sábado, 26 de septiembre de 2020

La langosta egipcia que creció en el jardín


A finales de julio descubrí en las plantas del jardín una bonita ninfa de langosta egipcia, Anacridium aegyptium. En otras ocasiones la he vuelto a ver, cada vez más crecida, incluso he encontrado la delicada exuvia señal de una reciente muda.

Ninfa fotografiada el 28 de julio.


En las fotos se puede apreciar cómo a medida que se desarrolla le van creciendo las alas, hasta que llega a adulto y son funcionales para el vuelo. 

Ninfa fotografiada el 20 de agosto.
Realmente no puedo asegurar que se trate siempre del mismo ejemplar, aunque todas las veces la veía en la misma zona del jardín. Cuando son ninfas, es decir, las fases juveniles, tienen ese hermoso color verde, aunque también pueden ser amarillas o más parduzcas. Pero yo no las he visto de esos tonos. Las adultas, esas sí, son de color gris parduzco.  Uno de los detalles que más llaman la atención, en todas las fases, son las líneas verticales que adornan sus ojos.

Mismo día y ejemplar que en la foto anterior. Vista frontal para mostrar los ojos.

Con esos colores juveniles, sus movimientos relativamente lentos y escondiéndose en la parte de detrás de las ramas o de las hojas, son difíciles de descubrir. Además, se suben a árboles y arbustos alejados de la vista. En mi casa la mayoría de las veces la vi sobre el tallo de las malvas reales. a poco más de un metro del suelo.

Exuvia, donde se pueden apreciar perfectamente todos los detalles de su anatomía externa.
Encontrada el 5 de septiembre.

Ahora en otoño, se pueden ver con más facilidad los ejemplares adultos, porque al asustarse vuelan en su huida y debido a su tamaño llaman la atención. Si no es así, también tienen la costumbre, como muchos otros saltamontes e insectos que viven en las ramas, de esconderse detrás de los tallos, girándose, para desesperación del fotógrafo naturalista.

Ejemplar adulto el 26 de septiembre

En esta fase es cuando se dispersan y pueden encontrarse en lugares aparentemente muy poco apropiados, incluso en el centro de las ciudades, donde las ha llevado su vuelo y el viento. Pasarán el invierno como adultos escondidos entre la vegetación y no es raro que se vean cualquier día soleado, cuando se activan y aprovechan para comer. 

Debo advertir que estas langostas no son tan voraces ni se agrupan perjudicando gravemente los cultivos como sí pueden llegar a hacer las langostas migratorias, Locusta migratoria, más propia de herbazales, ni mucho menos como su pariente del desierto Schistocerca gregaria.

Tiene una amplia distribución geográfica en el Paleártico templado, Europa, Africa y Oriente Próximo, prefiriendo zonas relativamente cálidas.

Se aparean a finales de verano o principio de otoño, antes de la hibernación, y hacen la puesta cuando llega la primavera, enterrando los huevos en el suelo.

Es uno de los saltamontes, familia Acrididae, más grande de nuestra fauna y presa codiciada por reptiles, mamíferos insectívoros y aves, incluyendo pequeñas rapaces.