Mostrando entradas con la etiqueta montaña. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta montaña. Mostrar todas las entradas

lunes, 14 de marzo de 2022

Nuestro nuevo libro: ANDANZAS DEL GUADARRAMA. 100 años de cambios en la Sierra

T
ras una espera larga debida a las circunstancias que hemos padecido estos dos últimos años, por fin ha salido a la luz el libro que Javier Barbadillo y yo hemos publicado en Ediciones La Librería. El mercado editorial, como tantos otros, ha sufrido con la pandemia, así que es de agradecer el trabajo que esa empresa y veterana librería ha conseguido realizar en este periodo. Estamos especialmente agradecidos por la calidad final del libro a pesar de su ajustado precio, con sus 286 páginas y más de 125 fotografías a color.

Este libro surge después de tiempo de buscar un enfoque novedoso ante las muchas publicaciones nacidas tras la declaración del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama. Cuando conocimos la edición facsímil de “Andanzas castellanas”, libro que fue publicado originalmente en 1917 y su autor es Juan A. Meliá, nos resultó muy impactante ver que nuestra forma de acercarnos a la naturaleza y el campo en general, y no sólo la Sierra de Guadarrama, era muy similar a la que Meliá mostraba en su libro y, por extensión, a la de los pioneros del guadarramismo. Aquel libro se presentó en abril del 2017 en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, dentro del ciclo de charlas organizadas por la Sociedad de Amigos del Museo.

Nuestra idea inicial fue repetir los recorridos que Meliá describía en sus capítulos, pero nos dimos cuenta de que los cambios acaecidos desde entonces eran tan radicales que apenas si podíamos hacerlos de igual modo. De hecho, donde entonces Meliá recorría caminos rodeados de campo, encontramos ahora carreteras e incluso una autovía. Así, de forma natural quedó en evidencia que en lo que más nos debíamos centrar era en los cambios, y a su vez, restringir a la Sierra de Guadarrama el espacio tratado.

No me voy a extender en la descripción del libro de Meliá, pues en el momento de su presentación hice una completa reseña en mi otro blog “Observatorio de El Ventorrillo”, que puede verse en este enlace:

https://blogventorrillo.blogspot.com/2017/05/andanzas-castellanas-por-nuestra-sierra.html

Juntos o por separado, Javier y yo hemos recorrido nuestra Sierra desde hace mucho tiempo, cada uno con nuestros propios intereses, yo más zoológico y él más botánico y paisajístico, además de haber estado más implicado en la reivindicación ecologista. Y nos dimos cuenta de que también resultaban 100 años si sumábamos los aproximadamente 50 que llevamos cada uno recorriendo sus senderos.

El resultado es una mezcla de contenidos que hemos agrupado en ocho temas principales: Paisaje, forestal, Usos, Fauna serrana, Fauna alterada, Fauna invasora, Flora/vegetación y Deterioro. Además de una presentación de nosotros mismos y nuestra relación con la Sierra de Guadarrama, que hemos llamado “Andanzas vitales”.

Tenemos también la fortuna de que dos grandes de la protección y conocimiento de la Sierra, Eduardo Martínez de Pisón y Julio Vías, nos hayan querido regalar unas líneas de prólogo aportando un valor añadido a nuestras experiencias.

En lo que a mi corresponde, tenía especial interés en destacar la fecunda investigación realizada por investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales en ese tiempo, donde yo he desarrollado la mayor parte de mi vida laboral, desde Graells hasta las más recientes investigaciones sobre zoología y conservación. Destacan las descripciones de nuevas especies y subespecies para la ciencia, como Graellsia isabelae, la subespecie Parnassius apollo dedicada a Escalera, los escarabajos pipa del género Iberodorcadion, la subespecie Canis lupus signatus y Capra pyrenaica victoriae descritas por el mastozoólogo Ángel Cabrera. De más actualidad son los trabajos para salvar de la extinción a algunos de nuestros más emblemáticos anfibios serranos, modelo para el resto del mundo. Yo mismo he podido observar en las últimas décadas cómo la distribución de las lagartijas ha ascendido ocupando unas el espacio que antes tenían otras debido al cambio climático, que se evidencia también por la ausencia de nieve.

Sapo partero, Alytes obstetricans, macho cargando con la puesta.

También se muestra nuestra preocupación por las especies invasoras e introducidas, como es el caso de los peces, cangrejos y almejas que invaden nuestros ríos y lagunas.

