Mostrando entradas con la etiqueta Naturaleza. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Naturaleza. Mostrar todas las entradas

lunes, 14 de marzo de 2022

Nuestro nuevo libro: ANDANZAS DEL GUADARRAMA. 100 años de cambios en la Sierra

T
ras una espera larga debida a las circunstancias que hemos padecido estos dos últimos años, por fin ha salido a la luz el libro que Javier Barbadillo y yo hemos publicado en Ediciones La Librería. El mercado editorial, como tantos otros, ha sufrido con la pandemia, así que es de agradecer el trabajo que esa empresa y veterana librería ha conseguido realizar en este periodo. Estamos especialmente agradecidos por la calidad final del libro a pesar de su ajustado precio, con sus 286 páginas y más de 125 fotografías a color.

Este libro surge después de tiempo de buscar un enfoque novedoso ante las muchas publicaciones nacidas tras la declaración del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama. Cuando conocimos la edición facsímil de “Andanzas castellanas”, libro que fue publicado originalmente en 1917 y su autor es Juan A. Meliá, nos resultó muy impactante ver que nuestra forma de acercarnos a la naturaleza y el campo en general, y no sólo la Sierra de Guadarrama, era muy similar a la que Meliá mostraba en su libro y, por extensión, a la de los pioneros del guadarramismo. Aquel libro se presentó en abril del 2017 en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, dentro del ciclo de charlas organizadas por la Sociedad de Amigos del Museo.

Nuestra idea inicial fue repetir los recorridos que Meliá describía en sus capítulos, pero nos dimos cuenta de que los cambios acaecidos desde entonces eran tan radicales que apenas si podíamos hacerlos de igual modo. De hecho, donde entonces Meliá recorría caminos rodeados de campo, encontramos ahora carreteras e incluso una autovía. Así, de forma natural quedó en evidencia que en lo que más nos debíamos centrar era en los cambios, y a su vez, restringir a la Sierra de Guadarrama el espacio tratado.

No me voy a extender en la descripción del libro de Meliá, pues en el momento de su presentación hice una completa reseña en mi otro blog “Observatorio de El Ventorrillo”, que puede verse en este enlace:

https://blogventorrillo.blogspot.com/2017/05/andanzas-castellanas-por-nuestra-sierra.html

Juntos o por separado, Javier y yo hemos recorrido nuestra Sierra desde hace mucho tiempo, cada uno con nuestros propios intereses, yo más zoológico y él más botánico y paisajístico, además de haber estado más implicado en la reivindicación ecologista. Y nos dimos cuenta de que también resultaban 100 años si sumábamos los aproximadamente 50 que llevamos cada uno recorriendo sus senderos.

El resultado es una mezcla de contenidos que hemos agrupado en ocho temas principales: Paisaje, forestal, Usos, Fauna serrana, Fauna alterada, Fauna invasora, Flora/vegetación y Deterioro. Además de una presentación de nosotros mismos y nuestra relación con la Sierra de Guadarrama, que hemos llamado “Andanzas vitales”.

Tenemos también la fortuna de que dos grandes de la protección y conocimiento de la Sierra, Eduardo Martínez de Pisón y Julio Vías, nos hayan querido regalar unas líneas de prólogo aportando un valor añadido a nuestras experiencias.

En lo que a mi corresponde, tenía especial interés en destacar la fecunda investigación realizada por investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales en ese tiempo, donde yo he desarrollado la mayor parte de mi vida laboral, desde Graells hasta las más recientes investigaciones sobre zoología y conservación. Destacan las descripciones de nuevas especies y subespecies para la ciencia, como Graellsia isabelae, la subespecie Parnassius apollo dedicada a Escalera, los escarabajos pipa del género Iberodorcadion, la subespecie Canis lupus signatus y Capra pyrenaica victoriae descritas por el mastozoólogo Ángel Cabrera. De más actualidad son los trabajos para salvar de la extinción a algunos de nuestros más emblemáticos anfibios serranos, modelo para el resto del mundo. Yo mismo he podido observar en las últimas décadas cómo la distribución de las lagartijas ha ascendido ocupando unas el espacio que antes tenían otras debido al cambio climático, que se evidencia también por la ausencia de nieve.

