jueves, 29 de julio de 2021

Las chinches del jaguarzo blanco en el jardín (1): Gampsocoris punctipes

Hace un par de años que renové mi jardín añadiendo un buen número de plantas autóctonas. Fuimos al vivero forestal provistos de un listado de especies con algunas que desde hace mucho quería tener, pero que no encontraba en viveros normales o que ellos me entraban dudas sobre si no serían variedades no autóctonas. La lista principal era de especies particularmente interesantes como nutricias para las mariposas.


Conseguimos muchas de ellas y me atendieron y aconsejaron estupendamente. La joven que nos recibió nos recomendó una especie de jara, el jaguarzo blanco, Halimium atriplicifolium, que no teníamos prevista, pero que según ella era un maravilla para formar setos llenos de flores en primavera y gran parte del verano, ideal para jardín y para polinizadores. Y así fue, crece densa y pasa mucho tiempo repleta de flores. Sus pétalos caen cada tarde, como ocurre con muchas jaras cuando hace calor, pero al día siguiente está de nuevo cuajada de sus preciosas flores amarillas.
El año pasado conté EN ESTE ENLACE, como aprovechan esos pétalos las hormigas Aphaenogaster.
Que yo sepa, no hay mariposas que la tengan por nutricia, pero aparte de otros insectos que ocasionalmente la visitan, hay dos curiosas especies de chinches que se han instalado en ellas de manera permanente y me han permitido seguir sus ciclos biológicos. Hoy hablaré de una de ellas y en la próxima entrada de la otra.
Las flores atraen numerosas abejas y abejorros, pero deben tener poco néctar porque paran poco tiempo en ellas, aunque sí se cargan bien de polen. Las dos chinches protagonistas de esta entrada, tienen su máximo esplendor bien entrado el verano, cuando hay pocas flores ya y sí muchísimas ramas repletas de cápsulas donde se están formando las semillas.

Estas ramas, a diferencia de las ramas provistas de hojas que son lisas, tienen los tallos cubiertos de pelillos con una secreción pringosa que me recuerda a algunas plantas carnívoras, aunque no lo sean (supongo). En ella se quedan pegados y mueren los insectos de pequeño tamaño que tienen la mala pata (y nunca mejor dicho) de posarse en ella. Así, se ven pulgones, mosquitas, avispillas y miniescarbajos, muertos en diferentes estados de descomposición e irreconocibles.

Sin embargo, las pequeñísimas chinches protagonista de esta entrada, Gampsocoris punctipes, tanto adultos como ninfas, se pasean sobre los pelos y gotas pringosas como si estuviesen, y de hecho están, en su propia casa. Para ello se ayudan de sus larguísimas patas.
Esta chinche pertenece a la familia Berytidae, a las que llaman agujas de tierra (ver "Els heteròpters de Cataluya" de Marta Goula et al.), y se caracterizan por sus formas estrechas y alargadas. Se alimentan de jugos vegetales, como muchas otras chinches, pero también de jugos de insectos que encuentran muertos o no se defienden de manera activa, como les pasa a los pulgones. Los tallos florales del jaguarzo, con sus pelos y gotitas, son la trampa perfecta donde conseguir el alimento. De hecho, estas chinches son huéspedes de ese tipo de plantas con tallos vellosos, no en exclusividad del jaguarzo blanco. 



A simple vista, más que chinches parecen mosquitos, apenas miden un centímetro de longitud y su estrecho cuerpo, largas patas y alas transparentes nos pueden confundir pero, ante la lupa y las fotos macro, se revela su verdadera identidad. Un carácter muy curioso de las chinches de este género, imposible de distinguir a simple vista, es el gancho dirigido hacia atrás que tienen en el escutelo. 


Entre los capullos resecos y cápsulas de semillas las chinches son relativamente abundantes, aunque se mimetizan muy bien y pasan muy desapercibidas.

Las hembras adultas se diferencian por su abdomen muy engrosado, algo que también podemos ver en algunas ninfas, supongo que bien alimentadas. En las ninfas más grandes podemos apreciar también los esbozos alares.