Dentro del apartado “usos” me interesaba tratar la importancia de las razas autóctonas de ganado, pues tengo la opinión de que en los parques nacionales se deberían fomentar las razas que proceden de las regiones donde están situados y, de esa manera, apoyar a los ganaderos que están manteniendo esas variedades que en ocasiones se encuentran en peligro de extinción. El primer paso para que sean valoradas por los visitantes de la Sierra y consumidores de sus productos, es conocerlas como patrimonio cultural.

En la primera imagen, semental de raza avileña negra enfrentada a otro de raza limusin, introducida para un mayor aprovechamiento cárnico. A continuación cabra del Guadarrama y abajo pareja de colmenareñas y oveja de El Molar.

Un vestigio de la historia de la Sierra, y de España en general, interesante y aún muy desconocido, son las torres de telegrafía óptica, que fueron objeto de un ambicioso proyecto lamentablemente abortado, pero que nos ha dejado unas restauraciones dignas de ser admiradas. Igualmente, los restos de pequeñas canteras para la extracción de granito, de las que algunos municipios y particulares atesoran imágenes, herramientas y materiales que bien podían formar parte de un museo de referencia pero, en cambio, las propias canteras se encuentran en un lamentable estado de abandono llenas de escombros y son objeto de vandalismo con pintadas, así como pobladas con especies de peces invasoras, que impiden el desarrollo de poblaciones estables de anfibios, grupo zoológico en franco retroceso, también amenazado por los tóxicos y la sal vertida en las cunetas.

Torre del Telégrafo en Cabeza Mediana.

Aunque haya referencias antiguas de su presencia puntual, poco nos podíamos imaginar que al pie de la Sierra iban a invernar miles de gaviotas, además de que podríamos ver en sus embalses patos, gansos exóticos, cisnes y otras aves acuáticas no propias de nuestra región.

Gaviotas reidoras invernantes en el embalse de Santillana.

Por supuesto, incluyo entre los acontecimientos por los que ha pasado la Sierra, lo que hoy conocemos como Estación Biológica El Ventorrillo, donde he tenido el placer de trabajar.

Puede complementarse la información sobre el libro en el siguiente enlace al artículo del blog de Javier Barbadillo:

https://enelultimorincon.blogspot.com/2022/03/

El martes 26 de abril a las 7 de la tarde está prevista una presentación y firma del libro en el Salón de Actos del Museo Nacional de Ciencias Naturales y el libro puede adquirirse en la editorial y muchas otras librerías y, por supuesto, en la tienda del Museo. Hay que reservar plaza por haber aforo reducido.

https://www.mncn.csic.es/es/sociedad-de-amigos-del-museo/presentacion-del-libro-andanzas-del-guadarrama-100-anos-de-cambio-en

 A continuación incluyo el sumario completo, para dar una idea más exacta de sus contenidos: 

SUMARIO

Prólogo 1. Un siglo de la Sierra. Por Eduardo Martínez de Pisón

Prólogo 2. Por Julio Vías Alonso

El cómo y los porqués de este libro

ANDANZAS VITALES

1. ¿Por qué vivo en la Sierra?

2. La primera vez

3. Qué nos da y qué nos quita la Sierra

4. Mi vinculación con la Sierra

5. Escapar a vivir a la Sierra

PAISAJE

6. El complejo alpino del Guadarrama

7. La Sierra urbanizada

8. Viejas canteras, nuevas lagunas

9. Hitos de cumbre: los vértices geodésicos

10. La Sierra crucificada: cruz de Cuelgamuros o del Valle de los Caídos

11. Una bola con antenas

12. Naturalidad-artificialidad en los paisajes serranos

13. Tan cerca, tan lejos, del Guadarrama

14. Sobre el derecho a disfrutar de la Sierra

FORESTAL

15. La Sierra y sus circunstancias forestales

16. De la aflicción a la complacencia leñosa

17. Pinares naturales y plantados

18. Melojares arrasados y recuperados

19. La gran reforestación

20. Efectos negativos de las repoblaciones

21. Vuelo casero sobre laderas aterrazadas

22. Nuevos enfoques forestales

USOS

23. El ganado serrano, razas autóctonas

24. Telegrafía óptica

25. El Ventorrillo, rincón histórico y centro de investigación

26. Muros del agua

27. Guarramillas, la montaña domesticada

28. ¿Esto es Hollywood?

