Esta semana han brotado los fresnos, árboles con los que me siento especialmente identificado. Tenemos los mismos gustos: los prados adehesados y húmedos, además de las orillas de río. Aparte del ambiente, a su lado encuentro algunos de los animales que más me gustan, como son los anfibios.
El de la foto de la derecha es un fresnito que tengo en el jardín, de tres años ya, y casi un metro de altura. Aún le quedan décadas para ser digno de tener un nido de cigüeña encima.
Sí, a las cigüeñas también les gustan los prados húmedos y los anfibios, aunque por razones algo distintas. Claro que para hacer sus nidos sobre los fresnos son ayudadas por un uso tradicional: las podas.

Hace unos años escribí unas páginas de cuaderno de campo sobre el fresno para la revista de SALMA. A continuación reproduzco los dibujos y los textos algo ampliados.
El Fresno (Fraxinus angustifolia)
En mi zona de campeo habitual, el centro peninsular, es esta la especie que encontramos, mientras que en el norte, más húmedo, veremos Fraxinus excelsior, de hoja más ancha.
Son árboles de gran tamaño que crecen hasta los 25 m si no son podados. Pertenece a la familia de las oleáceas, como el olivo. Su hábitat natural son los bosques de ribera, laderas suaves y zonas que se encharcan. En fincas ganaderas, adehesando los prados en zonas húmedas donde sustituye a la encina. A veces, convive con ellas ocupando las zonas más cercanas al agua. También puede formar parte de setos vivos que sombrean su base y guardan cierta humedad, igual que junto a muros de rocas.
En el dibujo muestro una secuencia donde se ve el aspecto que tendría un fresno sin podar, una poda de jardín, tendente a formar una bola para dar sombra, una poda fuerte, llamada “cabeza de gato” y el aspecto que toma el fresno con varas crecidas después de esa poda. Por último un fresno que ha dejado de podarse por estar aprovechado por la cigüeña para su nido.
El fresno es muy típico en fincas ganaderas, acompañando a los buenos pastos, pues las varas de freso cargadas de hojas se daban al ganado en pleno verano, cuando el pasto se secaba. Eso tampoco perjudica el fresno, pues cuando el calor aprieta, igual que ocurre con los olmos y otros árboles caducifolios, se ven en la necesidad de desprenderse de muchas hojas para evitar la deshidratación. Por eso la poda que se realiza desde tiempos inmemoriales y el aprovechamiento de las varas, es un método que beneficia al árbol, al ganado (doméstico y silvestre) y, naturalmente, al ganadero. Pero también al resto del ecosistema.
Las siguientes páginas del cuaderno muestran la hoja compuesta del fresno y sus semillas, dotadas de un ala que ayuda a su dispersión por el viento. Estas cuelgan en pequeños grupos a finales de verano. Las hojas caen en otoño sin haber cambiado apenas de color.
Las flores son insignificantes y aparecen antes que las hojas.
La madera es dura y resiste la humedad, se ha usado para hacer carretas, mangos de herramientas, garrotes de pastor, e incluso tablas de esquí y piolets de alpinismo.
Propiedades medicinales: las hojas en infusión son laxantes, diuréticas, antiinflamatorias y analgésicas.
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Se usen las varas o no, hay fincas manejadas con buen criterio, como esta de Soto del Real, donde se van podando de la manera tradicional.
Igualmente pueden verse muy cerca de allí, en Manzanares el Real, frente al embalse, ocupados muchos de ellos por las zancudas traedoras de bebés. Comentaba en otra entrada, que en ciertas zonas la población de cigüeñas es casi excesiva. En estos prados no es raro ver un centenar o más sin apenas moverse del sitio. Los nidos no solo ocupan gran número de tejados, sino fresnos, torretas, farolas, ... en casi cualquier lado. Ya se ve en la foto siguiente que incluso al lado de un camino.
Y en esta otra, junto a un murete de piedra desde el cual es posible acceder al nido sin problemas. De hecho, el día que hice esta foto desde una prudente distancia, vi como un padre de familia llevaba a sus hijos a verlo.
En esta zona, me comentó un amigo ornitólogo que llegaron a ver trescientas cigüeñas en un solo prado inundado que se estaban alimentando de los sapos corredores que en ese momento estaban haciendo sus puestas. Realmente no hay población de anfibios que soporte esa presión, ni lagartijas, saltamontes, escarabajos y otros insectos del suelo. Las aves buscan su alimento en los vertederos y vuelan incluso de noche y antes del amanecer. Este es uno de los lugares en los que las cigüeñas se quedan en invierno gracias a que encuentran comida en los vertederos, pero ¿que ocurre cuando se cierra o transforma uno de esos vertederos a cielo abierto?
Me parece un verdadero problema y espero que se autorregulen sin que ocurra ninguna tragedia. Son una bendición para el paisaje rural, no podemos dejar de protegerlas, pero tampoco fomentar de manera antinatural su población.

El jueves, aprovechando la tarde festiva, nos pudimos dar un paseo por las orillas del embalse de Manzanares. Esperábamos contemplar la llegada de las miles de gaviotas que vienen a pasar la noche procedentes de los más variados vertederos. Como suele ocurrir cuando uno va cargado con el equipo fotográfico, decidieron posarse cerca de la orilla contraria.
Aún así, no tiene demasiada importancia, pues disfrutamos de otros espectáculos del atardecer, pudiésemos o no fotografiarlos. Las numerosas cigüeñas, quizás demasiadas, ya les dedicaré una entrada. Los inicios de cortejo de una pareja de somormujos lavancos (Podiceps cristatus), las fochas (Fulica atra), que también están emparejadas y buceando juntas, una parejita de chorlitejos chicos (Charadrius dubius), que como tienen por costumbre nos iban adelantando en el recorrido por la orilla.
Las golondrinas (Hirundo rustica), recién llegadas, estaban atareadas tomando agua para el barrillo con que hacen sus nidos, además de cazando los mosquitos que volaban sobre el agua. Y los tímidos bisbitas comunes (Anthus pratensis) apenas se dejan ver entre lo más entramado de las ramas de sauces y fresnos de la orilla. Por cierto, los fresnos son de los pocos árboles que quedan por brotar.
Se nota que el invierno ha sido generoso en lluvias y nieves y el nivel del agua está al máximo posible. En las orillas, casi al borde del agua, está florido el espino albar (Crataegus monogyna), ...
... y los sauces (Salix sp.) muestran sus amentos erectos, caso especial entre sus parientes, pues las flores son polinizadas por insectos y no por el viento, como en otros géneros.
... estos y alguno más en los árboles y enredaderas. Algunos ya están siendo visitados.












La otra especie del mismo género, el sapo común, Bufo bufo, hace sus puestas y reuniones en charcas y arroyos más profundas, en las que no dudan en bucear si se asustan, cosa que no gusta nada al sapo corredor.
Puede apreciarse a simple vista las diferencias entre las dos especies en cuanto a colorido y porte, pero lo que más ayudará al profano es ver los ojos amarillo verdosos del corredor mientras que el sapo común los tiene rojizos.




