miércoles, 14 de noviembre de 2018

El hinojo y sus insectos (2): La chinche rayada, Graphosoma italicum.

Continuando con la fauna que se vio atraída por los hinojos del jardín, la especie sin duda que más abundante este año ha sido la chinche rayada Graphosoma italicum. Es uno de los insectos, no mariposas, más llamativos con sus contrastados colores rojo y negro. Igual que otras coloridas chinches de la familia Pentatomidae y otras cercanas, me recuerdan a los escudos de los caballeros medievales prestos al torneo. 
Esta pareja dedicada a la reproducción no la fotografié en el hinojo, sino sobre la planta Thapsia villosa que parece ser también muy de su agrado. Me decidí a poner esta foto porque se puede ver el diseño ventral punteado.
Quizás antes de continuar debo aclarar un poco el nombre científico, ya que la mayoría de las personas con algunos conocimientos de entomología ibérica me podrá decir que las protagonistas de hoy son Graphosoma lineatum de toda la vida. Pues sí, eran de toda la vida hasta hace poco. Antes se consideraba que la especie G. lineatum comprendía dos subespecies: G. lineatum lineatum y G. lineatum italicum, pero ahora se han separado en dos especies distintas.
Y estas puestas, perdonadme, no son de Graphosoma, sino de otra chinche que no pude identificar y tampoco está sobre hinojo, sino sobre Andryala integrifolia, también de mi jardín. Pero en mi defensa diré que las puestas de muchas chinches son así, muy parecidas, agrupadas en la planta y con esa especie de tapitas. Empiezan siendo más blancos y, a medida que crece el embrión en su interior se van oscureciendo.
 ¿Y en qué se diferencian las dos especies? Afortunadamente esta vez es fácil para un aficionado como yo, G. italicum tiene las patas negras y, a lo sumo, algunas zonas rojas en ellas. G. lineatum, en cambio, las tiene rojas por completo. Lo que me parece más interesante es que aún no se conoce la distribución de las dos especias al completo y, aunque la mayoría de los ejemplares ibéricos son G. italicum, es posible que también se encuentren G. lineatum, así que en nuestros paseos naturalistas no debemos despreciar a estas bonitas chinches aunque sean comunes y abundantes, habrá que mirarles las patas y, si nos dejan, fotografiarlas.
Ninfa muy joven, posiblemente de fase dos. Tiene apenas un par de milímetros.
Y tras esta larga presentación veamos un poco de su ciclo biológico. Las chiches son del orden de los hemípteros y, como les corresponde, no tienen metamorfosis completa, es decir, no pasan por una fase larvaria. No es que pueda decirse que las crías nacen igual que sus padres, la verdad es que son bastante diferentes, tanto en forma como en color, pero no sufren las drásticas transformaciones por las que pasan las mariposas, escarabajos y moscas. Además, adultos y jóvenes se alimentan de la misma forma y sustancias. Así, los juveniles de los hemípteros no se llaman larvas, sino ninfas, como ocurre en los saltamontes y mantis, por ejemplo. 
Ninfa aún sin rastro de alas poco después de mudar la piel como delata el color claro de su cutícula. Poco a poco se irá oscureciendo como la de la foto siguiente.
Pero el no hacer una metamorfosis completa con estado pupal no les libra de tener que mudar su piel para poder crecer. Las chinches rayadas lo hacen cinco veces. A medida que van pasando por las diferentes fases van cambiando de la forma más redondeada, según salen del huevo, a otra más alargada y, a la vez, les van creciendo las alas, en cada muda un poco más.

Ninfa de la misma fase de la de la foto anterior pero con la cutícula del exoesquelto más endurecido y pigmentado. La mancha central oscura que aparece en el dorso del abdomen es la abertura de la glándula odorífera.
Otra característica típica de este grupo de hemípteros es la posesión de glándulas odoríferas, también llamadas repugnatorias por su mal olor. Esa pestilencia la desprenden cuando se sienten amenazadas y, como los colores llamativos, anuncia que no son un buen alimento. En las ninfas esas glándulas se abren en el dorso del abdomen, que no está cubierto por las alas, pero en los adultos se sitúan en la parte ventral del tórax.

Ninfa en una fase más desarrollada mostrando un inicio de alas. También al poco de mudar.
Hay chinches depredadoras, que cazan a otros insectos, y parásitas, que pican a vertebrados para chuparles la sangre, pero las de este grupo a lo que pican es a las plantas para sorber la savia. Para ello tienen un pico largo, que en reposo se pliega a lo largo de la región ventral, que contiene los estiletes maxilares, para la perforación, un canal de alimentación, por el que succionan el alimento y un canal salival por el que inyectan la saliva para facilitar la succión y digestión del alimento. Debo añadir que no son una plaga importante para la agricultura, pues es raro que alcancen gran número y el daño sufrido por la planta es mínimo.