29. La Sierra ajardinada

FAUNA SERRANA

30. Graellsia, emblema de la Sierra de Guadarrama

31. Apolo, la mariposa de las cumbres

32. Iberodorcadion. Los curiosos escarabajos pipa

33. Mariquitas alpinistas

34. Anfibios de Peñalara, luchando contra su extinción

35. Lagartijas de roca, cuando ya no hay montaña a la que subir

FAUNA ALTERADA

36. Las gaviotas que descubrieron Madrid para invernar

37. El regreso de la cabra montés

38. ¡Que viene el lobo!

39. No hay paz para palomas y tórtolas

40. Luciérnagas, ilusiones que se apagan

41. Ardillas funambulistas

FAUNA INVASORA

42. Peces, perdiendo biodiversidad

43. Salvelino, la “trucha” de Peñalara

44. Visón americano y nutria, dos casos contrapuestos

45. Marisco serrano: cangrejos y almejas

46. Patos exóticos en la Sierra

47. La chinche de los piñones, el enemigo americano

FLORA / VEGETACIÓN

48. Los fresnos

49. Descubriendo la flora serrana

50. Insólito avance del muérdago del pino

51. Náufragos, supervivientes, resucitados, advenedizos y fantasmas

DETERIORO

52. En defensa de la Sierra. La historia jamás contada.

53. Estaciones de esquí alpino: islas urbanas

54. Lo que queda de Valcotos

55. Humedales urbanizados: lagunas de Pryconsa y El Carrizal

56. Vida y muerte en la cuneta

57. Arde Guadarrama

58. Contaminación lumínica

59. Cambio climático y sus evidencias

60. Demasiadas huellas

ACONTECIMIENTOS

ESPECIES CITADAS

BIBLIOGRAFÍA CITADA

BIBLIOGRAFÍA NO CITADA

 


viernes, 9 de octubre de 2020

Cinches escudo (3): La chinche mediterránea, Carpocoris mediterraneus

Continúo con esta serie dedicada a los hemípteros heterópteros, es decir, a las chinches que he llamado escudo por su forma y colorido.
La chinche mediterránea, Carpocoris mediterraneus, es una de las más abundantes y fáciles de ver en nuestra zona de campeo. Se puede encontrar en muy diversas plantas, pero yo tengo la impresión de que es más abundante en los cardos, tanto en los cardos marianos, borriqueros y otros de su familia, que están en su apogeo más bien en primavera y a principios de verano, como en los falsos cardos corredores más entrado el estío.


Así es como esta especie ha llegado a mi jardín, tanto como en el entorno de prados de mi casa, y las he fotografiado y mostrado en este blog en diversas ocasiones, como puede verse AQUÍ.

Carpocoris en cópula sobre la inflorescencia de un cardo borriquero, Onopordum acanthium, en mi jardín. 30 de junio 2020

Como ya he contado otras veces, todos los años suelo dejar que algún cardo crezca en algún rincón del jardín donde no molesten al paso, porque me dan la oportunidad de observar la numerosa fauna de insectos que atraen. Y no solo insectos, también aves como jilgueros, verderones y verdecillos que me lo agradecen y, a veces, hasta se dejan fotografiar... bueno, solo a veces. 
Pero no me voy a distraer, hoy va de chinches. Así, en la foto anterior muestro una pareja de Carpocoris mediterraeus en cópula, en un cardo de mi jardín.

Puesta de Carpocoris entre las espinas del cardo.

Unos días después de esa cópula, con los adultos aún pululando por el cardo encontré esta puesta y no me cupo duda de que se trataba del fruto de esa unión, ya que era casi idéntica a la que vi hace ya unos años sobre las acículas de un pino en la playa de La Marina, en Alicante, con la protagonista en plena faena. No parece que sea una coincidencia la forma de acícula de los dos lugares de puesta, bien diferente a la puesta, más numerosa y en una hoja plana, de Nezara viridula que mostré en la anterior entrada.
Momento
Momento de la puesta en las acículas de pino. Alicante.

Pensaba que iba a tener la oportunidad de hacer un seguimiento del desarrollo de estas chinches como el que mostré en mi anterior entrada, pero no fue así, el tiempo transcurrió y nada nacía. Y no solo eso, sino que empezó a crecer moho sobre los huevos, lo que indicaba que posiblemente estaba muertos. 
Sin embargo, en algo en equivoqué, no todos estaban muertos, al menos de uno de ellos nació una avispilla parásita, como puede verse en las siguientes fotos.


