domingo, 28 de febrero de 2010

Aves africanas (1). En las ramas al amanecer: Dos rapaces, un buitre y una sorpresa

Finales de agosto del 2007, invierno en Sudáfrica. Nos encontramos en el Parque Kurger y nos levantamos antes de amanecer para aprovechar el día. Nuestro guía nos había dicho que iba a hacer frío y vamos abrigados, pero no estábamos preparados para que hiciese 6ºC ¿esto es África? El todoterreno va provisto de mantas en las que nos envolvemos como tuaregs, el viento entra en el coche descubierto por los cuatro costados para facilitar el trabajo fotográfico. Aunque vaya despacio, tiritamos a la luz del amanecer.
Las grandes aves planeadoras siguen en las ramas de los árboles, peladas en esta época de año, a la espera de que el sol caliente el suelo y cree columnas térmicas que les permita elevarse sin esfuerzo.Apenas hay suficiente luz para fotografiarla, pero la visión de la gran águila marcial, Polemaetus bellicosus, ya es un primer premio a nuestras tiritonas. Es la segunda águila en tamaño entre las africanas, solo el águila de Verreaux la supera. Su envergadura alar, de hasta dos metros y medio, gana en 25 cm a nuestra águila real. Las erectas plumas de su nuca le dan un aspecto altivo, de donde posiblemente venga su nombre común. Sus presas principales son las aves, y en especial las de costumbres terrestres como las pintadas o gallinas de Guinea, muy abundantes en el parque, pero también pequeños antílopes y gacelas, así como los curiosos damanes y pequeños monos.
Pero si en porte nos admira el águila marcial, en llamativo diseño nos seduce un ejemplar de águila volatinera, Terathopius ecaudatus, una de las especies más llamativas y curiosas. Apenas si tienen cola y en vuelo parecen verdaderos parapentes acrobáticos. Tardan en alzar el vuelo por las mañanas, pues necesitan que las térmicas estén bien desarrolladas para poder poner en práctica sus impresionantes vuelos. Luego pasan el día en el aire y son difíciles de observar porque su zona ventral plateada les hace casi invisibles contra el brillante cielo africano. Están emparentadas con las águilas culebreras pero son fundamentalmente carroñeras.Los jóvenes de la especie tiene una coloración básicamente de color pardo, muy diferente a la de los adultos, puede que para inhibir los ataques de éstos, ya que no es raro que el hijo del año anterior comparta el territorio con sus padres durante la estación de cría, aunque no se ha observado que contribuya en el cuidado del nuevo pollo.
Junto a una volatinera espera el calor un buitre torgo, Torgos tracheliotus, un buitre arbóreo y solitario que solo coincide con sus congéneres cuando encuentran una gran carroña. Es quizás el menos carroñero de los buitres africanos, pues no duda en atacar aves, depredar nidos y arrebatar sus presas a rapaces de menor tamaño. Tampoco hace ascos a insectos, como las langostas, que de vez en cuando son tan abundantes en el continente africano. Su adaptabilidad le ha ayudado a expandirse e incluso alcanzar esporádicamente la Península Ibérica.

Seguimos nuestro viaje y vemos en el horizonte un árbol cargado de grandes aves. Pensamos que quizás se tratase de otra especie de buitre, pero nuestra sorpresa fue mayúscula cuando al acercarnos descubrimos que se trataba de un grupo de ocas de Egipto, Alopochen aegyptiacus.
Es un ave bastante común en parques zoológicos, que incluso puede encuentrarse asilvestrada en Europa, pero desconocíamos sus costumbres arbóreas. Claro que teniendo en cuenta que todas las masas de agua que vimos estaban repletas de cocodrilos, no nos sorprende tanto esta adaptación.
Luego las vimos nadando en el río, junto a más aves acuáticas que mostraré otro día, muy cerca de las fauces de tan peligrosos reptiles, que sin embargo parecían más interesados en los peces, como conté en otra entrada dedicada a su sistema de pesca.
El día avanza y las temperaturas suben, cuando paramos a desayunar ya nos podemos desprender de mantas y abrigos, a medio día la temperatura supera los 25ºC y otras aves nos esperan. Algunas no están dispuestas a que no compartamos el desayuno, pero eso amigos, es otra historia.

