jueves, 29 de diciembre de 2011

Cleptoparasitismo de gorrión sobre carbonero

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O como los gorriones se aprovechan del trabajo de los carboneros para conseguir comida


Este otoño, cuando empecé a poner de nuevo alimento para los pájaros después de dejarles que se buscasen la vida en el verano, decidí instalar un nuevo tipo de comedero. Se trata de una simple bandeja a modo de plataforma abierta y mi intención es facilitar el acceso a otro tipo de aves, pues el antiguo comedero de tubo lo monopolizaban descaradamente los gorriones. Además, incluso entre ellos las jerarquías se imponen y no todos tienen igual acceso al grano.

También el nuevo comedero me permite poner otro tipo de alimentos y espero ampliar el espectro de aves que acudan a él que, por el momento, es bastante restringido. Petirrojos, estorninos, colirrojos tizones, verdecillos y mirlos, por citar unos pocos, se acercan al entorno y comen del suelo, pero no visitan el comedero.

La intención de esta entrada es volver a un tema que ya traté en otras ocasiones y es la evolución del comportamiento de los gorriones (Passer domesticus) y carboneros comunes (Parus major) desde que les facilito alimento. Al final de este texto dejo unos enlaces a entradas de otros años donde explico como los gorriones han aprendido a conseguir nuevas fuentes de alimentación imitando a los carboneros comunes.


Esto es especialmente llamativo en el caso de los cacahuetes que cuelgo de un alambre en las ramas del olivo. Los gorriones no tardaron mucho en copiar las posturas de los carboneros para acceder a las semillas.

Pero los gorriones, tal cual los observo, no son capaces de abrir las cáscaras de los cacahuetes y deben esperar a que un carbonero las abra para acercarse ellos y poder meter el pico en el agujero. En un principio los gorriones simplemente exploraban las ristras de cacahuetes buscando alguna semilla olvidada, pero en la actualidad su comportamiento es claramente un caso de cleptoparasitismo, ya que cuando el carbonero ha abierto el agujero le acosan para asustarle y después acceden a la comida.

Normalmente el carbonero intenta llevarse la semilla para comérsela tranquilamente en una rama algo alejada, pero en muchas ocasiones se le cae por el camino y allí está el gorrión para arrebatársela.

Hay pues dos formas de aprovecharse y conseguir la comida. Acudiendo al agujero ya abierto, que fue lo primero que descubrieron, y haciendo que se le caiga la semilla al suelo cuando el carbonero vuela asustado, que es una lógica consecuencia del comportamiento anterior.

La intención del gorrión es muy clara, pues mientras que el carbonero picotea con fuerza los cacahuetes, al más puro estilo pájaro carpintero, los gorriones no le molestan y permanecen en una rama algo por encima de la ristra de cacahuetes, observando. Sin embargo, se lanzan sobre él cuando ven que el párido está hurgando para llegar a las semillas.
El cleptoparasitismo se da en muchos animales, desde arañas e insectos hasta aves y mamíferos. Es bien conocido el caso de las gaviotas que se posan en la cabeza de los pelícanos, cuando tienen un pescado en la bolsa del pico, esperando a que estos lo abran para llevarlo hacia la garganta. También es cleptoparasitismo la relación entre leones y hienas cuando se arrebatan la presa recién cazada, pero no cuando carroñean los despojos ya abandonados.

Nunca había leído nada de este tipo de aprovechamiento entre estas dos especies de aves. Puede parecer que poner comida a los gorriones es una actividad banal, pero la experiencia me demuestra que sabiendo observar se pueden extraer datos interesantes sobre el comportamiento y su evolución.

Más adelante espero conseguir hacer un vídeo medianamente decente del proceso.

Las entradas (puedes pinchar sobre los títulos) donde trato sobre estos temas son:

Cletoparasitismo de gorrión sobre carbonero. Los vídeos
Continuación de esta entrada pero con vídeos.

Donde cuento como los gorriones aprenden de los carboneros cómo y dónde comer.

Más casos de lo mismo.

Los gorriones aprovechan las bellotas aplastadas por los coches para poderlas comer. Una entrada que no tuvo eco, pero que me parece una observación muy interesante.


