domingo, 3 de junio de 2018

Neurópteros. Delicadas bellezas y unos infantes terribles.

Desde que era un crío me gusta especialmente este orden de insectos. En el entorno del piso de mis padres, a orillas del Manzanares, aún quedaba mucho campo cuando nos fuimos a vivir allí y entre otros "bichos" no era raro que entrase en casa alguna que otra crisopa. Las crisopas, que son neurópteros, me parecían fascinantes, con ese color verde intenso, sus ojos dorados y las grandes alas de encaje. Entonces, con apenas 6 ó 7 años, las llamaba "mosquitos verdes"  De una manera curiosa, se quedaron en mi memoria para siempre: Una noche, antes de acostarme, me encontré una crisopa tranquilamente posada  haciendo su puesta en mi cepillo de dientes. Nunca se me olvidará la fila de huevecillos en el extremo de finas sedas... ni el asco que le dio a toda la familia... ja, ja, ja. Es el tipo de cosas que encantan a los niños.
Crisopa sp. Es complicado llegar al nivel de especie con una fotografía.
Más adelante fui aprendiendo más cosas de ellas, como que eran grandes depredadoras de pulgones y, por lo tanto, aliados de los agricultores y jardineros.
Personalmente los neurópteros que nos resultan más conocidos en la Península Ibérica me recuerdan mucho a los odonatos, otros de mis favoritos. Entre los diversos grupos hay unos que se asemejan extraordinariamente a las libélulas y otros que se parecen a los caballitos del diablo. Sin embargo, en absoluto están emparentados el orden Neuroptera con el Odonata. Es como si fuese un orden de insectos empeñado en mostrar evolución convergente con otros grupos que nada tienen que ver con ellos. Más adelante hablaré de otra familia aún más sorprendente.
Los odonatos no tienen metamorfosis completa, como ocurre con los saltamontes y cucarachas, por ejemplo, aunque nos despiste el paso de su vida acuática a vida terrestre, no pasan por una fase de pupa. Sin embargo, los neurópteros sí que sufren esa metamorfosis, como las mariposas y los escarabajos, de los cuales, a pesar de sus extremas diferencias, son grupo hermano.
Libelloides hispanicus. Sus semejanza es tal que su autor, Schäffer, al describir el género en 1763, no pudo menos que llamarlo así: Libelloides, que quiere decir "parecido a la libelula".

Pero también sus largas antenas son un elemento diferenciador y, por supuesto, no tienen la capacidad del magnífico vuelo de las libélulas.
No tengo ninguna buena foto de una especie del género Myrmeleon, pero esta especie, Macronemurus appendiculatus (gracias Jan Tomàs por la identificación), que es de la misma familia, es suficiente para mostrar su parecido con los caballitos del diablo. Como en el género anterior, sus largas antenas los delatan como neurópteros.

Hay algún grupo de neurópteros que tienen larvas acuáticas, pero son los menos, en general sus larvas son terrestres, aunque también sean terribles depredadores. Se caracterizan por tener muy desarrolladas las mandíbulas, que utilizan para atrapar a sus presas, luego se valen de un pico, que clavan en el cuerpo de la víctima, inyectándole jugos gástricos, para succionar su contenido semidigerido a continuación.

Nemoptera bipennis alimentándose de néctar, olvidado su carnívoro pasado.

Sin duda la especie más bonita de nuestra fauna es Nemoptera bipennis, cuyo nombre específico hace referencia a las alas posteriores alargadas y curvadas parecidas a plumas. Con su vuelo pausado llaman poderosamente la atención en los cortos periodos de tiempo primaveral en que pueden encontrarse, entre prados soleados y claros de bosque. Pero hay veces que al posarse entre la vegetación cerca del suelo parecen desaparecer, pues cuesta verlas por su coloración diruptiva. Sus larvas, según se descubrió recientemente, viven en el interior de hormigueros alimentándose de las larvas de sus hospedadoras. Sus huevos tienen cáscara dura y parecen semillas por lo que las hormigas las confunden y las llevan a sus despensas. Parece ser que incluso tienen algo en su cubierta que es como una golosina para las hormigas. Igual ocurre con algunas semillas, que poseen una parte llamada eleosoma o cuerpo graso, que es lo que interesa a las hormigas, siendo el resto de la semilla abandonada ya preparada para germinar. Una vez en el hormiguero nace la larva de Nemoptera y allí parece que adquieren el olor de la colonia y no son atacadas, aunque estén causando estragos en sus cámaras de cría.
Larva de hormiga león que suele pasar su vida enterrada en el fondo de conos de arena donde atrapa a sus presas favoritas: las hormigas.
Como decía anteriormente las larvas de neurópteros son depredadoras y de ellas se puede decir cualquier cosa menos que sean guapas. Ya he descrito la infancia de las Nemoptera, pero las de las Myrmeleon y otras hormigas león no se quedan atrás. Ellas se construyen una especie de cráter cónico en terreno arenoso y se las apañan para quitar todas las piedrecitas más gruesas, dejando sólo la más fina arena, prácticamente un polvillo al que resulta imposible agarrarse para salir de allí. En el fondo de ese cono, enterrada, espera pacientemente nuestra protagonista, vigila, pero no con los ojillos minúsculos que tiene, sino con toda una serie de pelos sensitivos que cubren su dorso y le avisan de cualquier vibración.
Trampas de un grupo de hormigas león, situadas en las cercanías de un hormiguero de Camponotus en un terreno arenoso, al borde de un camino.
Pero además, las larvas no hacen sus trampas en solitario, tienen tendencia a agruparse por lo que las infelices hormigas que pasen por allí tienen muchas probabilidades de caer en una o en otra, máxime cuando se sitúan, para más inri, en las cercanías de algún hormiguero. Por cierto, debido a su hábito de cazar hormigas, a estos neurópteros es por lo que se les llama hormigas león.
Según mis observaciones en el "campo de trampas" que aparece en la foto anterior, cuando las hormigas león han terminado de sacar a las hormigas todo el jugo que pueden, las dejan abandonadas y a veces se encuentran en el borde superior del cráter. Quizás las empujan a la superficie como deshechos que son o como si fuesen granos gruesos de arena que pueden servir para que otras se agarren y se puedan escapar. Curiosamente, las hormigas Camponotus, que son carnívoras, recogen los cadáveres y los llevan a su hormiguero, corriendo serio peligro de caer ellas también.
Hormiga Camponotus atrapada por una larva de hormiga león. ¿Eres capaz de ver su cabeza entre los granos de arena? 
Aquí señalo donde está.
Pero volvamos al momento de la caza. Habíamos dejado a la larva en el fondo de su trampa y a una infeliz hormiga cayendo en ella, los pelillos le transmiten la señal de alarma: ha llegado el momento de actuar. La hormiga se debate intentado subir por las resbaladizas paredes del cráter, a veces hasta lo consiguen, pero rápidamente la hormiga león empieza a echarle encima montones de arena para hacerle caer. Cuando la hormiga llega al fondo está sentenciada, las mandíbulas, como se ve en la foto, hacen presa en ella y entonces empieza a sacudirla para inmovilizarla y enterrarla. Así, lejos de miradas indiscretas como la mía, calma su hambre.

En el siguiente vídeo se puede observar una escena de caza.

En este otro las sacudidas que le da a la hormiga para ponerla fuera de combate
Y por último cuando ya la tiene casi enterrada.


Ni parecidas a libélulas ni a caballitos del diablo, hay otro llamativo grupo de neurópteros completamente diferente a los anteriores, se trata de la familia Mantispidae, que se parece a las mantis religiosas. Digo llamativo por su aspecto, porque es realmente difícil tener la suerte de encontrarlos y son de pequeño tamaño. Tienen todo el aspecto de una mantis, con sus patas anteriores adaptadas para capturar a sus presas e igualmente su tórax alargado y su cabeza bien diferenciada y las alas plegadas de la misma manera. Por si fuera poco, algunas especies tienen el abdomen anillado de color negro y amarillo, como las avispas. Lamentablemente nunca las he visto en vivo ni, naturalmente, podido fotografiar. Las larvas de la especie más frecuente, Mantispa styriaca son parásitas de arañas, parece que en especial de las grandes Lycosa, es decir, tarántulas, comiéndose las puestas y larvas... ya hace falta valor.
En este enlace se puede ver la carpeta de la especie en Biodiversidad Virtual:
Sorprendente ¿verdad?

Información complementaria:
Taxoficha para identificar las especies de Libelliodes ibéricos con sus mapas de distribición también en BV:
https://www.biodiversidadvirtual.org/taxofoto/sites/default/files/neu.14-1-2016.pdf

2 comentarios:

  1. Buena entrada con buenas explicaciones presentándonos un orden de insectos desconocidos para la mayoría, tengo que intentar ver las larvas que de momento no he conseguido.
    Un saludo

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  2. Nunca había visto una crisopa al natural -o si la vi no me fijé en ella- Por fin estas dos últimas noches tuve la oportunidad de observar unas cuantas -conté hasta doce- , posadas sobre los cristales de ventanas, bajo unos focos; las reconocí gracias a la que muestras en esta entrada. Por la mañana vi otra posada en una azucena. Preciosas alas que, como dices, parecen de encaje.

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