Sapo partero, Alytes obstetricans, macho cargando con la puesta.

También se muestra nuestra preocupación por las especies invasoras e introducidas, como es el caso de los peces, cangrejos y almejas que invaden nuestros ríos y lagunas.

Dentro del apartado “usos” me interesaba tratar la importancia de las razas autóctonas de ganado, pues tengo la opinión de que en los parques nacionales se deberían fomentar las razas que proceden de las regiones donde están situados y, de esa manera, apoyar a los ganaderos que están manteniendo esas variedades que en ocasiones se encuentran en peligro de extinción. El primer paso para que sean valoradas por los visitantes de la Sierra y consumidores de sus productos, es conocerlas como patrimonio cultural.

En la primera imagen, semental de raza avileña negra enfrentada a otro de raza limusin, introducida para un mayor aprovechamiento cárnico. A continuación cabra del Guadarrama y abajo pareja de colmenareñas y oveja de El Molar.

Un vestigio de la historia de la Sierra, y de España en general, interesante y aún muy desconocido, son las torres de telegrafía óptica, que fueron objeto de un ambicioso proyecto lamentablemente abortado, pero que nos ha dejado unas restauraciones dignas de ser admiradas. Igualmente, los restos de pequeñas canteras para la extracción de granito, de las que algunos municipios y particulares atesoran imágenes, herramientas y materiales que bien podían formar parte de un museo de referencia pero, en cambio, las propias canteras se encuentran en un lamentable estado de abandono llenas de escombros y son objeto de vandalismo con pintadas, así como pobladas con especies de peces invasoras, que impiden el desarrollo de poblaciones estables de anfibios, grupo zoológico en franco retroceso, también amenazado por los tóxicos y la sal vertida en las cunetas.

Torre del Telégrafo en Cabeza Mediana.

Aunque haya referencias antiguas de su presencia puntual, poco nos podíamos imaginar que al pie de la Sierra iban a invernar miles de gaviotas, además de que podríamos ver en sus embalses patos, gansos exóticos, cisnes y otras aves acuáticas no propias de nuestra región.

Gaviotas reidoras invernantes en el embalse de Santillana.

Por supuesto, incluyo entre los acontecimientos por los que ha pasado la Sierra, lo que hoy conocemos como Estación Biológica El Ventorrillo, donde he tenido el placer de trabajar.

Puede complementarse la información sobre el libro en el siguiente enlace al artículo del blog de Javier Barbadillo:

https://enelultimorincon.blogspot.com/2022/03/

El martes 26 de abril a las 7 de la tarde está prevista una presentación y firma del libro en el Salón de Actos del Museo Nacional de Ciencias Naturales y el libro puede adquirirse en la editorial y muchas otras librerías y, por supuesto, en la tienda del Museo. Hay que reservar plaza por haber aforo reducido.

https://www.mncn.csic.es/es/sociedad-de-amigos-del-museo/presentacion-del-libro-andanzas-del-guadarrama-100-anos-de-cambio-en

 A continuación incluyo el sumario completo, para dar una idea más exacta de sus contenidos: 

SUMARIO

Prólogo 1. Un siglo de la Sierra. Por Eduardo Martínez de Pisón

Prólogo 2. Por Julio Vías Alonso

El cómo y los porqués de este libro

ANDANZAS VITALES

1. ¿Por qué vivo en la Sierra?