domingo, 4 de diciembre de 2011

La muerte entre las flores tiene veneno de araña

LAS CURIOSAS ARAÑAS CANGREJO

Llevaba mucho tiempo queriendo fotografiar alguna araña de la peculiar familia Thomisidae. Había revisado cientos de flores esta primavera, en cada salida al campo, con la esperanza de hallar algunas de estas interesantes arañas. Así, cuando me encontré en mi jardín esta abeja muerta colgando de una flor de jara por un hilo de seda, ya de lejos, sin haberla visto siquiera, sabía que esta era mi ocasión. No tuve que acercarme mucho para descubrir a la protagonista, hábilmente escondida detrás de una hoja. En la foto, se pueden ver sus patas en la hoja del fondo.
Se les llama arañas cangrejo porque tienen la costumbre de andar lateralmente, como esos crustáceos marinos. Los tomísidos no hacen tela, confían en su capacidad de camuflaje y en su picadura. Sus quelíceros no son grandes, pero su veneno es particularmente efectivo para paralizar a los insectos voladores que acuden a libar (y polinizar) las flores. Es impresionante como una araña tan pequeña es capaz de retener a una abeja, moscardón o mariposa, con la fuerza voladora que tienen esos animales.
No lo hacen sin una cierta seguridad, ellas mismas están encordadas, como los escaladores, con un hilo de seda por si pierden el equilibrio, y también aseguran a su presa en cuanto tienen oportunidad, como puede verse en la abeja colgante.
Esta vez, la "muerte entre las flores" viene de los quelíceros venenosos de una pequeña Misumena vatia, reconocible por su abdomen globoso.
Y como las buenas noticias no suelen venir solas, a pocos metros de la jara anterior, encontré que la flor de jaguarzo del jardín también tenía una inquilina de la misma familia, la preciosa y más conocida Thomisus onustus. Estas arañas tienen la capacidad de cambiar de color, aunque tarden unos días en hacerlo, dependiendo del color que tengan las flores sobre las que acechan. Si los pétalos del jaguarzo son violetas, así serán las manchas de su dorso, pero si las flores fuesen amarillas su tono dominante será también verde amarillento.
En un viaje a Picos de Europa, cerca de Fuente De, descubrí otro ejemplar de la especie sobre unas flores de zanahoria silvestre y en ella podemos ver que no hay rastro de tonos azulados, sino que domina el blanco. Por cierto, que estaba pendiente, cámara en mano, con la esperanza de que se acercarse esa mosca y poder captar el monento de la caza, pero la que se puso por delante fue la hormiga. Sin embargo, no sé si la araña juzgó que la hormiga no iba a valerle ni de aperitivo o, simplemente, que no le gusta su sabor, porque aunque se le metió entre sus quelíceros, salió indemne del encuentro, seguro que totalmente inconsciente de lo cerca que estuvo de morir.
Son características de la familia el que los dos primeros pares de patas sean bastante más largas que las posteriores y, además, que los tres primeros pares solo se articulan hacia adelante. De esa manera, los ejemplares de las siguientes fotografías no hay duda de que son de esta familia, aunque no me atreva a ponerle nombre de especie, ni de género siquiera. Si alguno de mis lectores se atreve, que no deje de decírmelo.
Las dos las he encontrado, igualmente, entre las flores de mi jardín. Las he podido observar a lo largo de varios días y he comprobado que permanecen en la misma rama cambiando de flor si la primera se marchita. Esto es particularmente importante en el caso de las jaras, que cada día pierden sus pétalos, aunque otra nueva flor se abra en su proximidad.
También he podido ver que la mayor parte del día se lo pasan detrás de la flor o un poco más abajo, en el tallo, donde además se escondían cuando notaban que me acercaba. Supongo que solo se exponen a la vista sobre la corola floral, cuando quieren cazar.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Cochinadas


Desde animal maldito y prohibido hasta verdadera joya gastronómica, los cerdos y sus parientes llevan a sus espaldas una contradictoria imagen. Son codiciadas piezas de caza desde el paleolítico, como se refleja en las pinturas rupestres. Posteriormente fueron animales domesticados. Y por último, se van ganando el favor de los amantes de los animales como mascota. Parece chocante de un animal tachado de sucio, pero es que realmente no lo son, como van demostrando los cerdos vietnamitas en cada vez más hogares.

Se les ha clasificado dentro del numeroso Orden de los Artiodáctilos, un curioso cajón de sastre que los científicos dicen que es de origen polifilético, es decir, que los han agrupado juntos pero se sabe que tienen distintos orígenes evolutivos. Los protagonistas de esta entrada pertenecen al Suborden Suina, que comprende dos familias, los Suidae, que son los jabalíes, facoceros, potamoqueros y babirusas, distribuidos por Asia, Europa y África con un total de 17 especies y por otro lado la familia Tayassuidae, que incluye a las tres especies de pécaris de Centro y Sudámérica.

Sin duda la especie con mayor éxito, por su adaptación a distintos ambientes, lo que implica una distribución geográfica natural más amplia, es el jabalí, Sus scrofa, con numerosas subespecies. Se encuentra de manera natural en la mayor parte de Europa, en Asia y en el norte de África.

Además, los aficionados a la caza los han transportado a casi todos los rincones del mundo, incluida Australia, con las consecuencias negativas que son de suponer. Por supuesto, es también el pariente silvestre del que proceden todos los cerdos domésticos.

De vocación forestal.
La mayor parte de las poblaciones y especies de suinos habitan en bosques, por su alimentación y por la necesidad de regular su temperatura corporal. Al ser de gran volumen, necesitan vivir en lugares umbríos y, a ser posible, tener acceso a masas de agua donde refrescarse. Y mejor que agua lodo, porque el lodo transmite el calor de una manera mucho más eficiente que el agua limpia. Por eso remueven la tierra para amasar el barro. Eso también les vale para deshacerse de los parásitos externos, que quedan embutidos en el barro y luego, al rascarse en los troncos de los árboles, son arrancados.
Hay varias especies de potamoqueros, como los Potamochoerus porcus de la siguiente fotografía, pero son menos conocidos que los facoceros, porque tienen hábitos muy escondidos en las selvas africanas, y no son tan fáciles de observar y filmar como los animales de sabana.

