Hay dos grupos principales de chinches con su dorso muy coloreado y dibujos llamativos que podríamos llamar chinches escudo por sus diseños y colores. Unas son las Pentatomidae, de formas anchas y que recuerdan a los estandartes medievales y otras, las protagonistas de esta entrada, de formas más estrechas y alargadas, generalmente con fondo de color rojo y dibujos en negro, que recuerdan más bien a los escudos de algunas tribus africanas.
A pesar de ser muy parecidas entre sí, las especies ibéricas de ese segundo grupo, pueden pertenecer a familias distintas. A casi todos ellos se les suele confundir con la especie más conocida, el zapatero o chinche de las malvas, Pyrrhocoris apterus pero, como veremos, aunque tengan también un ciclo vital semejante, pueden pertenecer a otras familias.
Pyrrhocoris apterus pertenece a la familia a la que da nombre, Pyrrhocoridae, que tiene dos especies muy parecidas en la Península Ibérica. Su nombre específico "apterus", es debido a que sus alas membranosas pueden ser reducidas y no funcionales (aunque hay ejemplares que sí las tienen desarrolladas), asemejándose a ninfas a las que aún no les han crecido. La otra especie, es Scantius aegyptius, que es casi igual pero que sí tiene alas funcionales en estado adulto.
Esta familia se diferencia de las demás en que no tienen ocelos (ojos simples) al lado de los ojos compuestos. En las siguientes especies se pueden apreciar esos ocelos, aunque a veces sean difíciles de ver por la pigmentación negra de la cabeza.
El nombre de chinche de las malvas es muy adecuado porque las semillas de esas plantas suele ser su más frecuente fuente de alimentación. De hecho el ejemplar de la foto estaba sobre una malva real del jardín, aunque tampoco hacen ascos a otros vegetales e incluso alimentos de origen animal, como carroña o huevos de otros insectos. A veces se encuentran agrupados decenas de ejemplares. Sobre todo en condiciones meteorológicas adversas, escondidos bajo piedras, cortezas o entre los huecos de ladrillos de edificios y escombros. Se ven más a menudo en el suelo que las especies que voy a mostrar a continuación, que encontramos frecuentemente en las plantas y sobre todo en las flores.
Otra familia con especies parecidas es Lygaeidae. En nuestro jardín he encontrado Lygaeus equestris, que es difícil de diferenciar de Lygaeus simulans. Su planta nutricia más común es el diente de león, Taraxacum, pero también se encuentra en otras plantas y los adultos se pueden ver en gran variedad de flores como el de la foto, sobre cardo corredor, que también es una compuesta.
De la misma familia es Melanocoryphus albomaculatus. Su distribución se restringe a zonas con temperaturas más altas que la especie anterior, que está mejor distribuida por el norte de Europa, pero en Iberia se encuentra casi en cualquier parte, desde el nivel del mar a la montaña, prefiriendo zonas secas y rocosas. No tienen exclusividad por una planta concreta. Es frecuente verla en la hierba de Santiago Senecio o Jacobaea y en Digitalis, ambas en mi jardín y su entorno.
Otra más, Spilostethus pandurus, de tamaño algo mayor que las anteriores y muy común en esta parte de la Sierra de Guadarrama. Se alimenta en muchos tipos de plantas e incluso llega a ser dañino en algunos cultivos, tanto de árboles frutales como herbáceas. También la he podido ver sobre la hierba de Santiago del jardín. Es curioso que esta planta, que es tóxica, alimenta a muchas chinches, y coincide que ellas, como todas las que estoy mostrando hoy, acumulan los tóxicos de las plantas en sus organismos haciéndose tóxicas a su vez. De hecho, esta especie puede alimentarse de adelfas y de estramonio. Por esa razón tienen colores llamativos, para advertir de su veneno a posibles depredadores. Tiene dos congéneres: Spilostethus furcula, (no tengo foto) y Spilostethus saxatilis.
Horvathiolus superbus |
también de esta familia, fueron muy abundantes en el mes de mayo en el jardín esta especie de pequeño tamaño, Horvathiolus superbus, que tienen por planta nutricia las dedaleras (Digitalis).
Otra familia con especies de similar aspecto es Rhopalidae, de la que he podido fotografiar, a Corizus hyoscyami. Es de tamaño sensiblemente inferior a las otras especies. La llaman chinche de la canela y su nombre científico proviene de su típica planta nutricia, el beleño negro, Hyoscyamus niger, pero parece ser que también habita y se alimenta sobre otras plantas con tallos u hojas pilosas. En mi jardín así ha sucedido y la he fotografiado sobre jaguarzo blanco, Halimium atriplicifolium.
Ciertamente las ninfas pasan desapercibidas entre los tallos de las flores ya secas de esa planta. Tiene una sola generación anual y pasa el invierno como adulto enterrado entre la hojarasca del suelo. En las fotos se pueden ver una ninfa y fases del adulto según se va endureciendo y coloreando su cutícula.
La última familia que voy a mostrar es Rhyparochromidae, que no tienen los colores rojos que las anteriores chinches, pero que tiene también un diseño dorsal muy parecido a estas. Al menos un par de especies: Rhyparochromus sanguineus y R. pini, pueden tener colores anaranjados o rojizos. La que yo he fotografiado en el jardín, Rhyparochromus vulgaris, es más bien negruzca, pero se distinguen esos dos puntos negros tan típicos de las chinches que hemos estado viendo.
Hay otra familia, cuyas especies suelen ser de mayor tamaño y que pueden tener parecidos diseños rojos y negros, pero su aspecto en bastante diferente e inconfundible. Son las chinches cazadoras, mal llamadas chinches asesinas por la traducción del inglés, Reduviidae. Algunas especies son ectoparásitas y chupan la sangre a vertebrados, incluido el hombre.