Este domingo pude, por fin, realizar una excursión que tenía prevista desde hace tiempo, pero que por diversas razones se había ido retrasando. Se trataba de subir a las cumbres de Guadarrama con mayor abundancia de cabras monteses, expresamente para hacer fotografías. Elegí las laderas de la Najarra, uno de los extremos de Cuerda Larga.
Solo pude estar unas pocas horas que, entre la subida, la bajada y un acercamiento discreto, se quedan en nada, pero pude disfrutar de la presencia de numerosos ejemplares. Lamentablemente la llamativa época de celo pasó ya, puede que hace un mes por lo menos. Pero los rebaños aún son mixtos y en ellos se mezclan unos pocos machos adultos con jóvenes machos, hembras y crías nacidas en la primavera pasada.
Es un placer poder observar tan magníficos animales recortarse contra el horizonte de nuestra vieja Sierra. Ver un grupo de unos setenta ejemplares correr de peña en peña y bajar con saltos casi verticales por una pared, no lo puedo evitar, me recuerda a los documentales de Félix Rodriguez de la Fuente.
Félix decía que para llegar al público no hay que hacer una descripción exhaustiva de las características y detalles de la biología de una especie, sino que hay que contar una historia y explicarlo a través de ella. Creo que los documentales sobre el viejo macho de cabra montés ibérica desarrolló esa idea, casi hasta el exceso.
Pero no solo recuerdo a la perfección esos documentales, que hoy se pueden ver en la videoteca de Televisión Española, sino que este domingo rememoré uno de sus primeros programas, cuando Félix no tenía documentales propios y sólo con su palabra conseguía que los entonces niños nos quedásemos pasmados ante ese señor que hablaba de animales.
Viendo las poderosas patas de estos ejemplares, no pude menos que recordar al querido doctor mostrando en su programa la pezuña de una cabra, y como la comparaba con una bota de montañero, pues tales son sus perfectas adaptaciones. También recordé una antiquísima película de otra especie de cabra montés, del Himalaya, que bajaba por verticales paredes de una pedriza saltando haciendo zig-zag. Hasta en la presentación de un posterior programa, creo que Planeta Azul, usaba esa secuencia, que he encontrado en la red y pongo el enlace al final de esta entrada.
Mi vídeo es mucho menos espectacular, pero me encanta verlas bajar por esta pared casi vertical.
La cabra montés se introdujo en esta Sierra hace más de 20 años con ejemplares procedentes de Gredos. Son por lo tanto de la subespecie Capra pyrenaica victoriae. Y ya puesto, he recordado también una reunión en la sede del SEPRONA (Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil) casi recién creado por aquellos tiempos, en Tres Cantos. Entonces yo era representante de un incipiente Grupo de Conservación de la AHE (Asociación Herpetológica Española) y los agentes organizaban reuniones con grupos científicos y de conservación, para la colaboración mutua. Sé que también lo hicieron con colectivos de cazadores.
Por desgracia, una de las cosas que nos contaron es que los primeros ejemplares que se soltaron, creo que en el hueco de San Blas, en la Pedriza, fueron muertos por cazadores furtivos.
Afortunadamente, posteriores introducciones y el trabajo del SEPRONA y de la Guardería Forestal, ha servido para que los nuevos ejemplares de cabra montés se hayan multiplicado y extendido con poblaciones amplias y aparentemente sanas. Esperemos que no lleguen a la superpoblación con sus peligros correspondientes y que sigan así, alerta y alejadas de los visitantes que invadimos su territorio cada fin de semana. Sobre todo que no se conviertan en una especie de corderos de safari park que se acercan a los turistas esperando conseguir comida.
No voy a hacer una ficha de la especie, para eso está la wikipedia, que lo hace muy bien, además. También invito a ver los programas del Hombre y la Tierra de la videoteca del TVE. Pero si voy a contar una parte de la historia de la especie que no se encuentra en otro lugar de la red:
Esta subespecie fue descrita por el mastozoólogo Angel Cabrera en 1914 y el ejemplar tipo, es decir aquel a partir del cual se describió, se encuentra en las colecciones del Museo Nacional de Ciencias Naturales, en Madrid. Es un caso raro, pues generalmente los ejemplares tipo son pieles de estudio y esqueletos, no animales naturalizados, y no se exponen al público. Cuando organicé la exposición permanente "Mediterráneo, Naturaleza y Civilización", utilicé este ejemplar, pues siempre procuro que se expongan los ejemplares especialmente valiosos. Y allí sigue, la experiencia me ha demostrado que se conservan mejor en vitrinas (de calidad) que en los almacenes. Y el visitante tiene el derecho a ver esos ejemplares que son el verdadero valor del Museo y su razón de ser.
El enlace al vídeo de las cabras del Himalaya es este:
https://www.youtube.com/watch?v=YOnhF2buAB4
Ay, mis amigas las cabras. La primera vez que vi una, un macho joven, en el Estrecho del Hocino, el año pasado, me quedé extasiado. Había un grupo con él, y me llamó la atención lo poco vergonzosas que son. En mi pueblo ahora hay y también se acercan mucho a las personas. Bueno, más bien dejan que las personas se les acerquen. Tal vez por eso ha sido tan fácil cazarlas siempre, y por eso algunas especies se han extinguido(?). Maravillosas fotografías, Jesús, ese rebaño de cabras de la foto me tiene loquito.
