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jueves, 20 de octubre de 2011

Planeta de ácaros

El biólogo especialista en genética J.B.S. Haldane, que vivió entre los siglos XIX y XX, dijo en una ocasión a un teólogo con el que conversaba que, observando la obra de Dios, éste debía tener una desmedida afición por los escarabajos. Y es que se calcula que existen unos 5 millones de insectos de los que solo se han descubierto un millón. De ellos, 1.100.000 serían escarabajos, de los que hay descritas y nombradas unas 400.000 especies. Si tenemos en cuenta que se ha calculado que habrá unos once millones de seres vivos, incluyendo animales, plantas, hongos y otros pequeños grupos, llegamos a la conclusión de que la décima parte de las especies que habitan el planeta Tierra son escarabajos.
Los siguientes seres en la lista son los arácnidos, de los que se calcula que habrá unas 600.000 especies, de las cuales se han descrito casi 103.000, de ellas casi 50.000 corresponden a ácaros. Pero aquí está el asunto de esta entrada, los científicos creen que todas las especies de ácaros deben oscilar entre los 100.000 y el medio millón de especies.


Medio millón de unos seres verdaderamente horrorosos, de los que podríamos decir que "no les gustan ni a dios". De hecho, el número de especies por descubrir nos indica que hay pocos especialistas dedicados a investigar este grupo animal, a pesar de que tienen mucho interés, no solo científico, sino sanitario e incluso económico.


Podríamos decir que hay ácaros sobre casi todo lo que nos rodea. Los ácaros son los responsables de la mayoría de las alergias al polvo doméstico, incluso de las alergias a animales. En una pequeña porción de suelo hay miles de ácaros, nuestras sábanas tienen ácaros que se alimentan de las descamaciones de nuestra piel y sobre nosotros mismos también habitan, por más que nos mantengamos limpios. Algunos son responsables de determinado tipo de espinillas.


La mayoría de los ácaros son inocuos, pero los hay depredadores, que se alimentan de otros pequeños animalillos y muchos son parásitos, que viven chupando la sangre de sus huéspedes (como las garrapatas) o metiéndose dentro de la piel (como la sarna). Atacan a toda clase de animales, de hecho hay ácaros que matan colmenas enteras de abejas al parasitar su aparato respiratorio. Invaden los almacenes de harina y muchos otros alimentos, los encontraremos con seguridad en la superficie de los quesos, embutidos y jamones. Tampoco se libran de su parasitismo las plantas y pueden suponer plagas en los cultivos. Habitan tanto en el agua dulce como en tierra firme, a gran profundidad en el suelo y en aguas subterráneas. ¡Hasta flotando en el aire!



Con frecuencia podemos observar ácaros parásitos, parecidos a bolitas rojas, sobre grandes insectos, como chicharras, saltamontes y escarabajos, tanto acuáticos como terrestres. También en los oídos de las lagartijas y entre los dedos de las salamanquesas.


La mayoría de los ácaros son de tamaño microscópico y muchos pueden verse solo con una lupa, como los que he grabado, sacado de la piel de un topillo muerto o dentro de una flor de cyclamen





Pero los ácaros más odiados son sin duda las garrapatas que atacan al ganado, a los perros y a nosotros mismos si nos descuidamos.

En la siguientes fotos podemos ver una garrapata, que creo que es del género Hyalomma, que estaba en unos prados cercanos a casa donde este año se han hecho tan numerosas que no salgo a ellos con mi perra.

Las garrapatas nos detectan por el olor y por el calor que desprendemos, no por la vista porque no tienen ojos. En algunos lugares, donde son abundantes, si te quedas un rato quieto, más si estás sentado, como por ejemplo al hacer una foto, las puedes ver acercarse desde los alrededores para subírsete encima.
Pero más curioso es este otro comportamiento. La garrapata permanece en aparente descanso en la rama de una hierba junto a un camino...


... pero al más mínimo roce se pone en actitud de alerta, y con el siguiente roce se engancha al animal que ha pasado por su lado.