domingo, 21 de febrero de 2010

Contrastes africanos. Mozambique

Contrastes de colores, de población, de lujos y pobrezas, de móviles y casas de paja, de pantalones vaqueros y pareos tradicionales, de reciente pasado bélico y gentes amables, sonrientes en una merecida paz, volcados al visitante para conseguir una economía básica que les permita salir adelante. Buscaba fotos de aves que hice en el verano del 2007 cuando viajamos a Mozambique a bucear, pero el recuerdo de sus gentes y los colores de sus mercadillos me han hecho cambiar de opinión. No es muy frecuente que haga fotografías a personas y mucho menos que las ponga en este blog, pero hoy, mientras la nieve cae a ratos y la lluvia y la niebla la corroe a continuación como si fuera ácido, en este día gris de malograda salida al campo, los colores y las sonrisas de Mozambique se han abierto paso hasta este rincón.
¿Quien se puede resistir a este muestrario de pantalones? ¡Otra cosa es atreverse a ponértelos! aunque los paisanos no solo se los ponen, sino que les quedan bien. Las cuatro fotos anteriores están hechas en un mercadillo playero, en una pequeña localidad de la costa de Mozambique llamado Tofo. Como en otros, en él se mezclan los puestos destinados a la propia población con los destinados a los turistas. Esta mezcla es aún muy natural, sin forzar en exceso debido a que, al menos en el invierno de Africa del Sur, los turistas no son demasiado numerosos. Por eso, como se ve en la foto superior, junto a los productos de artesanía, aún no made in China, podemos observar estos curiosos chiringuitos playeros con neveras de camping y barbacoas fabricadas con llantas de coche y camión, donde los trabajadores de la zona acuden a almorzar pinchos morunos con cocacola, fanta o cerveza local.

Las siguientes fotos son de otro mercado más estable, el de la ciudad de Inhambane, la capital más importante de la bahía del mismo nombre, que incluye también a Tofo.
Esta bahía se encuentra justo bajo el Trópico de Capricornio, bañada por el Océano Índico, frente a Madagascar. Recuerda en muchos aspectos a Doñana, pues está formada por dunas móviles que salen del mar hacia la tierra. Solo que aquí, en lugar de marismas y pinares, hay manglares y cocoteros.

El mercado tiene una zona cubierta que se entremezcla con zonas sometidas al implacable sol y la lluvia, de los que se defienden indistintamente con paraguas, plásticos y cartones. De la misma manera que en Tofo, también se encuentran reunidos puestos dedicados al mercado interior con los de artesanías destinadas al turista.

Cuando estás allí apenas si te das cuenta de cosas como las garrafas rellenas de arena (foto siguiente) que valen para sustentar los hierros del techado, porque estás inmerso en una amalgama de colores movimientos, olores y sonidos que apenas si te dejan concentrarte. Entre las humildes vestimentas de camisetas raídas van a la compra elegantes señoras con trajes de chaqueta, mucho mejor vestidas que los turistas, que acudimos con ropa sport. Incluso las bolsas de plástico tienen un sello africano en sus diseños y colores. Los productos europeos se mezclan con los producidos en huertos familiares. A la vez, diversas interpretaciones de lo que nos gusta a los extranjeros, utilizando los materiales de la zona, tientan los bolsillos y amenazan con que tengamos exceso de equipaje en el viaje de vuelta. Junto a collares, pulseras, marcos, animales y barquitos nos llama la atención la imitación, hecha en madera, de botellas de cerveza africana ...
... y los coches de diversas "marcas y modelos", tallados en un material verdaderamente noble.
También, mezclados con la artesanía, aunque me pese, otros productos naturales como caracolas de muy variados tipos.

