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lunes, 26 de julio de 2021

Efémeras. El misterio de los "bichos" pegados a la pared de casa.

Una de las preguntas que, como biólogo y naturalista, me suele hacer la gente que me conoce personalmente o a través de las redes sociales es: ¿Qué es este bicho que me he encontrado en la pared de casa?

Afortunadamente la respuesta es sencilla. No se trata de un "bicho" o insecto propiamente dicho, sino una exuvia, es decir, la piel de un insecto, que ha mudado. 
En este caso se trata de la exuvia de una efémera, pequeño insecto con un cierto parecido a los mosquitos, por el tamaño y  forma de vida, pero muy alejado de estos en el árbol de la evolución.
Las efémeras, del orden de los efemerópteros, son unos de los más primitivos insectos alados, seguramente incluso más que las libélulas que siempre se ponen como ejemplo de insectos que volaron en el periodo geológico del Carbonífero, mucho antes de que los dinosaurios aparecieran en la Tierra y cuando los primeros anfibios empezaban a colonizarla. Como las libélulas, en ese mundo en el que al parecer había más proporción de oxígeno en el aire y los insectos podían crecer más que los actuales, la efémera fósil más grande que se ha encontrado tenía nada menos que 45 cm de envergadura, frente a los apenas 2-3 cm de las actuales. 




Su primera etapa en la vida, como los anfibios y las propias libélulas, transcurre en el agua. De hecho, pueden pasar meses en el líquido elemento hasta que alcanzan el desarrollo completo y salen al aire. Presentan, además, un curioso fenómeno único entre los insectos: el que como animal alado tengan dos procesos de muda. Todos los demás insectos, sean de metamorfosis completa (como los escarabajos y mariposas) o simple (como saltamontes y chinches), una vez que alcanzan la fase alada ya no crecen ni mudan más y son ejemplares reproductores. Sin embargo, los efemerópteros salen del agua mudando la piel como forma alada, pero no siendo ejemplares reproductores (a  los que entomólogos llaman imago). Entonces, dan un corto vuelo, se posan en una planta, roca o en la pared de una vivienda si llegan atraídos por la luz, y en uno o dos días o incluso en apenas unas horas, vuelven a mudar. Esta vez sí, como imagos capaces de reproducirse. Ese es el proceso que se ve en las fotografías de esta entrada.
Atrás queda esa vieja piel o exuvia que tanto llama la atención a la gente cuando los ven en las paredes o techos de sus casas.

Los alados sexuados vuelan entonces en busca de pareja, para ello los machos suelen tener los ojos más grandes. Al juntarse en determinadas zonas llegan a formar grandes enjambres, habitualmente cerca de los ríos o lagunas, siendo muchas veces confundidos con nubes de mosquitos. Nada debemos temer de ellas, pues por no tener no tienen ni órganos para comer, mucho menos picar, ya que en muy poco tiempo, a veces horas desde que salieron del agua, mueren. Esa es la razón de su nombre, efémeras, que viene de efímera, por lo corto de su vida alada, aunque en la fase acuática hayan podido vivir más de un año. Pero eso los antiguos científicos que le dieron nombre no lo sabían.
Las efémeras son imitadas por los pescadores para hacer sus "moscas", que fabrican con hilos de colores y plumas atadas al anzuelo. Son típicas para la pesca de la trucha, una de las formas de pescar que más pericia, paciencia y conocimientos necesita. Se trata de hacer creer a los peces que el anzuelo es una hembra de efémera en el momento de acercarse al agua para hacer la puesta.
Las hembras fecundadas de efémera vuelan a ras de agua, introducen su abdomen para poner los huevos en ella y, la mayoría de las veces mueren de agotamiento cayendo al río. Los peces están por tanto muy acostumbrados a cazarlas y son así engañados por los pescadores.

