Estos días otoñales con tan altas temperaturas y sin lluvia, hay que aprovecharlos como un regalo, porque nunca sabemos si las cosas se nos van a poner más difíciles. Así, casi de improviso decidimos la mañana del sábado salir rumo al Manzanares, en Colmenar Viejo, para remontarlo hasta la parte que hay justo bajo el muro de la presa del Embalse de Santillana. Además, así hacíamos una continuación de las cañadas y cordeles de esa zona, que queremos ir conociendo poco a poco.Nos sorprendió que aún quedaba bastante agua en el río, teniendo en cuenta la que retiene el embalse, y que ciertas zonas conservan una vegetación de ribera bastante aceptable. Nuestro gozo terminó cuando no pudimos alcanzar el muro de la presa ni un cerro que domina la zona, porque fincas privadas o el área reservada de la empresa hidroeléctrica no nos permitían continuar los accesos, ni siquiera los señalados como pasos ganaderos. Esto fue casi lo más cerca que estuvimos.
En el agua pudimos disfrutar del espectáculo de la puesta de estas libélulas Sympetrum sp. de las que no me atrevo a poner nombre específico porque me fue imposible verlas mejor o hacerles una foto aceptable. Pongo ésta como testimonio de que en este género la hembra suele hacer las puestas mientras aún esta sujeta por el macho. La actividad era frenética, casi todas las que se veían estaban emparejadas y bajaban a la velocidad del rayo para meter la punta del abdomen en el agua y volver a subir. A base de ráfagas a 1/2000 de velocidad en la cámara, salvé este único fotograma.
En otra orilla nos encontramos con una de las especies de planta invasora, la azolla, Azolla filiculoides, es un helecho acuático que se desarrolla sobre la superficie del agua y llega a cubrir grandes extensiones asfixiando a otras especies de plantas acuáticas y afectando a todo el ecosistema en general. Bajo ella se movía otra especie introducida, las gambusias, peces norteamericanos que en muchos lugares de nuestra geografía han sustituido a pequeños ciprínidos y ciprinodóntidos autóctonos.
También el otoño es tiempo de flores.
¿Quien dice que no? No son muchas las especies, pero su abundancia no nos deja lugar a dudas. Así, en este prado sobrexplotado por el diente de ovejas y vacas, dan una nota de color las merenderas o quitameriendas, Merendera montana, fieles a su cita otoñal.
Como alguna otra planta de bulbo, las merenderas desarrollan las flores antes que las hojas y aparecen todas a la vez y con abundancia en los prados serranos.
Un ecosistema dentro de otro.
Hablando de merenderas se nos abrió el apetito y decidimos que la sombra de los chopos era la mejor opción. Así, buscamos un lugar lo más libre de excrementos ovinos posible y nos dispusimos a darle cumplido homenaje a los bocatas. No tardamos en ser bombardeados por una caída de hojas un tanto especial. No se trataba de la melancólica imagen de la hoja flotando en el viento, sino una caída de objetos relativamente duros. Se trataba de hojas de chopo, sí, pero lastradas con un pegote en el peciolo a modo de paracaidista.
Son, por supuesto, agallas formadas por un insecto que desarrolla sus larvas en el peciolo de las hojas y que el árbol rodea con una especie de tejido tumoral del que se alimentan. Ese "microecosistema" es también aprovechado por otras especies animales.
Me sorprendió la abundancia de caida de estas hojas lastradas respecto a las hojas normales, que la mayoría están aún verdes, pero no tardé mucho en descubrir la razón. Unos mosquiteros que poco antes había fotografiado, se dedicaban a picotearlas en busca de los insectos que hay en su interior. Y muchas de ellas caían ante semejante maltrato, ... sobre nuestras cabezas.
Recogí unas cuantas hojas de muestra, para llevarlas al especialista del Museo, y para poder cotillear en su interior con la cámara lupa. Estas típicas agallas del chopo están inducidas por el insecto Pemphigus bursarius. Este Hemiptero (chinche en sentido amplio) pertenece a la familia de los áfidos (Aphididae), que son un tipo de pulgones.
En primavera inducen la formación de las agallas en los tejidos de los chopos y otros árboles emparentados. Un par de meses después sale de la agalla la siguiente generación que viven en las raíces de otra planta completamente diferente, herbáceas compuestas, pudiendo llegar a ser a ser plaga en lechugas y endivias.
Además, a las agallas abiertas acuden insectos parásitos y depredadores. Os recuerdo que la altura de la ventana del vídeo se corresponde con un centímetro de longitud.
