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lunes, 14 de marzo de 2022

Nuestro nuevo libro: ANDANZAS DEL GUADARRAMA. 100 años de cambios en la Sierra

T
ras una espera larga debida a las circunstancias que hemos padecido estos dos últimos años, por fin ha salido a la luz el libro que Javier Barbadillo y yo hemos publicado en Ediciones La Librería. El mercado editorial, como tantos otros, ha sufrido con la pandemia, así que es de agradecer el trabajo que esa empresa y veterana librería ha conseguido realizar en este periodo. Estamos especialmente agradecidos por la calidad final del libro a pesar de su ajustado precio, con sus 286 páginas y más de 125 fotografías a color.

Este libro surge después de tiempo de buscar un enfoque novedoso ante las muchas publicaciones nacidas tras la declaración del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama. Cuando conocimos la edición facsímil de “Andanzas castellanas”, libro que fue publicado originalmente en 1917 y su autor es Juan A. Meliá, nos resultó muy impactante ver que nuestra forma de acercarnos a la naturaleza y el campo en general, y no sólo la Sierra de Guadarrama, era muy similar a la que Meliá mostraba en su libro y, por extensión, a la de los pioneros del guadarramismo. Aquel libro se presentó en abril del 2017 en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, dentro del ciclo de charlas organizadas por la Sociedad de Amigos del Museo.

Nuestra idea inicial fue repetir los recorridos que Meliá describía en sus capítulos, pero nos dimos cuenta de que los cambios acaecidos desde entonces eran tan radicales que apenas si podíamos hacerlos de igual modo. De hecho, donde entonces Meliá recorría caminos rodeados de campo, encontramos ahora carreteras e incluso una autovía. Así, de forma natural quedó en evidencia que en lo que más nos debíamos centrar era en los cambios, y a su vez, restringir a la Sierra de Guadarrama el espacio tratado.

No me voy a extender en la descripción del libro de Meliá, pues en el momento de su presentación hice una completa reseña en mi otro blog “Observatorio de El Ventorrillo”, que puede verse en este enlace:

https://blogventorrillo.blogspot.com/2017/05/andanzas-castellanas-por-nuestra-sierra.html

Juntos o por separado, Javier y yo hemos recorrido nuestra Sierra desde hace mucho tiempo, cada uno con nuestros propios intereses, yo más zoológico y él más botánico y paisajístico, además de haber estado más implicado en la reivindicación ecologista. Y nos dimos cuenta de que también resultaban 100 años si sumábamos los aproximadamente 50 que llevamos cada uno recorriendo sus senderos.

El resultado es una mezcla de contenidos que hemos agrupado en ocho temas principales: Paisaje, forestal, Usos, Fauna serrana, Fauna alterada, Fauna invasora, Flora/vegetación y Deterioro. Además de una presentación de nosotros mismos y nuestra relación con la Sierra de Guadarrama, que hemos llamado “Andanzas vitales”.

Tenemos también la fortuna de que dos grandes de la protección y conocimiento de la Sierra, Eduardo Martínez de Pisón y Julio Vías, nos hayan querido regalar unas líneas de prólogo aportando un valor añadido a nuestras experiencias.

En lo que a mi corresponde, tenía especial interés en destacar la fecunda investigación realizada por investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales en ese tiempo, donde yo he desarrollado la mayor parte de mi vida laboral, desde Graells hasta las más recientes investigaciones sobre zoología y conservación. Destacan las descripciones de nuevas especies y subespecies para la ciencia, como Graellsia isabelae, la subespecie Parnassius apollo dedicada a Escalera, los escarabajos pipa del género Iberodorcadion, la subespecie Canis lupus signatus y Capra pyrenaica victoriae descritas por el mastozoólogo Ángel Cabrera. De más actualidad son los trabajos para salvar de la extinción a algunos de nuestros más emblemáticos anfibios serranos, modelo para el resto del mundo. Yo mismo he podido observar en las últimas décadas cómo la distribución de las lagartijas ha ascendido ocupando unas el espacio que antes tenían otras debido al cambio climático, que se evidencia también por la ausencia de nieve.

Sapo partero, Alytes obstetricans, macho cargando con la puesta.

También se muestra nuestra preocupación por las especies invasoras e introducidas, como es el caso de los peces, cangrejos y almejas que invaden nuestros ríos y lagunas.

Dentro del apartado “usos” me interesaba tratar la importancia de las razas autóctonas de ganado, pues tengo la opinión de que en los parques nacionales se deberían fomentar las razas que proceden de las regiones donde están situados y, de esa manera, apoyar a los ganaderos que están manteniendo esas variedades que en ocasiones se encuentran en peligro de extinción. El primer paso para que sean valoradas por los visitantes de la Sierra y consumidores de sus productos, es conocerlas como patrimonio cultural.

En la primera imagen, semental de raza avileña negra enfrentada a otro de raza limusin, introducida para un mayor aprovechamiento cárnico. A continuación cabra del Guadarrama y abajo pareja de colmenareñas y oveja de El Molar.

