Desde animal maldito y prohibido hasta verdadera joya gastronómica, los cerdos y sus parientes llevan a sus espaldas una contradictoria imagen. Son codiciadas piezas de caza desde el paleolítico, como se refleja en las pinturas rupestres. Posteriormente fueron animales domesticados. Y por último, se van ganando el favor de los amantes de los animales como mascota. Parece chocante de un animal tachado de sucio, pero es que realmente no lo son, como van demostrando los cerdos vietnamitas en cada vez más hogares.
Se les ha clasificado dentro del numeroso Orden de los Artiodáctilos, un curioso cajón de sastre que los científicos dicen que es de origen polifilético, es decir, que los han agrupado juntos pero se sabe que tienen distintos orígenes evolutivos. Los protagonistas de esta entrada pertenecen al Suborden Suina, que comprende dos familias, los Suidae, que son los jabalíes, facoceros, potamoqueros y babirusas, distribuidos por Asia, Europa y África con un total de 17 especies y por otro lado la familia Tayassuidae, que incluye a las tres especies de pécaris de Centro y Sudámérica.
Sin duda la especie con mayor éxito, por su adaptación a distintos ambientes, lo que implica una distribución geográfica natural más amplia, es el jabalí, Sus scrofa, con numerosas subespecies. Se encuentra de manera natural en la mayor parte de Europa, en Asia y en el norte de África.
Además, los aficionados a la caza los han transportado a casi todos los rincones del mundo, incluida Australia, con las consecuencias negativas que son de suponer. Por supuesto, es también el pariente silvestre del que proceden todos los cerdos domésticos.
De vocación forestal.
La mayor parte de las poblaciones y especies de suinos habitan en bosques, por su alimentación y por la necesidad de regular su temperatura corporal. Al ser de gran volumen, necesitan vivir en lugares umbríos y, a ser posible, tener acceso a masas de agua donde refrescarse. Y mejor que agua lodo, porque el lodo transmite el calor de una manera mucho más eficiente que el agua limpia. Por eso remueven la tierra para amasar el barro. Eso también les vale para deshacerse de los parásitos externos, que quedan embutidos en el barro y luego, al rascarse en los troncos de los árboles, son arrancados.
Hay varias especies de potamoqueros, como los Potamochoerus porcus de la siguiente fotografía, pero son menos conocidos que los facoceros, porque tienen hábitos muy escondidos en las selvas africanas, y no son tan fáciles de observar y filmar como los animales de sabana.
Lecciones de ecología evolutiva.
Los facoceros son los súidos más característicos de espacios abiertos: la sabana africana. A ellos no les vale esconderse entre la vegetación densa y, por lo tanto, tienen que defenderse por medio de la rápida carrera. Un facocero a todo correr es casi imposible de alcanzar por un leopardo o un león, si no los pillan desprevenidos. Y contra los guepardos tienen un formidable método de defensa con sus grandes colmillos.
La selección natural les ha dotado de unas patas mucho más largas que al resto de su familia, adaptadas a la carrera. Sin embargo, la gran potencia de su cabeza, que exige unos fuertes músculos en el cuello, no les permitió alargar el cuello a la vez. De esa manera, para desenterrar los bulbos y los animales del suelo que constituyen su alimento, necesitan arrodillarse para hozar.
Tampoco les vale el revolcarse en el fango para refrescar su cuerpo ante el exceso de insolación. Por eso cavan madrigueras, o aprovechan las de otros animales, y pasan allí las horas de más calor y las noches, cuando los enemigos acechan. También se cubren de polvo, como hacen los elefantes, búfalos y rinocerontes, todos ellos animales de gran volumen y escaso pelo.
Lecciones de Biogeografía
En distintas islas de Indonesia se encuentran tres especies muy cercanas entre sí, y son un ejemplo de evolución insular, se trata de las babirusas: Baryrousa babyrussa (en las fotos), B. celebensis y B. togoeanensis. Su antepasado posiblemente tenía una distribución común, pero al quedar aisladas unas de otras su genética cambió hasta ser tan diferente como para considerarlas especies distintas. Si embargo, su aspecto externo es muy similar.
Son unos animales extraños, con unas características que parecen más propias de un animal prehistórico. Lo más llamativo es que los colmillos de la mandíbula superior no salen por la boca, en la encía, sino que atraviesan el morro hacia arriba.