Chopo que forma agalla en respuesta a la invasión del pulgón, mosquitero quizás migrante que se carga de grasa para soportar un largo viaje, ... son algunos de los maravillosos eslabones de una cadena de biodiversidad que estamos obligados a conservar.
Si estáis interesados en el fascinante mundo de las agallas vegetales os recomiendo leer el texto de una de las charlas que el investigador José Luis Nieves nos ofreció en el Museo de Ciencias. Allí podréis ver la enorme cantidad y variedad de plantas y animales que interaccionan formando agallas.
En el agua pudimos disfrutar del espectáculo de la puesta de estas libélulas Sympetrum sp. de las que no me atrevo a poner nombre específico porque me fue imposible verlas mejor o hacerles una foto aceptable. Pongo ésta como testimonio de que en este género la hembra suele hacer las puestas mientras aún esta sujeta por el macho. La actividad era frenética, casi todas las que se veían estaban emparejadas y bajaban a la velocidad del rayo para meter la punta del abdomen en el agua y volver a subir. A base de ráfagas a 1/2000 de velocidad en la cámara, salvé este único fotograma.
En otra orilla nos encontramos con una de las especies de planta invasora, la azolla, Azolla filiculoides, es un helecho acuático que se desarrolla sobre la superficie del agua y llega a cubrir grandes extensiones asfixiando a otras especies de plantas acuáticas y afectando a todo el ecosistema en general. Bajo ella se movía otra especie introducida, las gambusias, peces norteamericanos que en muchos lugares de nuestra geografía han sustituido a pequeños ciprínidos y ciprinodóntidos autóctonos.
También el otoño es tiempo de flores.
¿Quien dice que no? No son muchas las especies, pero su abundancia no nos deja lugar a dudas. Así, en este prado sobrexplotado por el diente de ovejas y vacas, dan una nota de color las merenderas o quitameriendas, Merendera montana, fieles a su cita otoñal.
Como alguna otra planta de bulbo, las merenderas desarrollan las flores antes que las hojas y aparecen todas a la vez y con abundancia en los prados serranos.
Un ecosistema dentro de otro.
Hablando de merenderas se nos abrió el apetito y decidimos que la sombra de los chopos era la mejor opción. Así, buscamos un lugar lo más libre de excrementos ovinos posible y nos dispusimos a darle cumplido homenaje a los bocatas. No tardamos en ser bombardeados por una caída de hojas un tanto especial. No se trataba de la melancólica imagen de la hoja flotando en el viento, sino una caída de objetos relativamente duros. Se trataba de hojas de chopo, sí, pero lastradas con un pegote en el peciolo a modo de paracaidista.
Son, por supuesto, agallas formadas por un insecto que desarrolla sus larvas en el peciolo de las hojas y que el árbol rodea con una especie de tejido tumoral del que se alimentan. Ese "microecosistema" es también aprovechado por otras especies animales.
Me sorprendió la abundancia de caida de estas hojas lastradas respecto a las hojas normales, que la mayoría están aún verdes, pero no tardé mucho en descubrir la razón. Unos mosquiteros que poco antes había fotografiado, se dedicaban a picotearlas en busca de los insectos que hay en su interior. Y muchas de ellas caían ante semejante maltrato, ... sobre nuestras cabezas.
Recogí unas cuantas hojas de muestra, para llevarlas al especialista del Museo, y para poder cotillear en su interior con la cámara lupa. Estas típicas agallas del chopo están inducidas por el insecto Pemphigus bursarius. Este Hemiptero (chinche en sentido amplio) pertenece a la familia de los áfidos (Aphididae), que son un tipo de pulgones.
En primavera inducen la formación de las agallas en los tejidos de los chopos y otros árboles emparentados. Un par de meses después sale de la agalla la siguiente generación que viven en las raíces de otra planta completamente diferente, herbáceas compuestas, pudiendo llegar a ser a ser plaga en lechugas y endivias.
Además, a las agallas abiertas acuden insectos parásitos y depredadores. Os recuerdo que la altura de la ventana del vídeo se corresponde con un centímetro de longitud.
Chopo que forma agalla en respuesta a la invasión del pulgón, mosquitero quizás migrante que se carga de grasa para soportar un largo viaje, ... son algunos de los maravillosos eslabones de una cadena de biodiversidad que estamos obligados a conservar.