Un vestigio de la historia de la Sierra, y de España en general, interesante y aún muy desconocido, son las torres de telegrafía óptica, que fueron objeto de un ambicioso proyecto lamentablemente abortado, pero que nos ha dejado unas restauraciones dignas de ser admiradas. Igualmente, los restos de pequeñas canteras para la extracción de granito, de las que algunos municipios y particulares atesoran imágenes, herramientas y materiales que bien podían formar parte de un museo de referencia pero, en cambio, las propias canteras se encuentran en un lamentable estado de abandono llenas de escombros y son objeto de vandalismo con pintadas, así como pobladas con especies de peces invasoras, que impiden el desarrollo de poblaciones estables de anfibios, grupo zoológico en franco retroceso, también amenazado por los tóxicos y la sal vertida en las cunetas.

Torre del Telégrafo en Cabeza Mediana.

Aunque haya referencias antiguas de su presencia puntual, poco nos podíamos imaginar que al pie de la Sierra iban a invernar miles de gaviotas, además de que podríamos ver en sus embalses patos, gansos exóticos, cisnes y otras aves acuáticas no propias de nuestra región.

Gaviotas reidoras invernantes en el embalse de Santillana.

Por supuesto, incluyo entre los acontecimientos por los que ha pasado la Sierra, lo que hoy conocemos como Estación Biológica El Ventorrillo, donde he tenido el placer de trabajar.

Puede complementarse la información sobre el libro en el siguiente enlace al artículo del blog de Javier Barbadillo:

https://enelultimorincon.blogspot.com/2022/03/

El martes 26 de abril a las 7 de la tarde está prevista una presentación y firma del libro en el Salón de Actos del Museo Nacional de Ciencias Naturales y el libro puede adquirirse en la editorial y muchas otras librerías y, por supuesto, en la tienda del Museo. Hay que reservar plaza por haber aforo reducido.

https://www.mncn.csic.es/es/sociedad-de-amigos-del-museo/presentacion-del-libro-andanzas-del-guadarrama-100-anos-de-cambio-en

 A continuación incluyo el sumario completo, para dar una idea más exacta de sus contenidos: 

SUMARIO

Prólogo 1. Un siglo de la Sierra. Por Eduardo Martínez de Pisón

Prólogo 2. Por Julio Vías Alonso

El cómo y los porqués de este libro

ANDANZAS VITALES

1. ¿Por qué vivo en la Sierra?

2. La primera vez

3. Qué nos da y qué nos quita la Sierra

4. Mi vinculación con la Sierra

5. Escapar a vivir a la Sierra

PAISAJE

6. El complejo alpino del Guadarrama

7. La Sierra urbanizada

8. Viejas canteras, nuevas lagunas

9. Hitos de cumbre: los vértices geodésicos

10. La Sierra crucificada: cruz de Cuelgamuros o del Valle de los Caídos

11. Una bola con antenas

12. Naturalidad-artificialidad en los paisajes serranos

13. Tan cerca, tan lejos, del Guadarrama

14. Sobre el derecho a disfrutar de la Sierra

FORESTAL

15. La Sierra y sus circunstancias forestales

16. De la aflicción a la complacencia leñosa

17. Pinares naturales y plantados

18. Melojares arrasados y recuperados

19. La gran reforestación

20. Efectos negativos de las repoblaciones

21. Vuelo casero sobre laderas aterrazadas

22. Nuevos enfoques forestales

USOS

23. El ganado serrano, razas autóctonas

24. Telegrafía óptica

25. El Ventorrillo, rincón histórico y centro de investigación

26. Muros del agua

27. Guarramillas, la montaña domesticada

28. ¿Esto es Hollywood?

29. La Sierra ajardinada

FAUNA SERRANA

30. Graellsia, emblema de la Sierra de Guadarrama

31. Apolo, la mariposa de las cumbres

32. Iberodorcadion. Los curiosos escarabajos pipa

33. Mariquitas alpinistas

34. Anfibios de Peñalara, luchando contra su extinción

35. Lagartijas de roca, cuando ya no hay montaña a la que subir

FAUNA ALTERADA

36. Las gaviotas que descubrieron Madrid para invernar

37. El regreso de la cabra montés

38. ¡Que viene el lobo!

39. No hay paz para palomas y tórtolas

40. Luciérnagas, ilusiones que se apagan

41. Ardillas funambulistas

FAUNA INVASORA

42. Peces, perdiendo biodiversidad

43. Salvelino, la “trucha” de Peñalara

44. Visón americano y nutria, dos casos contrapuestos

45. Marisco serrano: cangrejos y almejas

46. Patos exóticos en la Sierra

47. La chinche de los piñones, el enemigo americano

FLORA / VEGETACIÓN

48. Los fresnos

49. Descubriendo la flora serrana

50. Insólito avance del muérdago del pino

51. Náufragos, supervivientes, resucitados, advenedizos y fantasmas

DETERIORO

52. En defensa de la Sierra. La historia jamás contada.

53. Estaciones de esquí alpino: islas urbanas

54. Lo que queda de Valcotos

55. Humedales urbanizados: lagunas de Pryconsa y El Carrizal

56. Vida y muerte en la cuneta

57. Arde Guadarrama

58. Contaminación lumínica

59. Cambio climático y sus evidencias

60. Demasiadas huellas

ACONTECIMIENTOS

ESPECIES CITADAS

BIBLIOGRAFÍA CITADA

BIBLIOGRAFÍA NO CITADA

 


sábado, 29 de julio de 2017

Isla Terceira, Azores y sus herpetos introducidos.


