coincidí con Valverde y me contó, a mi y a unos cuantos más, su teoría, no comenzó, como nosotros esperábamos con esquemas anatómicos de la mandíbula y los dientes sino con los datos de la alimentación humana actual dados por la FAO. En efecto, en todos los continentes el alimento básico mayoritario es una gramínea. Si a eso le sumamos las legumbres el resultado es aplastante.
Observando otros animales que se alimentan de grano encontramos que existen dos componentes principales en su manera de alimentarse: la pinza de precisión para agarrar las semillas y el molino para triturarlas. En las aves granívoras, por ejemplo, la pinza es el pico y el molino la molleja. En un roedor, en cambio, la pinza son los incisivos y el molino los molares. Valverde explica otros aspectos relacionados con los músculos de la mandíbula y la palanca que permite ganar fuerza para triturar las semillas y como se separan una y otra por una zona sin dientes llamada diastema, pero ahora creo que basta para comprender el conjunto saber que los molares deben estar lo más retrasados posible, cercanos a la articulación (cóndilo). Así ocurrió en los prehumanos con mayor facilidad al liberarse los incisivos de la tarea de pinza de precisión y entrar en juego un nuevo elemento: la mano.
Con una elocuente comparación "Las cabras pueden subirse a los árboles pero las vacas no" Valverde nos explica que con el aumento del tamaño corporal, los grandes monos (gorilas, chimpancés y orangutanes) han renunciado a la agilidad para desplazarse por los árboles. Sin embargo siguieron siendo parcialmente arborícolas solo que en lugar de correr por las ramas como los pequeños primates, se cuelgan de ellas con un movimiento de brazos que se llama braquiación. La braquiación, por cierto, necesita de una articulación del hombro como la que nosotros tenemos y posiblemente es un paso previo a la postura erecta y bípeda.
Para agarrarse a las ramas, las manos de los póngidos son largas y tienen el dedo pulgar muy separado del resto de los dedos. Así, si un chimpancé o gorila intentase manipular una pequeña semilla no podría hacerlo con facilidad, porque no tiene esa pinza de precisión que tenemos los humanos. Ellos, en lugar de enfrentar la punta del pulgar con las yemas de los dedos índice y corazón, la enfrentan contra los laterales de los otros dedos plegados como en una especie de puño medio abierto. En la historia del hombre, al separase evolutivamente de los otros grandes monos y alejarse de la selva, su mano cambió.
Los prehumanos, aunque no de tan gran tamaño como los grandes monos (antes llamados póngidos) se hicieron terrestres y afrontaron la vida en campo abierto defendiéndose de los depredadores gracias a su inteligencia.
Hubo otros primates que también tomaron el mismo camino que los prehumanos saliendo de la selva y abriéndose camino en la sabana (alimentándose de gramíneas, legumbres y bulbos), son los papiones y monos cinocéfalos en general. Pero estos, además de valerse de una organización social, que posiblemente también tuviesen los prehumanos, tienen unos formidables caninos, especialmente los machos, que les hace temibles incluso para un leopardo. ¿Que ocurre con las manos de los cinocéfalos? Pues que al ser apropiadas para manipular las pequeñas semillas son muy parecidas a las nuestras en una evidente convergencia adaptativa.
Para poder morder y defenderse con unos colmillos del tamaño del mandril la boca tiene que abrirse muchísimo y eso solo es posible si la cara y la mandíbula es larga. Quizás el mandril de la foto no sea la especie más adecuada para poner de ejemplo, porque es una especie de selva, pero es un ejemplo magnífico para comparar el cráneo de un cinocéfalo y el de un humano. Es además el que aparece en la portada del libro ¡Y es el que teníamos en la colección!
En la evolución los humanos toman el camino de retraer la cara hacia atrás renunciando a los grandes colmillos en pro de una eficiencia masticadora, que también viene acompañada de modificaciones en los molares. La nueva disposición craneal también permite un mayor desarrollo del cerebro al crecer el neurocráneo. Además, ese retraimiento junto con la postura erguida de la espalda, permite que la laringe tome una posición más anterior, pudiendo emitir una mayor variedad de sonidos. Eso hace posible el lenguaje hablado. ¿Sabéis cual es el cinocéfalo que puede emitir más riqueza de sonidos? El gelada (Theropithecus gelada), que es el que tiene la cara más corta y la garganta más vertical.
La liberación de la mano del trabajo de la locomoción con la postura erguida y el aumento de su habilidad adaptada a la manipulación del alimento, fue un paso evolutivo muy importante en el posterior desarrollo de las habilidades que dieron lugar a la manipulación de utensilios... y a la transformación del mundo.
Nota: He llamado todo el rato prehumanos y no prehomínidos a nuestros antepasados ya separados del linaje de los grandes monos, porque desde hace un tiempo los que llamábamos póngidos se consideran también de la familia Hominidae. Seguramente con gran decepción por parte de Valverde, los criterios genéticos han prevalecido sobre los morfológicos y funcionales. Por el momento.
Los documentos que el 20 de octubre del 2009, Luc Hoffmann y los herederos de José Antonio Valverde entregan al Archivo de este Museo son la muestra su trabajo en este campo de la ciencia, su originalidad y momento en que fue dado a conocer.