Y una vez más, la misma fase pero con la cubierta más endurecida y pigmentada. Sin embargo, aún no muestra ni rastro del color rojo de los adultos.
En las plantas de hinojo de mi jardín ha llegado a haber no menos de cincuenta ejemplares de distintas edades, desde recién eclosionados hasta adultos y no por ello el hinojo se ha marchitado. Así, en una sola sesión fotográfica podía retratarlos a todos, pero es imposible hacer un seguimiento de un mismo ejemplar a lo largo de su vida y así poder asegurarme de las distintas fases de su desarrollo, sin privarle de la libertad, cosa que no voy a hacer.

Ejemplar adulto. Se aprecia que el pigmento negro aún no se ha manifestado, irá apareciendo a medida que se endurezca la cutícula.

Es una especie que se encuentra especialmente en umbelíferas y similares, como la mencionada Thapsia villosa, los cardos corredores y las zanahorias silvestres. El momento de mayor abundancia en mi zona, es bien entrado el verano, justo cuando la mayoría de esas plantas están en su apogeo.

Ejemplar adulto en la plenitud de su coloración. Aunque la antena más cercana al observador, que está desenfocada, obstaculiza un poco la visión, se aprecia el pico que está clavado en el pequeño capullo floral.

Así ha sido en mi jardín sobre el hinojo, en pleno verano, aunque la planta ya llevaba semanas floreciendo. Y ahora, bien entrado el otoño, ahí siguen sobre las ramas medio secas, sobre todo ejemplares adultos. Hay días que se agrupan especialmente, como ocurrió uno de los primeros días de viento y lluvia y decidieron juntarse todos, como hacen las mariquitas bajo las piedras. Pero al salir el sol se volvieron a separar y ya no he visto ese comportamiento tan acusado, aunque ha habido días igualmente fríos y lluviosos. Tendré que observar si aguantan el invierno así. Y si lo hacen en las ramas de las plantas o, como espero, busquen un refugio más abrigado, que es muy típico de las chinches.

Grupo de ejemplares adultos que habían pasado la tormenta agrupados y fueron separándose cunado empezó a darles el sol. A la izquierda se ven algunas ninfas en un estado bastante desarrollado, muy camufladas entre las semillas de hinojo. 

Edito esta entrada para añadir una foto más, que me parece interesante. Durante el invierno he visto algunos ejemplares escondidos entre las enredaderas de un muro que se encuentran junto a los hinojos, pero a uno de enero hay un individuo que aún se mantiene en las flores marchitas del hinojo. Lo muestro a continuación.


Hay otra especie muy parecida en la Península Ibérica que tiene punteada la zona del pronoto. En Biodiversidad virtual hay una clave gráfica para diferenciar las chinches rayadas G. lineatum de esa otra especie cercana, la punteada, G. semipunctatum. Aunque en esa ficha aún tiene el nombre desfasado, para ese propósito vale igual. Este es el enlace:

jueves, 18 de octubre de 2018

El hinojo y sus insectos (1). La mariposa Papilio machaon


En mi particular cruzada por fomentar la diversidad de los insectos y otros animales que acuden a mi jardín, el año pasado planté dos matas de hinojo, Foeniculum vulgare, en un rincón soleado. Fundamentalmente, todo hay que decirlo, porque sabiendo que es una de las plantas nutricias de la preciosa mariposa Papilio machaon, tenía la nada secreta intención de favorecer que esa especie llegase y criase en ellas... y que yo pudiese observar su ciclo vital. Igualmente, se puede disfrutar del aroma del hinojo, lo que unido a las otras aromáticas hace que la experiencia de pasear por el jardín sea más “multisensorial”, que está de moda.

Las plantas de hinojo en mi jardín.
El año pasado no lo conseguí. Fue un año muy raro para los insectos y lo achaco a eso. También puede que influyese que las plantas aún eran algo pequeñas. Los hinojos forman una gruesa roseta basal enterrada, que parece un bulbo, aunque no lo es hablando en propiedad, y aunque la parte aérea se seque a finales de verano o congele en invierno, ese falso bulbo crecerá durante el buen tiempo y hará que la planta sea más robusta al siguiente año. Esa especie de bulbos, por cierto, se venden en las fruterías, pero creo que al tener cortada la raíz no crecen si las plantamos, así que es mejor comprar plantas de maceta o intentarlo con semillas.
A pesar de todo, aun sin las mariposas criando, me consolé con que los ramilletes de pequeñas y amarillas flores fueran punto de alimentación y cortejo de otras numerosas especies de insectos y arañas.