En las páginas de este blog pocas veces he salido de la Sierra de Guadarrama o de mi propio jardín, pero hay ocasiones que lo merecen y esta vez el motivo es mi reciente y corto viaje a la Isla Terceira en las Azores.

Como isla volcánica, alejada de la costa y posiblemente alejada de alguna corriente que le haya podido traer náufragos naturales en masas de troncos y ramas, que es una de las formas de colonización para pequeños animales terrestres, Terceira y el resto de las Azores no poseen ningún anfibio o reptil autóctono. Ahora mismo, que yo sepa y haya comprobado, en Terceira solo hay una especie de anfibio introducido, la rana común, Pelophylax perezi, y un reptil, la lagartija de Madeira, Teira dugesii. 


Lagartija polizón e invasora.
Parece ser que la lagartija de Madeira llegó a Terceira el siglo pasado a bordo de los barcos de intercambio comercial con otras islas y así ha llegado también al Portugal peninsular y a Las Palmas de Gran Canaria. Tal y como he visto, ocupa casi cualquier hábitat rocoso, tanto alejado de las áreas urbanas como en zonas humanizadas, con una especial preferencia por las grandes rocas cercanas a la orilla del mar y por los muros de separación de fincas. Creo que en Canarias puede ser un peligro para las especies de lagartos autóctonos del género Gallotia.
Típico ejemplar macho.

Diseño y coloración
He observado que los machos son de coloración muy variable, en fondo muy ocuro, casi completamente negro con pequeñas manchitas que van desde el castaño dorado hasta el azul, pasando por el verde, muy brillantes. Al parecer, según la bibliografía, el color del vientre puede ser muy intenso, amarillo o anaranjado, pero no he podido comprobarlo debido a mi habitual costumbre de no manipular los animales que me gusta observar. También dice la literatura que los cambios de color pueden suceder muy rápido en momentos de estrés. Las hembras me recuerdan más a Podarcis e Iberolacerta, con bandas oscuras laterales y color predominantemente castaño, aunque las he visto más grises, igual que los ejemplares jóvenes, creo que siempre de diseño parecido a las hembras, sin haber diferenciado a que sexo pertenecían.. 
Hembra adulta sin apenas punteado en los laterales.
Comportamiento
Veo que hay poca información sobre el comportamiento y por eso me voy a atrever a describir mis propias observaciones, aunque no puedo estar seguro de si será igual en otros lugares de su distribución geográfica o en otras épocas del año, ya que solo puedo dar datos de una semana del mes de julio en la que, evidentemente, en viaje familiar, solo pude dedicarles algunas horas.
Robusta cabeza de un ejemplar macho muy grande.
He leído que en Lisboa son poco asustadizas, no puedo decir lo mismo de Terceira, creo que ha sido una de las lagartijas más complicadas de fotografiar. Para empezar, apenas me dejaban acercarme y cuando huían no hacían como otras lagartijas, que al rato vuelven a aparecer en el mismo lugar, su favorito, para seguir tomando el sol, sino que reaparecían varias rocas más allá y sin dejar de mirarme prestas de nuevo a la huida. Eran sensibles al ruido del obturador de la cámara, que les hacía sobresaltarse como nunca he visto. Y no solo eso, al intentar fotografiarlas con objetivo macro (de 100 mm) y flash, el pequeño destello de medición que emite el TTL las asustaba irremediablemente y solo conseguía sacar una foto movida en plena huida. En consecuencia, casi todas estas fotos están realizadas con un objetivo zoom 100-400 mm y en no pocas ocasiones al máximo de su extensión. Para ponerlas aquí, además, las he recortado.
Ejemplar joven, mucho más grácil y de típica coloración de fondo gris.
Lo primero que me llamó la atención cuando las vi por primera vez fue su manera de moverse entre las rocas, algo diferente a las lagartijas de roca y de suelo peninsulares. Yo diría que utilizan más la cola como soporte y ayuda en sus movimientos entre las piedras que otras lagartijas que simplemente "la llevan detrás"
Macho donde se adivinan los tonos verdes y azulados.
En los muros de roca volcánica con remates de cemento en su cima, la mayoría de los grandes machos los encontraba en huecos situados a ras de suelo, donde supongo que encontrarán más alimento cerca de la vegetación. Los jóvenes, por el contrario los veía la mayor parte de las veces arriba del todo, en la zona de remate de cemento. Eso no quiere decir que unos y otros no puedan aparecer y desaparecer casi por cualquier lugar y resquicio, sobre todo cuando se asustan. Jovenes y hembras podía verlos juntos y con un macho entre ellos, pero machos juntos no vi nunca, deben ser bastante territoriales.
Otro ejemplar joven.
El comportamiento de curiosidad típico de Podarcis, por ejemplo, mirando al observador o a una mano moviéndose lentamente por la pared de piedra, sólo lo he visto en un par de ejemplares macho, algo menos asustadizos.
Hembra bastante gruesa, posiblemente con huevos.