2. La primera vez

3. Qué nos da y qué nos quita la Sierra

4. Mi vinculación con la Sierra

5. Escapar a vivir a la Sierra

PAISAJE

6. El complejo alpino del Guadarrama

7. La Sierra urbanizada

8. Viejas canteras, nuevas lagunas

9. Hitos de cumbre: los vértices geodésicos

10. La Sierra crucificada: cruz de Cuelgamuros o del Valle de los Caídos

11. Una bola con antenas

12. Naturalidad-artificialidad en los paisajes serranos

13. Tan cerca, tan lejos, del Guadarrama

14. Sobre el derecho a disfrutar de la Sierra

FORESTAL

15. La Sierra y sus circunstancias forestales

16. De la aflicción a la complacencia leñosa

17. Pinares naturales y plantados

18. Melojares arrasados y recuperados

19. La gran reforestación

20. Efectos negativos de las repoblaciones

21. Vuelo casero sobre laderas aterrazadas

22. Nuevos enfoques forestales

USOS

23. El ganado serrano, razas autóctonas

24. Telegrafía óptica

25. El Ventorrillo, rincón histórico y centro de investigación

26. Muros del agua

27. Guarramillas, la montaña domesticada

28. ¿Esto es Hollywood?

29. La Sierra ajardinada

FAUNA SERRANA

30. Graellsia, emblema de la Sierra de Guadarrama

31. Apolo, la mariposa de las cumbres

32. Iberodorcadion. Los curiosos escarabajos pipa

33. Mariquitas alpinistas

34. Anfibios de Peñalara, luchando contra su extinción

35. Lagartijas de roca, cuando ya no hay montaña a la que subir

FAUNA ALTERADA

36. Las gaviotas que descubrieron Madrid para invernar

37. El regreso de la cabra montés

38. ¡Que viene el lobo!

39. No hay paz para palomas y tórtolas

40. Luciérnagas, ilusiones que se apagan

41. Ardillas funambulistas

FAUNA INVASORA

42. Peces, perdiendo biodiversidad

43. Salvelino, la “trucha” de Peñalara

44. Visón americano y nutria, dos casos contrapuestos

45. Marisco serrano: cangrejos y almejas

46. Patos exóticos en la Sierra

47. La chinche de los piñones, el enemigo americano

FLORA / VEGETACIÓN

48. Los fresnos

49. Descubriendo la flora serrana

50. Insólito avance del muérdago del pino

51. Náufragos, supervivientes, resucitados, advenedizos y fantasmas

DETERIORO

52. En defensa de la Sierra. La historia jamás contada.

53. Estaciones de esquí alpino: islas urbanas

54. Lo que queda de Valcotos

55. Humedales urbanizados: lagunas de Pryconsa y El Carrizal

56. Vida y muerte en la cuneta

57. Arde Guadarrama

58. Contaminación lumínica

59. Cambio climático y sus evidencias

60. Demasiadas huellas

ACONTECIMIENTOS

ESPECIES CITADAS

BIBLIOGRAFÍA CITADA

BIBLIOGRAFÍA NO CITADA

 


viernes, 24 de septiembre de 2021

Los vuelos nupciales de las hormigas

Se ha despedido el verano con lluvias, en algunos lugares torrenciales, tras una larga racha de calor. Ese cambio de tiempo, y en especial las tormentas, dan la señal a varias especies de hormigas para hacer sus vuelos nupciales.
Hembra alada de Messor bouvieri, Becerril de la Sierra, 15 de septiembre.

Macho de Messor bouvieri, Becerril de la Sierra, 15 de septiembre del 2019.

A nosotros, la semana pasada, nos pillaron de viaje unos impresionantes vuelos de Messor que nos recordaron los viejos tiempos en que el parabrisas y el frontal de los coches quedaban manchados por numerosos insectos que atropellábamos en su vuelo. Al llegar a nuestro destino, Ciudad Rodrigo, el suelo, los vehículos y las paredes de las casas, estaban literalmente plagadas de hormigas aladas, algunas medio ahogadas por las recientes lluvias, pues todo estaba empapado.

En primer plano, machos de Messor sp. en la muralla de Ciudad Rodrigo, 15 de septiembre del 2021.

Este evento sirvió a los aviones comunes, que ya se estaban reuniendo en los cables del tendido eléctrico, junto a las murallas de tan bella ciudad, para tener un alimento extra antes de iniciar su migración. 

Aviones comunes a la caída de la tarde en Ciudad Rodrigo, 18 de septiembre del 2021.