Si tenemos la oportunidad de encontrar un ejemplar recién mudado, como en la foto siguiente, que está junto a su vieja piel o exuvia, veremos que aún no tienen color y parecen aquejados de alguna especie de albinismo. No es así, en muy poco tiempo secan sus tegumentos y adquieren la coloración definitiva.
Pasan el invierno en fase adulta escondidos entre los restos de vegetación y se dice que tienen una sola generación anual, pero yo tengo mis dudas, ya que he visto ninfas y adultos desde la primavera hasta pleno verano. Me temo que esa información es para regiones menos cálidas y no para los largos veranos peninsulares, incluso en la Sierra de Guadarrama a más de 1.000 metros sobre el nivel del mar, como es en mi jardín.

Para los interesados, el vivero especializado en plantas autóctonas donde tan estupendamente me trataron es VIVEROS FORESTALES ALBORADA situado en Fuentidueña de Tajo, Madrid. Pinchando sobre su nombre se llega a su página web. Debo decir que está enfocado para grandes plantaciones, pero también venden a particulares aunque, naturalmente, los precios no son los mismos que si compras cientos o miles de plantas. Aún así, es muy económico.

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lunes, 26 de julio de 2021

Efémeras. El misterio de los "bichos" pegados a la pared de casa.

Una de las preguntas que, como biólogo y naturalista, me suele hacer la gente que me conoce personalmente o a través de las redes sociales es: ¿Qué es este bicho que me he encontrado en la pared de casa?

Afortunadamente la respuesta es sencilla. No se trata de un "bicho" o insecto propiamente dicho, sino una exuvia, es decir, la piel de un insecto, que ha mudado. 
En este caso se trata de la exuvia de una efémera, pequeño insecto con un cierto parecido a los mosquitos, por el tamaño y  forma de vida, pero muy alejado de estos en el árbol de la evolución.
Las efémeras, del orden de los efemerópteros, son unos de los más primitivos insectos alados, seguramente incluso más que las libélulas que siempre se ponen como ejemplo de insectos que volaron en el periodo geológico del Carbonífero, mucho antes de que los dinosaurios aparecieran en la Tierra y cuando los primeros anfibios empezaban a colonizarla. Como las libélulas, en ese mundo en el que al parecer había más proporción de oxígeno en el aire y los insectos podían crecer más que los actuales, la efémera fósil más grande que se ha encontrado tenía nada menos que 45 cm de envergadura, frente a los apenas 2-3 cm de las actuales. 




Su primera etapa en la vida, como los anfibios y las propias libélulas, transcurre en el agua. De hecho, pueden pasar meses en el líquido elemento hasta que alcanzan el desarrollo completo y salen al aire. Presentan, además, un curioso fenómeno único entre los insectos: el que como animal alado tengan dos procesos de muda. Todos los demás insectos, sean de metamorfosis completa (como los escarabajos y mariposas) o simple (como saltamontes y chinches), una vez que alcanzan la fase alada ya no crecen ni mudan más y son ejemplares reproductores. Sin embargo, los efemerópteros salen del agua mudando la piel como forma alada, pero no siendo ejemplares reproductores (a  los que entomólogos llaman imago). Entonces, dan un corto vuelo, se posan en una planta, roca o en la pared de una vivienda si llegan atraídos por la luz, y en uno o dos días o incluso en apenas unas horas, vuelven a mudar. Esta vez sí, como imagos capaces de reproducirse. Ese es el proceso que se ve en las fotografías de esta entrada.
Atrás queda esa vieja piel o exuvia que tanto llama la atención a la gente cuando los ven en las paredes o techos de sus casas.

Los alados sexuados vuelan entonces en busca de pareja, para ello los machos suelen tener los ojos más grandes. Al juntarse en determinadas zonas llegan a formar grandes enjambres, habitualmente cerca de los ríos o lagunas, siendo muchas veces confundidos con nubes de mosquitos. Nada debemos temer de ellas, pues por no tener no tienen ni órganos para comer, mucho menos picar, ya que en muy poco tiempo, a veces horas desde que salieron del agua, mueren. Esa es la razón de su nombre, efémeras, que viene de efímera, por lo corto de su vida alada, aunque en la fase acuática hayan podido vivir más de un año. Pero eso los antiguos científicos que le dieron nombre no lo sabían.
Las efémeras son imitadas por los pescadores para hacer sus "moscas", que fabrican con hilos de colores y plumas atadas al anzuelo. Son típicas para la pesca de la trucha, una de las formas de pescar que más pericia, paciencia y conocimientos necesita. Se trata de hacer creer a los peces que el anzuelo es una hembra de efémera en el momento de acercarse al agua para hacer la puesta.
Las hembras fecundadas de efémera vuelan a ras de agua, introducen su abdomen para poner los huevos en ella y, la mayoría de las veces mueren de agotamiento cayendo al río. Los peces están por tanto muy acostumbrados a cazarlas y son así engañados por los pescadores.