Las ninfas o náyades, es decir las fases juveniles acuáticas, tienen el cuerpo y la cabeza muy parecido a los adultos, pero su abdomen está festoneado por pares de penachos branquiales que pueden agitar para hacer circular el agua a su alrededor.
Hay especies de aguas rápidas, aplanadas y adaptadas a soportar las fuertes corrientes sobre o debajo de las piedras de los ríos. Pero otras, como la de la foto, habitan en aguas quietas y tienen más libertad de movimientos y natación.
Las ninfas suelen alimentarse de detritos y vegetales, aunque no faltan especies que incluyen pequeños animales en su dieta. A su vez, ellas son presa habitual de náyades de libélula, larvas de escarabajos, ninfas de chinches acuáticas y plecópteros, de peces y de anfibios. Los adultos, igualmente, son alimento de numerosísimos animales insectívoros: peces, como ya hemos visto, aves como los vencejos, golondrinas, aviones y limícolos, así como anfibios en fase terrestre, lagartijas, arañas y otros pequeños animales depredadores.

El misterio de esos raros "bichos" pegados a las paredes, queda así desvelado y nos ha llevado al conocimiento de un fascinante grupo de insectos. 

lunes, 18 de mayo de 2020

Noche de emergencia... de la libélula azul

La noche del 7 y del 8 de este lluvioso mes de mayo emergieron del agua del estanque en el jardín unas cuantas libélulas Anax imperator. Esta especie, y no es la única, suele salir del agua durante la noche, con lo que está más o menos a salvo de los depredadores diurnos, especialmente las aves. También suelen coincidir que en unas pocas noches salen muchos ejemplares, no sé cómo se coordinarán, supongo que influirá el cambio de temperatura de un día soleado tras varios de lluvia y fresco, y no sé si será casualidad que coincidiese también con una noche de luna llena, habrá que comprobarlo.
El día anterior había visto una exuvia en una de las hojas de las plantas acuáticas sobre la superficie del agua, por lo que estuve atento saliendo cada 15 minutos tras anochecer, primero para ver si veía alguna salir y luego, una vez comprobado, para hacer el seguimiento.
Algún éxito y algún fracaso ha habido, con alguna poco colaboradora, pero por fin pude reunir unas cuantas fotos del proceso. Las pongo a continuación y después os cuento una curiosa historia.
Ninfa (náyade) saliendo del agua

Náyade trepando por la hoja.


Tras rasgar el dorso la nueva libélula va saliendo del la exuvia.
La libélula se agarra a la exuvia y cambia de posición



Empieza a extender las alas

Así es como queda la exuvia y la encontramos a la mañana siguiente

Y aquí está el ejemplar a primera hora de la mañana, tomando el sol para secar su alas. Apenas me acerqué salió volando y no pude hacer mejor foto. No necesariamente es el mismo, ya que fueron varias las que salieron.
La anécdota a la que hacía referencia es que tras pasarme más de dos horas entrando y saliendo para hacer las fotos anteriores, a la mañana siguiente, mi mujer me llamó para que fuese corriendo al salón... ¡En las cortinas había una preciosa libélula! 
La saqué inmediatamente, pues estaba chocándose contra la ventana... Pero además, cual fue mi sorpresa cuando vi que ¡en el suelo había una exuvia!
¡Después de haber estado entrando y saliendo al jardín durante tres horas nocturnas, resulta que había tenido el mismo fenómeno a la vista y en el salón de mi casa!
Hay dos posibilidades, no sé cual es más rara de las dos:
La primera, que una ninfa saliese del estanque y recorriese unos 15 metros, incluyendo subir unas escaleras, entrase en la casa por la terraza, si es que me había dejado la puerta abierta en algún momento.
Y la segunda, que creo que es la cierta, que mientras estaba tumbado en la orilla del estanque fotografiando a la libélula emergente, otra se me hubiese subido encima y, sin darme cuenta, la trasladase hasta el salón de casa.