La segunda lección de Biogeografía nos la ofrecen los pécaris, que como ya hemos comentado ocupan el continente americano y son de una familia distinta. Sus antepasados llegaron a Sudamérica hace unos 5 millones de años, cuando Sudamérica y Norteamérica se unieron después de haber estado separadas por un brazo de mar, ya muy distanciados de sus parientes asiáticos que debieron entrar por el norte. Ellos y otros mamíferos placentados que penetraron en el continente sur, llevaron a la extinción a numerosos marsupiales que se habían mantenido con vida desde la época en que América y Australia, que compartían fauna, se separaron.
Los ejemplares de las fotos pertenecen a la especie Pecari tajacu y nos muestran que se encuentran muy cómodos viviendo apelotonados.
Los pécaris son el mejor ejemplo para mostrar la importancia de la defensa en grupo. Son de tamaño relativamente pequeño, solo el jabalí pigmeo es menor, pero al formar grupos de hasta un centenar de indivíduos, son capaces de defenderse incluso de los pumas y jaguares. Casi todas las especies de súidos forman pequeñas manadas y son activos defensores de las crías. Sobre todo las hembras, que colaboran entre sí en su defensa.
Buenos para comer... ¿o no?
En su altamente recomendable libro "Bueno para comer, enigmas de alimentación y cultura", Marvin Harris, explica las razones por las que el cerdo es un animal prohibido para los judíos y musulmanes. Según él no es, como se ha mencionado repetidamente, porque sean portadores de triquina, pues esa relación se descubrió a mediados del siglo XIX y con recomendar cocer bien la carne ese problema se habría solucionado. El cerdo tiene una rentabilidad alimento consumido frente a carne producida, que no supera ningún rumiante, por lo que sería una especie muy recomendable para mantener y criar. La razón es ecológica. En los ambientes donde se han desarrollado estas dos grandes religiones, que son fundamentalmente desérticos, el alimento de los cerdos sería una seria competencia para la comida de los humanos. No ocurre así en las culturas más cercanas a los bosques, donde los súidos consumen productos forestales que no forman parte de la base alimenticia de las personas, además de tener un ambiente más propicio para esa especie.
Las culturas judía y musulmana han venido asociadas a la especie domesticada más propia de los ambientes áridos: la cabra, un poderoso agente en la desertificación, pero capaz de extraer proteínas animales a partir de vegetales incomestibles para nosotros. Además la cabra proporciona leche y todos sus subproductos. Los dromedarios son otra historia, y también formaron parte de los animales prohibidos, porque su utilidad como medio de transporte los hace demasiado valiosos para comérselos, pero cuando hay necesidad...
Me temo que cuando los preceptos religiosos compiten con la comida de supervivencia, lo espiritual tiene las de perder, pero si ayudan a racionalizar los recursos, tienen mucho conseguido.
Que bueno, no tenía idea del detalle evolutivo que obliga a los facoceros a doblar para llegar al suelo.
ResponderEliminarEl libro de M.Harris es muy recomendable, y creo que es en ese mismo libro (no recuerod con seguridad) donde comenta la existencia de una tribu en el Atlas, mulsulmanes y comedores de cerdo, solo que "no declarado". Es decir, los cerdos estan ahí, los mantienen, los crian sueltos, pero si se les pregunta niegan usarlos para comer solo para "sacrificios" :D (creo que la historia era algo así, lo leí hace mucho).
Eso es, Trebol, he releído el libro hace poco y sí que lo menciona. También en varios pasajes de la biblia cita a los porqueros y son judíos. Y si hay porqueros ¿para qué? por mucho que lo cite como una profesión detestable.
ResponderEliminarHola Jesús
ResponderEliminarEsos colmillos de los babirusas siempre me han producido una sensación de inquietud, casi de repelús.
No conocía esa explicación ecológica para rechazar a los cerdos. Desde luego es más interesante que la clásica de la triquinosis que resulta poco convincente.