Y un triste contraste, en la salida trasera del mercado, frente a un anuncio de jabón Lux, "para estar más linda", con una modelo europea, dos mujeres mutiladas por la lepra piden limosna.Termino la visita virtual al mercadillo con este muestrario de cocos convertidos en caricaturas de monos, que a su vez nos caricaturizan a nosotros mismos, los turistas, con detalles tan humanos como el cigarro, las gafas y el sombrero. Y nuestros pecados, tapándose las orejas, la boca o los genitales.

jueves, 11 de febrero de 2010

Los enebros de la Sierra de Guadarrama

En nuestros paseos por el norte de Madrid, cuando no nos encontramos entre los pinares serranos sino en zonas más bajas, estamos acostumbrados a observar campos adehesados donde domina la encina. Son el fruto de la explotación de estas tierras para la ganadería y aunque en muchos casos esa función ya no continúe, sí que se mantiene su fisionomía. Aunque la encina sea la especie dominante y emblemática, tienen también su importancia los enebros, que para el ojo no acostumbrado pueden pasar desapercibidos entre las quercíneas. Se trata del enebro albar, Juniperus oxicedrus.
La siguiente foto está realizada en la vía pecuaria que va desde la Sierra de Hoyo hacia El Pardo. A cierta distancia no podemos distinguir unos de otras.
Por el contrario, cuando subimos a lo más alto de los pinares, compartiendo el suelo con ellos y más arriba aún, donde los pinos ya no soportan las duras condiciones que impone la altitud, allí está otra especie de enebro, el enebro rastrero o alpino, Juniperus communis var. alpina, que podemos ver tiñendo de color la última capa vegetal en las cabezas de Hierro de la siguiente fotografía.
Me gusta comparar las características y adaptaciones que diferencian a especies próximas evolutivamente entre sí pero separadas por condiciones ambientales o históricas. Más adelante haré lo propio con otras parejas que he etiquetado como "de dos en dos especies".
Ahora y para los enebros, intentaré ser ordenado, en la medida de lo posible y haré unas pequeñas fichas:
Enebro albar

Nombre científico: Juniperus oxycedrus
¿Cómo es? Arbusto o arbolillo de hasta 6m, de follaje denso, con tendencia a la forma cilíndrica, pero que con frecuenta es muy irregular, adaptándose a la forma de las rocas o modelado por el viento y el diente del ganado.

Hojas puntiagudas, pinchan y tienen dos líneas claras en las hojas.
Los frutos son bolitas verdes parduscas que se ponen rojizas al madurar.
¿Dónde se encuentra? En montañas, con frecuencia en los peores suelos, rocosos y secos.
Ciclo biológico: Perenne.
Curiosidades: Se ha utilizado para extraer, por destilación, el aceite de cada o miera. La madera es dura y se ha usado para tallar. Típica para cucharas y utensilios que forman parte de la cultura pastoril.

Igual que sus compañeras de prado, las encinas, tienen las hojas duras y pinchudas, que no deben ser plato del gusto de los ganados, pero tampoco son un recurso desaprovechado en caso de necesidad. Por eso, como en ellas, los ungulados silvestres o domésticos se encargan de realizar una poda natural que despeja las ramas cercanas al tronco bajo, dando con frecuencia la característica forma de seta. El enebro se resiste más a esa forma pues, como conífera que es, tiene tendencia a la ramificación tipo "árbol de Navidad", que queda definitivamente deformada cuando su tronco principal se daña.
Los frutos tardan al menos dos años en madurar, el primer año tienen este bonito color ...
... y tardan un año más en ponerse de color rojizo. Ahora, en pleno invierno es cuando maduran y caen al suelo. La foto siguiente está hecha el pasado fin de semana. Un excremento de zorro completamente cargado de sus pieles y semillas me indica que es también aprovechado por los raposos, igual que los escaramujos.
A la vez, otras ramas están empezando a cubrirse de flores. En los enebros hay ejemplares masculinos y femeninos. Aunque las flores apenas si se diferencian a simple vista, evidentemente los ejemplares que no tienen frutos son los masculinos.En las siguientes fotos de lupa se observan las líneas características de las hojas y el aspecto de las flores, cerradas y abiertas, cuando sueltan el polen en primavera.
Enebros rastreros