A continuación pongo dos enlaces a otras entradas donde hablé de esta especie. En la primera hablo de generalidades de estas grandes libélulas y se me ve, con más pelo que ahora, haciendo fotos en la misma postura y lugar en la que se me pudo subir la polizón.
https://notasdecampoyjardin.blogspot.com/2009/06/la-gran-libelula.html

En esta otra hablo de las mal llamadas larvas, en realidad ninfas acuáticas y su capacidad depredadora:
https://notasdecampoyjardin.blogspot.com/2011/07/la-muerte-en-las-profundidades-del.html


miércoles, 5 de junio de 2019

Dos historias de pájaros en el jardín.

Comedias, dramas y pequeñas tragedias ocurren cada día en nuestro entorno sin que apenas nos demos cuenta. Varias veces me he encontrado un pajarillo muerto en el jardín: volantón ahogado en el estanque, decapitado por quien sabe que depredador, junto a la casa, quizás chocado contra una ventana. Algunas veces he podido saber a ciencia cierta lo que había ocurrido, como la vez que mi vecina pudo observar que una rana cazó y ahogó a un gorrión que se estaba bañando en la orilla y luego tuvo que dejarlo, al no poderlo tragar. Otras veces son situaciones más alegres, como ver cómo sacan adelante los polluelos, los cortejos, las discusiones entre machos y la competencia incruenta por el alimento o los baños en agua y en arena.
Hoy en un rápido apunte voy a contar dos historias cuyos protagonistas han sido un petirrojo (Erithacus rubecula) y un herrerillo común (Cyanistes coeruleus). La mala del cuento, aunque de manera involuntaria, será la urraca (Pica pica).

En el jardín, este año, hay un petirrojo. No es muy frecuente en primavera y verano, aunque sí en otoño e invierno que es cuando acuden a los comederos y andan por el suelo. Este es difícil de ver, se mueve entre las bases de los arbustos y pasa muy desapercibido. Pero cuando mi mujer se pone a regar su pequeño huerto no tarda en aparecer y seguirla. Y es fiel a su cita a la caída de la tarde.
Estoy seguro de que se aprovecha de los pequeños insectos y lombrices que se descubren al recibir el chorro de agua pero, como puede verse en las fotos, también es el momento para darse un baño en los charcos. Es curioso: tiene a su disposición varios cacharros de poco fondo con agua limpia y renovada casi a diario y es donde se bañan otros pájaros, pero él, como hacen a menudo los perros y los niños, prefiere chapotear en los charcos.
Espero que siga haciéndolo y que me dé más oportunidades de fotografiarlo.


La historia del pequeño herrerillo podía haber terminado muy mal, pero afortunadamente esta vez fui testigo de la escena y pude intervenir.
Estaba viendo toda una familia de herrerillos, los padres y al menos cinco pollos volantones, entre las ramas del olivo, los tarayes y uno de los estanques, bañándose y bebiendo junto a algunos gorriones. 
Me llamó la atención que uno de ellos en lugar de usar el platillo que habitualmente utilizan, prefirió posarse en una hoja de nenúfar y aprovechar el hundimiento de esta para sumergirse parcialmente y hacer su abluciones. Me pareció un deporte de riesgo, pero no tuvo ningún problema en salir volando.
Sin embargo, entre ellos había uno que parecía estar despistado del resto...
Estaba observando y fotografiando a este pequeño que se había mojado en las rocas de la orilla cuando llegó volando una urraca y provocó la desbandada general de toda la familia, que desapareció como por encanto.

Todos menos, justamente, el que estaba fotografiando en ese momento, que se quedó literalmente petrificado. La urraca no le vio, miró el comedero, que estaba vacío y volvió a irse, pero el herrerillo, cuando minutos después consiguió volver a moverse, lo que hizo fue caerse al agua.

Todo esto lo estaba observando desde la ventana de la cocina, así que salí a tiempo para rescatarle y ponerle al sol en las ramas del olivo donde puede seguir vigilando por lo que pudiera pasar. 

La familia no volvió a por él, dicen que los pájaros no saben contar y quizás no le echaron de menos, pero poco a poco él se fue atusando las plumas para secarse, ...