Lecciones de ecología evolutiva.
Los facoceros son los súidos más característicos de espacios abiertos: la sabana africana. A ellos no les vale esconderse entre la vegetación densa y, por lo tanto, tienen que defenderse por medio de la rápida carrera. Un facocero a todo correr es casi imposible de alcanzar por un leopardo o un león, si no los pillan desprevenidos. Y contra los guepardos tienen un formidable método de defensa con sus grandes colmillos.
La selección natural les ha dotado de unas patas mucho más largas que al resto de su familia, adaptadas a la carrera. Sin embargo, la gran potencia de su cabeza, que exige unos fuertes músculos en el cuello, no les permitió alargar el cuello a la vez. De esa manera, para desenterrar los bulbos y los animales del suelo que constituyen su alimento, necesitan arrodillarse para hozar.
Tampoco les vale el revolcarse en el fango para refrescar su cuerpo ante el exceso de insolación. Por eso cavan madrigueras, o aprovechan las de otros animales, y pasan allí las horas de más calor y las noches, cuando los enemigos acechan. También se cubren de polvo, como hacen los elefantes, búfalos y rinocerontes, todos ellos animales de gran volumen y escaso pelo.

Lecciones de Biogeografía
En distintas islas de Indonesia se encuentran tres especies muy cercanas entre sí, y son un ejemplo de evolución insular, se trata de las babirusas: Baryrousa babyrussa (en las fotos), B. celebensis y B. togoeanensis. Su antepasado posiblemente tenía una distribución común, pero al quedar aisladas unas de otras su genética cambió hasta ser tan diferente como para considerarlas especies distintas. Si embargo, su aspecto externo es muy similar.

Son unos animales extraños, con unas características que parecen más propias de un animal prehistórico. Lo más llamativo es que los colmillos de la mandíbula superior no salen por la boca, en la encía, sino que atraviesan el morro hacia arriba.

La segunda lección de Biogeografía nos la ofrecen los pécaris, que como ya hemos comentado ocupan el continente americano y son de una familia distinta. Sus antepasados llegaron a Sudamérica hace unos 5 millones de años, cuando Sudamérica y Norteamérica se unieron después de haber estado separadas por un brazo de mar, ya muy distanciados de sus parientes asiáticos que debieron entrar por el norte. Ellos y otros mamíferos placentados que penetraron en el continente sur, llevaron a la extinción a numerosos marsupiales que se habían mantenido con vida desde la época en que América y Australia, que compartían fauna, se separaron.
Los ejemplares de las fotos pertenecen a la especie Pecari tajacu y nos muestran que se encuentran muy cómodos viviendo apelotonados.

La unión hace la fuerza.
Los pécaris son el mejor ejemplo para mostrar la importancia de la defensa en grupo. Son de tamaño relativamente pequeño, solo el jabalí pigmeo es menor, pero al formar grupos de hasta un centenar de indivíduos, son capaces de defenderse incluso de los pumas y jaguares. Casi todas las especies de súidos forman pequeñas manadas y son activos defensores de las crías. Sobre todo las hembras, que colaboran entre sí en su defensa.

Buenos para comer... ¿o no?
En su altamente recomendable libro "Bueno para comer, enigmas de alimentación y cultura", Marvin Harris, explica las razones por las que el cerdo es un animal prohibido para los judíos y musulmanes. Según él no es, como se ha mencionado repetidamente, porque sean portadores de triquina, pues esa relación se descubrió a mediados del siglo XIX y con recomendar cocer bien la carne ese problema se habría solucionado. El cerdo tiene una rentabilidad alimento consumido frente a carne producida, que no supera ningún rumiante, por lo que sería una especie muy recomendable para mantener y criar. La razón es ecológica. En los ambientes donde se han desarrollado estas dos grandes religiones, que son fundamentalmente desérticos, el alimento de los cerdos sería una seria competencia para la comida de los humanos. No ocurre así en las culturas más cercanas a los bosques, donde los súidos consumen productos forestales que no forman parte de la base alimenticia de las personas, además de tener un ambiente más propicio para esa especie.
Las culturas judía y musulmana han venido asociadas a la especie domesticada más propia de los ambientes áridos: la cabra, un poderoso agente en la desertificación, pero capaz de extraer proteínas animales a partir de vegetales incomestibles para nosotros. Además la cabra proporciona leche y todos sus subproductos. Los dromedarios son otra historia, y también formaron parte de los animales prohibidos, porque su utilidad como medio de transporte los hace demasiado valiosos para comérselos, pero cuando hay necesidad...
Me temo que cuando los preceptos religiosos compiten con la comida de supervivencia, lo espiritual tiene las de perder, pero si ayudan a racionalizar los recursos, tienen mucho conseguido.

domingo, 30 de octubre de 2011

Las rayas de las cebras

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Quizás a algunas personas no muy puestas en zoología les sorprenda saber que las cebras no son todas iguales, sino que están repartidas en tres especies y nada menos que diez subespecies distintas. Espero que esa no sea la única sorpresa que os dé.

La nomenclatura científica de estos equinos ha sido bastante confusa, cada fuente de información nos da unos nombres diferentes. Sin embargo, con la publicación del tomo correspondiente del "Handbook of the Mammals of the World", que teóricamente cuenta con el beneplácito de la mayoría de los especialistas, espero que tengamos sus nombres estables por una buena temporada. Son los que utilizo a continuación.
Cebra de Burchell, en el Parque Kruger, Sudáfrica.
 

