Este año los campos se han secado antes de tiempo, tenemos exceso de calor y una pertinaz sequía que ha cambiado mucho los ciclos de la naturaleza. A inicios de este mes de julio los campos ya están casi como a mediados o incluso a finales de agosto de otros años más normales, aunque esto ya empieza a no ser excepcional, lamentablemente. |
Mariposa cinabrio, Tyria jacobaeae, principal protagonista de esta entrada |
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Oruga de Tyria jacobaeae mostrando sus contrastes amarillo-negro indicadores de su toxicidad |
En mi entorno, y supongo que en muchos otros lugares de clima semejante, entre las secas gramíneas que tiñen de amarillo los campos, destacan muy pocas plantas verdes, algunos cardos y, especialmente la hierba se Santiago o hierba cana, ahora llamada Jacobaea vulgaris, antes denominada Senecio jacobaea. |
Hierba de Santiago, Jacobaea vulgaris (= Senecio jacobaeae) |
Además de en los prados y claros de bosque, donde pueden llegar a agruparse cientos de ellas en muy poco espacio, son frecuentes en las cunetas y bordes de caminos, pues el viento, natural o producido por los vehículos, favorece la expansión de sus voladoras semillas portadoras de vilano y la acumulación de humedad en esos espacios también les viene bien.
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Prado entre pinares en Navacerrada, a finales de agosto de 2018, invadido por la hierba de Santiago. |
Son bastante inconfundibles por sus flores amarillas y sus hojas finamente lobuladas. No suelen alcanzar los 80 cm de altura, pero son muy variables, las hay con un solo tallo sin ramificar, otras ramificadas y también con varios tallos desde su base. Son plantas anuales, se secan al llegar el invierno y vuelven a brotar de semilla a la siguiente primavera. |
Semillas de hierba de Santiago a punto de maduración con sus vilanos para ser arrastradas por el viento. |
Hay una razón importante para que las plantas que he citado anteriormente sigan permaneciendo en los campos incluso en aquellos que tienen una importante carga ganadera: Los cardos por su naturaleza espinosa y la hierba de Santiago por sus venenos.
En efecto, como explica Javier Barbadillo en una entrada de su blog [1], la hierba de Santiago es venenosa, acumula en sus tejidos alcaloides tóxicos. Supongo que además de tóxica debe tener mal sabor, porque si todos los herbívoros que la muerden muriesen ninguno aprendería la lección. En cierta ocasión escuché a un botánico decir que las cabras enseñaban a sus hijos que una planta no era comestible dándoles una patada en la cabeza cada vez que intentaban comerla. No sé si será cierto, aunque me gustaría que fuese así pues es una bonita historia, pero me inclino más por la teoría del mal sabor.
Esos alcaloides no parecen importar a algunos insectos que sí se alimentan de ella, entre ellos la más famosa es, sin duda, la mariposa cinabrio, Tyria jacobaeae, cuyas orugas comen esta especie y otras de su mismo género. |
No es muy frecuente que las plantas atacadas por orugas de Tyria jacobaeae queden tan drásticamente consumidas y perjudicadas, pero a veces sí se da el caso. |
Bueno, digamos más bien que casi exclusivamente, pues en el Jardín de Mariposas Marcos Portolés Ajenjo de Miraflores de la Sierra descubrimos que también se pueden alimentar de otra especie, Jacobaea maritima (= Senecio cineraria). En efecto, parece ser que puede verse en otros senecios.
Es fascinante, que una planta tóxica sea sin embargo el refugio y lugar de alimentación de numerosas especies de insectos y otros pequeños invertebrados en un momento en que otras plantas tienen muy poco que ofrecer. Algunos de ellos consiguen sortear los venenos con su impresionante metabolismo y otros se dedican a partes de la planta donde no están presentes los venenos, como ocurre en las flores.
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Oruga sobre Jacobaea maritima cultivada en jardín. |
Las orugas de la mariposa cinabrio tienen un brillante diseño amarillo y negro que ya sabemos que suele indicar toxicidad, igual que en las salamandras, aunque yo creo que también les vale en cierto modo de camuflaje. Me explico: las barras negras y amarillas pueden pasar desapercibidas en el juego de luces que se crea a pleno sol entre las hojas de la hierba de Santiago, sobre todo si ante nuestra vista se combina con los pétalos amarillos de sus flores. Puede sonar raro, pero estoy muy acostumbrado a buscarlas entre las ramas de la planta y muchas veces, cuando me quiero dar cuenta, las tengo delante de mis narices. Algo que también me ocurre con las larvas de Papilio machaon en el hinojo, por cierto.