ResponderEliminarUn saludo.
Vaya lustrosas que se crían en la sierra de Guadarrama!
ResponderEliminarLo de las cabras del Himalaya me ha dejado impactado. Pero si parecen peltas rebotando de una pared a otra!
Increíble!
Las cabras son un espectáculo, pero para seguirlas hace falta buenas piernas y mejores pulmones. Se ve que estás en forma. Las imágenes de "El hombre y la Tierra" con las cabras peleando son inolvidables.
ResponderEliminarUn saludo
Creo que pocas especies de mamíferos ibéricos han dado tantas historias curiosas como los ungulados. Aquí en la sierra de Alcaraz la cabra montés a veces te la encuentras un poco domesticada, como dices; aguanta mucho antes de ponerse a correr. Es totalmente increíble cómo pueden huir por acantilados casi verticales sin despeñarse, uno no se lo cree hasta que lo presencia. Saludos naturalistas.
ResponderEliminarEs verdad Guillermo, en zonas donde son abundantes ellas y los visitantes frecuentes terminan siendo muy confiadas. En Gredos son casi domésticas.
ResponderEliminarSí, de cuatro subespecies ibéricas ya se han extinguido dos. Espero que no sigan el mismo camino.
Goyo, me suponía que alguno de los más jóvenes no conocíais esa película. Y a los de más edad seguro que les trae buenos recuerdos.
Pedro, no te creas que en tan buena forma. Lo bueno de la montaña es que te la puedes dosificar. Y el premio merece la pena.
Hola Julián son muy llamativos, aunque también lo pequeño es hermoso. Lo malo de la superpoblación es que puede afectar a plantas de distribución muy restringida, incluso endémicas.
Saludos a los cuatro.
Solamente ver la corpulencia, la complexión de este experimentado andador de travesías rocosas, plasma inequívocamente la adaptación mágica de sus pezuñas capaces de agarrar el mínimo saliente del granito mas erosionado.
ResponderEliminarEs ver un rebaño salvaje de estos bóvidos, sentarme y, como dices, dejar trabajar la curiosidad a través de mis ojos.
Sorprende en el video la capacidad y sincronización con que las cabras bajan por las rocas, parece como si circularan por un raíl común.
Saludos.
Es verdad Javier, pasaron por delante de nosotros más de 60 ejemplares y todos pasaron por un par de sitios nada más, poniendo las patas prácticamente en el mismo lugar. Además nada de apelotonarse, se iban esperando en una fila. No sé si en caso de ser atacadas por un depredador serán igual de ordenadas.
ResponderEliminarsaludos
Exelentes tomas
ResponderEliminarTienes unas fotos espectaculares! (me gusta sobre todo la tercera, por el gran número visible). Además, el vídeo de los característicos saltos a toda velocidad es genial! Enhorabuena! Un saludo, Pablo.
ResponderEliminar¡Hermosas te han quedado nuestras vecinas cabras, Jesús!
ResponderEliminarDa gusto ver cómo han afianzado su población en la Sierra de Guadarrama, parece que nunca hubieran desaparecido de aquí. Por lo que he observado en estos años, ya deben tener definido un gradiente altitudinal para utilizar hábitats según cada época y ocasión.
El recuerdo de aquel documental de las cabras del Himalaya forma parte de la memoria de nuestra generación. Afortunadamente podemos admirar tan cerca a sus parientes.
Un abrazo.
Gracias Coyote y Pablo por los halagos.
ResponderEliminarJavier, es verdad que se ven según la época en unos u otros lugares y en grupos más o menos numerosos, me gustaría poder hacer un mejor seguimiento. Pero también creo que se extenderán más. Ahora parecen limitadas por algunos valles con carreteras al fondo, pero eso no ha detenido a las de Cazorla, por ejemplo.
Mi preocupación, como ya comenté, es que lleguen a la superpoblación y que afecten a las plantas de montaña (que tanto te apasionan) y que pueda haber alguna plaga (como la sarna). También que se empiecen a cazar.
Gracias, Un abrazo.
Yo también espero que no se acaben convirtiendo en cabras domésticas... en la pedriza cada vez son más confiadas y creo que no es solo conmigo...
ResponderEliminarme alegra ver ese grupo de la najarra, hace mucho que no voy por allí a verlas.
un saludo y muchas gracias por compartilo
Qué pericia saltando rocas! Es increíble. Por la zona donde yo salgo ya se las ve muy a menudo. El otro día unos 3 cabritines desafiando al abismo, muy pequeños, no sé dónde andarían los adultos, no se les veía. Quizá era por mi posición, porque las vi con prismáticos de pura suerte. Daba miedo verlos, pero es una delicia coontemplarlos.
ResponderEliminarBonita entrada.