Es una de las abejas más frecuentes en los agujeros de mis refugios de insectos y la que más temprano aparece en primavera. Ahora mismo, a mediados de febrero, en cuanto hace un poco de sol, pueden verse los machos recién emergidos del nido en que nacieron. Permanecen alrededor de los nidos y se pelean o intentan copular con otros machos, que la cosa no está del todo clara, mientras esperan a que salgan las hembras. Ellas lo harán unos días después, pues los nidos donde se desarrollaron como larvas están más profundos en los agujeros.
Cópula de Osmia cornuta. Pueden verse los cuernecillos de la hembra en la parte baja de la cabeza y los pelos blancos en la cara característicos de los machos. |
Como en otras especies de himenópteros, de los huevos no fecundados salen ejemplares macho, haploides (un solo juego de cromosomas), mientras que de los fecundados, que son diploides, salen las hembras. Ellos son de talla bastante menor, tienen unos característicos pelos blancos en la frente y las antenas más largas. El nombre cornuta, se debe a que las hembras tienen un par de cuernecillos frontales, más abajo que las antenas.
Dos machos intentando copular o peleándose, no está claro en asunto. |
Fueron unas de las abejas que primero observé en mi jardín, pues anidaron en los canales del policarbonato que había puesto a modo de doble ventana aislante en un balcón y que, a ser transparente, pude observar su comportamiento con comodidad. Hice estas entradas en 2009 donde se ve lo que hoy explico en fotos y vídeos.
Nidos hechos en el policarbonato. |
Más tarde lo intenté en el refugio de insectos que hice, con unos surcos en madera y una cubierta de cristal para que se viesen mejor pero, si bien los exploraron y usaron como refugio, no llegaron a criar en ellos. Debo advertir que sobre el cristal había una placa de plástico opaca para evitar el exceso de luz, que solo retiraba para observar y hacer las fotos, aunque en el policarbonato no pareció importarles la luz.
Al empezar su actividad de recogida de polen en fechas muy tempranas, son excelentes polinizadoras de los árboles frutales que florecen en esas mismas fechas, como ciruelos, cerezos, almendros y otros, especialmente rosáceas. Así, lo de facilitar su cría en refugios de insectos no es sólo una buena idea educativa en parques y jardines, sino también económicamente rentable para huertos y grandes cultivos.
Las hembras utilizan agujeros ya existentes en troncos de árbol, madera de construcciones e incluso en muros de ladrillo si encuentran orificios de unos 8 a 10 mm de diámetro.
La hembra va rellenando el fondo del agujero con polen y néctar que amasa juntos para formar lo que se ha llamado “pan de abeja”. El néctar lo transporta en el buche y el polen en la escopa, cepillo para recolectar que en esta familia (Megalichilidae) está debajo del abdomen y no en las patas traseras como en las abejas de la miel y otros Apidae. Para dejar el polen tiene que salir y volver a entrar en el nido marcha atrás, si el agujero es tan estrecho que no puede darse la vuelta en su interior. En el metacrilato no era necesario. Una vez que ha hecho suficiente acopio de alimento pone un huevo encima y cierra la celdilla con barro, para empezar una nueva. Pude ver que completaba dos al día.
Otras especies del mismo género, Osmia, tienen un comportamiento y biología muy similar, variando apenas el tamaño de los orificios, la preferencia de los materiales donde buscan anidar y lo que utilizan para hacer los tabiques y tapón final del agujero.
En los refugios de insectos grandes es más probable que acudan también especies parásitas que ataquen los nidos. Eso puede ser interesante de observar y para la biodiversidad, pero quizás sea mejor y más natural si en lugar de un solo refugio grande hacemos varios pequeños en diferentes lugares. Eso lo estoy practicando en la actualidad, jugando también con distintas orientaciones, lo que contaré en otras entradas.