 ... fue capaz de salir de su estado de pánico y dar un corto vuelo a una rama más alta para finalmente irse por el mismo camino que tomaron sus padres y hermanos. No los he vuelto a ver, espero que los encontrase o, por lo menos, que haya sido capaz de alimentarse y buscarse la vida. Creo que sí, que era bastante grande para alimentarse solo... o eso me gusta pensar.




domingo, 16 de octubre de 2016

Baño de aves en el jardín


En varias ocasiones he mostrado las diferentes especies de aves que acuden a los comederos del jardín y a los estanques. Este verano, veía que algunos jóvenes tenían problemas para acceder a beber el agua de los estanques. En cambio, usaban con frecuencia el agua que quedaba en los platillos de las macetas cuando regábamos. Así, se me ocurrió dejar junto a uno de los estanques un platillo siempre lleno de agua.
El éxito fue inmediato, varias especies han estado acudiendo a usarlo, tanto a beber como a bañarse, hasta tal punto que tenía que rellenarlo más de una vez al día para evitar peleas. No siempre lo he podido hacer, igual que no siempre he podido grabar el vídeo hasta hace poco por un pequeño problema con la cámara, que afortunadamente he resuelto.
El año que viene espero poner un sistema más automatizado que rellene el recipiente (o recipientes) cuando funcione el riego por goteo, aunque sé que eso no me ha evitar algo de trabajo, porque los pájaros son bastante sucios y hacen sus necesidades dentro obligándome a lanzar un chorro de agua a presión para limpiarlo, casi a diario.
Durante todo el año, además, utilizan una zona despejada del jardín para sus baños de arena, pero me resulta más complicado de grabar, por el lugar que usan y porque no siempre lo hacen a la misma hora.
Y sin más dilación... aquí está el vídeo.

Es muy gracioso observar a los gorriones, a veces parece que hacen cola esperando su momento y hasta hay discusiones. Es el vídeo solo se juntan tres, pero en ocasiones se reunen de ocho a diez junto al plato.

viernes, 12 de agosto de 2016

LA CADENA DE LA VIDA (y 4)

En la anterior entrada dejamos a los pulgones de la colza que eran parasitados por pequeñas avispas y que las larvas de esas avispas, que viven dentro de los pulgones, son a la vez parasitadas por otra especie de avispa. Pero no se terminan allí los depredadores de los pulgones, hay otros aún más voraces, que se comen a los pulgones uno tras otro. Como puede verse no se anda con muchos remilgos en la mesa esta larva de mosca, al pulgón solo le queda patalear mientras es comido vivo. Las he observado trabajar y no tardan ni medio minuto en comerse a un pulgón y al poco ya van a por el siguiente. 
Se trata de la larva de un tipo de mosca, un sírfido. Entre las moscas de esta familia las hay con muy variados aspectos y ciclos de vida, teniendo en común, cuando adultos, su semejanza con avispas y abejas y su costumbre de libar en las flores. Hoy me detendré, como era de esperar, en los que son depredadores de pulgones. Son unas esbeltas moscas de cuerpo rayado en negro y amarillo parecidas a las avispas lo que les vale ser temidas y evitan ser atacadas... casi siempre. En mi jardín es muy abundante la especie Sphaerophoria scripta y por eso supongo que las larvas que fotografío también corresponden a esa especie.

Las moscas madre deben poner sus huevos en la parte alta de la planta, porque siempre he visto a las larvas avanzar hacia abajo, entre los pulgones apelotonados en los tallos, dejando atrás la devastación más completa. No dejan uno vivo y a veces son varias las larvas las que juntas van avanzando, dejando limpia la planta. Todo un aliado para el jardinero o el agricultor.
Pero las moscas tampoco pueden despistarse demasiado, en esta ocasión no le ha valido de mucho el mimetismo batesiano ya que el caballito del diablo lo ha cazado sin contemplaciones. 