Alimentación y reproducción
Como muchas otras lagartijas insulares son omnívoras con mucho componente vegetal en su dieta, alimentándose tanto de insectos como de plantas (hojas, flores y frutos). En Madeira se consideran serios enemigos en los cultivos de viñas. Por otra parte en el Terceira los insectos son francamente escasos y creo que no justificarían la abundancia de lagartijas que hay. Sólo en una ocasión las puede ver comer, ejemplares jóvenes, varios juntos. Cazaban unas minúsculas hormigas, para lo cual ladeaban la cabeza para cogerlas con los laterales de las mandíbulas.  
No sé si se trata de un macho joven o de una hembra muy coloreada.
En esta época del año había hembras evidentemente grávidas, por lo que deben realizar puestas en este mes, julio, al menos. Dice la bibliografía que hacen una o dos puestas entre mayo y agosto.
Macho con puntos predominantemente verdosos.
Taxonomía
Pueden encontrarse referencias que denominan a la especie dentro del género Lacerta o Podarcis, pero parece que lo más reciente es incluirlas en el género Teira. Realmente las escamas de la zona temporal y timpánica son muy diferentes a las de las especies de esos géneros.
Hembra gruesa y con los laterales muy punteados de color claro.
Se aceptan tres subespecies, las de Terceria corresponden a la subespecie nominal Teira dugesii dugesii (Milne-Edwards, 1829).
Pido disculpas por la calidad de la foto, pero no podía dejar de ponerla por ser el caso más extremo de macho con coloración azulada que pude encontrar. Fue el primer día y pensaba que volvería a ver más ejemplares así, por lo que no insistí. Si llego a saber que no vería más iguales, me quedo más tiempo para hacerle más fotos. Era espectacular.
Hábitat
A continuación pongo tres fotografías del típico hábitat donde encontré las lagartijas, las grandes rocas de lava volcánica en la orilla del mar y los muros del mismo material que separan las fincas que cuadriculan el paisaje rural:



Y no me olvido de la rana común. 
El "Lagoa do Negro", en uno de los lugares más turísticos de la isla, entre la "Gruta do Natal" y los "Mistérios Negros", es una gran charca en cuyas orillas se encuentran miles de ranas, Pelophylax perezi, también introducidas. Otras pequeñas masas de agua, encharcamientos y arroyos por donde pasé, no las pude ver ni escuchar, pero no dudo de que las habrá, dada su capacidad de adaptación y expansión.


Puede obtenerse más información de la lagartija de Madeira en el artículo de Alfredo Salvador en su página Vertebrados Ibéricos.
http://www.vertebradosibericos.org/reptiles/identificacion/teidugid.html 

Y salamanquesas...
Me han informado que también hay salamanquesas comunes, Tarentola mauritanica en varias localidades de la isla. No lo había leído ni yo las encontré, a pesar de haberme fijado en las paredes nocturnas, pero no es ninguna sorpresa, ya que sé que se ha encontrado en otras islas .... ¡y en medio mundo! ya que, debido a sus costumbres, es fácil que vayan de polizón en contenedores, palets, materiales de construcción e incluso frutas y verduras transportadas por barcos. Precisamente muchas veces en el entorno de puertos y estaciones de tren es donde primero se suelen encontrar, tanto esta especie como la salamanquesa rosada.

viernes, 12 de agosto de 2016

LA CADENA DE LA VIDA (y 4)

En la anterior entrada dejamos a los pulgones de la colza que eran parasitados por pequeñas avispas y que las larvas de esas avispas, que viven dentro de los pulgones, son a la vez parasitadas por otra especie de avispa. Pero no se terminan allí los depredadores de los pulgones, hay otros aún más voraces, que se comen a los pulgones uno tras otro. Como puede verse no se anda con muchos remilgos en la mesa esta larva de mosca, al pulgón solo le queda patalear mientras es comido vivo. Las he observado trabajar y no tardan ni medio minuto en comerse a un pulgón y al poco ya van a por el siguiente. 
Se trata de la larva de un tipo de mosca, un sírfido. Entre las moscas de esta familia las hay con muy variados aspectos y ciclos de vida, teniendo en común, cuando adultos, su semejanza con avispas y abejas y su costumbre de libar en las flores. Hoy me detendré, como era de esperar, en los que son depredadores de pulgones. Son unas esbeltas moscas de cuerpo rayado en negro y amarillo parecidas a las avispas lo que les vale ser temidas y evitan ser atacadas... casi siempre. En mi jardín es muy abundante la especie Sphaerophoria scripta y por eso supongo que las larvas que fotografío también corresponden a esa especie.