Las flores de hinojo con diversas especies de insectos que se sienten atraídos por su aroma y néctar.
Por el contrario, otras dos plantitas que pusimos en el Jardín de Mariposas de Miraflores de la Sierra, se desarrollaron mucho más y sí que sirvieron para que allí criasen las papilios. Quizás llegasen más fácilmente allí las hembras ponedoras al estar aquello en un entorno más natural que mi jardín, que está entre urbanizaciones.
Pero este año sí que han venido y criado varias generaciones de bellas mariposas y en esta serie dedicada al hinojo empiezo con esa emblemática especie.

Adulto, o imago como dicen los entomólogos, de Papilio machaon.
Antes de seguir, debo advertir que Papilio machaon también cría sobre otras plantas, umbelíferas y rutáceas, como Ruta montana, entre otras, pero esa planta no la he encontrado aún en los viveros.
Varias veces, a principios de primavera, vi volar las mariposas alrededor de los hinojos del jardín, pero siempre estaba atareado con otras cuestiones y sin tener la cámara a mano. Y, como suele ocurrir, cuando salía con la cámara las mariposas no aparecían. De hecho, la foto anterior está hecha en otro lugar. No me han dado opción de retratarlas en casa.

En estas fotos, que me ha cedido amablemente Teresa Ajenjo (gracias), puede verse en el hinojo de Miraflores un huevo de Papilio y una larva que ha realizado su primera muda.
Después de mucho mirar y remirar no descubrí los huevos, cosa que sí hice en Miraflores. Sin embargo, al poco encontré las pequeñas orugas también en mi jardín.

Oruga al poco de eclosionar, en una foto a muy gran aumento.
La luz del flash le da un tono marrón, pero a simple vista parecen casi negras.
Las orugas de papilio nacen con una coloración y aspecto diferente a la que tienen cuando están más crecidas, empiezan siendo casi negras con una mancha más clara en el centro del cuerpo y teniendo pelillos dorsales y laterales en sus segmentos. Recuerdan, en cierto modo, a los excrementos de lagartijas y salamanquesas que quedan sobre las paredes, pero son demasiado pequeñas para confundirlas con los de pájaro. Lo primero que hacen nada más nacer es comerse la cáscara y restos del huevo. No mucho después mudan la piel por primera vez.


Al crecer pronto se aclaran y adquieren el bonito diseño de las orugas grandes. Parece que ese diseño y colorido tan llamativo debería hacerlas muy visibles, pero no es así, de alguna manera logran camuflarse entre el juego de luces, sombras, hojas divididas y tallos y, aun sabiendo que ahí están, hay días que no lograba verlas y al día siguiente las descubría delante de mis narices. 

Larva pequeña, ya con su coloración definitiva pero con los pelillos que desaparecerán más adelante.

He visto que en primavera y principios de verano, cuando la planta está más verde, ellas también son de tono más verdoso, pero al irse secando los tallos que ya han dado semillas, también empiezan a tomar un color más blanquecino y amarillento.

Larva ya muy grande.

Las orugas durante el día suelen estar bastante quietas, a veces medio escondidas en las axilas de las hojas del hinojo, que tienen un hueco bastante grande. Por la noche las he visto más activas y comiendo. Es un recurso para defenderse no sólo de los pájaros, sino también de las avispas parásitas, que son diurnas y pueden acudir a poner sus huevos en ellas. E igualmente las avispas cazadoras de orugas.

Como puede verse, las larvas grandes ya no tienen los pelillos de las más pequeñas.

Pero para defenderse las orugas de esta familia, y en particular esta especie, tienen otro sistema: El osmaterio. Este es un órgano bulboso y bifurcado que saca entre los pliegues de la cabeza. Por sus extremos expulsa una sustancia maloliente, con el objeto de disuadir a sus enemigos de atacarla. 

Oruga con el osmaterio evaginado y un goterón regurgitado de parte de su último alimento.

Como la molesté más de lo recomendable, para poder ver y mostrar este asunto (perdón oruguilla), no se conformó con eso, sino que también regurgitó parte de su comida… que no tuvo inconveniente en volver a tragar, dicho sea de paso, en cuanto la dejé tranquila.