En las mismas murallas, las salamanquesas, olvidando su habitual nocturnidad, podríamos decir que con “diurnidad” y alevosía, aprovechaban los rayos de sol y el alimento que les llegaba prácticamente a la puerta de su casa. También vimos en nuestras excursiones, aunque en esta ocasión no los fotografiamos, algunos papamoscas que ya han iniciado su paso por la Península Ibérica y que, sin duda, también disfrutaron de ese alimento extra fácil de conseguir. 

Papamoscas, Becerril de la Sierra, 16 de septiembre del 2020.

Y, aunque no los viésemos, seguro que muchas más especies de aves y lagartijas hacían lo mismo. En casa, cuando veo a los gorriones volando en vertical de manera un poco extraña, que yo llamo “hacer el papamoscas”, sé que hay hormigas aladas aunque no las vea, sea primavera u otoño.

Hembra de gorrión alimentándose de hormigas aladas.

Es importante que los hormigueros de la misma especie se coordinen para que los “novios” vuelen al mismo tiempo y que así se encuentren hembras y machos que no sean parientes. Vamos, lo que viene a ser, en versión hormiga, las fiestas de los pueblos con sus bailes.

Salida de alados en un hormiguero de Lasius en Becerril de la Sierra, 19 de junio del 2020.

Los vuelos nupciales también son llamados enjambrazón, aunque ese nombre se aplica más frecuentemente a las abejas de la miel. En ellas las jóvenes reinas salen de la colmena acompañadas de varios cientos de obreras para formar una nueva colonia. Si no lo hiciesen, su madre las mataría. Muy pocas especies de hormigas hacen eso mismo, pero las hay, aunque evidentemente lo hacen andando porque sólo las reinas y los machos son alados.

Machos de avispón europeo, Vespa crabro, preparados para salir en vuelo nupcial desde la boca de su nido en el tronco seco de un olmo. El Boalo, agosto del 2018.

Otros himenópteros coloniales, como las avispas papeleras y los abejorros, siguen un proceso muy similar al de la mayoría de las hormigas, las hembras son fecundadas en un vuelo nupcial y vuelan solas, generalmente en otoño, para formar un nido por sí mismas. Suelen pasar el invierno refugiadas en solitario, ponen los primeros huevos y ayudan a desarrollarse las primeras obreras con sus reservas alimenticias.

Aunque evolutivamente estén muy alejadas de los himenópteros (hormigas, abejas y hormigas), las termitas que son isópteros del orden Blattodea (emparentadas con las cucarachas), tienen vuelos nupciales muy parecidos a los de las hormigas. Hay dos géneros peninsulares y uno (Reticulitermes) hace vuelo nupcial en primavera y el otro (Kalotermes) en otoño.

Termita alada vista en mi jardín, Becerril de la Sierra, a finales de octubre. Posiblemente Kalotermes flavicollis.

En otoño vemos más frecuentemente los vuelos nupciales de hormigas, quizás por ser más abundantes o de especies más grandes y también, en el caso del género Messor, como las de las primeras fotos de esta entrada, porque pueden verse cerca de las casas, tanto en el campo como en las ciudades. Pero hay especies que vuelan en primavera e incluso a lo largo de todo el verano iniciándose en primavera y terminando ya entrado el otoño. De hecho, de todas las mostradas en las fotos solamente las Messor son otoñales. Evidentemente, depende del clima del lugar y las condiciones meteorológicas del momento, tanto como de la especie. Lo más habitual es que los vuelos nupciales ocurran tras los días de lluvia después de un periodo caluroso, que suele desembocar en tormenta. Los cambios fuertes de presión atmosférica tienen mucho que ver en el asunto y son importantes en la coordinación del evento. A veces salen a volar incluso antes de haber llovido, lo que la gente de campo sabe interpretar perfectamente como un aviso de que la lluvia está al caer.

Macho de Tetramorium preparado para el vuelo nupcial, Becerril de la Sierra, 28 de junio del 2020. 

Hembra de Tetramorium preparada para el vuelo nupcial, Becerril de la Sierra, 28 de junio del 2020. Se aprecia muy bien la diferencia en el tamaño de la cabeza con el macho de la foto anterior.

Las de vuelo primaveral tienen menos problemas porque el suelo es más esponjoso pero, para las otoñales el suelo ablandado por el agua tras el apelmazamiento de la sequía estival es un momento ideal para que las nuevas reinas puedan enterrarse.

Además, a lo largo del verano las larvas han podido ser bien alimentadas. Hay que recordar que, como en las abejas, los huevos no fecundados dan lugar a machos, pero los fecundados pueden producir tanto obreras, que no dejan de ser hembras (generalmente) estériles, como reinas, dependiendo de la alimentación que reciban.

Reina de Aphaenogaster gibbosa saliendo del hormiguero, aún retenida por las obreras. Becerril de la Sierra, 7 de julio del 2020.

Describiré el caso más común, el de las reinas solitarias, y citaré de pasada alguna excepción. Hay tantas variaciones que dar normas generales es un ejercicio arriesgado, pero lo intentaré.

En el vuelo nupcial machos y reinas se encuentran en el aire y comienzan la cópula, pueden caer juntos al suelo o separarse aún en vuelo. En algunos casos una hembra es fecundada por varios machos. Ya en el suelo definitivamente, la nueva reina pierde o se arranca las alas y busca un lugar donde esconderse y empezar su hormiguero. En general nunca más precisará machos, durante toda su vida fecundará los huevos con los espermatozoides que recibió en ese momento, que permanecen vivos en el interior de su tracto genital, en un receptáculo llamado espermateca.

Macho de Pheidole pallidula junto a obreras minor y major (soldado). Becerril de la Sierra, 28 de junio del 2020.

En el momento del vuelo muchas de ellas serán presa de aves, murciélagos, libélulas y otros insectos cazadores. Pero en tierra no ha terminado el peligro ya que los depredadores del suelo tienen su oportunidad: mamíferos insectívoros, lagartijas, salamanquesas, mantis (que también están en su periodo reproductivo y por lo tanto hambrientas), avispas y muchos otros insectos, incluidas otras especies de hormigas. Otras caen en ríos o lagunas y son presa de peces y otros animales acuáticos, como bien saben los pescadores que las usan de cebo.

En algunas especies del género Aphaenogaster, las reinas fecundadas pueden volver a su hormiguero donde reclutan a unas cuantas obreras y salen a formar la nueva colonia como comentaba que ocurre en las abejas de la miel, ya que en cada nido sólo hay una reina. Otras ni siquiera hacen vuelo nupcial, incluso pueden tener las alas atrofiadas, y son los machos los que tienen que llegar a ellas. Como comenté en otra entrada, en mi jardín eran los machos procedentes de otros hormigueros los que tenían las alas cortadas o totalmente arrancadas en una enjambrazón de la que fui testigo.

Emergencia de Aphaenogaster. Pueden verse varios machos y una hembra rodeados de obreras. Becerril de la Sierra, 7 de julio del 2020.

Vuelvo a las reinas solitarias. Un pequeño porcentaje de ellas han conseguido refugiarse y se crean una pequeña cámara en el suelo, tronco o muro, según la especie. Allí ponen los primeros huevos de los que salen pequeñas obreras que se dedican a su cuidado. Esas obreras llamadas nurses por los criadores de hormigas, se dedican a cuidar de la reina y las siguientes obreras. Pueden ser alimentadas por huevos no fecundos que pone la reina o por el alimento que ella guardó en su buche antes de volar. Esas nurses no suelen salir del hormiguero a buscar comida, eso lo harán las siguientes obreras, ya más grandes, que nacerán más adelante. Las reinas aprovechan para sí mismas los músculos alares, que son reabsorbidos por su metabolismo, ya que nunca los van a volver a necesitar.

Camponotus lateralis aladas saliendo del hormiguero en el interior de casa el 20 de abril, es una especie que más temprano se activan en primavera. Becerril de la Sierra.

Por cierto, en la mayoría de las especies la reina es sensiblemente más grande que las obreras y que los machos, pero si no es así, se distinguen muy bien precisamente porque la zona de tórax (mejor dicho, mesosma) es más abultada, debido a lo que ocupan dichos músculos. Y ya puestos, añadir que los machos se diferencian también, aparte de por tener el abdomen (mejor dicho, el gastro) menos abultado, porque tienen la cabeza bastante más pequeña. Lo más seguro es que no coman nunca en su corta vida y por lo tanto no tienen desarrolladas las mandíbulas como las hembras.

En esa fase fundacional también muchos hormigueros se pierden por inundación, depredación, heladas, etc. Se calcula que solamente un 5% de las reinas que volaron llegan a hacer un buen hormiguero.

Hay hormigas que parasitan a otras especies y sus jóvenes reinas entran en hormigueros ajenos y llegan a matar a su reina legítima ocupando su lugar. Es decir, que las obreras parasitadas trabajarán para la especie parásita, lo que le facilita mucho las cosas.

Las jóvenes reinas aladas pueden haber salido de la pupa varias semanas antes de que llegue el momento del vuelo nupcial, pero no suelen salir del hormiguero. A veces se pueden ver cuando se levanta una roca o tronco, rodeadas de obreras, larvas y pupas. Se pueden mostrar ansiosas por salir y alguna vez llegan a asomarse a la boca del hormiguero pero de nuevo regresan o son sujetadas por las obreras.

Hormiguero de Tapinoma sp. donde se aprecian varias reinas, obreras, huevos y larvas. Miraflores de la Sierra, 17 de abril del 2016.
En las diversas subfamilias de Formicidae hay especies con varias reinas en un mismo hormiguero, pero esa es otra historia.

Como todo lo que rodea al mundo de las hormigas, la biología de la reproducción es tan variada y fascinante que apenas se pueden dar unas pocas explicaciones en un corto artículo como este, pero espero que el líneas generales pueda servir para resolver las dudas más frecuentes, ya que algunas me han llegado estos días.

lunes, 6 de septiembre de 2021

Las chinches del jaguarzo blanco (3). Reproducción y desarrollo de Gampsocoris

Tras el intermedio con las mariposas, vuelvo a la Historia Natural de las chinches Gampsocoris punctipes que habitan en las plantas de Halimium atripicifolium de mi jardín. Es la tercera de la serie que inicié con ESTA ENTRADA.  He tardado unas semanas en hacerlo porque tenía que confirmar algunos detalles que ahora puedo incluir sin ninguna duda. No había encontrado ninguna información sobre los huevos y ninfas recién eclosionadas de esta especie, ni siquiera de este género y por lo tanto he sido muy cauteloso. 
Cópula de Gampsocoris punctipes sobre un capullo de jaguarzo blanco.
Hay que recordar que los adultos de esta especie tienen apenas cuatro milímetros de longitud corporal y son extremadamente delgados, con la apariencia de un pequeño mosquito. Con ese tamaño y esbeltez me resultaba difícil asumir que las puestas que encontraba en los capullos y cápsulas de semillas de la planta hubiesen sido puestas por esas delicadas hembras. Sin embargo, las evidencias son irrefutables, como muestro en las fotos. 
Hembra junto a varios huevos. La comparación de tamaños es abrumadora como para que los haya puesto de una sola vez, incluso solo los cuatro que se ven tras ella.
Las puestas aparecen en abundancia en los capullos y también en los tallos florales, aunque menos frecuentemente, pero siempre en lugares donde podía ver una o varias hembras y ninguna otra especie de insecto, pues los adultos de Corizus hyoscyami, con los que comparten hábitat, son mucho menos abundantes y se encuentran preferentemente en las hojas, además de haber encontrado también sus puestas.
Puesta de huevos en tallo floral.
No obstante, pronto me di cuenta de que los huevos que veía agrupados no debían haber sido puestos al mismo tiempo, ya que la mayoría de las veces había algunos ya eclosionados mientras que en otros se encontraba en embrión aún por nacer. Solamente en una ocasión he visto un huevo aislado. No es raro, ya que con ese tamaño y color pasan muy desapercibidos entre la pilosidad de la planta, pero tampoco debe ser frecuente.
Huevo aislado sobre uno de los capullos de la planta.

Así, hay dos posibles opciones: La primera es que la hembra acuda al mismo lugar o se quede cerca y que en sucesivas ocasiones ponga los huevos en el mismo sitio formando ese pequeño grupo. La segunda es que, aun siendo así, sean varias hembras las que participan en la puesta. Me inclino por esa segunda opción.
En esta foto se ve muy bien que los huevos de la izquierda ya han eclosionado, y no se veían ninfas en las cercanías, mientras que otros están sin eclosionar.

Momento de la eclosión de algunos de los huevos. Las ninfas de la derecha  llevan más tiempo nacidas y se ven más grandes.

Recién eclosionadas las ninfas tienen el abdomen de color rojizo. Luego se dilata y adquiere el tono amarillento característico de las ninfas en sucesivas mudas.
Volviendo a las hembras, ya comenté en la otra entrada que se distinguían de los machos por el grosor de su abdomen. Por transparencia se puede adivinar que en su interior son portadoras de huevos.
Vista ventral de una hembra.
En las siguientes fotos muestro etapas sucesivas del desarrollo de las ninfas. Tras la primera muda, como ocurre con otros heterópteros, cambian mucho su coloración. Luego se aprecia el desarrollo de las alas.






En esta fase no sólo se ve que las alas empiezan a estar bastante desarrolladas, aunque aún ocultas, sino que se aprecia el típico espolón dorsal de los adultos.
En esta última foto, del mismo ejemplar que la anterior, se aprecia su tamaño ya casi igual que el del adulto. Está, posiblemente, a una sola muda de lograr su total desarrollo.
Ninfa y adulto en un mismo fotograma para mostrar sus tamaños relativos.



Todas las entradas sobre las chinches del jaguarzo blanco  AQUÍ

martes, 31 de agosto de 2021

La mariposa Lampides boeticus y su planta nutricia (2). Comensales, caníbales y parásitos.

Continuo con la Historia Natural de esta bella mariposa.
En la entrada anterior dejamos a las orugas atracándose de las semillas en crecimiento dentro de las legumbres de Colutea, aparentemente bien protegidas del exterior. 
Vainas maduras de Colutea. La flecha muestra, en una de ellas, los excrementos dejados por la oruga que ha crecido en su interior.
Las vainas ocupadas por orugas son fácilmente identificables sin necesidad de abrirlas porque en la parte inferior se ven por transparencia los excrementos con forma de granitos negros y, en cambio, no se distingue la fila de semillas.
Vaina abierta sana, con las semillas desarrolladas y maduras, no atacadas por orugas.

Vaina abierta mostrando las semillas abortadas al haber sido comidas por una oruga. El círculo rojo indica el agujero por donde salió la oruga ya crecida.
Sin embargo, alguna vez me he encontrado las vainas completamente desgarradas, supongo que por obra de algún pájaro, que ha intentado acceder a su interior. No sé si lo que buscaba eran las semillas o las orugas. La que muestro en la foto con la hormiga es una buena muestra de ello y la más exagerada que he visto, otras lo han sido en menor medida. Esa fue la primera vez que vi una oruga, nunca antes había mirado en el interior de una de esas legumbres, aunque sabía que deberían estar dentro.
Hormiga Lasius tanteando sobre la oruga.
Ya que ha salido el tema de la hormiga, hablaré de ellas. La mariposa se cita con frecuencia como mariposa mirmecófila. La mirmecofilia es la afinidad que algunos organismos tienen con las hormigas, sea de comensalismo o incluso de parasitismo dentro del hormiguero. Las de la fotografía son hormigas del género Lasius (hablé de ellas en ESTA ENTRADA), que suelen pastorear chinches Cacopsylla en otras plantas del jardín, así como pulgones, incluso en la propia Colutea. Parece ser que en este caso la mirmecofilia no es obligada, y las hormigas se limitan a lamer de las orugas sus posibles jugos azucarados y, posiblemente defenderlas del ataque de otros insectos. Pero, como ya he comentado, las orugas permanecen dentro de las legumbres y las hormigas tienen muy pocas posibilidades de acceder a ellas en los espantalobos, quizás en otras leguminosas no ocurra así.
Agujero abierto en la legumbre. Se ven también los excrementos dentro y, por fuera, unos pulgones.
Las vainas maduras que han sido ocupadas por las orugas se identifican fácilmente sin necesidad de abrirlas porque por transparencia se aprecian bien los excrementos caídos en la parte más baja. Si la oruga ya salió, se verá en agujero que ha abierto para hacerlo. Pero cuando la vaina está aún verde y tiene una oruga en su interior es más difícil de ver. La oruga, recién salida del huevo, entra en la flor, por lo que la legumbre en crecimiento no tiene ninguna herida que la delate o es tan pequeña que es difícil de localizar.
Oruga andando en el exterior de una legumbre. No creo que tenga el tamaño suficiente como para pupar y puede que esté buscando entrar en otra vaina.
Sólo en una ocasión he visto una oruga, no totalmente desarrollada, andando sobre una legumbre. Es posible que hubiese terminado con las semillas de su vaina y buscase otra donde entrar para seguir comiendo. De hecho, he visto vainas ya consumidas con dos agujeros, uno de ellos sellado con una especie de tapa de seda y el otro abierto. Tengo la teoría, por confirmar, de que cuando entra en una nueva legumbre la oruga tapa la entrada para impedir el acceso de parásitos y para conservar el ambiente húmedo interior. El agujero abierto, como ya dije es el de salida.
Vista exterior del orificio tapado con tejido de seda.