Las ninfas o náyades, es decir las fases juveniles acuáticas, tienen el cuerpo y la cabeza muy parecido a los adultos, pero su abdomen está festoneado por pares de penachos branquiales que pueden agitar para hacer circular el agua a su alrededor.
Hay especies de aguas rápidas, aplanadas y adaptadas a soportar las fuertes corrientes sobre o debajo de las piedras de los ríos. Pero otras, como la de la foto, habitan en aguas quietas y tienen más libertad de movimientos y natación.
Las ninfas suelen alimentarse de detritos y vegetales, aunque no faltan especies que incluyen pequeños animales en su dieta. A su vez, ellas son presa habitual de náyades de libélula, larvas de escarabajos, ninfas de chinches acuáticas y plecópteros, de peces y de anfibios. Los adultos, igualmente, son alimento de numerosísimos animales insectívoros: peces, como ya hemos visto, aves como los vencejos, golondrinas, aviones y limícolos, así como anfibios en fase terrestre, lagartijas, arañas y otros pequeños animales depredadores.

El misterio de esos raros "bichos" pegados a las paredes, queda así desvelado y nos ha llevado al conocimiento de un fascinante grupo de insectos. 

miércoles, 7 de julio de 2021

Una cuadrícula para Biodiversidad Virtual: Villarta de San Juan, Ciudad Real.

Este año el proyecto estrella de Biodiversidad Virtual es rellenar cuantas cuadrículas podamos del mapa entre las que aún quedan sin citas. Me di cuenta de que el pueblo de la familia de mi mujer está justo en una de esas cuadrículas y, aunque en ella tengo subidas fotos de unas cuantas aves acuáticas, no hay imágenes de invertebrados, que es lo que usan de referencia. 
Así, aprovechando que íbamos a pasar por allí una vez que todos estamos vacunados y después de haber pasado más de año y medio sin ver a la familia por culpa de la pandemia, he tenido la ocasión para hacer algunas fotos de bichos y rellenar la cuadrícula en cuestión.
Voy poniendo las fotos y los comentarios. No tengo todas identificadas, así que iré editando y añadiendo datos a medida que lo consiga, gracias a los expertos de Biodiversidad Virtual y grupos especializados en Facebook.
Trichodes flavocinctus. Esta especie no la había visto antes. Aunque se distribuye también por Madrid, no la tenía fotografiada.

Las cuadrículas vacías y la explicación del proyecto se pueden ver en ESTE ENLACE AL MAPA

La localidad en concreto es Villarta de San Juan, en Ciudad Real, atravesada por la autopista A-4 y el río Gigüela o Cigüela, que de cualquiera de las dos formas se puede encontrar en los mapas, y señalizaciones. Lo que no es con seguridad es el Guadiana, que es como figura erróneamente en el mapa base de BV. Pero independientemente de esos detalles, ese río lleva varios años seco, pues sus aguas son retenidas río arriba o desviadas, según convenga, haciendo de él un canal de conveniencia. 
Oxythyrea funesta es una especie muy abundante en esta época. Se suele ver en todo tipo de flores, pero especialmente en los cardos y el las zanahorias silvestres, como en este caso.

Una lástima, porque los años de lluvias abundantes, al paso por Villarta, se convertía en lugar de invernada y de cría de numerosas aves acuáticas, como puede verse en ESTA ENTRADA que hice en su momento. Curiosamente, algunos vecinos echan la culpa de su sequía a las Tablas de Daimiel, que dicen que se lleva sus aguas, y no a los abusivos regadíos de esta zona de secano. 
Hippodamia variegata, coccinélido tan abundante o más que las conocidas mariquitas de siete puntos 

Las fotos que muestro están hechas justamente al lado del cauce seco del río o en una carreterilla que circula entre barbechos, viñedos y otros cultivos. Es  muy triste ver como chopos y sauces de muchos años se están secando, algunos ya totalmente muertos y otros en un proceso que me temo es irrecuperable.
Tenebriónido del género Akis, puede ser A. genei o A. lusitanica, propios de esa zona, pero no se puede saber si no es mirando con lupa la microescultura de los élitros. Se encontraba en caminos y carreteras, incluso en las calles del pueblo. Es un auténtico barrendero del campo, pues se alimenta de materia orgánica en descomposición, especialmente pequeños animales muertos, incluyendo insectos.

