En la anterior entrada dejamos a la mariposa Vanessa revoloteando sobre las
flores de los cardos, en realidad sobre los capítulos florales, pues estas
plantas son de la familia de las compuestas y por lo tanto sus aparentes flores
son un apretado conjunto de diminutas florecillas. En ellas son muchas las
mariposas de muy variadas especies, que acuden a libar metiendo su larga trompa
para extraer el néctar y así se entretienen un buen rato. Esto nos da la oportunidad a
los naturalistas de tomarnos tiempo para hacer fotos e incluso a esperar
tranquilamente junto al cardo a que otra mariposa llegue a alimentarse. Así,
tener algún rincón con cardos en el jardín, no es tan mala idea si queremos ver
y fotografiar mariposas tranquilamente.
Lo que comúnmente conocemos por cardos pueden ser plantas de muy distintas
familias, que han evolucionado independientemente a esas formas duras y
pinchudas. Pero como soy zoólogo, no me voy a entretener con las plantas (mejor visitar el último rincón de Barbadillo) sino que voy a fijar mi atención en otro pequeño inquilino de
los cardos, la mosquita Tephritis
postica.
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Pareja de Tephritis postica, la hembra, abajo, posee un ovopositor para introducir los huevos en el cardo. |
A las moscas de esta familia, Tephritidae, se las conoce como moscas de la
fruta, aunque no tienen nada que ver con las Drosophila que se usan en los laboratorios de genética, que así llaman también así porque
algunas especies atacan a los árboles frutales. Sin embargo, la protagonista de
este eslabón de la cadena de la vida no hace daño a la fruta, sus larvas, en
este caso, se encuentran en los capullos aún cerrados de los Carduus que hay en los prados al lado de
mi casa.
En su interior, bien protegidas de los depredadores por una tremenda barrera de
espinas y pelillos, las larvas de estas moscas se alimentan de los tiernos
tejidos en formación.
Para poder introducir sus huevos en el interior del capullo, las moscas de esta
familia tienen un fuerte y largo ovopositor. En la fotografía anterior se puede ver a la
hembra, la que está debajo, justo antes de iniciar la cópula.
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Después del cortejo, el macho se sube a la hembra por detrás y ésta, si le acepta, abre sus alas para permitirle la cópula. |
El cortejo de las Tephritis es muy
curioso, los machos andan alrededor de las hembras abriendo y cerrando las alas
en unas posturas y danzas casi cómicas, aumentándose el efecto por las manchas
de sus alas.
No puedo estar seguro de lo que ocurre en el interior de los capullos de los cardos con Tephritis postica, pero supongo que es algo parecido a lo que sí he visto en otra especie del mismo género, Tephritis formosa, cuyas larvas viven en
el interior de las cabezuelas florales de otra planta compuesta que se ve con
frecuencia en las cunetas de caminos y carreteras y dejé crecer en mi jardín: Sonchus oleraceus. Esta sí la pude
fotografiar, tanto las moscas adultas posadas en las hojas como las pupas en el
interior de los capullos.
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Pequeña mosca Tephritis formosa sobre el tallo de Sonchus oleraceus |
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Pupas (negras) de Tephritis formosa en el interior del capítulo floral de Sonchus oleraceus. Y larvas (blancas) de la avispa parásita del género Eyrytoma. |
Curiosamente, también en su interior, encuentro otras
larvas blancas, que no son de la mosca, sino posiblemente de una avispa
parásita del género Eurytoma, que
pude fotografiar en el momento de introducir el ovopositor en la flor para
poner sus huevos.
Pero esta es otra ramificación de la cadena de la vida con la que no me quiero entretener demasiado, volvamos a los cardos...
En los mismos cardos sobre los que descubrí a estas moscas había una curiosa secreción con aspecto de melaza que brota entre sus escamas.
Estoy casi convencido de que esas melazas son debidas a la acción de las larvas que viven en su interior,
pues coinciden la presencias de unas y otras.
Esa secreción atrae a otros insectos y he visto diversas especies de escarabajos que se
quedan extasiados mientras se dedican a lamerla con
fruición. Sí, la he probado y no sabe a nada, pero supongo que los insectos no opinan lo mismo y seguro que tiene muchos nutrientes.
Entre los que acuden a ese alimento está el siguiente protagonista de la cadena, el escarabajo
florícola, Oxythyrea funesta, llamado
comúnmente escarabajo del sudario (no me preguntéis el por qué). Lo de funesta
lo entiendo por su color oscuro, ya que otros miembros de su familia, los
cetónidos, son de colores brillantes, sobre todo verdes metálicos.
Estos escarabajos, como otros de su familia, tienen
mala fama entre los agricultores, pues se alimentan de flores y pueden
estropear las cosechas, sin embargo rara vez son verdaderas plagas. En el blog de un agricultor he leído que
atacan a las flores de los frutales especialmente cuando la sequía ha
perjudicado a las plantas herbáceas del entorno, cuyas flores prefieren, entre
ellas los cardos. Seguro que también cuando se las ha pegado fuego o roturado
olvidando que las plantas de los lindes de los cultivos pueden tener efectos
beneficiosos, como por ejemplo servir de refugio a insectívoros, ya sean estos
aves, mamíferos, reptiles, anfibios o insectos depredadores. Las larvas de Oxythyrea se alimentan de raíces, pero he visto en otro blog de horticultor que también se encuentran
entre vegetales en descomposición, como las balas de paja que quedan en la
parte de abajo de los almacenes, donde se pudren por la humedad. Quizás tengan una infundada mala prensa y se alimenten más de humus que de
raíces vivas.
En la foto, una pareja en cópula junto a su fuente
de alimentación ¿tendrán tranquilidad para su amores? No, los
escarabajos no tuvieron un día tranquilo cuando los fotografié sobre el cardo.
La razón es que sobre la misma “melaza” toda una legión de hormigas les
disputaron el botín y no les dejaron muy tranquilos. De hecho, me costó trabajo
fotografiar a los escarabajos solos sin ninguna hormiga encima y si lo conseguí
fue gracias a que había unos cuantos escarabajos en diferentes cardos. Lo más
común, sin embargo era que los Oxythyrea estuviesen
recubiertos por las hormigas.
A pesar de todo, debo advertir que tampoco la actitud de las
hormigas era muy agresiva, las he visto mucho más alteradas en otras ocasiones
atacando a otros insectos. En los lugares donde solo había hormigas, supongo
que de donde brotaba la “melaza”, las hormigas estaban apelotonadas, como la
clientela en la puerta de los grandes almacenes el día que empiezan las rebajas.
Apenas se movían, como si estuviesen drogadas, con la cabeza hundida,
invisible, en apretadísimos racimos. En
la foto, el montón de hormigas se aprecia en el ápice de la rama, justo en el
brote.
Las hormigas son un grupo que se me resiste, pero creo que
en este caso se trata ejemplares del género Lasius.
La primera parte de esta "cadena de la vida" se puede ver
AQUÍ.