En los siguientes dibujos, a modo de cuaderno de campo, podemos diferenciar las tres especies. Solo hay que fijarse en estas tres cosas: el grosor de las rayas en las ancas, si forman un dibujo en forma de “Y” en ellas y si las rayas llegan hasta el vientre o por el contrario la panza es blanca.
Todas las cebras pertenecen al género Equus, como los caballos y los asnos. Las tres especies son:

- La cebra de montaña, Equus zebra, en la que distinguimos la subespecie nominal, zebra, y hartmannae (de Hartmann).

- La cebra de Grévy, Equus grevyi. Sin subespecies descritas.

- La cebra de Burchell, Equus quagga, que se divide en seis subespecies vivientes: burchelli, antiquorum (de Damara), boehmi (de Grant), chapmanni, crawshaii y selousi. A estas hay que añadir la curiosa subespecie quagga, que no tenía rayas en la mitad trasera de su cuerpo, pero que se extinguió por sobrecaza. Ahora hay un proyecto que intenta recuperar las características físicas de esta cebra a partir de ejemplares selectos de las otras subespecies (*).
¿Son las rayas un carácter adaptativo?


Se ha especulado mucho sobre la utilidad del diseño rayado de las cebras. Es innegable que tiene que tener una ventaja adaptativa, porque todos los équidos autóctonos de la mitad sur de África son rayadas, si bien es cierto que todas las cebras tienen un antepasado común distinto al de los demás equinos. Las rayas, en mayor o menor grado, aparecen en casi todas las especies de la familia, como comentaré más adelante.

Se dice que las rayas pueden confundir a los depredadores en el juego de luces y sombras de la vegetación, pero la verdad es que en las sabanas abiertas, su hábitat principal, no parece tener demasiado sentido. También se ha comentado que, con la manada en movimiento, crean confusión al entrecruzarse las rayas de distintos animales. Sin embargo, otros équidos tienen depredadores y viven en hábitats similares y no tienen rayas. A mí me gusta, aunque no por ello tiene que ser más cierta, la explicación, de que confunde la visión de las moscas tse-tse. Se ha experiemntado con distintos patrones impresos y se ha visto que las moscas tse-tse se posan menos sobre superficies rayadas en blanco y negro que sobre otros diseños. Las cebras conviven con estas moscas transmisoras de la tripanosomiasis, llamada enfermedad del sueño, y son resistentes a esa enfermedad. Por eso los colonos de Sudáfrica intentaron, sin mucho éxito, su domesticación para que sustituyese a los caballos y burros.

Las cebras son negras con rayas blancas.

Sí, ya sé que puede parecer lo contrario, y que es todo un clásico esta discusión. La verdad es que los fetos de las cebras empiezan siendo de color negro. O lo que es lo mismo, la vida de las cebras comienza teniendo melanina en todo su cuerpo. Lo que ocurre es que a medida que se desarrolla empieza a actuar un inhibidor de la melanina, que es responsable de las rayas blancas, y para cuando la cebra nace ya es rayada. Es como si fuesen morenas y encaneciesen antes de nacer. O, como dice mi hija, como si las hubiesen pintado con tippex sobre la tinta negra.
Cebra de Grévy en el Parque de Cabárceno, Cantabria.
 
Eso no nos debería sorprender demasiado si nos fijamos en sus cercanos parientes los caballos. Muchos caballos, de capa clara cuando son adultos como los de raza española y los lizzipanos, nacen siendo negros y según van creciendo les aparecen manchas blanquecinas, es la llamada capa torda, que se va aclarando hasta llegar al blanco pasados los años, aunque algunos quedan tordos para siempre.



Las rayas un rasgo ancestral

Cuando un carácter aparece en casi todas las especies de una familia, tiene todas las papeletas para que proceda de sus antepasados comunes. Quizás los dibujos de los primitivos caballitos de tres o de cinco pezuñas que nos muestran los libros paleontología deberían tener rayas.


Caballo de Przewalski en el Parque Faunístico de los Pirineos.

 
Aparecen rayas en las patas del caballo salvaje de impronunciable nombre, Equus przewalskii, como puede verse en esta fotografía de detalle. Y también, a veces, en las patas de caballos domésticos al cruzar ejemplares de diferentes razas.



Las rayas están en las patas del caballo de Przewalski, aunque sean difíciles de apreciar.
 
Los burros tienen con frecuencia una raya oscura y única en el lomo, a la altura de la cruz, aunque si la capa es oscura apenas se distingue. En los de color gris claro sí suele ser patente. También tiene rayas en las patas el asno salvaje africano, Equus africanus, antecesor de los burros.