Las moscas madre deben poner sus huevos en la parte alta de la planta, porque siempre he visto a las larvas avanzar hacia abajo, entre los pulgones apelotonados en los tallos, dejando atrás la devastación más completa. No dejan uno vivo y a veces son varias las larvas las que juntas van avanzando, dejando limpia la planta. Todo un aliado para el jardinero o el agricultor.
Pero las moscas tampoco pueden despistarse demasiado, en esta ocasión no le ha valido de mucho el mimetismo batesiano ya que el caballito del diablo lo ha cazado sin contemplaciones. 

Los caballitos del diablo son Odonatos, el mismo orden que las libélulas, y su primera etapa de vida la pasan dentro el agua, donde también son voraces depredadoras. Normalmente los caballitos del diablo, como este Ceriagrion tenellum no capturan presas tan grandes, aunque tampoco es excepcional. Lo habitual es que cacen mosquitos, efémeras y otros pequeños insectos que revolotean alrededor de la lámina de agua o entre las plantas acuáticas. A veces también se abaten sobre los pequeños insectos que se encuentran posados. 
Pareja de Ceriagrion tenellum en el momento inmediatamente anterior o posterior a la cópula. El macho sujeta a la hembra por el cuello y cuando esta está dispuesta acerca su extremo a los anillos con los genitales masculinos. Después, durante la puesta de huevos, los machos siguen sujetándola. De esta manera, sin duda, se aseguran de que los hijos serán suyos.

El estanque es uno de los mejores puntos de atracción de fauna, tanto invertebrados como anfibios, reptiles y aves. En el caso de los odonatos, he podido determinar la presencia e incluso la reproducción de cinco especies de libélulas y otras tantas de caballitos del diablo, aunque posiblemente exista alguna más que no haya podido fotografiar.
Náyade de la libélula Anax imperator, que cría en el estanque del jardín, vista desde abajo para mostrar la "máscara"
Ninfa (náyade) de Anax imperator.
Los odonatos son eficientes depredadores tanto en su fase adulta, voladora, como en su fase de ninfa, llamada náyade. En el agua, las mal llamadas larvas de libélula cazan invertebrados y hasta renacuajos y pequeños peces si se ponen al alcance de sus tremendas mandíbulas extensibles como si fuesen un brazo, llamadas "máscara" porque en posición de reposo les tapan la parte inferior de la cabeza.
Las náyades de las grandes libélulas, como las de Anax imperator que hay en mi jardín, también depredan sobre las de caballito del diablo, que son de tamaño mucho menor y más delicadas.
Las hembras de Anax imperator ponen sus huevos sin estar sujetas al macho. 
Aunque en el mundo de los insectos las libélulas puedan ser consideradas como un superdepredador, son también alimento de aves, como el abejaruco, y de anfibios cuando tienen oportunidad. Este fue el caso de la siguiente fotografía. Estaba yo haciendo fotos y vídeos de las peleas entre machos de rana, cuando la libélula tuvo la mala idea de posarse para hacer la puesta casi delante de una de ellas. El ataque fue fulminante y, aunque de primeras la sujetó de mala manera de un ala, no tardó en engullirla, hundiéndola previamente.
Pero las ranas también tienen sus depredadores, incluso en el estanque de jardín. Varias veces he tenido la visita de culebras de agua, tanto Natrix maura como Natrix astreptophora. Las he dejado tranquilas durante una temporada, que he aprovechado para hacer algunas fotos. Es una buena técnica para controlar el exceso de ranas, que llega un momento en que durante la noche son atronadoras y tengo apuro por si llegan a molestar a los vecinos. Sin embargo, pasado un tiempo las cojo y las llevo a unas charcas próximas, porque los estanques son pequeños y no hay "producción" suficiente para mantener depredadores tan eficientes. 
Preciosa Natrix astreptophora, culebra de collar adulta, que aún conserva las manchas de su cuello características de los juveniles. Toma el sol en su lugar habitual, un lateral del estanque donde está descubierta la lona de caucho, que al ser negra posiblemente le proporciona más calor.
El último eslabón de la cadena, evidentemente, no ocurre en mi jardín, pero sí muy cerca. Espero que no se hayan encontrado con ella las culebras que tan bien se han alimentado en mi estaque. Se trata del águila culebrera, la especialista en la caza de ofidios que, a pesar de su tamaño, no duda en pararse en el aire como si se tratase de un pequeño cernícalo, dándome así la oportunidad de fotografiarla.
Águila culebrera, Circaetus gallicus, cerniéndose en busca de sus presas.

Y aquí dejo esta serie de encadenados que se comen los unos a los otros, la CADENA DE LA VIDA, de la que tanto nos hablaba el gran Félix Rodrígez de la Fuente.