Si estáis interesados en el fascinante mundo de las agallas vegetales os recomiendo leer el texto de una de las charlas que el investigador José Luis Nieves nos ofreció en el Museo de Ciencias. Allí podréis ver la enorme cantidad y variedad de plantas y animales que interaccionan formando agallas.
Sí, hay que aprovechar los días por si acaso. Y la luz de las tardes, cada vez más cortas. Lo de los peciolos no me había fijado nunca, las quitameriendas me encantan, tan moradas.
ResponderEliminarUn abrazo, Jesús, para ti y tu familia.
Aurora
Me ha gustado el viaje al interior de las agallas, y toda la entrada. Además, veo que has resuelto en un plisplás un asunto que me trae de cabeza con otras agallas, aunque también en la Sierra de Guadarrama. ¡Así que en este caso son mosquiteros los que pican las agallas!¡Ajá! Tomo nota (de campo y jardín, por supuesto)
ResponderEliminarUn abrazo, Jesús
Qué curioso. Yo las que siempre veo son las agallas del roble. O eso creo, que son unas bolas marrones de tamaño más pequeño o similar a una pelota de ping-pong. ¿Supongo que de la famosa mosca del roble? Tengo conocimientos muy confusos sobre ello. Creo que alguna vez he destripado alguna pero no he observado nada o no lo habré observado bien seguramente.
ResponderEliminarDel chopo no tenía ni idea.
Gracias por el paseito!!! ;-)
Qué buenas las imágenes del interior de una agalla! no sabía que vivía tanta gente junta, jejeje.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias a todos por vuestros comentarios.
ResponderEliminarAurora, hay que espavilar antes de que llegue el duro invierno, pero este ya lo aprovecharemos también... ¡no nos queda otro remedio! :-)
Javier, creo que hay otras especies de aves que picotean las agallas, incluso el picapinos a juzgar por algún destrozo que he visto en las gordas agallas del roble. Estas son blanditas y fáciles de atacar por el mosquitero.
Mamen, en los robles hay dos especies muy típicas, las gruesas con abultamientos y otras con aspecto de canicas, son producidas por distintos animales, pero a ellas quiero dedicar otra entrada cuando tenga más material gráfico. Si las cortas justo por la mitad sí que encontrarás o el gusanito larva, en el centro, de su interior o el pellejo vacio porque ya adulto ha salido volando.
Gracias Goyo, según el tipo de agalla puede haber uno o muchos inquilinos originales, pero además todos los que vienen detrás, como en un ecosistema en miniatura.
¡Gran paseo, sí señor! ¡Y menudo ajetreo dentro de la agalla! Qué mundillo el de las agallas, repleto de parásitos, usurpadores, pajarillos que picotean desde afuera... ¿Sabes si unas agallas otoñales en cierto modo parecidas a estas del chopo, en los peciolos de las hojas de la encina, también son de áfidos? Las he encontrado por primera vez este otoño y ando aún "tras la pista" del dueño... ¡Saludos naturalistas!
ResponderEliminarHola Naturalista, buscaré las agallas que dices a ver si localizo la especie.
ResponderEliminarBonito blog, a mi también me gusta la naturaleza... sobre todo los insectos a los que intento "copiar" para con estos montajes de insectos intentar pescar alguna trucha y carpa, como vereis en mi blog : www.pescarlitos.blogspot.com
ResponderEliminarsi os fijais en el apartado MONTAJES vereis esto que os digo... Pero tranquilos, lo que pesco es devuelto al medio... je,je,je. un saludo
Naturalista, no he encontrado agallas parecidas de áfidos en Quercus, pero sí de Cynipidae. Lo malo es que hay varias especies.
ResponderEliminarTe voy a dar unos nombres para ver si así encuentras fotos en internet y las puedes identificar. Si no, ya veremos otras posibilidades.
En el tomo 16 de la serie Fauna Iberica del Museo cita para los peciolos de hojas pequeñas ramas Quercus ilex y coccifera las siguientes especies:
Plagiotrochus yeusei, P. australis y P. panteli.
Pero es que los Quercus son de las plantas que más tipos de agallas tienen, en troncos, tallos, flores, bellotas, etc. con lo que la cosa es complicada.
¡Gracias, Jesús! Pero lo de encontrar cuál es por las fotos de internet... he probado y difícil, sólo salen de Plagiotrochus. Lo tenía como Plagiotrochus sp. para las agallas redondas de las hojas en primavera, igual las del peciolo son las mismas o una forma distinta otoñal... Lo dicho, gracias por tomarte la molestia, si necesitas cualquier cosa que dependa de mi, ya sabes. ¡Saludos!
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