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La segunda definición que la Real Academia de la Lengua da para la palabra cultura es: “Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.”
Coloquialmente entendemos que la cultura nos la transmiten nuestros progenitores, educadores y otras personas de nuestro entorno o la adquirimos gracias a medios de comunicación y por nosotros mismos.

En primates, como los chimpancés, se ha llamado cultura a la serie de habilidades que una población tiene para conseguir alimentos, agua o defenderse de los depredadores. Como en las poblaciones humanas, determinados grupos tienen unas habilidades que otros desconocen, pero estos otros dominan otras técnicas. Por ejemplo: los chimpancés que estudiaba Jane Van Goodal, utilizaban palitos o briznas de hierba para extraer termitas de los termiteros y para ello los preparaban arrancándolos de las ramas, quitándoles las hojas y otros estorbos. También utilizaban bolas hechas de hojas arrugadas como esponjas para extraer agua de los huecos de los árboles y usaban hojas anchas para limpiarse el trasero si lo necesitan. Otros investigadores, Albrechet y Dunnet, en otro lugar, señalaron, que los chimpancés que ellos estudiaban no sabían cazar termitas. Es muy conocido el caso que estudiaron Struhsaker y Hunkeler que describieron por primera vez cómo los chimpancés de Costa de Marfil sabían abrir nueces con palos y piedras, lo que no hacen ningún otro grupo.
Cambiando de especie, los macacos japoneses de la isla de Koshima, que fueron muy intensamente estudiados, aprendieron por sí solos a lavar los boniatos en el río para quitarles la arena y ese descubrimiento se transmitió en toda la población y después de madres a hijos. Más tarde se dieron cuenta de que les gustaba más el sabor si los lavaban en agua de mar. Igualmente, un día descubrieron que los granos de trigo que los científicos les dejaban en la playa, se podían coger a puñados y luego echarlos al agua para que flotasen y así separarlos de la arena con facilidad en lugar de tener que tomarlos uno a uno para poderlos comer.
En fin, que hay muchos ejemplos, especialmente en primates, de las enseñanzas que se transmiten de generación en generación y que caracterizan el comportamiento de un grupo y los diferencian de otro, de manera similar, aunque mucho más sencilla, que las culturas humanas.
Como me gusta decir en este blog, cuando no podemos viajar a la selva tenemos que conformarnos con otras observaciones mucho más sencillas, pero también interesantes.
Ya he comentado sobre los pájaros que vienen a comer al jardín y sus usos y costumbres. Las nueces desaparecen del nogal antes de madurar mientras que no osan tocar las almendras que en otros sitios son rápidamente robadas por las urracas. Los carboneros no hicieron ningún caso de las
ristras de cacahuetes sin pelar que colgaba de un árbol, aunque muchos libros dicen que les encanta ese alimento. Hasta que les abrí pequeños agujeros para que viesen su interior, pronto lo aprendieron y los abrían ellos solos, hasta el punto que en un par de días tenía que renovar la despensa. Los frutos del granado no duran nada, mientras que los del madroño apenas si los picotean. Tengo también una zarzamora sin espinas y esas son las primeras en caer. Supongo que para los pájaros de la zona, acostumbrados a comer moras, pero con la incomodidad de los zarzales silvestres, esto es como una mesa puesta.
Los palitos de semillas con miel, que venden en las pajarerías, no interesaron en absoluto a los gorriones de mi jardín durante un par de meses de verano. Sin embargo, cuando llegaron los carboneros invernantes y empezaron a picotearlos, los gorriones no tardaron en darse cuenta de que aquello se podía comer.
Es muy gracioso y pude ver todo el proceso: Primero empezaron a comer del suelo las semillas que se le caían al carbonero cuando picoteaba. Luego hubo una hembra que poniéndose en una rama próxima intentaba hacer equilibrios para alcanzar las semillas, hasta que, no sé si la misma u otra, días después, se posaba sobre el propio palito.
La de la foto (perdón, es muy mala) de abajo es nueva de este año, creo que hija de otra gorriona con manchas blancas que
ya apareció por aquí.
Ignoro si es que les daba miedo el palo o no lo hacían porque no están acostumbrados a comer en esa postura. Sin embargo, ahora veo a los gorriones incluso colgados boca abajo para comer, tal cual hacen los carboneros. Y además lo hacen también los machos, que parecían más reacios a aprender y experimentar.
Es evidente que ha habido un proceso de aprendizaje y perfeccionamiento. Lo que me parece más interesante de todo esto es que los gorriones han sido capaces de imitar lo que hacía otra especie en su propio beneficio.
Vistos los resultados con los palitos de semillas que hice el año pasado, este año se ha repetido la historia con un girasol. Este verano, en uno de mis viajes conseguí una buena torta llena de pipas y la coloqué en la horquilla de la rama del olivo. Allí ha permanecido desde finales de agosto hasta ahora. Da la casualidad de que a finales de agosto ya no había carboneros de ninguna de las dos especies, aunque críen aquí mismo. Posiblemente se habían dispersado ya. Sin embargo, este pasado fin de semana han llegado los invernantes y han atacado al girasol con saña.
Bien, pues en el mismo día que descubrí a los carboneros también he visto comer pipas a los gorriones… y han terminado con las existencias. En la foto, un gorrión macho se come una pipa que previamente ha sacado del girasol.
En definitiva: ¿podemos llamar cultura animal al conjunto de costumbres alimenticias de los pajaritos del vecindario? Yo creo que sí. Incluso gastronomía ornitológica.
Por cierto, ya puestos con el tema de los pájaros y sus alimentos prohibidos, hace unas semanas os comentaba que
no se comían los frutos del acebo. Pues bien, los que arranqué, puse en el suelo bajo el matorral o dispersé por los alrededores, sí que los consumen. Primero tardaron unos días, pero la última vez han desaparecido en solo 24 horas. Aún no os puedo decir quién es el culpable, si aves o roedores, pero está claro que lo que les echa para atrás a los comensales son las hojas espinosas.