(*) Si tienes interés en conocer el proyecto para la recuperación de la quagga, puedes verlo pinchando AQUÍ.

jueves, 20 de octubre de 2011

Planeta de ácaros

El biólogo especialista en genética J.B.S. Haldane, que vivió entre los siglos XIX y XX, dijo en una ocasión a un teólogo con el que conversaba que, observando la obra de Dios, éste debía tener una desmedida afición por los escarabajos. Y es que se calcula que existen unos 5 millones de insectos de los que solo se han descubierto un millón. De ellos, 1.100.000 serían escarabajos, de los que hay descritas y nombradas unas 400.000 especies. Si tenemos en cuenta que se ha calculado que habrá unos once millones de seres vivos, incluyendo animales, plantas, hongos y otros pequeños grupos, llegamos a la conclusión de que la décima parte de las especies que habitan el planeta Tierra son escarabajos.
Los siguientes seres en la lista son los arácnidos, de los que se calcula que habrá unas 600.000 especies, de las cuales se han descrito casi 103.000, de ellas casi 50.000 corresponden a ácaros. Pero aquí está el asunto de esta entrada, los científicos creen que todas las especies de ácaros deben oscilar entre los 100.000 y el medio millón de especies.


Medio millón de unos seres verdaderamente horrorosos, de los que podríamos decir que "no les gustan ni a dios". De hecho, el número de especies por descubrir nos indica que hay pocos especialistas dedicados a investigar este grupo animal, a pesar de que tienen mucho interés, no solo científico, sino sanitario e incluso económico.


Podríamos decir que hay ácaros sobre casi todo lo que nos rodea. Los ácaros son los responsables de la mayoría de las alergias al polvo doméstico, incluso de las alergias a animales. En una pequeña porción de suelo hay miles de ácaros, nuestras sábanas tienen ácaros que se alimentan de las descamaciones de nuestra piel y sobre nosotros mismos también habitan, por más que nos mantengamos limpios. Algunos son responsables de determinado tipo de espinillas.


La mayoría de los ácaros son inocuos, pero los hay depredadores, que se alimentan de otros pequeños animalillos y muchos son parásitos, que viven chupando la sangre de sus huéspedes (como las garrapatas) o metiéndose dentro de la piel (como la sarna). Atacan a toda clase de animales, de hecho hay ácaros que matan colmenas enteras de abejas al parasitar su aparato respiratorio. Invaden los almacenes de harina y muchos otros alimentos, los encontraremos con seguridad en la superficie de los quesos, embutidos y jamones. Tampoco se libran de su parasitismo las plantas y pueden suponer plagas en los cultivos. Habitan tanto en el agua dulce como en tierra firme, a gran profundidad en el suelo y en aguas subterráneas. ¡Hasta flotando en el aire!



Con frecuencia podemos observar ácaros parásitos, parecidos a bolitas rojas, sobre grandes insectos, como chicharras, saltamontes y escarabajos, tanto acuáticos como terrestres. También en los oídos de las lagartijas y entre los dedos de las salamanquesas.


La mayoría de los ácaros son de tamaño microscópico y muchos pueden verse solo con una lupa, como los que he grabado, sacado de la piel de un topillo muerto o dentro de una flor de cyclamen





Pero los ácaros más odiados son sin duda las garrapatas que atacan al ganado, a los perros y a nosotros mismos si nos descuidamos.

En la siguientes fotos podemos ver una garrapata, que creo que es del género Hyalomma, que estaba en unos prados cercanos a casa donde este año se han hecho tan numerosas que no salgo a ellos con mi perra.

Las garrapatas nos detectan por el olor y por el calor que desprendemos, no por la vista porque no tienen ojos. En algunos lugares, donde son abundantes, si te quedas un rato quieto, más si estás sentado, como por ejemplo al hacer una foto, las puedes ver acercarse desde los alrededores para subírsete encima.
Pero más curioso es este otro comportamiento. La garrapata permanece en aparente descanso en la rama de una hierba junto a un camino...


... pero al más mínimo roce se pone en actitud de alerta, y con el siguiente roce se engancha al animal que ha pasado por su lado.


El primer roce se puede corresponder al paso de la pata anterior de un perro o cualquier otro animal y el segundo con su pata trasera, a la cual se subirán. Tanto cuando andan hacia ti como cuando están al acecho en lo alto de la hierba, las garrapatas mueven las patas delanteras como si fuesen antenas. Esto es debido a que en ese primer par de patas tienen el sentido del olfato.

Las hembras de garrapata que se suben a un animal, buscan, a veces durante horas, un lugar adecuado para agarrarse definitivamente, alejado de los dientes y las zonas donde el animal se pueda rascar. Cuando entierren su pico en la piel para succionar sangre se hincharán extraordinariamente, desapareciendo las arrugas de su cuerpo y estirando su superficie al máximo. Cuando los huevos que lleva en su interior estén maduros se dejará caer al suelo. Si tiene suerte, eso ocurrirá otra vez en el campo y podrá cumplir con su ciclo biológico. Cuando hace la puesta, transporta varios miles de huevos sobre sus espaldas. Luego, la sacrificada madre, se consume hasta morir y los hijos comienzan su vida libre.

Las garrapatas recién nacidas solo tienen seis patas y en sus primeras fases de vida parasitan a pequeños animales que viven en el suelo, reptiles, aves o pequeños mamíferos. Cuando llegan a adultas es cuando buscan presas más grandes.

Muchas garrapatas nunca encuentran un huésped al que parasitar, afortunadamente dadas las miles de crías que nacen. Pero no mueren fácilmente, pueden pasar incluso años sin comer ningún alimento, esperando pacientemente a sus víctimas.