Los caballitos del diablo son Odonatos, el mismo orden que las libélulas, y su primera etapa de vida la pasan dentro el agua, donde también son voraces depredadoras. Normalmente los caballitos del diablo, como este Ceriagrion tenellum no capturan presas tan grandes, aunque tampoco es excepcional. Lo habitual es que cacen mosquitos, efémeras y otros pequeños insectos que revolotean alrededor de la lámina de agua o entre las plantas acuáticas. A veces también se abaten sobre los pequeños insectos que se encuentran posados. 
Pareja de Ceriagrion tenellum en el momento inmediatamente anterior o posterior a la cópula. El macho sujeta a la hembra por el cuello y cuando esta está dispuesta acerca su extremo a los anillos con los genitales masculinos. Después, durante la puesta de huevos, los machos siguen sujetándola. De esta manera, sin duda, se aseguran de que los hijos serán suyos.

El estanque es uno de los mejores puntos de atracción de fauna, tanto invertebrados como anfibios, reptiles y aves. En el caso de los odonatos, he podido determinar la presencia e incluso la reproducción de cinco especies de libélulas y otras tantas de caballitos del diablo, aunque posiblemente exista alguna más que no haya podido fotografiar.
Náyade de la libélula Anax imperator, que cría en el estanque del jardín, vista desde abajo para mostrar la "máscara"
Ninfa (náyade) de Anax imperator.
Los odonatos son eficientes depredadores tanto en su fase adulta, voladora, como en su fase de ninfa, llamada náyade. En el agua, las mal llamadas larvas de libélula cazan invertebrados y hasta renacuajos y pequeños peces si se ponen al alcance de sus tremendas mandíbulas extensibles como si fuesen un brazo, llamadas "máscara" porque en posición de reposo les tapan la parte inferior de la cabeza.
Las náyades de las grandes libélulas, como las de Anax imperator que hay en mi jardín, también depredan sobre las de caballito del diablo, que son de tamaño mucho menor y más delicadas.
Las hembras de Anax imperator ponen sus huevos sin estar sujetas al macho. 
Aunque en el mundo de los insectos las libélulas puedan ser consideradas como un superdepredador, son también alimento de aves, como el abejaruco, y de anfibios cuando tienen oportunidad. Este fue el caso de la siguiente fotografía. Estaba yo haciendo fotos y vídeos de las peleas entre machos de rana, cuando la libélula tuvo la mala idea de posarse para hacer la puesta casi delante de una de ellas. El ataque fue fulminante y, aunque de primeras la sujetó de mala manera de un ala, no tardó en engullirla, hundiéndola previamente.
Pero las ranas también tienen sus depredadores, incluso en el estanque de jardín. Varias veces he tenido la visita de culebras de agua, tanto Natrix maura como Natrix astreptophora. Las he dejado tranquilas durante una temporada, que he aprovechado para hacer algunas fotos. Es una buena técnica para controlar el exceso de ranas, que llega un momento en que durante la noche son atronadoras y tengo apuro por si llegan a molestar a los vecinos. Sin embargo, pasado un tiempo las cojo y las llevo a unas charcas próximas, porque los estanques son pequeños y no hay "producción" suficiente para mantener depredadores tan eficientes. 
Preciosa Natrix astreptophora, culebra de collar adulta, que aún conserva las manchas de su cuello características de los juveniles. Toma el sol en su lugar habitual, un lateral del estanque donde está descubierta la lona de caucho, que al ser negra posiblemente le proporciona más calor.
El último eslabón de la cadena, evidentemente, no ocurre en mi jardín, pero sí muy cerca. Espero que no se hayan encontrado con ella las culebras que tan bien se han alimentado en mi estaque. Se trata del águila culebrera, la especialista en la caza de ofidios que, a pesar de su tamaño, no duda en pararse en el aire como si se tratase de un pequeño cernícalo, dándome así la oportunidad de fotografiarla.
Águila culebrera, Circaetus gallicus, cerniéndose en busca de sus presas.

Y aquí dejo esta serie de encadenados que se comen los unos a los otros, la CADENA DE LA VIDA, de la que tanto nos hablaba el gran Félix Rodrígez de la Fuente.

Agradezco a los expertos de Biodiversidad Virtual por estar ahí, determinando las especies. Sin ellos dudo mucho que hubiese podido acercarme siquiera a identificar ni una décima parte de las especies que habitan en mi entorno.

domingo, 14 de febrero de 2016

LA CADENA DE LA VIDA (1)

En facebook mi amigo Antonio Guillén me nominó para que siguiese una cadena que suponía publicar siete fotos en siete días y nominar a otros siete amigos para que hiciesen lo mismo. Tras pensarlo durante unos días decidí no nominar a nadie, porque no me gustan ese tipo de cadenas, pero aprovechando la ocasión me planteé un pequeño reto personal: ser capaz de encadenar al menos siete especies que de alguna manera se relacionen y aparezcan en alguna de mis fotos.
Dicho y hecho, conseguí hasta nueve fotos encadenadas y hasta eché de menos no hacer ramificaciones que iban surgiendo por el camino. Además, como tengo por costumbre me alargué más de la cuenta con las explicaciones y me di cuenta que con ese material un poco más ampliado podía hacer hasta tres entradas del blog. Aquí está la primera con las tres especies.

Comienzo con la foto de un avispón común, Vespa crabro, depredando sobre una avispa, creo que del género Polistes. Fueron protagonistas, hace poco, de una de las entradas de este blog. Los avispones son temibles depredadores y atacan a abejas, avispas y dípteros cuando están libando el néctar en las flores. Ellos también necesitan libar para mantener su elevado metabolismo, sus presas son en realidad el alimento de las larvas, que esperan en las celdillas de su nido. La foto está hecha entre las flores de hiedra en el jardín de casa.

La cadena de la vida de unos es necesariamente la cadena de la muerte de otros.
Las avispas, del género Polistes y Vespula, de las que hemos visto a un ejemplar presa del avispón, son también carnívoras en su fase larvaria y las obreras se ven en la necesidad de colectar carne de todo tipo para alimentarlas, desde el jamón o el chorizo del bocadillo de los excursionistas hasta los insectos que puedan cazar. Son más carroñeras que depredadoras y los insectos reventados contra el frontal de los coches son una de sus presas habituales.

La foto está hecha en la parrilla de mi propio coche, lo siento mariposa, en casa. Pero donde más he podido observar ese comportamiento ha sido en el aparcamiento del Museo. En verano, las avispas parecen estar esperando la llegada de los vehículos para rebuscar en sus radiadores. Me parece impresionante con que certeza van directas hacia la parte delantera de los coches, independientemente de su posición. Supongo que lo que les atrae es el olor de los insectos aplastados.
Estas avispas hacen nidos de papel y para ello recogen fibras vegetales que mascan y transforman en pasta. Como ocurre con las fábricas papeleras, en ese trabajo las avispas utilizan mucha agua y por eso es tan frecuente verlas zonas húmedas y particularmente en las piscinas en pleno verano. La verdad es que no tiene nada que ver la agresividad de las avispas en las cercanías de su nido con la relativa indiferencia que manifiestan cuando están recogiendo agua, comida para sus larvas o libando néctar.
La mariposa es un ejemplar de Vanessa cardui, mariposa de los cardos, y en tres viajes de la avispa no quedó nada de ella. La naturaleza todo lo aprovecha.
El paso siguiente es saber la vida y milagros de la mariposa. Es un ninfálido y, como su nombre específico indica, sus larvas se alimentan de varias especies de cardo, aunque igual se puedan encontrar en malvas, ortigas y otras de las llamadas "malas hierbas". Lamentablemente como cardos que son, también pueden atacar los cultivos de alcachofas.
Para defenderse o permanecer ocultas de sus posibles depredadores, sus orugas se esconden entre las hojas de las plantas, que mantienen entrecerradas con los hilos de seda que ellas mismas producen y mantienen.

Estas mariposas pueden pasar el invierno como crisálida o como adulto invernante y por eso, a veces, pueden volar un poco "fuera de época" cuando el invierno es cálido, como éste. En esos casos se las suele ver bastante deterioradas, no tienen nada que ver con los preciosos ejemplares recién emergidos en primavera, sobre las flores de rosales y cardos tempranos.