Otro tenebriónido sin identificar, ni siquiera a nivel de género, encontrado en los mismo lugares que el anterior.

Stenopterus ater. Esta pequeña especie pertenece a la familia Cerambicidae, caracterizada por sus largas antenas arrosariadas. Puede verse estos días de verano en variadas flores, sobre todo en umbelíferas y similares, con conjuntos formados por muchas florecillas pequeñas. En este caso sobre cardo corredor, pero también abundante sobre las flores de zanahoria silvestre.
Las larvas se alimentan de la madera ya perjudicada de árboles, generalmente de hoja caduca, no coníferas. Para esta especie se suele dar como nutricias a Pistacia, Acacia, Carpinus, olmos, Prunus... Desde luego, madera muerta aquí no le falta. El ciclo vital puede durar uno o dos años según el clima presente en su amplia zona de distribución, que ocupa desde África hasta gran parte de la Europa mediterránea.

Dos especies diferentes de coleópteros de la familia Mordelidae, que parece ser complicada de determinar. Las larvas también se alimentan de madera muerta, pero los adultos son visitantes asiduos de las flores. Son de tamaño muy pequeño, pero sobre las flores blancas de zanahoria se descubren fácilmente. A veces varios de ellos agrupados.
Graphosoma semipunctatum, otra especie que tenía ganas de encontrar, que se diferencia de la más habitual Graphosoma italicum por los puntos en el pronoto, en lugar de la continuación de las rayas negras.

Carpocoris mediterraneus.
Pyrrhocoris apterus, chinche muy común, llamada a veces zapatero, que se caracteriza porque en su fase adulta no tienen desarrolladas las alas totalmente.
Scantius aegyptius, especie muy parecida a la anterior, algo menos abundante y cuyos adultos sí tienen alas desarrolladas. Hay que fijarse mucho para no confundirlas.
Prostemma guttula, curiosa chinche de la familia Navidae, que tampoco llega a desarrollar las alas en su fase adulta y que se alimenta de otras chinches.

Anacridium aegyptium, langosta egipcia que encontramos muerta al borde de la carretera, posiblemente atropellada.

Abeja de la familia Megalichidae Son abejas solitarias que se caracterizan porque transportan el polen al nido entre los pelillos de debajo del abdomen y no en los cestillos de las patas como otras abejas más conocidas. 

Abeja de la familia Halictidae, también por identificar.

Moscardón del género Sarcophaga, grupo que se alimenta especialmente de carne en putrefacción. Una de las especies más frecuentes es Sarcophaga carnaria, pero no puedo asegurar que lo sea. Estas moscas suelen ser de las primeras en localizar los cadáveres y ponen sobre ellos las larvas ya eclosionadas (ovoviviparismo), especialmente en zonas donde tienen fácil la entrada, como boca, fosas nasales y ojos.

Y dejo los insectos para poner otros grupos. 

Araña de la familia Thomisidae aún por identificar.  Se les llama arañas cangrejo por la disposición de las patas y forma de andar. Se sitúan en las flores esperando a sus presas, que generalmente son polinizadoras. Posiblemente sea Xysticus o Bassaniodes, según me indican en el grupo de Arañas de Facebook.

Caracol terrestre Theba pisana.

Y pasamos a los vertebrados.

Un galápago, Mauremys leprosa, encontrado muerto y recogido por un vecino. A saber la de ellos que habrán muerto por falta de agua. Triste dato para la galería de reptiles.

Donde antes había río, ahora hay conejos. 

Conejo común. Oryctolagus cuniculus. Foto muy mala, pero lo que llevaba era el objetivo macro. Vale para dejar constancia de su presencia y rellenar cuadrícula en la galería de mamíferos.

Por último, os animo a mirar el mapa de cuadrículas vacías y comprobar si alguna queda cerca de algún lugar que visitéis o tengáis pensado visitar. ¡Vamos a intentar rellenarlas! Aunque sea con especies que os parezcan muy comunes, como he mostrado, siempre puede haber sorpresas.