Las garrapatas pueden trasmitir a las personas diversas enfermedades que llegan a ser graves. Entre ellas está la enfermedad de Lyme, producida por bacterias del género Borrelia, de la que últimamente están aumentando el número de casos.

En mi estancia en la selva amazónica peruana, de la que hable en ESTA ENTRADA, al andar por la selva, tuve la mala experiencia de resultar infectado por unos ácaros que allí llaman isangos y en otros sitios coloradillas. Su nombre científico es Trombicula autumnalis. Penetran y crían en los poros de la piel, normalmente en las piernas, produciendo un muy intenso picor. Pinchando AQUÍ se encuentra un artículo que habla de ellos. Afortunadamente una vez en un clima fresco y seco como el de Madrid, mueren y se termina el problema. Los acaricidas también ayudan, y por si acaso, toda la ropa de mi viaje pasó unos días en un arcón congelador.



Los datos de número de especies del principio de esta entrada están tomadas de: Numbers of Living Species in Australia and the World. Arthur D. Chapman. Australian Biodiversity Information Services, Toowoomba, Australia. Report for the Australian Biological Resources Study Canberra, Australia. September 2009

martes, 4 de octubre de 2011

El otoño está aquí, aunque no lo hayamos notado.

Ya se han ido la mayoría de las aves migradoras que criaron en nuestro territorio, en su lugar llegan otros que saben buscarse la vida a pesar del frío invernal. Para mi, ver en el jardín los petirrojos, Erithacus rubecula, acostumbrados a acudir a los comederos es la señal del cambio de estación, casi más que un vistazo al calendario.

Las temperaturas altas y la sequía nos tienen engañados y parece que, ya empezado octubre, aún seguimos en verano. El ratonero, Buteo buteo, (no me acostumbro a llamarle busardo) sobrevuela esta zona de la Sierra de Guadarrama, donde las dehesas de encinas, fresnedas en las zonas de suelo más húmedo, aparecen resecas, tanto en el estrato herbáceo como los propios fresnos, que han perdido sus hojas más por la sequía que por el frío y el viento otoñales que es lo que le correspondería.

Tiempo de moscas molestas que se nos meten en casa y mosquitos y otros insectos que hacen sus últimos enjambres para poner sus huevos antes de que llegue el invierno.

Y tras las moscas, estratégicamente situados en las ramas laterales de los árboles, los papamoscas cerrojillos, Ficedula hypoleuca. Desde sus posaderos hacen acrobacias para capturar a los insectos en pleno vuelo. Luego vuelven a la misma rama o a otra cercana con la que van alternando la posición mientras miran hacia un lado y otro en busca de la siguiente presa. Es impresionante la cantidad de papamoscas que pueden recorrer toda la Península Ibérica camino de África, en todo tipo de ecosistemas naturales, en parques y jardines, incluso urbanos. Solo por su comportamiento casi podemos distinguir la especie, aunque no siempre se diferencia tan fácilmente como este macho con su típica coloración...
... la mayoría de ellos son ejemplares jóvenes que se confunden con el diseño de las hembras.

También hemos visto este fin de semana algún que otro papamoscas gris, Ficedula striatus, con idéntico comportamiento, que se diferencia por el diseño listado del pecho.

Día tras día podemos ver papamoscas en los mismos posaderos, pero no son los mismos ejemplares, son una sucesión de aves que se van sustituyendo en su viaje hacia el sur, que encuentran las mismas ramas, idóneas para la caza de los pequeños insectos, de la misma manera que las moscas en casa tienen querencia por posarse en la misma esquina del mueble de la cocina, ejemplar tras ejemplar, año tras año.

Vimos también un numeroso grupo de golondrinas dáuricas, Hirundo daurica, camino hacia el sur a la vez que las sombras de la propia sierra van trepando por las laderas de la Pedriza teñidas de rojo, y parecen sortear el campanario del pueblo de Cerceda. Nos recuerda que los largos días de verano se han terminado y que desde el reciente equinoccio se va poniendo cada día más temprano y nos deja menos luz para los paseos. Pocos insectos fotografiaré ya, me tendré que dedicar a animales que se vean menos afectados por el frío.

sábado, 24 de septiembre de 2011

El verdadero nacimiento de las hijas del fuego

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Canibalismo intrauterino en las salamandras.

Este mes he tenido la grata sorpresa de reencontrarme con uno de mis animales favoritos, las salamandras. Últimamente no es fácil verlas en los arroyos de la Sierra del Guadarrama, su población ha disminuido muchísimo y posiblemente se haya extinguido en algunas localidades donde antes era relativamente frecuente. Contaminación, las enfermedades que han afectado a los sapos parteros, el aumento de las temperaturas, introducción de truchas y otros salmónidos, desvío, canalización y desaparición de arroyos... demasiadas amenazas como para que no disminuyan sus poblaciones.