El siguiente paso en esta cadena de la vida está precisamente en los cardos y será el objeto de la próxima entrada.

sábado, 18 de julio de 2015

Historias de mirlos en el jardín. Mírenlos.

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No hace mucho un compañero científico del Museo, y seguidor de este blog, me aconsejó que no me preocupase tanto de hacer sesudas entradas llenas de datos y textos, que a él le gustaban más ligeras y con la frescura de un cuaderno de campo.
Con todo mi aprecio como persona y admiración como científico, que además sabe divulgar, le voy a hacer caso y espero que me salga una entrada refrescante, que falta nos hace.


Ya he comentado en otras ocasiones que en el jardín intento facilitar la vida a la fauna que pueda acercarse poniendo a su disposición plantas, a ser posible autóctonas, que les ofrezcan alimento y refugio. Árboles y arbustos que produzcan bayas en distintas épocas del año son fundamentales. Para los insectos, además, intento dejar algunas "malas hierbas", que suelen ser fuente de interesantes observaciones.

Es muy importante también tener algún lugar donde las aves puedan beber agua, tanto en invierno como en verano. Parece mentira, pero en invierno, cuando hay varios días seguidos de temperaturas bajo cero, el agua líquida es también necesaria y un agujero en el hielo del estanque es un punto de atracción.


Hay en el jardín un arbolillo desangelado como él solo, que cuando no tiene ni flores ni frutos pasa totalmente desapercibido, pero cuando florece es una auténtica maravilla para la vista y el olfato, se trata del serbal de los cazadores, Sorbus aucuparia

La floración es primaveral y relativamente temprana, con lo que es todo un regalo para los abejorros, abejas, avispillas y dípteros de todo tipo que acuden a libar pagando el peaje de transportar su polen.
Y bien entrado el verano, sus abundantes frutos son un punto de atracción para muy diversas aves, entre las que en mi jardín destacan los mirlos, que alternan su búsqueda de lombrices, arrancándome alguna que otra planta de rocalla, con la dieta frugívora. 

En estos días dos hembras de mirlo han alimentado ante la ventana de mi cocina a sus pollos, tanto con lombrices como con los frutos del serbal. Y me han permitido fotografiarlos.
Me hace mucha gracia que cuando el pollo está solo y sobre todo si mi perra o alguno de nosotros nos acercamos, queda quieto como una estatua.
También cómo la madre se deja ver en las cercanías durante un buen rato, aunque en silencio, sin acercarse a la cría.
Y cuando llega, la alimentación es rápida, alejándose inmediatamente.
A una de las dos madres la podía diferenciar por el "despeinado" del las plumas de la nuca.

Un día después de hacer estas fotos, vi que las dos hembras estaban mirando con mucha atención en el estanque. Perdonadme la humanización al interpretar su comportamiento, pero casi puede ver su preocupación y enseguida me di cuenta de lo que podía estar pasando. Corrí hacia el jardín, pero el pollo ya estaba ahogado.

Curiosamente las dos hembras de mirlo han seguido alimentando al único pollo superviviente. Y no solo eso, también defendiéndolo, porque durante toda una mañana un par de urracas han debido estar intentando cazarlo y esa parte del jardín fue todo un jaleo entre las dos mirlas y las dos urracas.

No puedo saber si las dos hembras de mirlo son dos madres con sus correspondientes hijos únicos o solo una de ellas es madre de los dos y la otra está contribuyendo a su cuidado. Lo que sí puedo asegurar es que al afortunado pollo superviviente no le ha faltado comida ¡qué manera de tragar!

En los estanques y variados recipientes de agua que tengo repartidos por el jardín, hay superficies escalonadas, abundantes nenúfares o malla de plástico en la orilla, como la que se ve en el lado izquierdo de esta última foto, para ofrecer superficies irregulares por las que trepar y evitar los ahogamientos, pero se ve que ese pollo no fue capaz de encontrar la manera de salir. Por cierto, el pájaro de la foto es un ruiseñor, muchas veces escuchado pero pocas veces visto.