Nombres científicos: Juniperus communis alpina y Juniperus communis hemisphaerica.
¿Cómo son? Arbustos de muy poca altura, adaptados a la forma de las rocas y rellenando grietas o pegado al suelo formando praderas. La subespecie alpina crece más pegada al suelo mientras que hemisphaerica es más alta.
Verde oscuro. Hojas pequeñas y con forma de aguja, pinchan. No tienen las dos líneas de color claro.
Frutos como bolitas verdes que al madurar se ponen negro-azuladas.
¿Dónde se encuentran? En la montaña, zonas muy altas y expuestas a los vientos, nieve y heladas varios meses al año. La variedad alpina en zonas más expuestas al frío.
Ciclo biológico: Perenne.
Curiosidades: Los frutos se utilizan para aromatizar la ginebra. Tienen usos medicinales, contra el dolor de cabeza, mal aliento y como antiséptico en las infecciones de encías. Está contraindicado en embarazadas.


En el Puerto de Cotos, donde he hecho las siguientes fotos, los enebros comparten suelo con los pinos silvestres y con los piornos, siendo muy dominante en las zonas no arboladas y mucho más arriba que los pinos.
Por cierto, en el archivo del Museo Nacional de Ciencias Naturales se encuentra una fotografía de la Laguna de los Pájaros tomada entre los años 20 y 40 del siglo pasado. Esta laguna está situada a 2.100 metros de altitud y en ella se observa que los numerosos enebros que ahora hay, no se encontraban entonces. En el último número del periódico del Museo, Mario García París compara esta foto con una actual y comenta que posiblemente ese aumento de la especie es más debido a la suavización del clima que al descenso del pastoreo.
En los paseos por las cuerdas de la Sierra y las subidas a los picos, pisamos continuamente los retorcidos troncos y raíces de los enebros que quedan al descubierto debido a la erosión agudizada por los caminantes. Por eso es conveniente no ir abriendo más camino ni andar por los bordes para que no se ensanchen esas zonas de erosión. También hay que poner límites al uso de bicicletas de montaña en ciertos lugares. Es incómodo, pero es una actitud responsable con la conservación.
La cubierta de enebros facilita la vida a los anfibios, que están en peligro en esas zonas de montaña. A las lagartijas serranas, lagartos verdinegros y culebras lisas europeas y a las casi únicas poblaciones de víbora hocicuda que hay en nuestra Sierra. También topillos, musarañas y diversas aves de montaña se benefician de esta cubierta enmarañada para anidar y refugiarse de los depredadores en un entorno bastante hostil.
Entre los dos extremos, de distribución y de adaptaciones al medio, en las zonas típicas de roble melojo aunque ahora estén ocupadas por pinares, se encuentra la subespecie Juniperus communis communis, más parecido en su porte al oxicedro pero con todos los caracteres propios de su especie.
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Como anécdota personal, compartida con mi amigo Javier Barbadillo, contaré que en algunas de nuestras excursiones serranas, cuando he tenido dolores de cabeza, posiblemente debidas a la altitud y a mi tensión arterial, he seguido su sabio consejo de tomar algunos frutos a modo de aspirina. No puedo decir que se me pasase el dolor, ... pero sí conseguí un estómago revuelto y que el sabor resinoso me volviese una y otra vez a la boca. Es broma, pero puestos a que me repita prefiero el bocata de chorizo, aunque no tenga tan buen aliento a campo. - ¡Oye, que lo dice don Pio Font Quer y a otros les funciona! - Y a mi, ahora en serio, no me cabe ninguna duda.

Como suele ocurrir cuando hago una entrada dedicada a plantas, Javier me ha hecho unas precisiones que me han ayudado a mejorar esta. Gracias, espero que hagas de Palaemon (nombre científico de las quisquillas) siempre que quieras.