En su "Historia Natural de los Cuadrúpedos ovíparos y de las Culebras" el Conde de la Cepede, Director del Gabinete de Historia Natural de París a principios del siglo XIX, nos cuenta que a la llamada por los antiguos "hija del fuego con cuerpo de hielo" se le ha atribuido la quimérica cualidad, no solo de resistir al fuego, sino también de apagarlo. Además, se le acusa de "poseer el veneno más mortífero, infectando con la ponzoña todos los vegetales de una basta región, pudiendo causar la muerte a regiones enteras".
Estas y otras absurdas creencias causaron y desgraciadamente siguen causando, no pocas calamidades a tan inocentes anfibios, aunque la transformación del medio ha sido mucho peor.
En efecto, las salamandras tienen veneno, pero no emponzoñan nada de su alrededor, solo lo segregan por la piel y especialmente por las glándulas parotídeas (marcadas en el dibujo), cuando algún enemigo lo ataca, como cualquier otro anfibio.
Quizás su hábitat entre musgos y hojarasca en umbríos y húmedos parajes o en chorreantes arroyos de prados montanos estimule especialmente la imaginación. Puede que alguna desdichada salamandra apareciese saliendo de un tronco medio podrido echado al fuego, dando lugar a esas creencias. Por el contrario, la verdadera historia natural de las salamandras no es menos fascinante que esas supersticiones.
 El pincipal carácter distintivo para identificar una salamandra es la coloración contrastada negro amarillo y las glándulas parotídeas

La mayor parte de los urodelos ponen sus huevos en el agua, y así lo hacen también algunas poblaciones de salamandras del norte de África (Salamandra algira), como tantos otros anfibios. En cambio, la mayoría de las salamandras ibéricas (Salamandra salamandra) son ovovivíparas, es decir, incuban los huevos en su interior "dando a luz" en el agua a larvas bien desarrolladas. Algunas en el momento de nacer aún conservan la envuelta membranosa del huevo. Es decir, la eclosión del huevo ocurre justo en el momento de ser puestos y se realiza en el agua.
Una hembra adulta puede "parir" de esta manera entre 20 y 40 crías con sus cuatro patas y los penachos branquiales que les permiten respirar en el agua.


Caracteres distintivos para identificar a una larva de salamandra. Las manchas amarillas en el principo de las patas y el extremo de la cola redondeada.
Pero las salamandras de algunas poblaciones del norte de la Península Ibérica no se conforman con eso, los huevos eclosionan dentro del útero materno y allí respiran a través de las branquias, creen y se desarrollan. ¿He dicho crecen? ¿Pero qué comen para poder crecer? La respuesta es simple: A sus hermanos. Bueno, no solo a sus hermanos, también otros huevos que la madre va produciendo. ¿Existe mayor ferocidad que comerse a sus hermanos antes incluso de nacer? De esa manera no nacen tantas crías, pero las que nacen son más grandes y preparadas para la supervivencia. Además, en el momento del parto ya tienen las branquias completamente reabsorbidas y pueden respirar con los pulmones por lo que no necesitan ser puestos en el agua. Este tipo de reproducción se denomina científicamente adelfofagia. Es la mayor liberación para un anfibio: nacer en tierra firme.

El canibalismo en las salamandras es cosa de familia (nunca mejor dicho) y no solo se presenta dentro del útero materno. En los arroyos de montaña es fácil que en un pequeño tramo haya unas cuantas larvas que quedan aisladas en remansos y generalmente son hermanas. Allí la vida animal no es muy abundante y ante la falta de alimento no dudan en atacarse las unas a las otras y así, no es raro que a alguna le falte una pata, un penacho branquial o el final de la cola, como le ocurre a la de la anterior fotografía.

El Conde de la Cepede decía que afortunadamente se "esparcieron las luces de la ciencia" y ahora más que nunca. Para ver hasta que punto es esto cierto nada mejor que echar un vistazo al artículo de David Buckley y colaboradores, la mayoría compañeros del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Os invito a hacerlo, aunque no os lo leáis, solo por ver la fotos de las pequeñas caníbales, pinchando AQUÍ.

Esta entrada está inspirada en un artículo que escribí para el "Observatorio" de la revista Quercus número 27, en 1987. Las fotos están tomadas en San Rafael, Segovia, y los dibujos de la "Guía de Anfibios y Reptiles de Madrid", de la que soy coautor de los textos y autor de los dibujos.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Jerarquía visual en la naturaleza

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Antes del verano un amigo me pidió que le ayudase en la búsqueda de ejemplos para un trabajo sobre lógica visual. Por lo que entendía, los conceptos que le estaban enseñando para su aplicación en diseño de audiovisuales, páginas web y demás medios de comunicación, no eran obra de la humanidad, sino de la propia naturaleza.

En efecto, yo mismo había estudiado esos conceptos e intento aplicarlos en mi trabajo diario en el diseño de exposiciones, pero no se me había ocurrido buscar los ejemplos en la naturaleza de manera sistematizada. Fruto de la colaboración entre mi amigo Ángel y yo, es esta entrada.
En la primera fotografía podemos apreciar unas pancartas verticales situadas junto a la carretera. No hace falta que se lean las letras, sabemos a qué se refiere y que en ese lugar, hay un concesionario de automóviles de una marca concreta. En la misma foto y del mismo color, unas espigas verticales de flores destacan entre el resto de hierbas. Puede que nos pase desapercibido porque no va dirigido a nosotros, pero a los insectos, los receptores del mensaje, seguro que no: aquí hay flores con néctar y el precio que hay que pagar por ese trago de dulce líquido es transportar un poco de polen hasta la siguiente flor.