Un saludo
Muy bueno
ResponderEliminarNo todas las culturas repudiaban al puerco por sus costumbres (a final de cuentas los cerdos son los que obligan al animal a un ambiente inadecuado)
Los celtas tenian al jabali como semidivino y los guerreros mas prestigiosos lo llevaban en sus escudos y yelmos;los chinos lo usan como simbolo de riqueza y en la polinesia aun se cree que el espiritu de los ancestros mora en los cerdos
Los amerindios no lo tenian por un animal particularente sagrado pero le respetan por su costumbre de acosar linces, como los bufalos a un leon cuando lo ven
Habia judios porqueros por que estaban obligados por sus amos "gentiles" que usaban a los cerdos como moneda pero una de las razones por que los judios no comen su carne es por que los griegos los usaban en sus orgias y esto les parecia impudico
Hola Pedro, a mi esos colmillos me recuerdan a algunos mamíferos fósiles que tenían cuernos en zona del morro.
ResponderEliminarAunque los bultos del facocero también tienen su gracia.
Muchas gracias Coyote. Lo mejor de los comentarios es que yo también aprendo.
Por cierto, antes de que alguien me comente el error, lo digo yo. La postura del facocero la he denominado arrodillarse, por similitud con nuestra postura del mismo nombre. Pero en realidad no es la rodilla lo que pone en el suelo sino los huesos del carpo, lo que equivale al dorso de nuestras muñecas. Las rodillas, evidentemente, están en las patas traseras, pero además esa articulación está más arriba. Son las diferencias entre las extremidades de los Artiodáctilos y nosotros. Quizás algún día haga una entrada sobre ello.
ResponderEliminarImpresionante repaso a este grupo animal...al que debemos la "convivencia" con vecinos tan bien vistos como el cerdo ibérico.
ResponderEliminarSaludos.
Tal vez de ahi vienen las expesiones "doblar las manos" y "hacer manita de puerco"
ResponderEliminarGracias Javier. ¡Y tanto! con todos los refinamientos que tiene la cocina hoy día, el tradicional jamón ibérico (y demás productos) no tiene comparación. Y con siglos de antigüedad.
ResponderEliminarMe temo Coyote que esas expresiones en su origen están un poco distantes del hábitat del facocero.
Hola no se mucho sobre las babirusas pero al igual que Jesús me recuerdan mamíferos prehistóricos (seguro que es antiguo). La familia de los suídos es sumamente interesante y como dice Javier un aliado en la alimentación y cultura humana.
ResponderEliminarQue conste que, existe una película sobre babirusas, protagonizada por una de grandes dimensiones que se alimentaba de humanos. Cosas de la vida y de los amantes de estos animales. Si es que, hay tantos monstruos fantásticos que, a alguien, se le ocurrió sacar alguno conocido y, de paso, que resultara vengativo contra su mayor enemigo, el hombre.
ResponderEliminarTambién, hay que ver como consiguen nuestros jabalíes lijar con su piel áspera cuando se restriegan embarrados los troncos de los árboles, a los que llegan incluso, a secar por la frecuencia de uso.
La lección está muy detallada e interesante como siempre.
Saludos.
Muy buena entrada.Curiosamente estaba releyendo el libro del que hablas y es muy recomendable. En casi todas las ocasiones las religiones esconden detalles enormemente sabios y buenos consejos, el problema es cuando lo llevamos todo al extremo.
ResponderEliminarUn saludo.
P.D: Una pregunta a ver si me la puedes contestar: ¿qué tamaño tienen los ejemplares más grandes de malpolon monsspesulanus que tenéis en el museo? ¿Los habéis medido y están catalogados?
Hola Honorio,
ResponderEliminarNo te puedo responder sobre el tamaño de las Malpolon, escribe al conservador, José Enrique González (jegonzalez@mncn.csic.es) de la colección o, mejor aún, haznos una visita para verlas tú mismo. Creo que sí hay algunos ejemplares realmente grandes, pero no creo que estén medidos todos. Los que quizás sí estén medidos son de los que se prepararon esqueletos, pues antes de desmontarlos se tomaban las medidas.
Quizás encuentres más información en la página web del Museo www.mncn.csic.es. De ahí vas a Colecciones y de ahí a Herpetología
Hola Abel, gracias. Sí, deliciosos súidos.
ResponderEliminarJavier, no me imagino una babirusa antropófaga, pero sí recuerdo que de niño me advertían en el sitio donde iba a veranear (San Pedro del Pinatar, Murcia), que tuviese mucho cuando los cerdos estaban sueltos, pues habían mordido e incluso mutilado a algún niño. En los años 60 se soltaban los cerdos en la playa para que se comiesen las algas y otras cosas arrastradas por la marea.