En esta foto no solamente puede verse el osmaterio, también se ven los ocelos, es decir, los ojos simples de las orugas, en la parte izquierda de la foto. Cuando sea mariposa tendrá unos grandes ojos compuestos.
En las fotos puede verse el aspecto del osmaterio y en el vídeo cómo lo proyecta al exterior. Os aseguro que mi dedo quedó bastante apestado, me costó varios lavados de manos y la sensación de que todavía estaba presente el tufillo una hora después.




Cuando la oruga ya es bastante grande aprecio que comienza a estar más inmóvil de lo normal y que la parte anterior de su cuerpo, lo que se corresponde con el tórax e inicio del abdomen, se empieza a ensanchar. En varios casos he intentado seguir su evolución para encontrar la pupa, pero no lo he conseguido. Puedo asegurar que no se ha quedado en la propia planta de hinojo. Creo por la noche se han trasladado a unas ramas de hiedra cercana, donde hay mucha densidad de hojas. No he podido, por tanto, fotografiarla, mucho menos la mariposa en el momento de emerger. Sí he visto a las jóvenes mariposas revoloteando en el jardín… cuando estaba ocupado haciendo otras cosas como me ocurrió con sus madres. Podía haberlas metido en un terrario o simple caja hasta que formasen la crisálida ante mi vista, pero eso no va con mi forma de hacer las cosas.
Papilio machaon puede tener varias generaciones al año, en número variable según el clima. Pero no son claramente diferenciables como ocurre con otras especies, las sucesivas generaciones se solapan en el tiempo y así, en una misma planta encontraremos orugas de varias edades y tamaños. En casa es posible que hayan sido tres o cuatro. Finalmente, la última generación del verano pasará el otoño e invierno en forma de pupa para emerger a la siguiente primavera como mariposas, así que allí estarán, escondidas, sujetas en un tallo en algún rincón del jardín, esperando al año que viene a ver qué nuevas plantas les voy a proporcionar... Espero no defraudarlas.

domingo, 3 de junio de 2018

Neurópteros. Delicadas bellezas y unos infantes terribles.

Desde que era un crío me gusta especialmente este orden de insectos. En el entorno del piso de mis padres, a orillas del Manzanares, aún quedaba mucho campo cuando nos fuimos a vivir allí y entre otros "bichos" no era raro que entrase en casa alguna que otra crisopa. Las crisopas, que son neurópteros, me parecían fascinantes, con ese color verde intenso, sus ojos dorados y las grandes alas de encaje. Entonces, con apenas 6 ó 7 años, las llamaba "mosquitos verdes"  De una manera curiosa, se quedaron en mi memoria para siempre: Una noche, antes de acostarme, me encontré una crisopa tranquilamente posada  haciendo su puesta en mi cepillo de dientes. Nunca se me olvidará la fila de huevecillos en el extremo de finas sedas... ni el asco que le dio a toda la familia... ja, ja, ja. Es el tipo de cosas que encantan a los niños.
Crisopa sp. Es complicado llegar al nivel de especie con una fotografía.
Más adelante fui aprendiendo más cosas de ellas, como que eran grandes depredadoras de pulgones y, por lo tanto, aliados de los agricultores y jardineros.
Personalmente los neurópteros que nos resultan más conocidos en la Península Ibérica me recuerdan mucho a los odonatos, otros de mis favoritos. Entre los diversos grupos hay unos que se asemejan extraordinariamente a las libélulas y otros que se parecen a los caballitos del diablo. Sin embargo, en absoluto están emparentados el orden Neuroptera con el Odonata. Es como si fuese un orden de insectos empeñado en mostrar evolución convergente con otros grupos que nada tienen que ver con ellos. Más adelante hablaré de otra familia aún más sorprendente.
Los odonatos no tienen metamorfosis completa, como ocurre con los saltamontes y cucarachas, por ejemplo, aunque nos despiste el paso de su vida acuática a vida terrestre, no pasan por una fase de pupa. Sin embargo, los neurópteros sí que sufren esa metamorfosis, como las mariposas y los escarabajos, de los cuales, a pesar de sus extremas diferencias, son grupo hermano.
Libelloides hispanicus. Sus semejanza es tal que su autor, Schäffer, al describir el género en 1763, no pudo menos que llamarlo así: Libelloides, que quiere decir "parecido a la libelula".

Pero también sus largas antenas son un elemento diferenciador y, por supuesto, no tienen la capacidad del magnífico vuelo de las libélulas.
No tengo ninguna buena foto de una especie del género Myrmeleon, pero esta especie, Macronemurus appendiculatus (gracias Jan Tomàs por la identificación), que es de la misma familia, es suficiente para mostrar su parecido con los caballitos del diablo. Como en el género anterior, sus largas antenas los delatan como neurópteros.