Me quedé sin poder fotografiar las ninfas en ese momento y han tenido que transcurrir más de 3 meses, desde el 30 de junio hasta el 6 de octubre, para que encuentre una ninfa de la especie, de los últimos estadios, en otra zona del jardín. Ha merecido la pena, es toda una belleza, con los brillos dorados que la adornan.

Carpocoris mediterraneus. Ninfa en los últimos estadios (creo que el 5º) sobre la  lavanda del jardín.

Taxonomía de Carpocoris mediterraneus.

La historia de la clasificación taxonómica de esta especie es bastante compleja y me ha costado dar con la conclusión final que he optado por seguir. 

IBERFAUNA, la base de datos del proyecto FAUNA IBÉRICA del MNCN, no la considera especie válida entre las cuatro existentes en la Península. Sin embargo, cita un artículo que sí lo hace. Es un trabajo del 2013 que puede consultarse en ESTE ENLACE. En él se concluye, con evidencias moleculares, que Carpocoris mediterraneus es una especie válida, muy común en España y diferente que Carpocoris fuscispinus con la que se había sinonimizado. Las dos especies coinciden en muchos lugares del continente europeo, también en varios sistemas montañosos de Península Ibérica. Incluso se han encontrado ejemplares de las dos especies en la misma planta, lo que refuerza la teoría de que son dos especies distintas que no hibridan. Las montañas parecen ser refugios fríos que datan desde las glaciaciones, algo que en el trabajo comparan con la distribución de algunas plantas y a mi me recuerda a las lagartijas serranas. No figuran en el trabajo hallazgos de C. fuscispinus en Guadarrama, así que habrá que fijarse en las zonas más altas. Este trabajo nos muestra fotos muy elocuentes de la forma de diferenciarlas.

Por otra parte, en la Península Ibérica la subespecie aceptada es Carpocoris mediterraneus atlanticus. Pero en el mencionado trabajo parece ser que las diferencias con la otra subespecie Carpocoris mediterraneus mediterraneus no están tan claras.

martes, 23 de agosto de 2016

Mariposas en el cardo corredor.

A medida que avanza la primavera y el verano se va sucediendo la floración de diferentes especies de plantas y con ellas la concentración de insectos polinizadores que quieren aprovechar su néctar. No todas las plantas atraen de igual manera a los insectos y especialmente a las mariposas, que es de las que voy a tratar hoy. En nuestra Sierra de Guadarrama las mariposas se sienten especialmente atraídas según avanza la primavera y el verano, primero por los rosales y varias especies de grandes cardos, luego por las zanahorias silvestres y después por las zarzamoras Ahora mismo por las flores de la hierba de Santiago, únicas supervivientes al pastoreo en algunas zonas y, por fin, por los protagonistas vegetales de esta entrada: los cardos corredores.
Hay mariposas con periodos de vuelo cortos y otras que, por ser más específicas, se mueven en un espectro de plantas reducidas, pero las que tienen periodos de vuelo largos o más de una generación por temporada pueden verse indistintamente en diversas flores.
En esta entrada me voy a centrar en el cardo corredor, del que ya he hablado en otras ocasiones en este blog (ver AQUÍ), aunque para otros temas. Parece mentira lo que una “humilde planta” que crece en las cunetas de los caminos y carreteras puede dar de sí.
Misma foto anterior con los insectos marcados. Con anillos rojos las mariposas, en azul otros insectos. 13 mariposas y 17 en total. Pinchando en la foto se puede abrir la foto en una pestaña nueva y ampliarla para verla en detalle. 

