lunes, 6 de septiembre de 2021

Las chinches del jaguarzo blanco (3). Reproducción y desarrollo de Gampsocoris

Tras el intermedio con las mariposas, vuelvo a la Historia Natural de las chinches Gampsocoris punctipes que habitan en las plantas de Halimium atripicifolium de mi jardín. Es la tercera de la serie que inicié con ESTA ENTRADA.  He tardado unas semanas en hacerlo porque tenía que confirmar algunos detalles que ahora puedo incluir sin ninguna duda. No había encontrado ninguna información sobre los huevos y ninfas recién eclosionadas de esta especie, ni siquiera de este género y por lo tanto he sido muy cauteloso. 
Cópula de Gampsocoris punctipes sobre un capullo de jaguarzo blanco.
Hay que recordar que los adultos de esta especie tienen apenas cuatro milímetros de longitud corporal y son extremadamente delgados, con la apariencia de un pequeño mosquito. Con ese tamaño y esbeltez me resultaba difícil asumir que las puestas que encontraba en los capullos y cápsulas de semillas de la planta hubiesen sido puestas por esas delicadas hembras. Sin embargo, las evidencias son irrefutables, como muestro en las fotos. 
Hembra junto a varios huevos. La comparación de tamaños es abrumadora como para que los haya puesto de una sola vez, incluso solo los cuatro que se ven tras ella.
Las puestas aparecen en abundancia en los capullos y también en los tallos florales, aunque menos frecuentemente, pero siempre en lugares donde podía ver una o varias hembras y ninguna otra especie de insecto, pues los adultos de Corizus hyoscyami, con los que comparten hábitat, son mucho menos abundantes y se encuentran preferentemente en las hojas, además de haber encontrado también sus puestas.
Puesta de huevos en tallo floral.
No obstante, pronto me di cuenta de que los huevos que veía agrupados no debían haber sido puestos al mismo tiempo, ya que la mayoría de las veces había algunos ya eclosionados mientras que en otros se encontraba en embrión aún por nacer. Solamente en una ocasión he visto un huevo aislado. No es raro, ya que con ese tamaño y color pasan muy desapercibidos entre la pilosidad de la planta, pero tampoco debe ser frecuente.
Huevo aislado sobre uno de los capullos de la planta.

Así, hay dos posibles opciones: La primera es que la hembra acuda al mismo lugar o se quede cerca y que en sucesivas ocasiones ponga los huevos en el mismo sitio formando ese pequeño grupo. La segunda es que, aun siendo así, sean varias hembras las que participan en la puesta. Me inclino por esa segunda opción.
En esta foto se ve muy bien que los huevos de la izquierda ya han eclosionado, y no se veían ninfas en las cercanías, mientras que otros están sin eclosionar.

Momento de la eclosión de algunos de los huevos. Las ninfas de la derecha  llevan más tiempo nacidas y se ven más grandes.

Recién eclosionadas las ninfas tienen el abdomen de color rojizo. Luego se dilata y adquiere el tono amarillento característico de las ninfas en sucesivas mudas.
Volviendo a las hembras, ya comenté en la otra entrada que se distinguían de los machos por el grosor de su abdomen. Por transparencia se puede adivinar que en su interior son portadoras de huevos.
Vista ventral de una hembra.
En las siguientes fotos muestro etapas sucesivas del desarrollo de las ninfas. Tras la primera muda, como ocurre con otros heterópteros, cambian mucho su coloración. Luego se aprecia el desarrollo de las alas.






En esta fase no sólo se ve que las alas empiezan a estar bastante desarrolladas, aunque aún ocultas, sino que se aprecia el típico espolón dorsal de los adultos.
En esta última foto, del mismo ejemplar que la anterior, se aprecia su tamaño ya casi igual que el del adulto. Está, posiblemente, a una sola muda de lograr su total desarrollo.
Ninfa y adulto en un mismo fotograma para mostrar sus tamaños relativos.



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