Agradezco a los expertos de Biodiversidad Virtual por estar ahí, determinando las especies. Sin ellos dudo mucho que hubiese podido acercarme siquiera a identificar ni una décima parte de las especies que habitan en mi entorno.

miércoles, 19 de marzo de 2014

¡NO ME TOQUES LOS HERPETOS!

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Este es un tema que lleva tiempo preocupándome, especialmente en estos momentos en que miles de personas se lanzan al campo a observar animales y hacer fotos. Todos tenemos asumido desde hace mucho que no hay que fotografiar aves en sus nidos, de la misma manera que no se deben coger con las manos los pájaros y sólo los que poseen un reconocido carnet de anillador, para el que se exigen determinados conocimientos, pueden manipularlos para tomar los datos científicos necesarios. Sin embargo ¿Por qué si a los anfibios y los reptiles?

Rana común, Pelophylax perezi, cantando en pleno día. Fotografía realizada con teleobjetivo.

La respuesta es sencilla, porque son fáciles de capturar y manejar, aparentemente sin causarles daño. Pero no es así. Por supuesto, la captura y manipulación les produce estrés, puede afectar a sus defensas e incluso a su supervivencia.
Sapo corredor, Epidalea calamita, bajo una piedra. Los sapos mantienen la humedad en los terrenos secos enterrándose, Si les provocamos la expulsión de orina estamos contribuyendo a su deshidratación. Tampoco es buena idea mover demasiadas piedras en una misma zona.

Comenzando por los anfibios, su piel es muy permeable y, aunque tienen sus medios de defensa químicos, podemos decir que es delicada. Ellos viven en un medio húmedo cargado de bacterias, protozoos, hongos y otros parásitos. Una buena muestra de ello es el hongo que les afecta en casi cualquier lugar del mundo por el cual los herpetólogos que manejan a estos animales se ven obligados a desinfectar sus equipos e incluso a tener equipos diferentes para cada lugar de trabajo. ¿Podemos entonces los naturalistas de a pie ir por ahí manipulándolos? Evidentemente podemos, pero no debemos.
Sapo corredor, Epidalea calamitamacho en una charca cantando y esperando la llegada de las hembras. Ellos se colocan en la charca expulsando a los vecinos con intentos de amplexus. Capturarlos sin justificación altera su comportamiento. Por cierto, por la noche es mejor observarlos con luz roja en la linterna para que no se asusten tanto.
Una típica respuesta de un anfibio a la manipulación es soltar un chorro de orina con mucha agua. Agua, un elemento muy necesario para un anfibio al que renuncia como medio de defensa, pero que en un entorno seco, como en el que se encuentran algunas especies de sapos, les puede resultar imprescindible.
De la misma manera los productos químicos con los que nos impregnan les resultan necesarios para defenderse de las infecciones y de los posibles depredadores, es una pena que se malgaste en nuestras manos y una incongruencia que los que más amamos a estos seres les causemos un perjuicio.

Bufo spinosus, nuevo nombre para los sapos comunes de la Península ibérica y la mitad sur de Francia. B. bufo queda más al norte y al oeste.

Con los reptiles ocurre algo muy parecido, ellos también se defienden soltando orina y excrementos, que muchas veces, si no los hubiésemos manipulado los habrían utilizado para marcar el territorio e incluso para informar a los demás ejemplares de la especie su estado de salud, celo, etc. ¿Les causaríamos ese perjuicio intencionadamente?

Salamanquesa común, Tarentola mauritanica, con la cola regenerada. Es muy común que las salamanquesas hayan perdido la cola por sus peleas territoriales, cortejos y defendiéndose de sus mayores depredadores: los gatos.

Pero el daño más fuerte que les podemos causar es la pérdida de la cola a los saurios. ¡Que levante la mano quien no lo haya provocado nunca! Regenerar la cola implica una gran perdida de energía y es fundamental en los cortejos y luchas por el territorio. Perder la cola es el  último recurso para defenderse de un depredador. Si la pierde en nuestras manos, ¿como se defenderá cuando sea atacado? 
Culebra viperina jóven, Natrix maura, en actitud defensiva, poniendo la cabeza triangular para imitar a las víboras. Estas serpientes sueltan un líquido pestilente junto con sus excrementos cuando las manipulamos, pero seguro que son más felices cuando tienen "el depósito lleno"

Se me podrá decir que la manipulación es necesaria para poder saber la especie. Rotundamente no. Con la fotografía actual eso no es cierto. Alguien que tiene conocimientos sobre las especies de una zona concreta es capaz de diferenciarlas sin manipularlas y si no tiene esos conocimientos no debe manipularlas tampoco. Lo siento, quizás hay algún lugar muy concreto donde sea necesario fijarse en determinados caracteres, pero entonces hay que dejárselo a los especialistas, no a los aficionados. Una buena fotografía puede solventar esos problemas y cuando se sabe lo que hay que mirar, se sabe lo que hay que fotografiar.