Hay algún grupo de neurópteros que tienen larvas acuáticas, pero son los menos, en general sus larvas son terrestres, aunque también sean terribles depredadores. Se caracterizan por tener muy desarrolladas las mandíbulas, que utilizan para atrapar a sus presas, luego se valen de un pico, que clavan en el cuerpo de la víctima, inyectándole jugos gástricos, para succionar su contenido semidigerido a continuación.

Nemoptera bipennis alimentándose de néctar, olvidado su carnívoro pasado.

Sin duda la especie más bonita de nuestra fauna es Nemoptera bipennis, cuyo nombre específico hace referencia a las alas posteriores alargadas y curvadas parecidas a plumas. Con su vuelo pausado llaman poderosamente la atención en los cortos periodos de tiempo primaveral en que pueden encontrarse, entre prados soleados y claros de bosque. Pero hay veces que al posarse entre la vegetación cerca del suelo parecen desaparecer, pues cuesta verlas por su coloración diruptiva. Sus larvas, según se descubrió recientemente, viven en el interior de hormigueros alimentándose de las larvas de sus hospedadoras. Sus huevos tienen cáscara dura y parecen semillas por lo que las hormigas las confunden y las llevan a sus despensas. Parece ser que incluso tienen algo en su cubierta que es como una golosina para las hormigas. Igual ocurre con algunas semillas, que poseen una parte llamada eleosoma o cuerpo graso, que es lo que interesa a las hormigas, siendo el resto de la semilla abandonada ya preparada para germinar. Una vez en el hormiguero nace la larva de Nemoptera y allí parece que adquieren el olor de la colonia y no son atacadas, aunque estén causando estragos en sus cámaras de cría.
Larva de hormiga león que suele pasar su vida enterrada en el fondo de conos de arena donde atrapa a sus presas favoritas: las hormigas.
Como decía anteriormente las larvas de neurópteros son depredadoras y de ellas se puede decir cualquier cosa menos que sean guapas. Ya he descrito la infancia de las Nemoptera, pero las de las Myrmeleon y otras hormigas león no se quedan atrás. Ellas se construyen una especie de cráter cónico en terreno arenoso y se las apañan para quitar todas las piedrecitas más gruesas, dejando sólo la más fina arena, prácticamente un polvillo al que resulta imposible agarrarse para salir de allí. En el fondo de ese cono, enterrada, espera pacientemente nuestra protagonista, vigila, pero no con los ojillos minúsculos que tiene, sino con toda una serie de pelos sensitivos que cubren su dorso y le avisan de cualquier vibración.
Trampas de un grupo de hormigas león, situadas en las cercanías de un hormiguero de Camponotus en un terreno arenoso, al borde de un camino.
Pero además, las larvas no hacen sus trampas en solitario, tienen tendencia a agruparse por lo que las infelices hormigas que pasen por allí tienen muchas probabilidades de caer en una o en otra, máxime cuando se sitúan, para más inri, en las cercanías de algún hormiguero. Por cierto, debido a su hábito de cazar hormigas, a estos neurópteros es por lo que se les llama hormigas león.
Según mis observaciones en el "campo de trampas" que aparece en la foto anterior, cuando las hormigas león han terminado de sacar a las hormigas todo el jugo que pueden, las dejan abandonadas y a veces se encuentran en el borde superior del cráter. Quizás las empujan a la superficie como deshechos que son o como si fuesen granos gruesos de arena que pueden servir para que otras se agarren y se puedan escapar. Curiosamente, las hormigas Camponotus, que son carnívoras, recogen los cadáveres y los llevan a su hormiguero, corriendo serio peligro de caer ellas también.
Hormiga Camponotus atrapada por una larva de hormiga león. ¿Eres capaz de ver su cabeza entre los granos de arena? 
Aquí señalo donde está.
Pero volvamos al momento de la caza. Habíamos dejado a la larva en el fondo de su trampa y a una infeliz hormiga cayendo en ella, los pelillos le transmiten la señal de alarma: ha llegado el momento de actuar. La hormiga se debate intentado subir por las resbaladizas paredes del cráter, a veces hasta lo consiguen, pero rápidamente la hormiga león empieza a echarle encima montones de arena para hacerle caer. Cuando la hormiga llega al fondo está sentenciada, las mandíbulas, como se ve en la foto, hacen presa en ella y entonces empieza a sacudirla para inmovilizarla y enterrarla. Así, lejos de miradas indiscretas como la mía, calma su hambre.

En el siguiente vídeo se puede observar una escena de caza.