De la misma manera, en la foto del papión nuestros ojos no vagan aleatoriamente por la imagen buscando información visual aquí y allá, van a un lugar muy concreto, el papión está mandando un mensaje muy claro a sus congéneres y a otras especies: aquí hay un ejemplar macho, dominante, y atento a lo que pueda amenazar a las hembras y crías que tiene a su cuidado.

Evidentemente para buscar los paralelismos en la naturaleza tendremos que fijarnos en los animales que utilizan en sentido de la vista para recibir los mensajes de su entorno. Hay también una lógica olfativa y sonora, y no somos inmunes a ellas. Pero hoy toca lógica visual y conceptos concretos con ejemplos concretos:

1. La jerarquía arriba / abajo.

Estamos acostumbrados a que los mensajes principales, los títulos o lo más importante que queremos transmitir, tienen que estar en lo más alto: los monarcas se colocarán en posiciones elevadas y llevarán tocados para elevarse sobre el resto, los titulares de los artículos siempre se colocan en las cabeceras de los textos, los objetos importantes se ponen en lo más alto de las vitrinas de los museos, ... No es distinto en la naturaleza. El lobo dominante lleva su cola en alto, decimos que está en lo más alto de la jerarquía de la manada. Volviendo al mundo de las flores y sus mensajes para los clientes-insectos, las flores están en lo alto de los tallos, muchas plantas tienen en la parte superior de sus espigas o bien flores estériles con formas más llamativas que las de la parte inferior o pétalos superdesarrollados respecto a los que hay más abajo. Así llaman la atención de los insectos que pasan volando. Tal es el caso del cantueso.

2. Jerarquía grande / pequeño.

Siguiendo con los ejemplos anteriores, los titulares se ponen con letras de mayor tamaño que el resto. Quien quiere destacar se hincha, sea animal o humano. Las flores que deben ser polinizadas por insectos son más grandes que las polinizadas por el viento. Ante un paisaje homogéneo, lo de mayor tamaño nos llama más la atención. Pero no ocurre a la inversa: Ante un universo de cosas grandes es difícil que nos fijemos en las pequeñas. El animal que quiere inhibir los ataques se encoje, intenta pasar desapercibido de esa manera.

3. Jerarquía centrado / periférico

A los objetos situados en posición central les damos mayor importancia que a los de las posiciones periférica. Los textos importantes los ponemos centrados. En las vitrinas, el del medio es el objeto más valioso. Las flores nos vuelven a mostrar que son verdaderas profesionales de la publicidad con sus anuncios de néctar.


4. Jerarquía de lo contrastado.

La utilización conjunta de colores que contrasten entre sí, tampoco es un invento humano y, además, no solo se usa para llamar la atención en el momento de ser visto, sino también para ser más fácilmente recordado. Los contrastes de amarillo, negro y rojo están presentes en plantas y animales venenosos, que producen picaduras o que tienen sabor desagradable. Y también por todo un ejército de imitadores que se aprovechan de esa cualidad para engañar al receptor del mensaje.

En el trasero de muchas especies de ungulados sociales no tanto en los de vida solitaria, se aprecian una marcas contrastadas, como en los impalas, que se hacen más evidentes cuando el animal se alarma y levanta la cola. Es un mensaje para el resto del grupo, que también reconocen otras especies que conviven con ellos, como cebras, ñus y gacelas.
5. Jerarquía de lo separado frente a lo grupal.

Como en el chiste de los indios que atacan al fuerte, ¿cuantos ñus hay en la foto?: Un montón delante y uno detrás. En el interior del grupo se pasa desapercibido, el que se aparta llama la atención. Y eso igual que puede ser beneficioso en determinado tipo de situaciones, es muy perjudicial en otras. En el ejemplo de abajo, el ñu que se separa de la manada tiene más posibilidades de ser atacado por las leonas. Un grupo de estorninos que se vea atacado por un halcón tenderá a agruparse para que el depredador no se pueda centrar en ninguno concreto.
Por separado puede entenderse también al ejemplar distinto, como la cebra que hay camuflada entre los ñus, los depredadores pueden optar por fijar su atención en el ejemplar diferente. Así lo harán con un individuo de color distinto, albino o melánico, por eso en la naturaleza es difícil que sobrevivan esos ejemplares. En cambio, en cautividad, en los animales domésticos, es fácil que se conserven esos ejemplares, precisamente por su singularidad.


Sin embargo, hay un momento en el que conviene llamar la atención: el celo. Cuando llega el momento de la reproducción los machos se separan del grupo y hacen sus exhibiciones particulares, sean ciervos, antílopes o aves. En ese momento es más importante ser un anuncio viviente de sus capacidades, que pasar desapercibido ante los depredadores.

6. Jerarquía de lo brillante.

Entre los insectos y entre las aves es muy común la presencia de ocelos y manchas brillantes. Son maneras de llamar la atención, especialmente entre los ejemplares macho en su lucha por conseguir a las hembras. Esas manchas brillantes pueden permanecer ocultas fuera del comportamiento reproductor o desaparecer por completo en los plumajes de invierno para no destacar en exceso frente a los depredadores.

En definitiva, las aplicaciones de jerarquía visual en diseño gráfico son un reflejo de algo que llevamos en los genes desde hace millones de años formando parte de nuestra propia naturaleza. Por eso son tan eficaces.