Para mostrarlo voy a poner un par de ejemplos muy clásicos, las lagartijas de género Podarcis y las culebras lisas, del género Coronella, ambas de la Sierra de Guadarrma, donde los dos pares de especies conviven y se discriminan por altitud e insolación, pero con un cierto solapamiento.

Podarcis guadarramae (noroccidental, antes hispanica, lagartija ibérica) y Podarcis muralis (lagartija roquera). 
Las lagartijas de este género son complicadas, hasta el extremo de que los herpetólogos que las diferencian bien en su zona de campeo habitual, no lo tienen tan claro cuando visitan otros parajes.
Aquí, en mi tierra, la Sierra de Guadarrama, se aprecia muy bien la línea vertebral oscura que suelen tener en su dorso P. muralis estando ausente en P. guadarramae. Pero como los diseños pueden ser muy variados, el carácter más diferenciador es la garganta de los machos, que las ibéricas tienen con puntos y las roqueras con manchas irregulares.

Cabeza de lagartija noroccidental, Podarcis guadarramae, asomándose entre las grietas del muro donde se había escondido. Apenas tardan unos minutos en mirar para ver si seguimos allí y, si nos movemos poco y les hacemos fotos desde cierta distancia, enseguida se acostumbran a nuestra presencia y salen del todo. Se ve perfectamente la garganta punteada.
Quizás haya que permanecer un buen rato y hasta tumbarse en el suelo esperando a que las lagartijas se asomen de su escondrijo, pero no es difícil pillar su parte inferior en la foto. Y además es divertido observar su comportamiento y la curiosidad con que nos miran. También es bastante seguro ver la zona lateral entre el ojo y el oído, que suele ser más negro en las roqueras.
Estas dos fotografías están hechas en el mismo día con pocos minutos de diferencia, guadarramae a 1500 metros de altitud y muralis a 1520 m.
Cabeza de lagartija roquera, Podarcis muralis, también asomada en la grieta de las rocas, casi tan curiosa conmigo como yo con ella. Igualmente se aprecia la distintiva garganta con manchas en retículo. El rojizo puede presentarse en las dos especies y es distintivo del celo, pero aquí, quizás, es más común y permanente en la roquera.

Coronella austriaca (culebra lisa europea) y Coronella girondica (culebra lisa meridional)
Estas dos especies se diferencian perfectamente si  podemos ver el diseño de las escamas ventrales, que son grisáceas y uniformes en C. austriaca y con manchas bien definidas en C. girondica, pero todos sabemos que es muy complicado ver el vientre de una serpiente sin cogerla con la mano. Sin embargo, hay otros caracteres en los que nos podemos fijar, fundamentalmente en las escamas supralabiales, que en las europeas coinciden bajo el ojo la tercera y la cuarta escama mientras que en las meridionales coinciden la cuarta y la quinta. 

Culebra lisa europea, Coronella austriaca.
Las siguientes fotos las tenía desde hace tiempo en el ordenador y al hacerlas no tenía intención de mostrar esas escamas, pero se ven. 
Detalle de la cabeza de Culebra lisa europea, Coronella austriaca, indicando las escamas supralabiales. También se aprecia la escama rostral, en el morro, picuda hacia atrás.
Igualmente se observa que en C. austriaca la escama rostral termina en pico hacia atrás entre las internasales, mientras que en C. girondica esa parte trasera de esa escama es plana.

Culebra lisa meridional, Coronella girondica.
Las serpientes tienen dos maneras de responder a nuestra presencia, una es huir y lo mejor que podemos hacer es dejarlas en paz y otra replegarse e incluso tomar alguna postura amenazante, especialmente las especies que tienen cierta semejanza en el diseño con las víboras. Entonces no es difícil verlas bien e incluso hacer las fotografías necesarias.
Detalle de la cabeza de Culebra lisa meridional, Coronella girondica. También se ve que la escama rostral no es picuda hacia atrás y por tanto no se mete entre las internasales como en la europea.

Por último no quiero dejar de dar un dato importante: La mayor parte de las personas mordidas por víbora en nuestro país son varones adolescentes. ¿Por qué? pues porque son los que haciéndose los "machitos" intentan manipularlas.
¿Donde quiero llegar con todo esto? Pues a rogar que no se manipulen los animales y muy especialmente que no se publiquen fotografías con animales en las manos. 
Creo que la mayor parte de los naturalistas aborrecemos el comportamiento de cierto personaje televisivo que agarra todo bicho viviente para mostrarlo a la cámara, incomodándolos y dando un mensaje contrario al que promovemos los defensores de la naturaleza. Entonces ¿por qué no evitar las fotos de herpetos en la mano? Tampoco creo que deban sujetarse para mostrarlo en visitas guiadas y actividades en la naturaleza con monitor. Precisamente esos son los momentos más importantes para dar el mensaje de respeto a los que por primera vez se acercan a estos indefensos animales.
Puede que hace años, cuando éramos cuatro gatos los locos por los anfibios y los reptiles, cuando apenas había información y éramos casi autodidactas (además de adoradores de la única guía existente, la de Alfredo Salvador), quizás entonces podíamos tener alguna justificación, pero ahora que "afortunadamente" somos miles los que nos gustan, es el momento cambiar nuestra actitud si queremos de verdad conservarlos y podamos decir que sí, que ese "afortunadamente" es cierto y real.
Lagartijo roquero, Podarcis muralis. Como no le manipulé, creo que quedamos como amigos y no tuvo inconveniente en posar para la sesión fotográfica, aunque no me quitaba la vista de encima.