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Orugas muy jóvenes sobre los capullos y flores de la hierba de Santiago. |
Las orugas se suelen encontrar en la zona más próxima a las flores, incluso entre ellas o los capullos, alimentándose de las que aún no se han abierto. En una misma planta podemos observar diversos ejemplares y de distintos tamaños. Suele darse el caso de que amplias zonas cubiertas de hierba de Santiago no tengan ninguna larva y que cerca haya unas cuantas plantas dispersas cargadas de ellas. Como en otras orugas, he visto algunas de muy pequeño tamaño colgando de un hilo de seda casi invisible (de hecho en las fotos no se ve) y trepando por él.
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Pequeñas orugas volviendo a la planta, recuperando el hilo de seda, después de haberse dejado caer. |
Suele ser una estrategia de huida, ante un posible enemigo, se dejan caer, pero agarradas a ese hilo de seguridad, como la cuerda de un escalador, para poder volver a su planta original y no perderse entre otras que no sean su planta nutricia. Otra estrategia de defensa, posiblemente ante posibles parásitos, como algunas moscas y avispillas, es sacudir el cuerpo espasmódicamente, como puede verse en el vídeo.
La mariposa cinabrio es de color gris muy oscuro, casi negro, con llamativas manchas rojas. Su abdomen y las alas posteriores, que normalmente están ocultas, se dejan ver cuando echa a volar o se siente amenazada, ofreciendo un acusado contraste que sin duda advierte a los pájaros que quieran cazarla al vuelo.
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Imago (adulto) de Tyria jacobaea en una postura muy típica de las mariposas de su familia, Erebidae, mostrando las alas posteriores y parte del abdomen con su acusado contraste negro-rojo. |
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Gitanilla atigrada, Atlantarctia tigrina, típico representante de la familia Erebidae, en su postura de defensa. Con las alas cerradas solo se ven las anteriores y pasa más desapercibida. |
Esta mariposa nos recuerda mucho a otras de parecido aspecto, las gitanillas de género Zygaena, pero no pertenecen a su misma familia. La cinabrio es una Erebidae, como otras mariposas también de llamativos diseños que igualmente señalan su toxicidad. Las Zygaena, en cambio, son de otra familia, Zygaenidae, pero a unas y otras les han dado el nombre común de gitanillas, por casos como este prefiero utilizar los nombres científicos. |
Gitanilla real, Zygaena sarpedon, que como otras especies de Zygaenidae, aunque en otras plantas nutricias, puede compartir hábitat con las mariposas cinabrio y tienen los mismos colores y parecidos diseños para advertir de su toxicidad. Un caso claro de mimetismo mulleriano. |
Antes de seguir señalaré que todas ellas son del grupo de las mariposas nocturnas, heteróceras, aunque las veamos volar o posadas durante el día, porque son especialmente visibles por sus colores y diseños, mientras que la mayoría de las mariposas nocturnas se camuflan en el entorno a la perfección. Son muchas las mariposas cuyas orugas se alimentan de una sola o de muy pocas especies de plantas, mientras que otras muestran una variedad muy amplia. La mariposa cinabrio es de ese primer grupo. Voy a mostrar a continuación otros insectos que también se alimentan y he fotografiado sobre hierba de Santiago, pueden ser comensales habituales pero hay otros cuya visita es más casual.
También hay que distinguir entre las especies de insectos que acuden a alimentarse de la planta de una u otra forma y los que además contribuyen a la polinización. Es como si la planta tuviese un pacto con los polinizadores: aquí no hay veneno y podéis comer a cambio del trasporte de polen. La realidad es que si las flores, su néctar o polen fuesen venenosas no podrían fecundarse y la planta no habría sobrevivido a las siguientes generaciones, así funciona la evolución, no por deseos sino por ensayo y error: lo que funciona se trasmite, lo que falla se extingue. |
Spilostethus saxatilis, una especie que he encontrado abundantemente sobre la hierba de Santiago, pero también puede verse en otras plantas que se encuentran ahora en plena floración, como cardos corredores, gordolobos y otras. |
Entre las habituales, al menos en mi entorno de Becerril de la Sierra, están las chinches de diversas especies y en especial Spilostethus saxatilis, sin duda la que he encontrado con mayor abundancia. Aunque también sobre gordolobo y cardo corredor. Su presencia en los senecios es abrumadora.
Pariente del anterior pero de tamaño mucho mayor es Spilostethus pandurus. |
Spilostethus pandurus, especie anterior mucho menos abundante en la hierba de Santiago.
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Algo más alejado en la clasificación taxonómica encontramos otra chinche, Melanocoryphus albomaculatus.
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Melanocoryphus albomaculatus. |
En todas ellas están presentes los colores rojos o anaranjados y negros, de advertencia por su toxicidad o sabor desagradable. Es el mimetismo mulleriano del que he tratado en numerosas ocasiones en este blog.