Tapón de seda visto desde el interior de la legumbre, cerrado y abierto por mí para mostrar la estructura de seda.
Sin embargo, esas precauciones son en vano, porque alrededor del espantalobos merodean unas avispillas parásitas esperando su oportunidad. Apenas tienen un par de milímetros de longitud y son muy inquietas y difíciles de fotografiar en vivo, pero a base de paciencia, por la mañana bien temprano y tiempo más fresco, lo he conseguido. Y también he visto el resultado en alguna vaina que he abierto. En ella la oruga estaba consumida y a su lado había unos cuantos capullitos blancos de donde saldrán las nuevas avispas, supongo que el próximo año.
Avispilla parasitoide (quizás Eurytominae) merodeando sobre el exterior de las legumbres.

Capullos apilados de la avispa parásita y, a la izquierda, carcasa vacía de la oruga, apenas reconocible.
No sé de qué manera las avispas llegan a parasitar a las orugas que están dentro de las vainas. Si hacen un pequeño agujero y entran en la legumbre para poner los huevos sobre la oruga o si simplemente introducen el ovopositor a través de la cáscara del vegetal y las larvas se las apañan para llegar hasta ella. No lo he podido ver.
En la tesis doctoral de Rafael Obregón sobre interacciones ecológicas de lepidópteros en Andalucía, se muestra que las orugas de L. boeticus son capaces de alimentarse de las pupas que se encuentran en los capullos de su parasitoide cuando los encuentran. En su estudio, el parasitoide es Cotesia specularis. Es una curiosa interrelación en la que parasitoide y parasitado se controlan mutuamente. 
También en ese trabajo describe el canibalismo de las orugas de canela estriada, así como la depredación interespecífica entre orugas de L. boeticus y Leptotes pirithous. Eso explica la presencia de una única oruga en el interior de las legumbres que yo he observado.
Imago de gris estriada Leptotes pirithous, fotografiada en una gramínea justo debajo de las pantas de espantalobos.

En el jardín, junto a la Colutea he visto y fotografiado también a la mariposa Leptotes pirithous, es otro licénido de aspecto y biología muy similar a la protagonista de estas entradas, pero mucho menos abundante. Sospecho que quizás haya visto más de las que creo, cuando varias mariposas estaban revoloteando entre las ramas del espantalobos, pero me han pasado desapercibidas.
Por último vuelvo a poner una foto de canela estriada, Lampides boeticus adulta para que se pueda comparar con la gris estriada, Leptotes pirithous, de la foto anterior. Aparte de otras particularidades de su diseño, la ancha banda de color claro de las alas traseras las diferencia sin posibilidad de error.
Imago de canela estriada, Lampides boeticus.