Este verano ha sido noticia la suelta de 20 ejemplares de caballo de las retuertas, de Doñana, en la reserva Campanarios de Azaba en Salamanca. La idea es no solo separar el núcleo de Doñana como medio de gestión de la raza, sino ayudar a la conservación de las condiciones ambientales de la reserva salmantina gracias al control natural de la vegetación que hacen los caballos.
El caballo de las retuertas es una raza muy peculiar, milagrosamente conservada gracias a la gestión de Doñana realizada desde su creación, bajo la dirección de José Antonio Valverde, hasta la actualidad. Es una raza que se ha mantenido salvaje y sin apenas cruces en la zona de Reserva Biológica, a cargo del CSIC. Los estudios genéticos realizados nos indican que es la raza más antigua de España y una de las más antiguas de Europa, pues posee genes no compartidos con ninguna de sus razas descendientes. Solo quedan unas decenas de ejemplares, que han ido aumentando en los últimos años, y parece ser el momento de separar distintas líneas de sangre. En un futuro próximo algunos más viajarán a Portugal para fundar otro grupo de cría. Al final de esta entrada dejo varios enlace para los interesados en ampliar la información.
Caballos de las marismas de Doñana
Los otros caballos de Doñana, los caballos de las marismas, no son tan especiales, pero también cumplen su función en el control de la vegetación. Son varios cientos de ejemplares, magníficos, adaptados a las duras condiciones de inundación invernal y sequía estival, que lo mismo chapotean por la marisma que galopan por las arenas.
También en Doñana hay otro ejemplo de animal doméstico que vive en condiciones de semilibertad. Se trata de la vaca mostrenca o marismeña, una de las pocas representantes de su especie que pueden mostrarnos un comportamiento natural, con los machos luchando por cubrir a las hembras y formando sus pequeños grupos de solteros cuando pasa la época de celo, lo que nos recuerda a otros bóvidos silvestres.
Vaca mostrenca o marismeña en Doñana
Junto a ellas pastan gamos, ciervos y jabalíes compartiendo el hábitat y los recursos como una especie silvestre más.
Gamo entre vacas mostrencas en Doñana
¿Pero qué tienen que ver estos interesantes animales con el título de esta entrada? Pues precisamente porque son un ejemplo de gestión rentable de ganado en semilibertad que, además, ayuda a mantener controlada la vegetación. Porque el ganado en el monte es una de las mejores formas para prevenir el fuego.
Creo que este año, con los tremendos incendios, he oído hablar más que nunca de la necesidad de controlar los pastos y el monte bajo con ganadería extensiva. La falta de cuidado de los montes, el que ya sea innecesaria (por el momento) la recogida de leña como combustible y la transformación de la ganadería a explotaciones estabuladas más rentables, han hecho que los bosques queden a disposición del fuego, una tentación demasiado fuerte para la especulación. Porque, no nos engañemos, no es que haya una epidemia de pirómanos, es que para algunos es rentable que el monte se queme.
Cabra sujeta con una cebilla, especie de collar de madera
que se emplea para sujetar a las reses en los establos
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Cuando yo era niño había un anuncio cuyo eslogan decía: "Cuando un bosque se quema, algo suyo se quema" y la retranca humorística del pueblo de a pié añadía: "... señor conde".
Ahora no es el monte del señor conde el que se quema, es el de una administración ciega, que ha convertido el bosque en monocultivos mal gestionados, que necesitan mucho trabajo, que nadie quiere ni puede pagar. Así no nos extraña que el paisano lo queme y el especulador pague por quemarlo.
Cada uno de los rincones de nuestra geografía peninsular e insular cuenta con razas autóctonas nacidas de sus climas y suelos, las más de las veces duros para vivir a la intemperie. Quizás sean más rentables para el ganadero otras razas más seleccionadas para la producción de carne y leche, pero tengo mis dudas de que lo sean si se considera la gestión integral del territorio. Consideremos el cuidado de los montes, la gestión de las rapaces necrófagas y otras especies, la prevención y extinción de incendios, las pérdidas materiales y, lo más importante: las vidas humanas.
Pareja de raza Tudanca en el Parque de Cabarceno, Cantabria.
El panorama de muchas de las razas autóctonas españolas es desolador, muchas de ellas pueden considerarse en peligro de extinción y con ellas se iría no solo un patrimonio genético, sino una parte de nuestra historia y nuestra cultura. Solo unas pocas de nuestras comunidades autónomas han sabido relacionar la calidad de sus productos con sus razas ganaderas y el resultado no puede ser más satisfactorio.
Caballos en ganadería extensiva en los montes de Cantabria
No se podría entender un queso de Idiazabal sin ovejas latxas ni chuletones de Ávila sin avileñas negras criadas en el monte, sin hormonas ni antibióticos, por no hablar del jamón de cerdo ibérico engordado en las dehesas de encinas y alcornoques.
Pareja de avileña negra ibérica en la Sierra de Madrid.
Cuando los productos son de calidad se pagan al precio que valen y al consumirlos debemos valorarlos no solo por si mismos sino por los servicios que producen al ecosistema.
Oveja carrazana cara negra en Asturias
No es casualidad que algunas de las zonas de donde proceden los productos tradicionales de mayor calidad sean los mismos en los que sobreviven las especies más emblemáticas como las águilas imperiales, el lince, el oso y el lobo. No es casualidad que esas zonas se vean favorecidas por un tipo de turismo respetuoso con el medio, que lo valora y lo paga a un precio más alto que el turismo de botellón y juerga nocturna. Y que también valora la identidad de sus habitantes que están orgullosos de su tierra.
Uno de los muchos incendios que asolaron el norte de Portugal y
la provincia de Pontevedra en el año 2010
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Además, relacionadas con la ganadería existen otros productos artesanos más recomendables como recuerdo de viaje para los urbanitas que los "souvenirs made in China" que solo cambian el nombre de la localidad sobre el cenicero, termómetro o gancho para las llaves.
¿Cuantas vacas, ovejas o cabras se pueden mantener con
el gasto de un helicóptero?
A continuación los enlaces para ampliar información:
Vaca mostrenca de Doñana
Caballo de las Retuertas en Doñana
Noticia sobre Suelta de caballos de las retuertas en Salamanca
Hola Jesus, es una lástima que estemos perdiendo muchas razas ovinas, caprinas, equinas y bovinas autóctonas ya que son muy beneficiosas para el ecosistema. Al ser de Zamora se me viene a la cabeza la raza bovina Sayaguesa, se trata de una vaca muy antigua, capacitada para vivir solas en el campo (incluso se defienden de los lobos ellas solas) además realiza una gran labor en los prados y pastizales de estos lares. Es un patrimonio que debemos conservar y utilizar para evitar los graves incendios de este verano. Las soluciones simples son las mas económicas. Como siempre una magnifica entrada.
ResponderEliminarUn saludo
Abel
Gracias Abel.
ResponderEliminarEs verdad, las Sayaguesas son unos animales preciosos y enormes que se usaban para labores de campo que hoy en día hacen las máquinas. Pero ¿quien se come los subproductos de un tractor?
¿Cuantas crías tiene una azada mecánica?
Saludos
Yo con esto tengo dos sentimientos encontrados. Por un lado, estoy totalmente de acuerdo en todo lo que has expuesto, lo suscribo palabra por palabra. Por otro me dan miedo las cabras en el monte, me explico. Creo que todos hemos visto más o menos los devastadores efectos del sobrepastoreo. Pienso que el asunto del ganado en nuestros montes puede ser un arma de doble filo, y que habría que ejercer un control sobre ello para que la medida fuese "ecológica". Sería muy sencillo soltar alegremente ovejas y cabras aquí y allí, sin tener en cuenta la presión que estas podrían ejercer en determinados lugares, para además ponerse la medalla de ecologista -a nuestros mandatarios les gustan mucho las cosas de este tipo-.
ResponderEliminarEn un mundo perfecto, haciendo bien las cosas no debería pasar nada, pero...
Un saludo!
Javier.
Por supuesto, las cosas no son tan fáciles como soltar el ganado ya está. Hay que saber la especie adecuada y el número de cabezas para que no haya sobre pastoreo. Las cabras, según el sitio, posiblemente sean la especie menos adecuada.
EliminarSaludos
Antaño, al concluir las labores de siega, se trillaba y se acarreaba el cereal a los graneros donde se guardaba; a los mulos, encargados de tirar del trillo y transportar el grano, terminadas dichas faenas, se les colocaba en distintos tramos de las acequias para que fueran limpiándolas de la hierba que las cegaban. Eso era aprovechamiento de los recursos con sentido común.
ResponderEliminarQue es lo mismo que todos esperamos de estos gobiernos; sentido común para proteger nuestros montes con medidas adecuadas.
Saludos.
Ese es la cuestión, Javier. El que además en cada sitio los habitantes tienen que aportar sus conocimientos del terreno y de sus animales, una de las cosas que se va olvidando por culpa, entre otras cosas, de los planes realizados desde los despachos.
EliminarSaludos.
Una entrada muy oportuna en este estío incendiario.
ResponderEliminarLa mejor gestión de los montes es la que se hace con recursos locales, baratos y eficientes...y en eso no tienen adversario las razas de ganado autóctonas, siempre con sensatez, claro.
Lo malo es que la misma ceguera monetaria que quema los montes es la que borró casi del mapa a esas razas. El dinero rápido debería quemar en las manos de algunos...
Saludos.
Por supuesto, esos recursos locales son los que diseñaron el mosaico de ecosistemas ibéricos con su variedad de aprovechamientos. Que quizás, sí, destruyeron los bosques originales, pero conformaron un nuevo equilibrio que deberíamos conservar.
EliminarUn abrazo
Cuando yo de joven andaba de pastor durante los veranos, los montes estaban limpios y los caminos despejados. Tuvimos muchos problemas con el Guarda Forestal de la zona de Jaca, pues amenazaba con sancionarnos sino quitábamos las cabras. Precisamente las cabras controlaban gran cantidad de zarzas que las ovejas eran incapaces de alcanzar o degustar. Acabó ganando el forestal y al fianl la maleza cuando mi tío ser vendió las ovejas.
ResponderEliminarTodavía no nos damos cuenta que seguimos viviendo del bosque, por mucha ciudad en que vivamos. !Ay señor Conde....!
Muchas gracias Pepe, has puesto el toque de experiencia directa que faltaba en esta entrada.
EliminarEn efecto, el campo nos da de comer, no la especulación de los mercados.
En fin o dejamos el monte a su libre albedrio y eso se transforma en leña para incendios o dejamos que los animales domésticos lo arrasen todo provocando la erosión y muerte lenta del bosque. Tenemos un futuro muy negro amigos, porque el problema no es el monte, somos nosotros.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con tu última frase, pero no en las primeras. Hay términos medios, tanto cuidar y gestionar bien el bosque como explotarlo racionalmente con la ganadería. Hay montones de ejemplos a seguir.
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