Me animó a hacer esta entrada un día de agosto, cuando a unos 1.500 metros de altitud los cardos empezaron a florecer y ofrecer su néctar. Al pasar junto a los cardos en el borde del camino se armó un verdadero alborto, así que caí en la tentación de intentar fotografiar todas la especies que pudiese. Desde luego, las flores compuestas de este cardo no tienen la típica floración de vivos colores ni olor, que dicen atraer a los insectos, pero sin duda tienen otra técnica o aroma que a nosotros se nos escapa.
A continuación pongo las especies que fotografié en tan solo media hora:

Argynnis paphia hembra

Argynnis paphia macho. Las líneas oscuras gruesas que siguen la venación de las alas son las llamadas "androconias" características de los machos
Hyponephele lycaon
Hyponephele lycaon

Pyronia tithonus, anverso
Melanargia lachesis

Pyronia tithonus, reverso
Aricia cramera, anverso

Aricia cramera, reverso
Lycaena alciphron

Lycaena phlaeas, reverso

Lycaena phlaeas, anverso

Lycaena virgaureae, hembra

Lycaena virgaureae, macho
Mientras hacía las fotos, otros insectos se posaron y volvieron a volar, como diversas moscas y abejas, pero al estar más concentrado en las mariposas, perdí la oportunidad de retratarlos. Sí pude hacerlo con estas dos especies más tranquilas, el pequeño y colorido cerambícido y la no menos llamativa chinche rayada.
Chlorophorus trifasciatus
Graphosoma lineatum
Sin duda, hay muchas más especies en la zona, un poco más allá, sobre hierba de Santiago y sobre las flores ya marchitas de rosal, vi y fotografié Pieris rapae y P. napi, Argynnis pandora, Issoria lathonia y Celastrina argiolus y en otro cardo una preciosa Euplagia cudripunctaria, pero esas serán protagonistas en otro momento, pues hoy he querido ser fiel únicamente a ese momento y lugar.
En esta otra entrada (AQUÍ) del blog de El Ventorrillo, muestro otras mariposas comunes en la Sierra de Guadarrama.

jueves, 19 de febrero de 2015

¿No hay nada en enero?

-->


El frío y las nieves de febrero nos han hecho olvidar muy rápidamente que hemos tenido un mes de enero casi primaveral. Con el título de esta entrada en Biodiversidad Virtual han retado a sus colaboradores a conseguir fotografiar, entre todos, al menos 2015 especies diferentes durante ese primer mes del año. Es una típica queja de los naturalistas que en pleno invierno hay poco que ver y hay que reconocer que en ciertas zonas es complicado ver insectos o flores. Sin embargo, este mes de enero se ha portado como para ayudarnos a lograr ese reto con tiempo cálido e incluso seco.
Issoria lathonia.

La zona donde vivo no es la más adecuada porque el clima es bastante extremo, así que no puedo presumir de haber contribuido mucho a conseguir el reto de BV, pues no he llegado a las 60 especies y la mayoría son repetidas con las que han visto otros compañeros. Si embargo sí he hecho el esfuerzo de fijarme más y darle uso a la cámara del teléfono que siempre llevo encima, aunque solo fuese en mis paseos mañaneros de fin de semana para ir a comprar el pan o rebuscando en el jardín, y hasta me he llevado alguna que otra sorpresa y desde luego, he aprendido algunas cosas.
Lycaena phlaeas.

Ver mariposas en enero no es lo más normal, sin embargo, en varios paseos he podido encontrarme con estas dos especies Issoria lathonia y Lycaena phlaeas. Me he dado cuenta que los ejemplares de I. lathonia son mucho más pequeños que los que he fotografiado en otras ocasiones, en primavera o en pleno verano. Volaban incluso a bastante altitud, las he visto a casi 1.400 metros en la madrileña Sierra de los Porrones, la continuación de la Pedriza hacia la Maliciosa. Pero más impresionante que ver mariposas ha sido encontrarme en ese mismo lugar con una jara pringosa, Cystus ladanifer, florecida, nada más y nada menos que el 8 de enero, muchos meses antes de lo que le corresponde.
Jara pringosa, Cystus ladanifer.
Y muy cerca de ella, también en plena montaña, una caléndula.
Calendula arvensis

Una de las flores en las que libaban las mariposas era el romero, que igualmente estaba florecido en la cañada que discurre entre Cerceda y Colmenar Viejo. Allí también estaban buscando su comida las abejas de la miel.
Romero, Rosmarinus officinalis.


He encontrado otras flores, pero me han extrañado menos porque sé que son más oportunistas, que aprovechan el momento para reproducirse y por ello las encontramos en las cunetas de las carreteras, en cualquier rincón con tierra de pueblos y ciudades y claro, en mi propio jardín. A este grupo pertenecen los dientes de león, los geranios silvestres y las malvas, entre otras.
Erodium cicutarium.

Malva sylvestris.

Diente de león, Taraxacum sp.