Para las fotos, por cierto, recomiendo el equipo que yo uso, un objetivo macro de 100 mm que permite hacer las fotos del animal completo a más de un metro de distancia y los detalles como la cabeza de una lagartija llenando la pantalla desde más de 30 cm. Tampoco son tan malos los teles, que no solo valen para sacar pájaros, algunas de mis mejores fotos de mariposas están hechas con él.
Tomando fotos con un zoom de 200 mm

Las fotos deben ser un medio, no un fin y molestar a los animales no está justificado ni por la mejor foto del mundo.





lunes, 17 de junio de 2013

Las aves en blanco y negro del río Cigüela en Villarta de San Juan

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Avefría, Vanellus vanellus.
 Además de la corta visita a Daimiel que conté en la anterior entrada, también pude dar un paseo, más corto aún, por las orillas del Cigüela en Villarta de San Juan. Como suele decirse casi ni los más viejos del lugar se acuerdan de haber visto el río como este año, tanto por su caudal como, y especialmente, por el grado de encharcamiento en los campos de su entorno. Desde luego, en los veinte años que yo llevo visitando el pueblo habitualmente, nunca lo había visto así, ni con tantas y tan variadas aves.
Cigüeña blanca, Ciconia ciconia.
Los campos empezaban ya a secarse con estos calores ya prácticamente veraniegos. Por solo un par de días me he perdido la visión de un grupo de entre 15 y 20 flamencos, que nunca habían visto antes en el pueblo y han recalado durante una temporada ante los asombrados ojos de los villarteros. Pero aún se veían avefrías, cigüeñuelas, gaviotas y fumareles, que tampoco están nada acostumbrados a ver. 
Cigüeñuela macho, Himantopus himantopus
Cigüeñuela hembra, Himantopus himantopus
Las cigüeñuelas, aparte de verse picoteando en las zonas encharcadas, es evidente que estaban criando, porque al pasar por los alrededores del puente romano debieron considerar que éramos una amenaza y se dedicaron a sobrevolarnos chillando y llamándonos la atención con la intención de alejarnos de los lugares de cría. En cuanto una dejaba de hacerlo, posiblemente porque ya nos habíamos alejado de su nido, tomaba el relevo otro ejemplar que debía sentirse amenazado en su territorio. El caso es que nuestra presencia fue continuamente señalada durante una parte del paseo.

Más habitual aquí es ver a las cogujadas y otras aves típicas de los barbechos, donde son difíciles de distinguir entre la vegetación agostada y resultan un poco chocantes sobre las algas secas que han quedado en los campos en su proceso de desecación. 
Cogujada común, Galerida cristata.
En las zonas de poco fondo pescaban las garcillas bueyeras y en aguas más profundas, con un acrobático vuelo, los fumareles cariblancos. 
Garcilla bueyera, Bubulcus ibis.
Aunque hay una buena representación íctica, especialmente de especies de peces introducidas, desde carpas y tencas hasta gambusias, lo que observé en sus picos eran renacuajos, tanto las gordas larvas de sapo de espuelas, Pelobates cultripes, como de rana común, Pelophylax perezi. 
Fumarel cariblanco, Chlidonias hybrida.


Como en Daimiel, las fochas eran seguidas por sus pollos, solo que aquí tienen más cuidado de mantener las distancias. Es curioso ver la diferencia de comportamiento entre las aves que crían en el Parque Nacional, acostumbradas al público y las del entorno del pueblo, mucho más asustadizas. Y más interesante aún cómo lo aprenden los pollos apenas salidos del cascarón, que siguen a su madre.
Focha, Fulica atra.
En algunos lugares el agua está muy eutrofizada y la superficie está cubierta por una gruesa capa de algas filamentosas sobre la que los pollos podían andar perfectamente con sus palmeados dedos, aunque ante nuestra presencia preferían correr hacia el agua..
Pollo de focha, Fulica atra.
También me llamó la atención la presencia de gaviotas reidoras, que al principio confundí con los fumareles porque volaban juntos, aunque su vuelo es mucho más pausado. Creo que tampoco se habían visto aquí en pleno verano y muy poco en invierno.
Gaviota reidora, Chroircocephalus ridibundus.
Para terminar muestro una foto, bastante mala, tomada en la lejanía de una de las zonas de inundación pegadas al cauce de río, donde pueden verse juntas, además de algunas de las aves ya enumeradas, un porrón común. El conjunto es bastante singular.