viernes, 8 de abril de 2022

Andanzas vitales. Fotos retrospectivas.

En el libro “Andanzas del Guadarrama”, que he escrito con Javier Barbadillo, incluimos unos capítulos iniciales sobre nuestros orígenes, los primeros encuentros con la Sierra y las razones por las que terminamos tan ligados a ella. Los llamamos "ANDANZAS VITALES", y no se trataba tanto de dar una imagen personal de nosotros mismos, aunque también, sino de ponernos como ejemplo de los que, como muchos otros, hemos hecho ese peregrinaje Madrid => Sierra de Guadarrama => Madrid, tantos y tantos fines de semana y, en el mejor de los casos, hemos conseguido vivir en ella. Algunos lectores nos han confirmado que, en efecto, se han visto así identificados.

En mi caso, nací por accidente en Las Navas del Marqués pero, por unas u otras circunstancias no volví al pueblo hasta recién cumplidos los 10 años, en octubre de 1967. Me llevó Alfonso, uno de mis hermanos mayores, un frío día de otoño parecido al que tuvimos el sábado de la pasada semana, aunque ahora fuese primavera. Él era el fotógrafo de la familia y aprovechó para hacer y hacerme unas cuantas fotografías en “mi pueblo” pues además recordaba con ilusión aquel verano en que la familia pasó allí las vacaciones y volvió a Madrid con un nuevo hermano.

Conservo las fotografías que hizo como un pequeño tesoro y en cuanto pude las escaneé, utilizando un par de ellas en el libro recién publicado.

Como decía, el sábado pasado, 2 de abril, aunque ya entrada la primavera, hacía mucho frío y un viento de lo más desagradable, pero llevaba tiempo queriendo volver a Las Navas para repetir el encuadre de esas fotos 55 años después.

En la plaza de la iglesia hubo un inmenso olmo que, como en tantos otros pueblos, ya no existe. Una pena no haberle hecho foto entonces. Sí me fotografió en la cruz que hay frente a la Ermita del Santísimo Cristo de Gracia y ahí la he vuelto a repetir.

También subimos al Risco, donde mis hermanos mayores debieron disfrutar lo suyo en aquellos tiempos. Los que aparecen en la fotografía, en la que se ve parte del pueblo y el convento de Santo Domingo y San Pablo, no son mis familiares, sino unos chavales que andaban por allí en aquel momento. El tejado del convento estaba entonces derruido, afortunadamente se reconstruyó. 

Me llaman la atención los arbolillos que hay en el parque, casi iguales a los de hace 55 años, supongo que no serán los mismos, aunque están plantados exactamente en idéntico lugar. Por supuesto, se aprecia el aumento de viviendas del pueblo, aunque quizás desde otra vista sería más evidente, y, cómo no, el emblema de la actual falta de civismo: la pintada en las rocas.


Libro a la venta en la Tienda del Museo Nacional de Ciencias Naturales, en la propia editorial y en gran número de librerías.

2 comentarios:

  1. Un placer acompañarte en ese regreso a tu pueblo y comprobar que el viento,(norte) no se llevó tu conexión vital con la sierra, con sus paisajes y Naturaleza.
    FJBarbadillo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Javier. Con vosotros no podía tener mejor compañía.

      Eliminar