En este otro las sacudidas que le da a la hormiga para ponerla fuera de combate
Y por último cuando ya la tiene casi enterrada.


Ni parecidas a libélulas ni a caballitos del diablo, hay otro llamativo grupo de neurópteros completamente diferente a los anteriores, se trata de la familia Mantispidae, que se parece a las mantis religiosas. Digo llamativo por su aspecto, porque es realmente difícil tener la suerte de encontrarlos y son de pequeño tamaño. Tienen todo el aspecto de una mantis, con sus patas anteriores adaptadas para capturar a sus presas e igualmente su tórax alargado y su cabeza bien diferenciada y las alas plegadas de la misma manera. Por si fuera poco, algunas especies tienen el abdomen anillado de color negro y amarillo, como las avispas. Lamentablemente nunca las he visto en vivo ni, naturalmente, podido fotografiar. Las larvas de la especie más frecuente, Mantispa styriaca son parásitas de arañas, parece que en especial de las grandes Lycosa, es decir, tarántulas, comiéndose las puestas y larvas... ya hace falta valor.
En este enlace se puede ver la carpeta de la especie en Biodiversidad Virtual:
Sorprendente ¿verdad?

Información complementaria:
Taxoficha para identificar las especies de Libelliodes ibéricos con sus mapas de distribición también en BV:
https://www.biodiversidadvirtual.org/taxofoto/sites/default/files/neu.14-1-2016.pdf

viernes, 9 de marzo de 2018

Otros refugios de insectos

Tras haber mostrado las observaciones y experiencias en el refugio de insectos de mi jardín bueno es echar un vistazo a lo que he podido ver en otras de estas instalaciones.
La primera de ellas, en la que también participé, es la del Jardín de Mariposas de Miraflores de la Sierra. Es una actividad que está en sus inicios, con poquísimo presupuesto y mano de obra totalmente voluntaria, con lo que no ha podido desarrollarse mucho a pesar de los esfuerzos de Teresa Ajenjo de Biodiversidad Virtual. El refugio se hizo aprovechando una estantería de nuestro amigo José Pascual, también de BV. Digo era porque primero un cierto vandalismo y después una tormenta lo desmontaron. Ya estamos preparando otro para esta próxima primavera. Espero que en estos próximos años vaya creciendo.
A pesar de todo y de instalarse con la estación bastante avanzada, la verdad es que los insectos lo utilizaron:
En esta primera foto se puede ver que las abejas Osmia han sellado uno de los orificos en los troncos, luego hubo alguno más.

Y en el hueco de uno de los ladrillos una avispa alfarera ha hecho su nido de barro. No sé la especie porque nunca la llegamos a ver.
En otro de los huecos fue una Mantis religiosa la que aprovechó el refugio para depositar la ooteca con sus huevecillos.

Entre la hojarasca, palitos y cortezas también criaron las tijeretas, las vimos salir cuando estábamos  reorganizando su interior. 
En la siguiente foto muestro la estructura del próximo montaje, hecho con maderas recicladas. Le faltan las baldas, la impermeabilización del tejado y, por supuesto, todos los elementos como troncos, cañas, ladrillos, etc. que pretendemos sean aportados por voluntarios, especialmente niños, para que así sean partícipes del proyecto.


Otros refugios, que me gustó mucho ver el verano pasado, fueron los situados en el Parque Natural de las Salinas de Santa Pola. Son instalaciones robustas y muy bien protegidas, con un texto explicativo. Creo que es magnífico este tipo de instalaciones en lugares de acceso a visitantes no solo por los insectos en sí, sino por su labor educativa, aunque por experiencias propias sabemos que tienen sus riesgos.
Tiene variados tamaños de agujeros en troncos y cañas, que en ese entorno son muy abundantes.
Claramente lo han utilizado las abejas, que ya han sellado algunos orificios, También se aprecia que algunos agujeros han sido picados, no sé si por algún otro insecto, ave o incluso roedor en busca de larvas.
Y entre las cañas, bien escondido, había un gran saltamontes, no llego a más con la identificación porque no quise molestarlo y en la foto no creo que se pueda identificar.
Y aunque no tengo foto, también habitaban en el refugio un par de orondas salamanquesas, Tarentola mauritanica.

Otro de los refugios interesantes, bien instalado y grande está, en la Reserva Ornitológica de Azuqueca de Henares. Esta es su página de facebook.
Aquí una foto cedida por Mar Mayoral otra amiga de BV.

Y a continuación otras fotos de Manolo Andrés-Moreno, que se ocupa de tan magnífico lugar y ofrece unas educativas y amenas charlas a los visitantes.






domingo, 4 de febrero de 2018

El refugio de insectos de mi jardín.