Y también he encontrado alguna chinche más, que no tienen tan llamativos colores: Carpocoris mediterraneus, Liorhyssus hyalinus, Thiomiris sulphureus, Corizus hyosciami y Enoplops scapa, entre otras que no he fotografiado.
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Carpocoris mediterraneus. |
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Liorhyssus hyalinus. |
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Thiomiris sulphureus. |
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Enoplops scapa. |
La presencia de ninfas de algunas de esas especies sobre la hierba se Santiago nos indica que realmente es su planta nutricia, ya que las ninfas no vuelan y tienen una capacidad de desplazamiento limitado, es decir, la puesta se hizo sobre esa misma planta. |
Ninfa de Corizus hyosciami que habitualmente veo en otras plantas de mi jardín, en esta ocasión sobre hierba e Santiago. |
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Ninfa de Spilostethus saxatilis. |
También se encuentran sobre sus flores escarabajos como Mylabris, los mascaflores, con los mismos colores rojizos y negros, un típico meloideo también tóxico por su cantaridina. Y otros pequeños escarabajos florícolas, no tan llamativos y posiblemente nada tóxicos.
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Mylabris. |
Aún siendo venenosa para el ganado y otros mamíferos, vemos que no lo es para muchos insectos. La hierba de Santiago no se libra de los pulgones y tras ellos las hormigas que los pastorean y las mariquitas que los depredan. Este pequeño ecosistema tiene muchas interrelaciones. |
Hormigas del grupo Lassius pastoreando pulgones del género Aphis. |
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Mariquitas de la especie Hippodamia variegata, depredadoras de pulgones y otros pequeños insectos. |
Como decía más arriba, un capítulo aparte lo forman los variados polinizadores. La planta no pone tóxicos en las flores y abejas, dípteros y mariposas no dejan de aprovechar esa abundancia de flores. |
Abeja de la miel, Apis mellifera, con las cestillas de polen (escopas) de sus patas bien cargadas. |
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Abeja del género Lasioglossum. |
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Araña Napoleón, Synema globossum de color amarillo para camuflarse mientras está al acecho. |
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Las arañas del género Heriaeus sp., esta es posiblemente Heriaeus oblongus, se camuflan mejor entre las ramas y hojas, sobre todo si tienen una cierta pilosidad. |
Pero las interrelaciones van más allá de la típica depredador-presa, algunas son algo más complicadas. Encontrar cuatro ejemplares de Spilostethus saxatilis en el tallo ensanchado y aplanado de un pie de hierba de Santiago afectado por fasciación, me hizo pensar sin no podría ser uno de los vectores de contagio. He visto los tallos ensanchados que produce la fasciación en cardos, gordolobos, hierba viborera, retama, un tallo de taray en mi jardín y, este año por primera vez, sobre la hierba de Santiago. |
Hierba de Santiago con fasciación. Es muy frecuente que las ramas plantas afectadas por fasciación se inclinen más de lo normal en la especie, ya que el ensanchamiento del tallo les da más peso. En ocasiones se evita esa inclinación porque el tallo se retuerce y la forma helicoidal que adquiere es más resistente. Toda una lección de arquitectura vegetal. |
He observado la planta afectada, su crecimiento y cómo es habitada por algunos de los insectos que comento. Siempre había algunas de esas chinches posadas en la zona más ensanchada del tallo, hasta cuatro ejemplares a la vez. |
Spilostethus saxatilis picando el tronco aplanado por fasciación. |
Como describe Javier Barbadillo en otra de las magníficas entradas de su blog, sobre las hierbas viboreras [2], se atribuye la fasciación a fitoplasmas, un grupo de bacterias que no tienen pared celular y viven en el interior los tejidos vegetales produciendo esa deformación. Se sabe que unos pequeños insectos del mismo orden que las chinches, las llamadas chicharrillas, del mismo grupo que las cigarras pero de muy pequeño tamaño, son transmisoras de los fitoplasmas. Los fitoplasmas llegan incluso a reproducirse en el tubo digestivo de esos pequeños insectos. Sin embargo, tengo la impresión de que otros hemípteros, como las chinches que he ido mostrando en esta entrada, pueden ser también responsables del paso de los fitoplasmas de una a otra planta y de un año para el siguiente.
Esas chinches pasan el invierno como adultos enterrados entre cortezas y hojarasca del suelo y, apenas llega el tiempo soleado, salen de su refugio para reproducirse, se alimentan de las plantas que empiezan a brotar y así pueden trasmitir los fitoplasmas adquiridos durante el verano anterior en plantas afectadas, inoculándolos a los tejidos de la nueva generación de plantas de la misma o de otra especie, si se trata de una chinche polífaga (que se alimenta de diferentes especies de plantas) como es el caso de las que se han visto en esta entrada.
Enlaces al blog de Javier Barbadillo citados: