"- ¿Qué hierba es esa.../...?
- No lo sé.
- La llaman cuatrifolia.
.../...
- ¿Para qué sirve, maestro?
- Para nada que yo sepa.
.../...
Cuando sepas reconocer la cuatrifolia en todas sus sazones, raíz, hoja y flor, por la vista y por el olfato, y la semilla, podrás aprender el verdadero nombre de la planta,
ya que entonces conocerás su esencia, que es más que su utilidad."
Un mago de Terramar, 1968
Ursula K. Le Guin
En uno de los fantásticos libros de Ursula K. Le Guin, fantásticos por ser de fantasía y ciencia-ficción y porque lo son de verdad, se puede leer esa frase que le dice su maestro al mago protagonista. Además, a lo largo del relato se insiste en que conocer el verdadero nombre de personas, criaturas o cosas, te da poder sobre ellos.
Muchas veces he recordado ese detalle del libro porque en esencia eso es lo que buscan tanto los científicos, que se empeñan en conocer a fondo las especies y ponerles un nombre, como los naturalistas que anotamos en nuestros cuadernos las especies que observamos en nuestras salidas al campo. Es como si al poner o conocer su nombre, de alguna manera, las dominásemos.
Durante un paseo familiar por la Sierra de Grazalema el 26 de junio pasado, sufriendo un adelanto del intenso calor que hemos padecido este verano, nos sorprendió ver a un lado del camino varias decenas de nidos de avispas en el suelo. Habría casi un centenar en poco más de un metro cuadrado. La actividad de los insectos era frenética, mientras unos se afanaban en hacer agujeros otros se dedicaban a taparlos y, lo más curioso, alguna avispa sacaba larvas de su nido y luego las metía y volvía a taparlo.
No podíamos aguantar más tiempo el sol y el calor, llevábamos más de tres horas andando y estábamos deshidratados. Tomé las fotos que pude y grabé vídeos sin saber muy bien lo que estaba observando. El trabajo de identificación e interpretación de lo que habíamos visto me tocaría hacerlo en casa.
Como suelo hacer, recurrí a la web de Biodiversidad virtual, suponiendo que se trataba de una avispa de la familia Vespidae. Son muchas las especies de esta familia y algunas muy parecidas entre sí. Por el aspecto robusto y su tamaño me parecía una avispa emparentada con Polistes o Vespa, más por el color rojizo de la parte anterior del abdomen no me parecía una avispa común. Por fin localicé que no pertenecía a las Vespinae, que son avispas sociales, sino a la subfamilia Eumeninae, que son avispas solitarias que suelen tener un aspecto bastante diferente, generalmente más estilizadas. Pinchando aquí puede verse una foto de un ejemplar más típico de esta familia, perteneciente al género Eumenes.
Nuestras observaciones se trataban, posiblemente, de representantes del género Tropidodynerus.
En dicha web leí que las imágenes y la información de estas avispas son poco abundantes y, de hecho, poco encontré buscando por la red.
Afortunadamente Leopoldo Castro, especialista en esta subfamilia que colabora en Biodiversidad virtual, me confirmó que, como yo había supuesto, se trataba de la especie Tropidodynerus flavus y fue tan amable de facilitarme la referencia que indico al final de esta entrada. Muchas gracias. También me advirtió que, si bien se conocían estos detalles de otra avispa similar, de la especie que se distribuye por la Península Ibérica no había imágenes ni publicaciones sobre su comportamiento.
Por fin tenía su nombre y por fin entendía lo que habíamos visto.
Por las observaciones, fotos y vídeos de esa calurosa mañana y con lo que he podido leer, la Historia Natural de estos insectos transcurre de la siguiente manera:
Las hembras hacen agujeros independientes en el suelo, pero las unas cerca de las otras. Al hacer el túnel, de unos cuatro centímetros de profundidad, agregan el material del suelo formando pequeñas pelotillas que dejan en el entorno del agujero con lo que luego les resulta más cómodo tapar y destapar la salida, cosa que hacen varias veces a lo largo del proceso de nidificación.
Para alimentar a sus larvas, las madres llenan las celdillas con larvas paralizadas de escarabajos, posiblemente curculiónidos (gorgojos). No se pueden identificar esas larvas con las fotos, pero en la especie T. interruptus así es. Los machos sobrevuelan la zona intentando fecundar a las hembras atareadas en la construcción de nidos.
Las hembras van acumulando presas en el nido y cada vez que introducen una presa vuelven a tapar el agujero con las pelotillas de tierra. Así lo hacen, una y otra vez hasta que reunen cerca de una decena de larvas. Entonces ocurre una cosa muy curiosa: sacan todas las presas del nido y limpian con cuidado su interior. Todo este trabajo es para evitar que las avispas cuco pongan sus huevos dentro y se aprovechen de las presas ajenas. Una vez limpio el nido vuelven a meter las presas en el nido, ponen el huevo y lo sellan definitivamente. En él se desarrollará la larva de la avispa a costa del almacén de larvas de escarabajos "adormecidos" por el aguijón de la madre.
En mi opinión estas agregaciones de nidos y el aspecto más parecido a las avispas comunes que a otros eumeninos, hacen que un enemigo piense que está ante una colonia que puede actuar con un ataque conjunto, y no ante avispas independientes e inofensivas.
En las siguientes fotos he rodeado con un círculo a la borrosa imagen de las posibles avispas cuco o cleptoparásitas de los nidos de Tropidodynerus. Fue imposible hacerles una foto decente porque se movían de manera rapidísima. En la última parte del vídeo también se intuyen, como sombras que pasan por encima. En el trabajo de Arens que enlazo más abajo, las avispas cuco son del género Chrysis, que también está presente en la fauna ibérica, pero no puedo confirmar nada porque se movían tan deprisa que me fue imposible verlas y fotografiarlas bien. Aunque por tamaño y aspecto las siluetas que se ven en las fotos, bien podían serlo.
Como se da a entender en la cita de la novela con que comencé esta entrada, el conocimiento es más importante que la utilidad, pero estas avispas no son inútiles para los humanos ya que recordemos que los gorgojos que constituyen sus presas son plagas potenciales de cultivos y estas avispas colaboran a mantenerlos en equilibrio ecológico. Cuando un animal no tiene depredadores específicos, como pasa con la especie de gorgojo introducida llamada picudo rojo, Rhynchophorus ferrugineus,ocurren desastres como el que están padeciendo los palmerales del Levante español.
Y para finalizar, en el vídeo, las avispas en acción.
El trabajo de W. Arens sobre el comportamiento de nidificación de Tropidodynerus interruptus, que me facilitó Leopoldo Castro, puede leerse en el este enlace.
Hola
ResponderEliminarPreciosa entrada, me ha encantado. Ahora, lo mejor sin duda, que se trata de la primera vez que se inmortaliza este interesante comportamiento en esta especie.
Por cierto, resulta curioso que siendo solitarias, sin embargo, críen tan cerca unas de otras, de algún modo se ve favorecida esta "convivencia vecinal".
Un saludo
Muy interesante esta visión de la vida de unas avispas casi desconocidas.
ResponderEliminarComo siempre, muy interesante la entrada. Me llama poderosamente la atención el cuidado de sacar todas las presas para "revisar" convenientemente el nido: es fantástico!
ResponderEliminarMagnifica exposición e introducción a la vida de Eumenes que si no te fijas te pueden parecer avispas y seguro que sales corriendo pensando en las consecuencias. Es sorprendente la estrategia que emplea para evitar a las cuco. Por otro lado al ser depredadores, controlan las posibles plagas.
ResponderEliminarUn saludo
Abel
Muchas gracias Pedro, Goyo, Fernando y Abel por vuestros comentarios. La verdad es que es una de las entradas que más me ha gustado hacer en los últimos tiempos. Una vez más en la línea de que cualquier observación por insignificante que parezca es importante.
ResponderEliminarSaludos
Da gusto leer tus entradas, todas de gran calidad y documentando antes para enseñarnos cosas desconocidas. He estado sacando fotos a las avispas abejeras, que deben de hacer algo parecido, pero yo no he llegado a mas. Un saludo
ResponderEliminarMira que se aprende de insectos contigo... chapó! Me sumo a las felicitaciones, como dice Luis da gusto.
ResponderEliminarUn saludo!
Javier.
Gracias también a vosotros Luis y Javier.
ResponderEliminarLa cuestión Luis, es intentar saber la espcie, o al menos el género, para informarse de cual es su biología y luego, con ese conocimiento básico, intentar entender lo que vemos.
Lo malo de las observaciones ocasionales es eso, que es como ver unos pocos fotogramas de una película y si no hemos leído la novela es poco menos que imposible entender el argumento.
Persevera, que los himenópteros guardan un montón de sorpresas.
Saludos a los dos.
Qué alucinante. Es de lo más curioso el comportamiento de los insectos. Muy interesante.
ResponderEliminar¿El vídeo está a velocidad normal? ¡Es frenético!
Me ha encantado la entrada.
Saludos Jesús!
La verdad es que no sé si al transformar el tipo de vídeo que hace la cámara a AVI se acelera un poco, pero te aseguro que la actividad era así. Pero es que además, en el campo de visión tenía media docena de avispas haciendo cada una una cosa diferente. Naturalmente con la cámara me tenía que centrar en una sola. También tenía problemas de enfoque porque con el sol apenas se ve la pantalla de la cámara.
ResponderEliminarGracias.
Enhorabuena, Jesús, por esta entrada de merecido valor científico espléndidamente documentado. Trabajos así ponen muy alto el listón de los blogs de Naturaleza.
ResponderEliminar...Y seguro que habrá más (te conozco).
Bueno, Javier, es lo quE hay por ahora. Pero el mensaje es siempre el mismo, si vamos por el campo con los ojos bien abiertos podemos descubrir cosas muy interesantes, tanto mirando al cielo como al suelo.
Eliminarun abrazo
He recibido muchos picotazos de las avispas pero, nunca, no sé por qué, les he cogido manía, ni siquiera temor.
ResponderEliminarMe ha chocado bastante el vaciado de la despensa extendiendo las larvas al descubierto, sobre todo, por la piratería de las hormigas solitarias (no recuerdo su género) que patrullan incluso en los días de más calor en busca de víctimas muertas. Si toparan con ese filón, a poco que coincidieran varias hormigas, podrían dejar a la avispa desvalijada. Estas hormigas para su aspecto esmirriado, tienen una fuerza espectacular.
He disfrutado con la entrada, estos insectos son muy especiales.
Saludos.
A mi también me sorprende mucho, Javier, el que dejen así expuestas toda la colección de presas, una avispa parásita podía haberse especializado en pinchar con sus huevos a esas fáciles presas, o llevárselas volando. ... aunque quizás haya alguna que lo haga y no se sepa aún. Cada conocimiento que se adquiere abre nuevas posibilidades, eso el lo bueno.
EliminarSaludos
Huyyyyyyyy, últimamente tantas entradas en tu Blog sobre himenópteros... Lleva cuidado ¡qué enganchan! Un abrazo desde mañilandia, Jesús.
ResponderEliminarLas avispas parásitas me engancharon hace mucho, pero no tengo tantas oportunidades de observarlas como para que me roben demasiado tiempo.
EliminarY las hormigas algo menos, pero en cuanto pueda te hago la competencia (;-). Aún tengo pendiente hacer algo con las de la agalla de roble.
Un abrazo desde Madritlandia.
Hola Jesús
ResponderEliminarEfectivamente muy interesante. Siempre te he visto como un naturalista a la antigua usanza, en el mejor de los sentidos. A día de hoy, con la tiranía del enfoque molecular cada vez más asentada en el mundo científico, me sigo empeñando en que en muchas ocasiones la técnica (molecular) deja de ser eso, el medio de conocer, para convertirse en el propio fin del estudio.
Leerte me reafirma en que no hay cómo observar con los ojos bien abiertos; y no hay duda que tú tienes un buen par de "ojones", es decir ojos bien grandes, que la ausencia de la c no es un error al teclear.
Un abrazo. Ángel Garvía
Muchas gracias Ángel, ya sabes que mi empeño es ese, invitar a mirar las cosas con atención e interés.
EliminarUn abrazo también pata ti y los tuyos.
Como siempre sorprendente!
ResponderEliminarMe ha encantado tu artículo. Una pregunta: ¿Que clase de avispa negra de pequeño tamaño perfora los rosales del jardín?
Gracias
Hola Pepe, gracias. Antes de nada vaya por delante que no soy un experto en insectos ni mucho menos. Pero bueno esta vez quizás acierte. En realidad no son avispas sino abejas (Apoideos) negras las que suelen recortar las hojas de los rosales. Mira en internet por el nombre del género Megachile (o Megachilidae) a ver si coinciden con los bichos que tú ves.
EliminarEn Biodiversidad Virtual puedes ver unas cuantas:
http://www.biodiversidadvirtual.org/insectarium/Familia-MEGACHILIDAE-106-cat2115.html
Saludos
No es Megachile, esas las conozco. Lo que busco son unas negras más pequeñas que las anteriores y hacen la puesta en el interior de las ramas cortadas (se introducen por la médula). Gracias de todas formas por tu inetrés. Saludos desde Zaragoza
EliminarPues no lo sé, quizás con alguna foto se pueda buscar en Biodiversidad Virtual. Eso sí, le tienes que echar algo de paciencia.
EliminarMagnífico reportaje, Jesús; muy ameno y muy instructivo.he aprendido mucho. Impresionante. Gracias,
ResponderEliminarMuchas gracias José Ignacio. Si consigo trasmitir el placer que siento viendo esto detalles estoy totalmente satisfecho.
ResponderEliminarMe ha encantado la entrada, tocayo. Tengo debilidad por avispas y abejas solitarias, a pesar de lo complicado que me resulta "saber su verdadero nombre" ;)
ResponderEliminarMuchas gracias. Desde luego, parece que en estos insectos la evolución echó el resto, cada especie tiene una biología más fascinante que la anterior.
EliminarSaludos.