En los últimos años estamos asistiendo a un curioso auge de los llamados “Hoteles de Insectos” instalados en parques, jardines y centros de educación ambiental. Creo que parte de ese éxito es más debido al agradable diseño tipo casa de muñecas que tienen muchos de ellos, más que a la verdadera preocupación por proporcionar refugio a los bichos, pero por  una u otra razón ¡bienvenidos sean! No hay más que poner “hotel de insectos” en Google para ver verdaderas preciosidades que se pueden poner en el jardín, incluso algunas ya se venden en comercios de jardinería y mascotas.
En Pozuelo de Alarcón, Madrid, por ejemplo, hay uno que se postula como record Guinnes al hotel de insectos más grande del mundo. Aparte de modas y llamadas de atención, no hay que dudar de que se trata de un fenómeno de educación ambiental y conservación de primer orden y las actividades del Aula de Educación Ambiental de Pozuelo son una buena muestra de ello.

Refugio de insectos de mi jardín, hecho con maderas recicladas y tejas de derribo.

Desde luego, construir un refugio para insectos y otros bichos en un jardín es un sencillo trabajo de bricolaje y puede adaptarse a los gustos de cada cual con unas sencillas premisas. Ahora bien, hay que tener en cuenta que los insectos más beneficiados van a ser abejas y avispas, si bien la mayoría de ellas sin aguijón o que difícilmente nos picarán, si se teme a esos himenópteros, más vale dejarlo.

En casa hace ya casi tres años que puse un pequeña instalación, aunque he tenido algunas satisfacciones por los animales que han acudido, tengo que reconocer que es un ejercicio de paciencia, como suele ocurrir con todo lo relacionado con la observación de la naturaleza y, más aún, cuando queremos que un poco de vida silvestre se instale en nuestra casa y jardín.

Troncos con taladros de diferentes grosores, algunos ocupados y tapados ya por las abejas.

Troncos cortados con taladros de distintos diámetros, ladrillos, pajitas, piñas, troncos putrefactos, cortezas y montones de materiales naturales pueden instalarse en las estanterías que componen estas casas para insectos. Algunos serán utilizados y otros no. Unos valdrán de refugio momentáneo y otros como residencia de cría, territorio de caza o simplemente posadero.
Y no solo serán insectos, salamanquesas y lagartijas acertarán a pasar por allí e incluso, si son lo bastante grandes, hasta murciélagos y pajarillos. En mi jardín fueron Podarcis guadarramae y Tarentola mauritanica las que no dejaron de acudir. La salamanquesa se instaló detrás del hotel, entre este y el muro donde está colgado y muchos días la veía asomarse a tomar el sol y esconderse rápidamente cuando me acercaba.

Abeja Osmia cornuta en el momento de entrar en el tronco taladrado.

Los primeros insectos en llegar a mi hotel fueron las abejas Osmia cornuta, viejas conocidas en casa, que ya habían criado, sin yo proponérmelo, en los canales de un metacrilato y en los orificios y surcos de unas sillas de la terraza. Bien pronto pude observar las idas y venidas de estas laboriosas abejas y deducir, como había visto gracias a la transparencia del metacrilato, que estaban acarreando barro para crear las celdillas y polen para rellenarlas antes de poner el huevo y sellarlas definitivamente.

El mismo agujero de la foto anterior ya taponado. En su interior se alimentarán las larvas del polen almacenado por su madre. Y dormirán en estado de pupa hasta la primavera siguiente. 

Pero tras Osmia cornuta también llegaron las avispas parásitas, preciosas Leucospis dorsigera, que yo no había conocido hasta entonces. Me temía lo que estaban intentando al andar y revolotear alrededor de los orificios ya sellados. La identificación de Ana Cobo, experta de Biodiversidad Virtual, me lo terminó de confirmar. Cuando pude observar como extendía el largo ovopositor y con él tanteaba la madera por los bordes de la tapa de barro puesta en el agujero me convencí de que estaba parasitando los nidos de Osmia. A la siguiente primavera, es de suponer que la nueva avispa criada en el interior del tronco a costa de la larva de Osmia voló libre, ya que el tapón de barro apareció perforado, pero no con el diámetro necesario para salir la Osmia, sino más pequeño, solo adecuado para la Leucospis.

Avispa parásita Leucospis dorsigera, en la segunda foto la punta de la flecha señala en extremo del ovopositor con el que está tanteando la madera para introducir su huevo en el interior del nido de Osmia.