El primer roce se puede corresponder al paso de la pata anterior de un perro o cualquier otro animal y el segundo con su pata trasera, a la cual se subirán. Tanto cuando andan hacia ti como cuando están al acecho en lo alto de la hierba, las garrapatas mueven las patas delanteras como si fuesen antenas. Esto es debido a que en ese primer par de patas tienen el sentido del olfato.

Las hembras de garrapata que se suben a un animal, buscan, a veces durante horas, un lugar adecuado para agarrarse definitivamente, alejado de los dientes y las zonas donde el animal se pueda rascar. Cuando entierren su pico en la piel para succionar sangre se hincharán extraordinariamente, desapareciendo las arrugas de su cuerpo y estirando su superficie al máximo. Cuando los huevos que lleva en su interior estén maduros se dejará caer al suelo. Si tiene suerte, eso ocurrirá otra vez en el campo y podrá cumplir con su ciclo biológico. Cuando hace la puesta, transporta varios miles de huevos sobre sus espaldas. Luego, la sacrificada madre, se consume hasta morir y los hijos comienzan su vida libre.

Las garrapatas recién nacidas solo tienen seis patas y en sus primeras fases de vida parasitan a pequeños animales que viven en el suelo, reptiles, aves o pequeños mamíferos. Cuando llegan a adultas es cuando buscan presas más grandes.

Muchas garrapatas nunca encuentran un huésped al que parasitar, afortunadamente dadas las miles de crías que nacen. Pero no mueren fácilmente, pueden pasar incluso años sin comer ningún alimento, esperando pacientemente a sus víctimas.

Las garrapatas pueden trasmitir a las personas diversas enfermedades que llegan a ser graves. Entre ellas está la enfermedad de Lyme, producida por bacterias del género Borrelia, de la que últimamente están aumentando el número de casos.

En mi estancia en la selva amazónica peruana, de la que hable en ESTA ENTRADA, al andar por la selva, tuve la mala experiencia de resultar infectado por unos ácaros que allí llaman isangos y en otros sitios coloradillas. Su nombre científico es Trombicula autumnalis. Penetran y crían en los poros de la piel, normalmente en las piernas, produciendo un muy intenso picor. Pinchando AQUÍ se encuentra un artículo que habla de ellos. Afortunadamente una vez en un clima fresco y seco como el de Madrid, mueren y se termina el problema. Los acaricidas también ayudan, y por si acaso, toda la ropa de mi viaje pasó unos días en un arcón congelador.



Los datos de número de especies del principio de esta entrada están tomadas de: Numbers of Living Species in Australia and the World. Arthur D. Chapman. Australian Biodiversity Information Services, Toowoomba, Australia. Report for the Australian Biological Resources Study Canberra, Australia. September 2009

viernes, 17 de septiembre de 2010

LA VUELTA… ATRÁS

DE VUELTA CON LA CHICHARRA Y A VUELTAS CON LA BOLA DEL MUNDO


Estoy de vuelta con las chicharras de montaña Lluciapomaresius stalii (antes llamada Steropleurus stalii). No tenía intención de escribir tan pronto sobre ellas, pero me he visto empujado a costa de la otra vuelta, la Vuelta Ciclista a España.
Hemos visto muchas de estas chicharras este año en la Sierra de Madrid, quizás por casualidad hemos coincidido con sus periodos de actividad, quizás a consecuencia de la meteorología de este año haya habido una explosión demográfica, más presas de las que alimentarse o quizás, en definitiva, nos hayamos fijado más en ellas.
La última subida que hicimos a las laderas de La Bola del Mundo, el pasado domingo, pudimos verlas en el momento de alimentarse de sus propios congéneres, pisados en medio del camino, y de los saltamontes de montaña con los que comparten el hábitat.