Veronica sp.
Y volando entre ellas, como no, alguna es esas moscas que tan bien saben imitar a las avispas.
Sírfido o mosca de las flores, Eupeodes sp.

Típico de los días soleados de invierno es encontrar pequeños reptiles que habitan en los roquedos. Las rocas y los muros de las casas se calientan mucho más que el aire y suelo circundante y eso les permite activar su metabolismo y espabilarse lo suficiente como para salir a cazar los insectos que se encuentran en sus mismas circunstancias. Así, en los muros de mi casa he podido ver a las lagartijas ibéricas, que ahora me tengo que acostumbrar a llamar Podarcis guadarramae (antes P. hispanica).

Y bajo las piedras del campo, un ejemplar activo de culebrilla ciega, Blanus cinereus.
... A la que acompañan lombrices, litobios, escarabajos, arañas, hormigas y otros invertebrados que en lugar de profundizar su enterramiento en el suelo para alejarse del frío, se acercan a la superficie bajo las soleadas piedras para calentarse.
Tenebriónido Scaurus puncatatus, que tiene la costumbre de agruparse en sus refugios bajo troncos y rocas.
Y también las buenas madres de las tijeretas, a las que encontré en sus nidos bajo piedras con sus puestas y con las ninfas ya bastante crecidas.
Hembra de tijereta, Forficula auricularia, en su nido con dos tamaños de ninfas, posiblemente fruto de dos puestas, a los que cuida.

Pero las que nunca fallan son las moscas, cuyos ciclos no tienen tanto que ver con periodos del año concretos sino con la disponibilidad de alimento. Por muy malas que sean las condiciones, siempre saben encontrar el rincón adecuado, dentro o fuera de nuestras casas.
Calliphora vicina, una de las especies necrófagas más utilizadas por los entomólogos forenses para determinar el tiempo de la muerte de un cadáver.  


También se me antoja que he visto muy temprano a las cigüeñas preparando sus nidos, pues estaban crotoreando ya las parejas y acarreando palos a su gran construcción en los pueblos de El Boalo y Cerceda.
Cigüeñas blancas, Ciconia ciconia, crotoreando en el nido mientras otro ejemplar las estaba sobrevolando. Al hacerlo muestran las manchas negras de la parte inferior de su pico. Tejados del pueblo de El Boalo, 8 de enero.

Otras plantas y animales cumplen sus ciclos con más normalidad, como por ejemplo los enebros que estaban dispersando su polen...
Enebro de la miera, Juniperus oxycedrus, en el momento de dispersar polen por una racha de viento.

 ... mientras que en las ramas de los ejemplares hembra los frutos del año anterior maduran ...
Frutos maduros de enebro de la miera, Juniperus oxycedrus.

... tanto el enebro de la miera como el común...
Enebro común, Juniperus communis.

... y ofrecen alimento invernal a aves y mamíferos, entre ellos al señor raposo, que deja así sus restos.
Mientras, en un rincón soleado, junto a una charca creada en una cantera abandonada, se abren los frutos del problemático estramonio, que hace unos años provocó unas cuantas intoxicaciones a los que jugaba a aprendices de bruja.
Cápsula de semillas de estramonio, Datura stramonium.

Las chinches, como otros insectos voladores, se esconden en grietas de los troncos de los árboles y maderas de construcciones, así como bajo tejas y entre ladrillos pero se dejan ver los días soleados. 
Rhaphigaster nebulosa.
Y así encontré a la chinche de los piñones, Leptoglossus occidentalis, en una doble ventana de El Ventorrillo, como el año pasado, cuando lo conté en el blog AQUÍ. Igual que esta otra especie que tiene la misma costumbre de acercarse al calor de las casas metiéndose en la zona de las persianas o en las grietas de los marcos de las puertas.
Rhyparochromus pini.

En cuanto a las aves, en el jardín llegan los carboneros, que en cuanto hace frío se acuerdan de que aquí hay comida, y un solitario petirrojo, menudos son ellos como para compartir espacio con sus congéneres, acompañando a los habituales gorriones, tórtolas y urracas.
Petirrojo, Erithacus rubecula, siempre alerta, sobre uno de los comederos del jardín.
Por último, como siempre, agradecer a los expertos de Biodiversidad Virtual su ayuda en la determinación de las especies de plantas e invertebrados a las que no llegaban mis conocimientos.