Algunas otras avispillas de menor tamaño entraron y salieron de los orificios más pequeños de los troncos, pero no conseguí hacerles fotos de tan inquietas que eran. Algunos de esos agujeros están ahora obstruidos aparentemente por serrín o palitos, pero tampoco he podido identificar a los autores de ese trabajo, si son o no las mismas avispas que alguna vez vi entrar en ellos.


Como me quedaba con la intriga de qué es lo que pasaba allí, dentro de los nidos, y las fotos del metacrilato que hace años puse en el blog (ver este enlace) no tienen demasiada calidad, en 2017 se me ocurrió fabricarme un sistema con el que, mediante un cristal, pudiese cotillear lo más íntimo de esos nidos. 

Nuevamente Osmia fue la primera especie en intentar la colonización, incluso hubo alguna que pasó en su interior muchos días, pero nunca llegaron a hacer el nido que yo conocía, se fueron y no volvieron más. Bueno sí, a los troncos de antes que aún tenían huecos vacíos. Creo que el problema para estas gorditas abejas es que los canales son demasiado estrechos y prácticamente no pueden darse la vuelta allí dentro. En los nidos del metacrilato sí lo podían hacer con comodidad.
Una de las dos Osmia cornuta que pasaron un tiempo en los canales de madera sin decidirse a anidar.

Canales en la madera cubiertos por el cristal. Se puede apreciar en algunos de ellos los intentos de nidificación de las avispas Ancistrocerus longispinosus. 

Hotel en primavera con el suplemento de habitaciones en el lateral izquierdo y las ramas de hiedra y Crecis invadiendo el lado derecho.
A la que sí pareció convencerles fue a las esbeltas avispas alfareras, Ancistrocerus longispinosus, que en primavera metieron barro y creo que hicieron algún nido, aunque no estoy seguro porque me quedé con las ganas de verlas introducir las orugas y larvas que usan para alimentar a sus larvas y además me parecen demasiado pequeños.

Avispa alfarera, Ancistrocerus longispinosus, rellenando de barro el canal bajo el cristal.
Ahora en invierno, hay un par de ejemplares adultos que están invernando y, cuando retiro la lámina de plástico para ver el interior de los canales las veo, molestas por la irrupción de la luz, haciendo pequeños movimientos incluso a temperaturas cercanas a los 0ºC.

Avispa alfarera, Ancistrocerus longispinosus, pasando el invierno en el interior de uno de los canales. Ninguna de las dos que se han alojado en el hotel coincide en su habitación con los otros "nidos" que formaron en primavera.
Si bien las abejas y avispas que he mostrado son las que con seguridad han habitado y criado en el hotel, como decía al principio, hay otros animales que pasaron por allí con mayor o menor fortuna. Imposible saber, por ejemplo, los que han podido refugiarse o criar, si es que lo han hecho, entre la mezcolanza de palitos, tierra, cortezas, hojas y troncos putrefactos que hay en los pisos inferiores, Sí he visto alguna que otra mosca y durante un tiempo una araña tejió su tela justo delante, aunque nunca vi ninguna presa en ella. Lamentablemente desapareció antes de que pudiese fotografiarla e identificarla, 
Una tijereta pasó unos días en uno de los canales, sin llegar a instalarse, supongo que por falta de alimento, pero estoy casi seguro de que sí lo hizo en esos pisos de abajo, pues se dan sus requerimientos de acumulación de materia orgánica.

Tijereta, Forficula auricularia, inspeccionando uno de los canales en la madera... ¡Demasiado limpio para su gusto!
En un par de ocasiones también he visto ejemplares de las curiosas moscas serpiente, del orden Raphidioptera, que no he podido identificar a nivel de especie. Son insectos primitivos, emparentados con los neurópteros y no con los dípteros. Larvas y adultos son carnívoros y crían bajo las cortezas de los árboles No es de extrañar que se hayan acercado al hotel, aunque tampoco sé si han criado en él o estaban de paso. 
Curiosa mosca serpiente, orden Raphidioptera, con su peculiar tórax hacia delante, como un largo cuello y la cabeza parecida a la de un reptil. La fotografié en los ladrillos, que ha sido los elementos menos solicitados del hotel por los "entomoturistas".

En la próxima entrada mostraré habitantes de otros hoteles de insectos que he ido conociendo en mis viajes. Espero no tardar tanto en hacerla como me ha pasado con esta.

Nota: Después de tratar el tema con Luis Lafuente, artífice del Jardín de Mariposas de Grado, Asturias, creo que debemos adoptar la denominación "Refugio de Insectos" en lugar de "Hotel" porque se ciñe mejor a la realidad del uso y utilidad de estas instalaciones.