Canibalismo intrauterino en las salamandras.
Este mes he tenido la grata sorpresa de reencontrarme con uno de mis animales favoritos, las salamandras. Últimamente no es fácil verlas en los arroyos de la Sierra del Guadarrama, su población ha disminuido muchísimo y posiblemente se haya extinguido en algunas localidades donde antes era relativamente frecuente. Contaminación, las enfermedades que han afectado a los sapos parteros, el aumento de las temperaturas, introducción de truchas y otros salmónidos, desvío, canalización y desaparición de arroyos... demasiadas amenazas como para que no disminuyan sus poblaciones.
En su "Historia Natural de los Cuadrúpedos ovíparos y de las Culebras" el Conde de la Cepede, Director del Gabinete de Historia Natural de París a principios del siglo XIX, nos cuenta que a la llamada por los antiguos "hija del fuego con cuerpo de hielo" se le ha atribuido la quimérica cualidad, no solo de resistir al fuego, sino también de apagarlo. Además, se le acusa de "poseer el veneno más mortífero, infectando con la ponzoña todos los vegetales de una basta región, pudiendo causar la muerte a regiones enteras".
Estas y otras absurdas creencias causaron y desgraciadamente siguen causando, no pocas calamidades a tan inocentes anfibios, aunque la transformación del medio ha sido mucho peor.En efecto, las salamandras tienen veneno, pero no emponzoñan nada de su alrededor, solo lo segregan por la piel y especialmente por las glándulas parotídeas (marcadas en el dibujo), cuando algún enemigo lo ataca, como cualquier otro anfibio.
Quizás su hábitat entre musgos y hojarasca en umbríos y húmedos parajes o en chorreantes arroyos de prados montanos estimule especialmente la imaginación. Puede que alguna desdichada salamandra apareciese saliendo de un tronco medio podrido echado al fuego, dando lugar a esas creencias. Por el contrario, la verdadera historia natural de las salamandras no es menos fascinante que esas supersticiones.
El pincipal carácter distintivo para identificar una salamandra es la coloración contrastada negro amarillo y las glándulas parotídeas
La mayor parte de los urodelos ponen sus huevos en el agua, y así lo hacen también algunas poblaciones de salamandras del norte de África (Salamandra algira), como tantos otros anfibios. En cambio, la mayoría de las salamandras ibéricas (Salamandra salamandra) son ovovivíparas, es decir, incuban los huevos en su interior "dando a luz" en el agua a larvas bien desarrolladas. Algunas en el momento de nacer aún conservan la envuelta membranosa del huevo. Es decir, la eclosión del huevo ocurre justo en el momento de ser puestos y se realiza en el agua.
Una hembra adulta puede "parir" de esta manera entre 20 y 40 crías con sus cuatro patas y los penachos branquiales que les permiten respirar en el agua.
Caracteres distintivos para identificar a una larva de salamandra. Las manchas amarillas en el principo de las patas y el extremo de la cola redondeada.
Pero las salamandras de algunas poblaciones del norte de la Península Ibérica no se conforman con eso, los huevos eclosionan dentro del útero materno y allí respiran a través de las branquias, creen y se desarrollan. ¿He dicho crecen? ¿Pero qué comen para poder crecer? La respuesta es simple: A sus hermanos. Bueno, no solo a sus hermanos, también otros huevos que la madre va produciendo. ¿Existe mayor ferocidad que comerse a sus hermanos antes incluso de nacer? De esa manera no nacen tantas crías, pero las que nacen son más grandes y preparadas para la supervivencia. Además, en el momento del parto ya tienen las branquias completamente reabsorbidas y pueden respirar con los pulmones por lo que no necesitan ser puestos en el agua. Este tipo de reproducción se denomina científicamente adelfofagia. Es la mayor liberación para un anfibio: nacer en tierra firme.
Pero las salamandras de algunas poblaciones del norte de la Península Ibérica no se conforman con eso, los huevos eclosionan dentro del útero materno y allí respiran a través de las branquias, creen y se desarrollan. ¿He dicho crecen? ¿Pero qué comen para poder crecer? La respuesta es simple: A sus hermanos. Bueno, no solo a sus hermanos, también otros huevos que la madre va produciendo. ¿Existe mayor ferocidad que comerse a sus hermanos antes incluso de nacer? De esa manera no nacen tantas crías, pero las que nacen son más grandes y preparadas para la supervivencia. Además, en el momento del parto ya tienen las branquias completamente reabsorbidas y pueden respirar con los pulmones por lo que no necesitan ser puestos en el agua. Este tipo de reproducción se denomina científicamente adelfofagia. Es la mayor liberación para un anfibio: nacer en tierra firme.
El canibalismo en las salamandras es cosa de familia (nunca mejor dicho) y no solo se presenta dentro del útero materno. En los arroyos de montaña es fácil que en un pequeño tramo haya unas cuantas larvas que quedan aisladas en remansos y generalmente son hermanas. Allí la vida animal no es muy abundante y ante la falta de alimento no dudan en atacarse las unas a las otras y así, no es raro que a alguna le falte una pata, un penacho branquial o el final de la cola, como le ocurre a la de la anterior fotografía.
El Conde de la Cepede decía que afortunadamente se "esparcieron las luces de la ciencia" y ahora más que nunca. Para ver hasta que punto es esto cierto nada mejor que echar un vistazo al artículo de David Buckley y colaboradores, la mayoría compañeros del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Os invito a hacerlo, aunque no os lo leáis, solo por ver la fotos de las pequeñas caníbales, pinchando AQUÍ.
Esta entrada está inspirada en un artículo que escribí para el "Observatorio" de la revista Quercus número 27, en 1987. Las fotos están tomadas en San Rafael, Segovia, y los dibujos de la "Guía de Anfibios y Reptiles de Madrid", de la que soy coautor de los textos y autor de los dibujos.