Foto de arriba realizada por Francisco Javier Barbadillo

Estos animales son endemismos de alta montaña que tienen poblaciones isla separadas cientos de kilómetros unas de otras. Son elementos de investigación de primer orden para taxónomos y biólogos que estudian la evolución, muestras vivas de los procesos de aislamiento y especiación. Los ecólogos pueden estudiar cómo afectan los cambios climáticos sobre las especies de montaña, pues son las más afectadas por lo que ha dado en llamarse calentamiento global. Estamos asistiendo a un proceso en el que los animales de montaña están restringiendo su distribución cada vez a mayor altitud, tanto por el clima como porque se ven empujadas por especies de zonas bajas que llegan más arriba aprovechando la bonanza meteorológica. Literalmente las especies de montaña no pueden subir más arriba y están condenadas a la extinción.

Pero no hace falta ni que cambie el clima, ni que se extiendan otras especies, ni siquiera que tengan o no la oportunidad de subir montaña arriba, si lo que ocurre es que, en plena época de reproducción, ya han muerto en la poda y “limpieza” de las plantas de las cunetas, así como pisoteadas por la organización y el público que acudió el sábado a la Bola del Mundo a presenciar la Vuelta Ciclista a España. No hay mejores lugares para hacer una etapa de montaña. No hay mejor sitio que la subida a las Guarramillas, en el centro del lugar donde quizás, cada día lo dudamos más, alguna vez se declare un mutilado Parque Nacional.
Pero esta Vuelta, no es un caso aislado, sino una vuelta de tuerca más a una sobreexplotación irracional de una sierra que no da más de sí. Y si no, lean la noticia de este último mes de mayo en EL PAIS

Javier Barbadillo en El Último Rincón y yo en este blog, nos hemos puesto de acuerdo para escribir sobre el mismo tema. No dejes de leerlo pinchando aquí.
Otras entradas relacionadas:
- Las chicharras haciendo la puesta pinchando aquí
- Más sobre las chicharras en reproducción pinchando aquí

martes, 31 de agosto de 2010

Día de orgía para las chicharras montañeras

 

Termino con los apuntes de un día de campo muy productivo, a mediados de agosto, entre La Najarra y el pico de los Bailanderos. Además de las arañas y mariposas, de nuevo me encontré con unas viejas conocidas, Lluciapomaresius stalii (antes llamada Steropleurus stalii), que ya vimos el año pasado y ya mostré en esta entrada "La chicharra montañera". Entonces era el momento de hacer la puesta, en pleno mes de octubre, en Siete Picos. Ahora encontré una nutrida reunión de ejemplares subidos en los piornos. Y aunque no me miraban con buenos ojos, las fotografié sin reparo.
Hembras y machos cantando, se dedicaban al cortejo y cópula. Aunque no pillé a ninguna pareja en el momento de más intimidad, por su abundancia puede fotografiar sin molestar a ejemplares de ambos sexos y las dos coloraciones principales, desde el verde hasta el pardo, casi negro.
Las hembras, como ya vimos en la otra entrada, tienen esa especie de estilete, ovopositor, para hacer un agujero en el suelo y poner en él los huevos. Los machos, en cambio, como podemos ver a continuación, carecen de él.
Ejemplar macho

Hembra verde

Hembra oscura.

Pero ¿que es lo que tiene esa hembra al final del abdomen? A primera vista nos puede parecer que son huevos, pero estando el animal en las ramas del piorno no tiene lógica, porque los ponen enterrados en el suelo. Esa extraña masa gelatinosa es un espermatóforo, es decir un paquete repleto de espermatozoides acompañado de sustancias nutritivas. La hembra irá absorbiendo su contenido para fecundar los huevos. Una vez cumplida su función, parece ser, que no es raro que la hembra consuma los restos de espermatóforo. Igualmente, muchos animales mueren tras las agotadoras sesiones reproductivas y las hembras supervivientes no desaprovechan la ocasión de consumirlos, pues son depredadores y, si se tercia, caníbales.
Unos días después, con ganas de estrenar un nuevo flash, volví a recorrer los piornales en busca de las hembras fecundadas, por si ya estaban poniendo los huevos, y ... ¡absoluto fracaso! Tras dos horas dedicadas únicamente a la búsqueda en los mismos piornos donde había visto la fiesta, renuncié al intento y volví cabizbajo al coche, para encontrarme un solitario macho justamente en el borde del aparcamiento, encaramado a un senecio, y rodeado de basura. Quizás a mediados de octubre, igual que el año pasado, sea cuando vuelvan a salir. No os quepa duda de que lo voy a intentar de nuevo.
Por último, una advertencia: Hay muchas especies muy parecidas, como Ephippiger diurnus, que es también bastante abundante en la Penínsua Ibérica, pero no es tan propia de alta montaña como la protagonista de hoy. Además, Lluciapomaresius stalii es muy abundante en el Sistema Central y, casi con seguridad, las chicharras que veamos en montaña en esta zona serán de esta especie.
Para los que tengan dudas os invito a buscar las dos especies en la web de biodiversidad virtual, para intentar apreciar las diferencias de la mano de un verdadero experto.

lunes, 2 de noviembre de 2009

La chicharra montañera

Hace unos años, exactamente el 3 de octubre del 2004, en una excursión por la zona denominada La Barranca, en la Sierra de Guadarrama, observamos numerosas chicharras activas.Nos llamó la atención porque ya eran días frescos. Pero más nos sorprendió que algunas hembras estuviesen poniendo huevos ¿Donde? ¡En medio del asfalto! Era impresionante ver a estos ortópteros con su largo ovopositor intentando clavarlo entre las grietas del asfalto de una pista degradada que hay en la zona. No me pude explicar el asunto más que como una torpeza de los animales tanto por la dificultad por perforar tan duro suelo como por pararse en el medio del camino donde podían ser pisados o comidos por pájaros.

El asunto no daba más de sí, pero se me quedó en la memoria...
Ahora, en fechas parecidas, el 20 de septiembre de este año, hicimos una escapada con Barbadillo y esposa hasta los Siete Picos, también en la Sierra del Guadarrama. Un día similar, soleado pero fresco, y de nuevo nos encontramos con las mismas protagonistas.
Algunas chicharras se veían en las rocas cercanas a las cimas entre los siete picos. Y allí estaba de nuevo una de ellas, intentando poner huevos allí donde el suelo es más duro, donde solo una tenue capa de musgo, ahora reseco, cubría la pura roca granítica.
Esta chicharra pertenece a la especie Lluciapomaresius stalli (antes Steropleurus stali). Es un pariente de los saltamontes y langostas, es decir, un ortóptero, pero más cercano a los grillos, los Tetigónidos . Se diferencia este grupo por las largas antenas, los hay verdes y también pardos y negruzcos. En su alimentación, además de las hierbas, tienen una tendencia a comerse a otros insectos y son especialmente carroñeros.
Volviendo al tema de la puesta, no se trata de una torpeza animal, nunca suele serlo, evidentemente es un carácter de su biología. Al parecer estos animales ponen sus huevos en grietas y zonas muy expuestas sobre material muy duro, como lo era el asfalto y como lo es la superficie rocosa. Así es posible que pasen el invierno, soportando viento, frío y sol, cubiertos por nieves y hielos hasta que eclosionen en primavera..
Aunque hay especies próximas repartidas por toda la península, incluso al nivel del mar, ésta concretamente es propia de montaña, muy interesante desde el punto de vista taxonómico y biogeográfico. Igual que ocurre con otros animales y plantas con distribución restringida a las grandes altitudes. Ese mismo día vimos dos típicas especies montanas: los restos ya resecos de gencianas amarillas (Gentiana lutea) y lagartijas carpetanas (Iberolacerta cyreni) que tomaban el sol, dos especies con los mismos requerimientos ecológicos que acompañan a los montañeros en sus excursiones.

Para los más despistados señalaré que esta lagartija carpetana es la que antes conocíamos como lagartija serrana, Lacerta monticola, que ahora se ha dividido en varias especies distintas, habitantes de diferentes macizos montañosos, y se han agrupado en el género Iberolacerta.